EL EVANGELIO DE EMMANUEL

330–495 minutos

Evangelio de Emmanuel

Por 

Stiwart Cedano

Santo Domingo, República Dominicana

4 de octubre de 2024

Edición: Stiwart Cedano.

Diseño: Stiwart Cedano.

Portada: Stiwart Cedano

Presentación: Stiwart Cedano

Apología del libro: Stiwart Cedano

Evangelio de Emmanuel

©Stiwart Cedano

ISBN: 9798341210455

Impresión: Amazon.com

Este libro está protegido bajo las leyes dominicanas de derecho de autor. Por lo tanto, esta obra no puede ser reproducida ni copiada sin la expresa autorización legal de su autor, quien es la persona que ostenta el derecho de copyright, Stiwart Cedano. Información de contacto: sanadoctrinaypureza@gmail.com.

Este libro está disponible en la librería dominicana “Cuesta libros” y la editorial Santuario. Para encontrar este libro en Amazon, en la barra de búsqueda de la página escriba El Evangelio de Emmanuel. Entonces, este libro le aparecerá como “El Evangelio de Emmanuel: Jesús es el Cordero de Dios con el ISBN 9798341210455. 

Presentación

Este libro es una composición que lleva el nombre de “El evangelio de Emmanuel”. Este evangelio es una combinación de los cuatros evangelios canónicos que históricamente han regido la fe de la iglesia cristiana: el evangelio de Mateo, el evangelio de Marcos, el evangelio de Lucas y el evangelio de Juan. Debido a las aparentes contradicciones que algunas veces aparecen entre estos cuatros evangelios, y los errores evidentes dentro de ellos, me ha parecido bien crear esta composición; ordenando de forma cronológica los eventos de la vida de Jesús de la forma más correcta posible, tomando en cuenta los distintos relatos presentados en ellos. Para esto, he tomado también porciones de textos que hablan sobre la persona de Jesús, que se encuentran tanto en el libro de Hebreos, en el libro de 1Corintios, en la carta de 1Pedro y en el libro de Apocalipsis; con el fin de que se entienda mejor todo lo que ha sido revelado acerca del Hijo de Dios. Asimismo, me ha sido necesario mirar cuidadosamente los manuscritos griegos de los cuales se traducen los cuatros evangelios canónicos, para poder hacer las adaptaciones gramaticales necesarias de forma correcta, sin faltar a la verdad, en este evangelio; que es una combinación de los cuatros evangelios. 

Yo, Stiwart Cedano, me he tomado la libertad de quitar de ciertos lugares de las Escrituras de los evangelios porciones de pasajes que están escritos en uno de los evangelios en específico, para colocarlo en otro lugar distinto que, a mi juicio personal, es el lugar en que realmente debe ir por el contexto de las mismas Escrituras en que los presentan los otros tres evangelios. Esta libertad me la he permitido, al darme cuenta de que los mismos evangelistas no establecieron en orden cronológico los hechos de la vida de Jesús, y solamente se limitaron a narrarnos lo que recordaban algunos de ellos en su vejez; así como el apóstol Juan en su evangelio; y otros, como Tito, el cual escribió el evangelio de Lucas, solamente se limitó a escribir lo que le decían, según iba él investigando; al parecer, sin percatarse de que le estaban contando cosas que ocurrieron en un mismo escenario como si realmente hubieran sucedido en distintos escenarios. Es por esta razón que en el evangelio de Lucas encontramos eventos que ocurrieron en un mismo escenario, y en una misma noche, como eventos que parecieran haber ocurrido en diferentes escenarios, y en distintos momentos en los muchos viajes evangelísticos de Jesús; por ejemplo, los distintos eventos ocurridos el día que Jesús cenó en la casa de Simón el fariseo. Ese evento el apóstol Juan lo muestra como la cena que Jesús tuvo en Betania, seis días antes de que celebrara su última fiesta de pascua; pero sin los muchos detalles que están dispersos a lo largo de todo el evangelio de Lucas. 

Este trabajo, que he hecho para usted, quitará de una vez por todas las neblinas mentales que usualmente nos arropan, cuando leemos una versión distinta en los cuatros evangelios sobre qué realmente pasó el día en que Jesús resucitó de los muertos: ¿Cuál fue el orden verdadero de los sucesos? Aparte de todo esto, me he ocupado de colocarle el año calendario en que ocurrieron los hechos, acorde con lo que me fue posible calcular. 

En este evangelio usted descubrirá que el famoso “sermón del monte” puede ser también llamado “el sermón de la llanura”. De igual manera, verá que los famosos ocho ayes de Jesús, registrados en Mateo 23, en realidad debe ser conocido como “los nueve ayes de Jesús contra los fariseos”. Además, descubrirá que Pedro no negó a Jesús tres veces solamente, sino cinco veces; por su puesto, lo negó tres veces antes del canto del segundo gallo, pero dos veces antes del canto del primer gallo. De manera que, la negación de Pedro en total fueron cinco veces, no tres. Por si fuera poco, descubrirá también que Jesús no reprendió a Marta en su propia casa, sino en la casa de Simón el fariseo o “Simón el leproso”, y que dicha reprensión fue provocada por la imprudencia de Marta con respecto a su hermana María, porque María notó que, cuando Jesús estaba en casa de Simón el fariseo, estaba en casa de “un montón de lobos rapaces” que lo acechaban; mientras que, Marta estaba ajena a este asunto. En fin, en este evangelio usted descubrirá muchas verdades que no se perciben con la lectura de los evangelios tradicionales, porque cada uno de ellos cuenta cierto fragmento de la verdad, según lo que se acordaban, o según lo que consideraron importante escribir; y todos esos relatos no de forma cronológica: si Jesús dijo algo hoy estando sobre un monte, y dos años después dijo algo más, estando sobre otro monte, en los evangelios aparece como si fue dicho todo en el mismo instante, sobre un mismo monte, porque solo se priorizó la enseñanza, y no la cronología de los hechos. 

Prefacio

Este evangelio comienza con el relato de cosas que sucedieron en los días de Noé y, de manera resumida, también habla sobre cosas importantes que sucedieron tanto en los días de Abraham como en los días de Moisés. Comencé el evangelio de Emmanuel de esta manera porque en los evangelios tradicionales siempre se habla de Noé, de Abraham y de Moisés; por ello me pareció buena idea poner la mente del lector en contexto inmediatamente empiece la lectura de este evangelio, el cual es la combinación de los cuatros evangelios tradicionales. Los textos de este libro han sido divididos en números de capítulos y números de versículos. Los números de los capítulos están escrito en grande y en color negro. En cambio, los números de los versículos o “versos” están escritos en tamaño pequeño y en color rojo al inicio de ciertas porciones de texto. Asimismo, el lector encontrará el número del capítulo en el cual esté leyendo en la parte superior derecha de cada página.

Cuando una página contiene porciones de texto que corresponden al capítulo anterior distinto del capítulo al cual se entrará, según esté listado en esa página, en la parte superior derecha del libro aparecerán dos números: el primero corresponde al capítulo anterior, es decir, al capítulo anterior al capítulo siguiente que estará listado en esa misma página; y el segundo indica el nuevo capítulo en que se estará entrando a partir de esa misma página. No quiero que el lector se sienta desconcertado si, durante la lectura de este evangelio, no encuentra una porción de texto que, según su acostumbrada lectura en los evangelios tradicionales, debió encontrarla, de igual manera, en determinado lugar y contexto de este evangelio. Tenga en mente siempre que este libro se ha creado mediante una estudio profundo para lograr poner las palabras de Jesús en el contexto correcto, a la vez que relata de forma cronológica su vida. Por lo tanto, nunca piense que he desaparecido ninguna porción de los evangelios. Si no la ve en cierta porción de este evangelio, la verá en otra porción de este mismo evangelio, pero en el contexto correcto. También, debe tener siempre en cuenta que en ciertas porciones las palabras de Jesús son una combinación de las palabras que, según los cuatros evangelios tradicionales, Jesús dijo en determinado momento; ya que vemos en los evangelios tradicionales que la respuesta de Jesús a los saduceos que le preguntaron sobre la resurrección, no es gramaticalmente idéntica en los evangelios sinópticos: Mateo, Marcos y Lucas. 

He puesto en lugares que consideré necesario notas de pie de página. Estas notas de pie de página ayudarán al lector a entender con más claridad ciertas porciones de las Escrituras de este evangelio. En la parte superior derecha de ciertas palabras aparecerán números pequeños de menor tamaño al número de los versículos. Estos números pequeños o superíndices son de color rojo cuando están puestos en una palabra escrita en color negro; y son de color negro cuando están puestos en una palabra escrita en color rojo. Estos superíndices indican que existe una nota aclaratoria de pie de página con el mismo número al pie de la página. Estas notas de pie de página no solamente ofrecen aclaraciones o explicaciones de los textos o de palabras específicas, sino que también ofrecen el capítulo y el versículo exacto en donde se encuentra una cita dada o un texto del que se habla en este evangelio, que hace referencia tanto al antiguo testamento como al nuevo testamento de la biblia tradicional. 

Los textos del antiguo testamento que se citan en este evangelio son un poquito distinto en la forma de traducción en comparación con la traducción que aparece en los evangelios tradicionales. Esto se debe a que yo me he encargado de hacer una mejor traducción, mucho más perfecta, al español de los textos tradicionales que están escritos en hebreo. El lector debe saber que en los tiempos de Jesús existía una biblia judía llamada Septuaginta. Esta biblia era una traducción al idioma griego de los textos hebreos, la cual estaba en vigencia y en uso por y para los judíos que vivían fuera de Israel, en la diáspora judía. Esta diáspora judía manejaba muy bien el idioma griego, el cual era un idioma bastante utilizado en el mundo de aquellos tiempos. Cuando los apóstoles y discípulos de Jesús escribían y hablaban con los judíos de la diáspora para predicarles a Jesús, de los cuales judíos muchos no sabían muy bien su idioma étnico, el hebreo, ellos citaban las Escrituras como estaban escritas en idioma griego en la biblia Septuaginta. Sin embargo, los judíos de la actualidad, que son muy estudiosos y celosos de su idioma, entienden y han demostrado que algunas de las traducciones de la Septuaginta no son cien por ciento perfectas. Por ello, en este evangelio usted encontrará las traducciones de las porciones que hacen referencia al antiguo testamento, un poco diferente a la traducciones que encontramos en los evangelios tradicionales. 

En este evangelio aparecen varias veces las expresiones tales como “Mostrar reverencia” “Mostraron reverencia”, etc. Estas expresiones son la traducción de la palabra griega proskinéo προσκυνέω, la cual la mayoría de las biblias traducen en todo momento con la palabra “adorar”. La palabra griega proskinéo προσκυνέω en su traducción literal se podría entender como “Un acto de besar los pies de alguien mientras se está postrado” “Un acto de homenaje o reconocimiento de dignidad” como cuando se hace ante un rey. Sin embargo, no siempre proskinéo προσκυνέω se refiere a besar los pies de alguien, ya que en Apocalipsis 4:10, cuando se habla de que los veinticuatro ancianos “adoran” a Dios, el contexto no se refiere a que ellos besan los pies de Dios, sino más bien a que ellos se postran como una acción de homenaje o muestra de reverencia ante Dios. También, en Apocalipsis 19:9,10, el ángel no mandó al apóstol Juan a besar los pies de Dios, sino a “Mostrar reverencia a Dios”. Ahora bien, proskinéo προσκυνέω también se refiere a mostrar reverencia a un rey (Mateo 2:8). Hay que saber, y estar conscientes, de cuándo estamos honrando a Dios, y cuándo estamos, erróneamente, honrando o pretendiendo honrar a hombre alguno como si fuera Dios, en lugar de Dios. Por otra parte, cuando en este evangelio le aparezca la palabra “palabra” o “palabras” con el superíndice de número uno de color azul así, palabras1, lo que se quiere decir que la traducción en ese caso no proviene del término griego lógos λόγος, sino que proviene del término ríma ῥῆμα. Para entender sobre estos dos términos griegos, lea la nota de pie de página número 40 de Emmanuel 11:1.

Por último, este evangelio termina con el momento en que los discípulos de Jesús reciben el bautismo del Espíritu Santo; porque me pareció extraño que en los evangelios tradicionales, en donde se relata el comienzo del ministerio de Jesús desde los días de Juan el Bautista, el cual anunciaba que el Cristo vendría a bautizar con Espíritu Santo y fuego, hayan terminado sin relatar que Jesús haya bautizado a ninguno de sus seguidores. Como en el libro de los hechos de los apóstoles sí se da detalle de este bautismo con el Espíritu Santo, decidí incluirlo aquí de forma resumida. Este libro termina con la profecía de lo que ocurrirá en el fin del siglo, la cual también está escrita en mi primer libro titulado “El fin”. La he añadido a este libro para beneficio de los hijos de Dios. 

No Existe el Domingo de Ramos, sino el Sábado de Ramos

Universalmente, se cree que Jesús entró en Jerusalem en su entrada triunfal un día domingo; por lo cual, existe un día de celebración en la iglesia católica, durante la Semana Santa, llamado “domingo de ramos”. No obstante, Jesús no entró un domingo, sino un “sábado de ramos”. Me percaté de este dato al analizar profundamente la mentalidad del escritor del evangelio de Juan, el apóstol Juan, el cual ya estaba anciano cuando escribió su evangelio; y escribió lo que se acordaba, para nosotros. A continuación, analicemos algunos datos bíblicos, que nos muestran esta verdad sobre el “sábado de ramos”. 

En Lucas 24:29-36, dice que Jesús se quedó en la noche con los dos discípulos que fueron hacia Emaús, y que en esa misma noche los dos discípulos regresaron a Jerusalén, y avisaron a los demás discípulos. Estando allá, mientras ellos hablaban sobre la aparición de Jesús, el mismo Jesús se aparece y les dice: paz a ustedes (Lucas 24:36). Esa expresión es la que encontramos en Juan 20:19, cuando el apóstol Juan afirma que en la tarde del mismo día en que resucitó Jesús, el primer día de la semana, Jesús se les aparece y les dice: paz a ustedes. Entonces, si ya era de noche, no era el primer día de la semana desde la perspectiva judía. Desde la perspectiva judía, si Jesús apareció en la noche, ya era el segundo día de la semana, no el primero. No obstante, el apóstol Juan habla, y especifica que era el primer día de la semana en el tiempo de la noche, dando un enfoque distinto. ¿Qué nos quiere decir todo esto? Esto nos quiere decir que el apóstol Juan no estaba hablando desde una perspectiva judía en el cálculo del tiempo, sino desde la perspectiva romana de la época, donde un nuevo día calendario comienza a partir de la medianoche, al final de la segunda vigilia de aquellos tiempos. 

Cuando leemos el caso de la cena de Jesús en Betania, en casa de Simón Iscariote, un día de reposo en la noche, porque era una cena, y luego leemos en Juan 12:12 que Jesús entró a Jerusalem en su entrada triunfal el día siguiente de la cena en Betania, debemos analizar varios aspectos. Primero, Jesús estaba en casa de Simón un viernes en la noche, en el comienzo del día de reposo para los judíos; porque para los judíos el día calendario comienza al anochecer. Segundo, tomando en cuenta que el apóstol Juan habla desde una perspectiva romana sobre el tiempo, cuando él dice que el día siguiente Jesús entró en Jerusalem, debemos entender que el apóstol Juan estaba hablando del día sábado, porque para los romanos, como también para nosotros en la actualidad, el día calendario comienza a la medianoche. Ese sábado en que Jesús entró a Jerusalem fue durante el período diurno. ¿Por qué digo que durante el periodo diurno del sábado? Porque cuando leemos, tanto en Juan 1:29 como en Juan 1:35, que Juan vio a Jesús “El siguiente día”, se estaba refiriendo al período diurno; Juan no vio a Jesús caminando en la oscuridad (Juan 1:39).

Nota: Quiero dejar por entendido al lector que el nombre Jesús es la traducción del nombre hebreo Yeshúa ישּוע de Nazaret, pero traducido al español desde el nombre griego Iesús Ἰησοῦς, porque así aparece el nombre de Yeshúa en los manuscritos más antiguos de los evangelios escritos en griego que desde hace muchísimos siglos hasta la actualidad se poseen. Yo mismo he visto al Señor ministrando a través de una sierva suya, de nacionalidad dominicana, quien verdaderamente tiene el don de diversos géneros de lenguas e interpretación de diversos géneros de lenguas, y lo he oído decir al mismo Espíritu Santo a través de ella: ¡Yeshúa! Y cuando la lengua es interpretada por el Espíritu Santo a través de la misma sierva, dice: ¡Jesús! Sé muy bien que los lectores de linaje israelita son muy celosos de la lengua hebrea y del NOMBRE, pero lo que ahora estoy diciendo es la verdad; delante de Dios que no estoy mintiendo ni exagerando en nada. 

El idioma oficial del pueblo de Israel siempre ha sido el hebreo. Sin embargo, por las continuas interacciones con los imperios donde el idioma arameo era muy utilizado, como el imperio asirio, el imperio babilónico y el imperio medo-persa, también el arameo pasó a ser de uso masivo en el pueblo de Israel. Algunos estudiosos afirman que, en los tiempos de Jesús, en el pueblo de Israel el hebreo era mayormente utilizado por los eruditos y estudiosos de las Santas Escrituras, mientras que el arameo era usado por el pueblo común. Sin embargo, esto no es del todo cierto. Ambos, el hebreo y el arameo, eran ampliamente hablado en el pueblo, aunque solamente se ministraban las Escrituras en hebreo. Cuando el imperio griego empezó su expansión, también expandió su idioma. En los tiempos de Jesús, el idioma griego era también muy hablado, porque el imperio griego había expandido su idioma griego a la mayor parte de la civilización en su época de dominio. La expansión del idioma griego fue tal que aun durante la época del imperio romano, imperio que surgió luego del imperio griego, el idioma griego era muy extensamente hablado, no solo en Israel, sino también en el mundo de aquellos tiempos. La república de Roma empezó a tener dominio sobre el pueblo de Israel desde el año 58 antes del nacimiento de Jesús (58 a.C.). Más adelante, en el año 21 a.C., la república de Roma se convirtió en lo que se conoció como el imperio romano. Este imperio romano era el imperio que gobernaba en los días que Jesús comenzó su ministerio. El idioma oficial del imperio romano era el latín. Así, entonces, en los tiempos de Jesús en Israel se hablaba hebreo, arameo, griego y latín.

En el pueblo de Israel existen siete festividades principales: la festividad del día de la pascuala festividad de los siete días de los panes sin levadurala festividad de las primiciasla festividad del día de pentecostés o “fiesta solemne de las semanas”la festividad de las trompetas, la festividad del día de la expiación, y la festividad de los tabernáculos. De estas siete festividades, tres son festividades de peregrinación: la festividad de pascua (Pésaj, en hebreo), la festividades de los siete días de los panes sin levadura y la festividad del día de pentecostés. En las fiestas de peregrinación, los israelitas debían ir todos a Jerusalem para celebrarlas, conforme al mandamiento de Deuteronomio 16:1-17.

Las Figuras Literarias en este Libro

Jesús utilizaba las parábolas como método principal para sus enseñanzas al pueblo. Las parábolas son figuras literarias, las cuales también se conocen como “figuras retóricas”. La palabra “figura” se refiere a imágenes, y símbolos. La palabra “literaria” se refiere a lo relacionado a la literatura, lo cual tiene que ver con el arte de la palabra y el uso de ella: leer, escribir, discurso, gramática, poesía, etc. La palabra “retórica” se refiere a una disciplina de estudio del discurso. El discurso tiene que ver con el acto de hablar ante una audiencia o público. Desde luego que un discurso puede ser oral o escrito.

Existen otras figuras retóricas estrechamente relacionada con la parábola como son: la metáfora, la alegoría y la fábula. Para entenderlas, debemos entender primero lo que es una parábola. Una parábola es una historia o narración ficticia cuyo principal objetivo es transmitir una enseñanza o moraleja. En la parábola los personajes son personas. En la parábola se utiliza lo que es el símil. El símil es cuando establecemos semejanza entre dos cosas distintas utilizando palabras como “como” “es como” “tal como” “así como”. Jesús en sus parábolas siempre decía: el reino de los cielos “es como”. Cuando alguien dice: “Tu pelo es como oro” ó “Corrí como un rayo” está utilizando el símil. Cuando en una narración los personajes principales son animales a los cuales se les atribuye cualidades humanas, como decir que ellos hablan, y otras cualidades en donde ellos actúan como los humanos, es una fábula. A esto también se le llama personificación. La personificación es cuando se le atribuyen cualidades humanas o de personas a cosas animadas (con vida) como animales o plantas, como se muestra en Jueces 9:8-15. En cambio, cuando a cosas inanimadas (sin vida) se les da cualidades humanas se le llama prosopopeya, como en Lucas 19:40. Entonces, cuando en una narración los personajes son humanos, es una parábola. Por el contrario, cuando los personajes son animales, plantas o cosas, es una fábula. Tanto la parábola como la fábula pueden ser transmitidas con el fin de dar una enseñanza. Ahora bien, cuando en una parábola cada elemento, persona, o figura representa o significa algo distinto de forma comparativa, entonces esa parábola también es una metáfora. Por ejemplo, en la parábola del trigo y la cizaña, registrada en Mateo 13:24-30, cada elemento y personaje representa algo distinto cuando vemos la interpretación de Jesús en Mateo 13:36-43. En la metáfora se establece la similitud de las cosas que se comparan utilizando el verbo “ser”. En la metáfora existe lo que es la analogía. La analogía es la relación de semejanza entre dos cosas distintas, que a nuestro punto de vista resulta “semejante”, así como en la parábola del trigo y la cizaña donde el campo “es” el mundo. 

La alegoría es una composición que generalmente se compone de varias metáforas dentro de la misma composición. Por ejemplo, en Juan 10:1-6, donde Jesús habló sobre pastor, ovejas, y por otro lado, de salteador, vemos, cuando leemos Juan 10:7-13, que cada elemento o figura representa algo distinto; por lo que, podemos decir que hay varias metáforas solamente en esa composición. En la alegoría los elementos representan personajes de la vida real cuando se establece la comparación. Algunas veces una parábola puede ser una alegoría; pero, una alegoría no siempre es una parábola, ya que el propósito de la parábola es dar una enseñanza o moraleja a través de la narración. En contraste, una alegoría se utiliza para hacer comparaciones de cosas, y no estrictamente para dar una enseñanza o moraleja. En las alegorías el autor puede dar rienda suelta a su imaginación para hacer sus composiciones alegóricas, las cuales tienden a tener un carácter ficticio, en el sentido de que lo que el autor dice en su alegoría puede escapar de los límites de la realidad. En cambio, en una parábola las historias o narraciones, si bien son ficticias, son hechos que pueden ocurrir en la vida diaria. 

Por último, la hipérbole es una figura retórica en el que se exageran las cualidades, atributos, aspectos, cantidades, etc. de las cosas para crear un efecto dramático o cómico. Por ejemplo, cuando el apóstol Juan dice, en Juan 21:25, que si se hubieran escritos una por una todas las cosas que Jesús hizo, no cabrían los libros en el mundo está utilizando un lenguaje hiperbólico. 

Apología al Evangelio de Emmanuel

El evangelio de Emmanuel no debe considerarse como una obra de herejía ni tampoco como una obra de apostasía. En lugar de ello, el evangelio de Emmanuel debe ser considerado como la defensa de los cuatros evangelios tradicionales de la iglesia cristiana: el evangelio de Mateo, el evangelio de Marcos, el evangelio de Lucas y el evangelio de Juan. ¿Por qué debe ser considerado como la defensa de estos cuatros evangelios? Porque algunas narraciones de estos cuatros evangelios aparentemente se contradicen entre sí cuando describen un mismo hecho; no así en el evangelio de Emmanuel que combina los relatos de estos cuatros evangelios. Por ejemplo, en Mateo 8:28-34 se habla de dos endemoniados en la región de Gadara, mientras que en el evangelio de Marcos 5:1-20 se habla de un solo endemoniado en la región de Gergesea. De igual manera, hay muchos otros relatos similares en los evangelios que pudieran parecer una contradicción. Puedo citar también la narración sobre el centurión que tenía un siervo enfermo. En Mateo 8:5-13 se relata que el centurión fue donde Jesús y habló con él; sin embargo, en Lucas 7:1-10 se relata que el centurión nunca fue donde Jesús, sino que envió a los ancianos de la sinagoga de Capernaum para que hablaran con él. Por si esto fuera poco, en Juan 4:43-54 se narra la historia en que Jesús sanó al hijo de un noble, la cual historia podría estarse refiriendo al mismo siervo del centurión, pero relatada de una manera muy distinta a la que lo relatan los evangelios de Mateo y de Tito, que escribió el evangelio de Lucas. 

Según el evangelio de Mateo en el capítulo 26 verso 34, Jesús dijo a Pedro que antes de que el gallo cantara, Pedro negaría a Jesús tres veces. Lo mismo se afirma en el evangelio de Lucas en capítulo 22 verso 34, y en Juan 13:38. No obstante, en Marcos 14:30 el dicho es completamente distinto. El evangelio de Marcos dice que Jesús le dijo a Pedro que antes de que el gallo cantara dos veces Pedro lo negaría tres veces. Aún más que todo esto, veamos el error abismal de las genealogías de Jesús según los evangelio de Mateo y de Lucas. Según Mateo 1:6,7, Jesús era hijo de David a través del linaje de su hijo Salomón; pero en Lucas 3:31,32 se dice que Jesús era del linaje de Natán, el hermano de Salomón e hijo también de David. Asimismo, en Marcos 10:46-52 y Lucas 18:35-43 se habla de un ciego que recibe la vista cuando Jesús salía de Jericó e iba camino a Jerusalem. Pero en Mateo 20:29-34 el relato habla de dos ciegos. Todas estas aparentes contradicciones no se encuentran en el evangelio de Emmanuel, ya que toda estas historias están combinadas de un modo que se explica lo que realmente sucedió, siempre tomando en cuenta todos y cada uno de los relatos de los cuatros evangelios, además de los manuscritos griegos de los cuales se tradujeron ellos.

Además de corregir las aparentes contradicciones de los cuatros evangelios, también me he ocupado en poner en orden cronológico todos los eventos de la vida de Jesús. Esto ha sido necesario también hacerlo; veamos por qué. Si leemos Lucas 22:24-30, pudiéramos creer a simple lectura que los discípulos discutieron entre ellos durante la misma noche de la fiesta de pascua en Jerusalem cuál de ellos sería el mayor en el reino de Dios; esto considerando el contexto que se nos presenta al leer primeramente Lucas 22:7-23. Sin embargo, otra vez vemos que Tito menciona lo mismo en Lucas 9:46-48 como si lo que diría en Lucas 22:24-30 era la otra parte de la narración de lo que había dicho en Lucas 9:46-48. En Lucas 9:46-48 no se dice el lugar específico donde ocurrió esta cuestión entre los discípulos de Jesús, pero como acabo de decir, al leer Lucas 22:24-30 después de haber leído Lucas 22:7-23 podríamos suponer que el lugar donde ocurrió esto fue en Jerusalem. Muy contrario a todo esto, cuando leemos Mateo 18:1-5, después de haber leído Mateo 17:24-27, y cuando leemos Marcos 9:33-37 nos damos cuenta de que tal cuestión entre los discípulos realmente ocurrió en Capernaum de Galilea, no en la ciudad de Jerusalem. En vista de esto, ha sido necesario ordenar cronológicamente los eventos de la vida de Jesús; y también combinar las narraciones de los cuatros evangelios sobre un mismo hecho para eliminar toda duda que pudiera tener algún lector sobre la veracidad de los hechos que hizo Jesús. Lo que es un error no se puede negar, sino que debe ser corregido; como la abismal contradicción entre las genealogías de Mateo y de Lucas. Para esto, en este evangelio he decidido incluir la genealogía de Mateo, pero ampliada como está en el evangelio de Lucas, desde Adán hasta José, padre civil de Jesús, y esposo de María.

Los textos bíblicos que en los evangelios citan el antiguo testamento yo los he traducido directamente desde el idioma hebreo; para eliminar el error que encontramos en ellos cuando los leemos en los cuatros evangelios tradicionales, por haber sido la traducción de la biblia Septuaginta la que utilizaron los apóstoles que escribieron los cuatro evangelio tradicionales cuando intentaban citar en griego el cumplimiento de las Escrituras hebreas, cosa que los mismo judíos han denunciado como mala traducción de los textos originales de las Escrituras hebreas. En este evangelio siempre se toma en cuenta las Escrituras de los manuscritos del idioma griego de los cuales se traducen los cuatros evangelios tradicionales, y también el contexto cultural en medio del cual vivió y ministró Jesús. 

La combinación de la historia de los endemoniados gadarenos, según se nos presenta en el evangelio de Mateo y de Marcos, la encontramos en el evangelio de Emmanuel capítulo 22 verso 4 hasta el verso 11. La combinación de la historia del siervo de un centurión, según se nos presenta en Mateo y Lucas, y la sanidad del hijo de un noble, según se nos presenta en el evangelio de Juan, la podemos encontrar en Emmanuel 19:1-10. La combinación de los relatos sobre el anuncio de Jesús Pedro de que lo negaría antes del canto del gallo la encontramos tanto en Emmanuel 28:143-144 como en Emmanuel 28:171-172. El relato más exacto sobre la cuestión de los discípulos acerca de cuál de ellos sería el mayor en el reino de Dios lo podemos encontrar en Emmanuel 25:1-10. Este evangelio no pretende ser una sustitución a los evangelios tradicionales, sino un refuerzo al testimonio de ellos, el cual yo creo que es verdadero en lo que nos tratan de transmitir: que Jesús hizo lo que cada uno de ellos dijo que él hizo, y que él es el Hijo de Dios. Mi evangelio corrige a los demás cuatros evangelios, pero los cuatros evangelios se escribieron no con la intensión de corregirse uno al otro. Sus autores escribieron a determinado público en específico durante sus vidas, según sus propias investigaciones, y según lo que recordaban de los hechos y las palabras de Jesús.

Los Datos Cronológicos y Fechas en este Libro

Las fechas utilizadas en este libro no son las que normalmente se manejan en esta nuestra era común. Es bien sabido por muchos historiadores que el nacimiento de Jesús de Nazaret no ocurrió en el 753 a.u.c., sino en el 747 a.u.c.; es decir, en el año 747 desde la fundación de la ciudad de Roma. En base a esto, la mayoría de los historiadores asumen con mucha certeza que el verdadero año del nacimiento de Jesús fue en el 5 a.C. (5 a.e.c.). Sin embargo, dicen el año 5 a.C. porque toman la línea de cálculo que considera el cero como un año bisiesto. En esta era los historiadores consideran el año cero como un año bisiesto solamente para seguir la recomendación de ciertos estándares internacionales. De modo que, cuando un historiador habla, por ejemplo, del año 5 a.C. (5 a.e.c.) está realmente hablando del año 6 a. C., porque ellos están contando el cero como un año, un año bisiesto. Cosa paradójica es esta, porque nunca dicen ni pronuncia la expresión “el año 0 a.C.”, porque todos los historiadores están conscientes de que el año cero no existe en la realidad. 

La línea de cálculo cronológico de este libro es en base a la línea donde el año cero no existe; y en esto están de acuerdo todos los historiadores. El año1 a.C. es el año que es bisiesto; no el año cero. El año 6 a.C. (o año 5 a.e.c., que es el año 5 a.C., para los historiadores), es en este libro el año 1 d. C., el 747 a.u.c., el año verdadero del nacimiento de Jesús.

Cálculo del Año del Nacimiento del Señor Jesús

Realizado por: Stiwart Cedano 

El mundo se corrompe en los días de Noé

1Noé, hijo de Lamec, del linaje de Set, era profeta de Dios, y varón justo e íntegro que caminaba con Dios en medio de su generación. Siendo Noé de cuatrocientos ochenta años, miró Yahvéh Dios la tierra, y vio que toda carne se había corrompido, y estaban resueltos a hacer lo malo continuamente.[1] 2Y dijo Dios que el final de aquella generación sería en ciento veinte años;[2] pero Noé, que era predicador de justicia,[3] halló gracia delante de sus ojos, para no ser destruido en la destrucción que Dios traería sobre el mundo. Y siendo Noé de quinientos años, engendró tres hijos: Cam, Sem y Jafet. Cuando crecieron estos, tomó cada uno una mujer. 3Y en aquellos días, habló Dios a Noé sobre la destrucción con inundación de aguas que traería sobre el mundo, y le hizo saber que lo había escogido a él, a su mujer, a sus hijos, y a las mujeres de sus hijos para que fueran salvos de aquella destrucción; por lo cual, dio instrucciones a Noé de preparar un arca, porque Noé sería el ministro principal[4] de un nuevo pacto de Dios con el hombre, después de aquella destrucción. 4Y Noé creyó a Dios, y con temor comenzó a preparar el arca.[5] Pero mira que, mientras Noé preparaba el arca, muchos justos desobedecieron la palabra de Dios, porque no creían la palabra que Dios había revelado a Noé, sobre aquella destrucción después de la cual, por cierto, habría un nuevo pacto con Noé y los suyos. 

 Dios destruye la generación prediluviana (23 de Abril año 2546 a.C.)

5Era Noé de seiscientos años cuando Matusalén, abuelo de Noé, murió siendo de novecientos sesenta y nueve años. En el mismo año en que murió Matusalén vinieron las aguas de inundación sobre el mundo. 6Y murió toda carne sobre la tierra; y los espíritus de aquellos que desobedecieron mientras Noé preparaba el arca fueron encarcelados en el Hades.[6]7Y pasado aquel siglo,[7] un hombre del linaje de Sem, hijo de Noé, llamado Abraham, fue escogido por Dios como profeta. A este Abraham Dios le prometió un hijo, y le dijo que su descendencia sería grande en número, como las estrellas de los cielos; y creyó Abraham a Dios, y le fue contado por justicia.[8] 8Abraham tenía un sobrino llamado Lot, el cual vivía en Sodoma, ciudad cruel y corrupta junto a la ciudad de Gomorra ante los ojos de Yahvéh Dios. Y envió Yahvéh dos de sus ángeles para ver la maldad de Sodoma y de Gomorra. 9Cuando los hombres de Sodoma vieron a los dos ángeles, pensaron que eran simples mortales, e intentaron abusar de ellos pretendiendo conocer íntimamente la desnudez de ellos, como cuando un hombre conoce íntimamente la desnudez de su mujer, para abusar de ellos impíamente. Sin embargo, los ángeles mandaron a Lot y a su familia a que salieran de la ciudad de Sodoma. 10Cuando Lot salió, Dios destruyó a Sodoma y a Gomorra haciendo que lloviera desde el cielo fuego y azufre. 11Ahora bien, tocante a la promesa del hijo que Dios había prometido a Abraham, lo probó Dios después, y habiendo pasado la prueba satisfactoriamente, luego le dijo Dios: “En tu simiente serán benditas toda las naciones de la tierra”.[9] 12Después de esto, un hombre llamado Moisés, también escogido por Dios como profeta, el cual era del linaje de Leví, uno de los doce hijos de Jacob, que es Israel, nieto de Abraham, fue mediador por la voluntad de Yahvéh Dios para que Yahvéh hiciera pacto con la descendencia de los doce hijos de Israel, los cuales son del linaje de Abraham. A través de Moisés Dios les dio leyes a los descendientes de Abraham, las cuales debían poner por obra; e instrucciones sobre un tabernáculo, y la manera en que los sacerdotes procederían dentro de él. 13Sucedió que, siendo Moisés consciente de que pronto moriría, anunció antes a los hijos de Israel que Dios enviaría un profeta como él para guiarlos.[10]

El ángel Gabriel aparece al sacerdote Zacarías (año 1 a.C.)

14Hubo en los días de Herodes el Grande,[11] rey de Judea, un sacerdote llamado Zacarías, de la orden sacerdotal de Abías;[12] y su mujer, de las hijas de Aarón, llamada Elísabet. Y eran ambos justos delante de Dios, andando sin reprensión en todos los mandamientos y estatutos del Señor. Y no tenían hijo, porque Elísabet era estéril, y ambos eran avanzados de edad. 15Sucedió que, ejerciendo Zacarías el sacerdocio delante de Dios, según el orden de la orden sacerdotal a la cual pertenecía, conforme a la costumbre del sacerdocio, le tocó por suerte ofrecer el incienso, entrando en el templo[13] del Señor. Y toda la multitud del pueblo estaba fuera orando a la hora del incienso. 16Y se le apareció el ángel del Señor llamado Gabriel; puesto en pie a la derecha del altar del incienso, el cual es el altar de oro que está frente al velo dentro del templo, el que velo divide el lugar santo del lugar santísimo, donde está el candelabro de oro. Y se turbó Zacarías al verlo, y cayó temor sobre él. 17Pero el ángel Gabriel le dijo: Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elísabet te parirá un hijo, y llamarás su nombre Juan. Y tendrás gozo y alegría, y muchos se gozarán de su nacimiento. Porque será grande delante de Dios, y no beberá vino ni bebida fermentada; y será lleno del Espíritu Santo aun estando en el vientre de su madre. Y a muchos de los hijos de Israel convertirá al Señor Dios de ellos. Porque él irá delante de él con el espíritu y el poder de Elías,[14] para hacer volver los corazones de los padres hacia los hijos, y de los rebeldes a la prudencia de los justos, para preparar al Señor un pueblo que esté listo. 18Y dijo Zacarías, porque no creía al ángel Gabriel: ¿En qué conoceré esto? Porque yo soy viejo, y mi mujer es avanzada en edad. Y respondiendo el ángel, le dijo: Yo soy Gabriel, que estoy delante de Dios; y he sido enviado a hablarte, y a darte esta buena noticia. Por cuanto no creíste a mis palabras, las cuales se cumplirán a su tiempo, mira que estarás mudo y no podrás hablar, hasta el día que esto sea hecho. 19Y el pueblo estaba esperando a Zacarías, y se maravillaban de que él se hubiera detenido mucho tiempo en el templo. Y cuando salió, no les podía hablar; y entendieron que había visto visión en el templo, y él les hablaba por señas, porque quedó mudo después de la palabra de castigo del ángel Gabriel, por haber manifestado incredulidad con su lengua ante la palabra verdadera de parte de Dios, que le estaba siendo revelada por un ángel. 20Y cumplidos los días de su oficio, se vino a su casa. 21Después de aquellos días concibió su mujer Elísabet, y se quedó en casa por cinco meses, diciendo: Porque el Señor me ha hecho así en los días en que me miró para quitar mi vergüenza entre los hombres.

El ángel Gabriel aparece a María (año 1 a.C.)

2Y al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado nuevamente por Dios a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David; y el nombre de la virgen era María. 2Y entrando el ángel a donde estaba, dijo: ¡Vive! Te ha sido dada mucha gracia. El Señor está contigo: en medio de las mujeres, tú eres bendita. 3Pero ella, cuando lo vio, se turbó por sus palabras, y pensaba qué clase de saludo era aquel. 4Entonces el ángel le dijo: María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios. Y mira, concebirás en tu vientre, y parirás un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre: y reinará en la casa de Jacob para siempre; y su reino no tendrá fin. 5Entonces María dijo al ángel: ¿Cómo será esto? Porque no estoy conociendo varón. 6Y respondiendo Gabriel, le dijo: el Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su gloria; por lo cual también, el Santo que nacerá, será llamado Hijo de Dios. Mira, Elísabet tu pariente, también ella ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes 

para ella, la que llaman estéril: porque ninguna cosa es imposible para Dios. 7Entonces María dijo: Aquí está la sierva del Señor; hágase conmigo conforme a tu palabra.1 8Y el ángel partió de ella. Y sucedió que, antes que se juntaran María y José, se halló que María había concebido del Espíritu Santo. 9Y José su marido, como era justo, y no quería exponerla, quiso dejarla secretamente. Y pensando él en esto, mira que un ángel de Yahvéh le apareció en sueños, diciendo: José, hijo de David, no temas de recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y parirá un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. 10Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor lo había mandado, y recibió a su mujer. 

María visita a su pariente Elísabet

3En aquellos días levantándose María, fue de prisa a la montaña, a una ciudad de Judá, para ver a su pariente; y entró en casa de Zacarías, y saludó a Elísabet. 2Y sucedió, que cuando oyó Elísabet el saludo de María, la criatura saltó en su vientre; y Elísabet fue llena del Espíritu Santo, y exclamó a gran voz, y dijo: Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre. ¿Y de dónde esto se me concede a mí, que la madre de mi Señor venga a mí? Porque mira, que cuando llegó la voz de tu saludo a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. 3dichosa

la que creyó, porque se cumplirán las cosas que le fueron dichas de parte del Señor. 4Entonces María dijo: Engrandece mi alma al Señor; mi espíritu se alegró en Dios mi Salvador, porque ha mirado a la bajeza de su criada; porque mira, desde ahora me dirán dichosa todas las generaciones. Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; y Santo es su nombre. Y su misericordia de generación a generación a los que le temen. 5Usó la fuerza de su brazo, esparció a los altaneros del pensamiento de su corazón. Quitó a los poderosos de los tronos, y exaltó a los humildes. 6A los hambrientos llenó de bienes; y a los ricos envió vacíos. Recibió a Israel su siervo, acordándose de la misericordia, como habló a nuestros padres, a Abraham y a su descendencia en este siglo. 7Y se quedó María con ella como tres meses: después se volvió a su casa.

Nacimiento de Juan el Bautista (entre los años 1 a.C. y 1 d.C.)

4Y a Elísabet se le cumplió el tiempo de parir, y parió un hijo. Y los vecinos y los parientes oyeron que Dios había hecho con ella grande misericordia, y se alegraron con ella. Y sucedió que al octavo día vinieron para circuncidar[15] al niño; y lo llamaban con el mismo nombre de su padre, esto es, que lo llamaban Zacarías. 2Y respondiendo su madre, dijo: No; sino que Juan será llamado. Y le dijeron: ¿Por qué? No hay nadie de tus parientes que se llame con ese nombre. 3Y hablaron por señas a su padre, cómo lo quería llamar. Y pidiendo la tablilla, escribió, diciendo: Juan es su nombre. Y todos se maravillaron. 4Y luego fue abierta su boca y su lengua, y habló bendiciendo a Dios. Y cayó temor sobre todos los vecinos de ellos. 5Entonces, Zacarías su padre fue lleno 

del Espíritu Santo, y profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y hecho redención a su pueblo, y nos alzó un cuerno[16] de salvación en la casa de David su siervo, como habló por boca de sus santos profetas que fueron desde el principio: salvación de nuestros enemigos, y de mano de todos los que nos aborrecen; para hacer misericordia con nuestros padres, y acordándose de su santo pacto; del juramento que juró a Abraham nuestro padre, que nos había de dar; que sin temor, librados de nuestros enemigos, le serviríamos en santidad y en justicia delante de él, todos nuestros días. 6Y tú, niño, profeta del Altísimo serás llamado; porque irás delante de la presencia del Señor, para preparar sus caminos; dando conocimiento sobre la salvación a su pueblo, en cuanto al perdón de sus pecados, por el corazón lleno de misericordia de nuestro Dios, en la cual decidió sobre nosotros el Alba que procede desde lo alto, para dar luz a los que habitan en tinieblas y en sombra de muerte; para encaminar nuestros pies por camino de paz. Y en todas las montañas de Judea fueron divulgadas todas estas cosas. Y todos los que las oían, las pusieron en sus corazones, diciendo: ¿Quién realmente será este niño? Y la mano del Señor estaba con él.

Ejército de ángeles anuncia el nacimiento de Jesús (año 1 d.C.) (747 a.u.c.)

5Sucedió en aquellos días que salió un edicto de parte de Augusto César, que toda la tierra fuera empadronada. Este primer censo fue hecho siendo Cirenio gobernador de Siria. E iban todos para ser empadronados, cada uno a su ciudad. 2Y subió José de Galilea, de la ciudad de Nazaret, a Judea, a la ciudad de David, que se llama Belem, por cuanto era de la casa y familia de David; para ser empadronado con María su mujer, desposada con él, la cual estaba encinta. 3Y sucedió que, estando ellos allí, se cumplieron los días en que ella había de parir. Y parió a su primer hijo, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre,[17] porque no había lugar para ellos en el aposento.[18] 4Y había pastores en la misma tierra, que estaban despiertos, y custodiaban en las vigilias[19] de la noche sobre su ganado. Y mira un ángel del Señor vino sobre ellos, y la claridad de Dios los cercó de resplandor; y tuvieron gran temor. 5Pero el ángel les dijo: No teman; porque miren les doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: que les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es el Cristo, [20] el Señor. Y esto les será por señal: hallarán al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 6Y de repente aparecieron junto al ángel una multitud de los ejércitos celestiales, que alababan a Dios, y decían: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres! 7Y sucedió que, cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron los unos a los otros: Pasemos hasta Belem, y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha manifestado. Y vinieron de prisa, y hallaron a María, a José y al niño acostado en el pesebre. 8Cuando lo vieron, declararon lo que les había sido dicho acerca del niño. Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían. 9Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que fue dicho por el Señor a 

través del profeta Isaías, que dijo: ¡Miren! la inocente jovencita, la que estaba encinta, dio a luz un hijo; y lo ha llamado Emmanuel[21] que significa: Dios está con nosotros. 10Y se volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, así como les había sido dicho.

 Magos del oriente visitan al niño Jesús

6Cuando nació Jesús en Belem de Judea eran los días del rey Herodes el Grande. Y mira unos magos[22] vinieron del oriente a Jerusalem, diciendo: ¿Dónde está el Rey de los judíos,[23] que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos para mostrarle reverencia. 2Cuando oyó esto el rey Herodes, se turbó, y toda Jerusalem con él. Y convocó a todos los principales sacerdotes y los escribas[24] del pueblo, y les preguntó dónde había de nacer el Cristo. 3Y ellos le dijeron: En Belem de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belem, Efrata, pequeña entre las principales familias de Judá, de ti saldrá para mí un gobernador, que apacentará a mi pueblo Israel”.[25] 4Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, investigó de ellos diligentemente el año del aparecimiento de la estrella; y enviándolos a Belem, dijo: Vayan allá, y pregunten con diligencia por el niño; y después que lo hallen, háganmelo saber, para que yo también vaya y le muestre reverencia. Y ellos, habiendo oído al rey, se fueron. 5Y mira la estrella[26] que habían visto en el oriente, iba delante de ellos, hasta que llegando, se puso sobre donde estaba el niño. Y viendo la estrella, se regocijaron con muy grande gozo. 6Cuando entraron en la casa, vieron al niño con su madre María, y se postraron, y le mostraron reverencia; Entonces, abrieron sus tesoros, y le ofrecieron estos regalos: oro, incienso y mirra.[27] 7Y siendo advertidos por oráculo en sueño de no volver al rey Herodes, se volvieron a su tierra por otro camino.

Origen genealógico de Jesús

7Rollo[28] de las generaciones[29] desde Adán hasta Jesús el Cristo, el cual era del linaje de David, y David del linaje de Abraham; y Abraham del linaje de Noé, por la descendencia de Sem hijo de Noé; y Noé del linaje de Set, y Set hijo de Adán. 2Adam engendró a Set; y Set engendró a Enós; y Enós engendró a Cainán; y Cainán engendró a Mahalaleel; y Mahalaleel engendró a Jared; y Jared engendró a Enoc; y Enoc engendró a Matusalén; y Matusalén engendró a Lamec; y Lamec engendró a Noé; y Noé engendró a Sem, a Cam, y a Jafet. 3Sem, hijo de Noé, engendró a Arfaxad; y Arfaxad engendró a Sala; y Sala engendró a Heber; y Heber engendró a Peleg; Peleg engendró a Reu; y Reu engendró a Serug; y Serug engendró a Nacor; y Nacor engendró a Tare; y Tare engendró a Abram, a Nacor, y Harán. 4Abram, el cual Dios le puso el nombre de Abraham, engendró a Isaac; e Isaac engendró a Jacob; y Jacob engendró a Judá y a sus hermanos; y Judá engendró de Tamar a Fares y a Zara; y Fares engendró a Esrom; y Esrom engendró a Aram; y Aram engendró a Aminadab; y Aminadab engendró a Naassón; y Naassón engendró a Salmón; y Salmón engendró de Rahab a Booz, y Booz engendró de Ruth a Obed y Obed engendró a Isaí. E Isaí engendró al rey David; 5y el rey David engendró a Salomón de la que fue mujer de Urías; y Salomón engendró a Roboam; y Roboam engendró a Abías; y Abías engendró a Asa; y Asa engendró a Josafat; y Josafat engendró a Joram; y Joram engendró a Uzías; y Uzías engendró a Jotam; y Jotam engendró a Acaz; y Acaz engendró a Ezequías; y Ezequías engendró a Manasés; y Manasés engendró a Amón; y Amón engendró a Josías; y Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, en el cautiverio en Babilonia. 6Y después del cautiverio en Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel; y Salatiel engendró a Zorobabel; y Zorobabel engendró a Abiud; y Abiud engendró a Eliaquim; y Eliaquim engendró a Azor; y Azor engendró a Sadoc; y Sadoc engendró a Aquim; y Aquim engendró a Eliud; y Eliud engendró a Eleazar; y Eleazar engendró a Matán; y Matán engendró a Jacob; y Jacob engendró a José, marido de María, de la cual nació Jesús, el cual es llamado el Cristo. 7Desde Adam hasta Abraham hubo veinte generaciones. Desde Abraham hasta David, catorce generaciones. Desde David hasta el cautiverio en Babilonia, catorce generaciones. Desde el cautiverio en Babilonia hasta Jesús, hijo de María, mujer legítima de José, y bajo cuya unión legal nació Jesús, catorce generaciones.

El profeta Simeón ve Jesús (año 1 d.C.)

8Y pasados los ocho días para circuncidar al niño, llamaron su nombre Jesús; el cual le fue puesto por el 

ángel antes que él fuera concebido en el vientre. Y cuando se cumplieron los días de la purificación de ella, conforme a la ley de Moisés,[30] lo trajeron a Jerusalem para presentarlo al Señor, como está escrito en la ley del Señor: Todo varón que abra la matriz, será llamado santo al Señor;[31] y para dar la ofrenda, conforme a lo que está dicho en la ley del Señor: Un par de tórtolas, o dos palominos”.[32] 2Y mira, había un hombre en Jerusalem, llamado Simeón, y este hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel; y el Espíritu Santo estaba sobre él. Y había recibido oráculo del Espíritu Santo, que no vería la muerte antes de que viera al Mesías[33] del Señor. Y vino en el Espíritu al templo. 3Y cuando llevaron al niño Jesús sus padres al templo, para hacer por él conforme a la costumbre de la ley, él lo tomó en sus brazos, y bendijo a Dios, y dijo: Ahora estás despidiendo, Señor, a tu siervo, conforme a tu palabra,1 en paz; porque han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos: luz para ser revelada a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel. Y José y su madre estaban maravillados de las cosas que se decían de él. 4Y los bendijo Simeón, y dijo a su madre María: Mira, este es puesto para caída y para levantamiento de muchos en Israel; y para señal que será contradicha; y una espada traspasará tu misma alma, para que sean manifestados los pensamientos de muchos corazones. 5Estaba también allí una mujer de gran edad: Ana, profetisa, hija de Fanuel, de la tribu de Aser;[34] la cual había vivido con su marido siete años desde el día en que dejó de ser virgen; era viuda aun a los ochenta y cuatro años. Ana no se apartaba del templo, sirviendo de noche y de día con ayunos y oraciones. Y esta, viniendo en la misma hora, consentía a las palabras de Simeón, dando gracias a Dios; y hablaba del niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalem. 6A todo esto, José no había conocido íntimamente a su mujer María hasta que parió a su primer hijo: Jesús. 7Luego de esto, un ángel de Yahvéh se le apareció a José en sueños, y le dijo: levántate, toma al niño y a su madre, y huye a Egipto; y quédate allá hasta que yo te diga; porque sucederá que Herodes buscará al niño para matarlo. Y despertando José de su sueño, tomó de noche al niño y a su madre María, y se fue a Egipto. 

Matanza de los niños en Belén de Judea (año 3 d.C.) (749 a.u.c.)

9El rey Herodes, que es Herodes el Grande, cuando se vio burlado de los magos, se enojó mucho, y envió a matar a todos los niños que habían en Belem y en todos sus límites, de edad de dos años abajo, conforme al año en que apareció la estrella, y que había investigado de los magos. 

2Entonces fue cumplido lo que se había dicho por el profeta Jeremías, que dijo: Voz se oye en Ramá, lamento y llantos amargos; Raquel llora por sus hijos, y no quiere ser consolada, porque sus hijos ya no están .[35] 3Despues de que murió Herodes, mira un ángel de Yahvéh apareció en sueños a José en Egipto, diciendo: Levántate, y toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel; porque han muerto los que procuraban la muerte del niño.[36] Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel. Así se cumplió la palabra del profeta Oseas, que dijo: De Egipto llamé a mi hijo.[37] 4Pero oyendo que Herodes Arquelao, hijo de Herodes el Grande, reinaba en Judea en lugar de su padre, temió ir allá; pero recibió palabra divina en sueños, y se fue a las partes de Galilea. Y vino, y habitó nuevamente en la ciudad que se llama Nazaret; para que se cumpliera lo que fue dicho por los profetas, que había de ser llamado Nazareno.

 Jesús a la edad de doce años en el templo (año 13 d.C.)

10Y el niño Jesús crecía, y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre él. E iban sus padres todos los años a Jerusalem, a la fiesta de pascua.[38] Y cuando era de doce años, subieron ellos a Jerusalem conforme a la costumbre del día de la fiesta. Y acabados los días, volviendo ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalem, sin saberlo José y su madre. 2Y pensando que estaba en la multitud, anduvieron camino de un día; y lo buscaban entre los parientes y entre los conocidos; pero como no lo hallaron, volvieron a Jerusalem buscándolo. 3Y sucedió que, tres días después, lo hallaron en el templo, sentado en medio de los expertos en la ley, oyéndolos y preguntándoles. Y todos los que lo escuchaban, se sorprendían de su entendimiento y de sus respuestas. 4Y cuando lo vieron, se maravillaron; y le dijo María su madre: Hijo, ¿por qué nos has hecho esto? Mira, tu padre y yo te hemos buscado con tormento. 5Entonces él les dijo: ¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que en los negocios de mi Padre me es necesario estar? Pero ellos no entendieron las palabras que les habló. 6Y descendió con ellos, y vino a Nazaret, y estaba sujeto a ellos. Y su madre guardaba todas estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía 

en sabiduría, y en edad, y en gracia para con Dios y los hombres. También Juan, hijo de Zacarías y de Elísabet, crecía y se fortalecía en espíritu en los desiertos[39] desde pequeñito hasta el día en que se mostró a Israel.

La Palabra de Dios manifestada en carne

11Quien hablaba en el principio de la creación de los cielos y de la tierra era aquel cuyo nombre es la palabra de Dios,[40] 2y aquel que es la palabra de Dios hablaba conforme a la voluntad de Dios, 3y Dios manifestaba su voluntad a través de aquel que es su palabra.[41] 4Aquel que es la palabra de Dios hablaba conforme a la voluntad de Dios en el principio de la creación. 5Todas las cosas fueron creadas a través de la palabra de Dios; y sin la palabra de Dios nada de lo que ha sido creado, fue creado. 6En la palabra de Dios está la vida, y la vida es la luz de los hombres. 7La luz en las tinieblas resplandece; y las tinieblas no pueden ocultarla. 8Hubo un hombre enviado de parte de Dios, el cual se llamaba Juan. Este vino para testificar; para que testificara acerca de la luz, para que todos creyeran por su testimonio. 9Juan no era la luz, sino que vino para que diera testimonio de la luz. Aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, estaba de camino hacia este mundo. Y entrando la luz en este mundo dijo: Sacrificio y ofrenda no has deseado; 

holocausto y ofrenda por el pecado, no has demandado. Mira yo vengo para hacer tu voluntad como está escrito de mi en el rollo.[42] 10La luz llegó al mundo, y a pesar de que el mundo a través de él fue creado, el mundo no lo reconoció. 11Vino a lo que le pertenecía a él, pero los que le pertenecían no lo recibieron. Sin embargo, a todos los que lo recibieron, que son aquellos que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. 12Aquel que es la palabra de Dios se hizo hombre, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del único Hijo del Padre), lleno de gracia y de verdad. 13Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es del que yo decía, el que viene detrás de mí, ha llegado a estar enfrente de mí; porque él estaba primero que yo. De su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. Porque la ley por medio de Moisés fue dada; pero la gracia y la verdad a través de Jesús el Cristo fue manifestada a los hombres. 14A Dios nadie lo vio jamás; el único Hijo, que está cerca del Padre, él lo reveló mediante la predicación.

 Predicación de Juan el Bautista (año 34 d.C.)

12Y en el año quince del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes Antipas[43]tetrarca de Galilea, y su hermano Herodes Filipo (Felipe) tetrarca de Iturea y de la región de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, siendo principales sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra del Señor a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto de Judea.[44] 2Y salió a predicar el bautismo[45] de cambio de mentalidad para perdón de pecados por toda región alrededor del río Jordán; como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dijo: Voz que clama en medio del desierto, prepara camino a Yahvéh, haz llano en medio del valle estéril el lugar por donde marchará, para nuestro Dios. Todo valle se llenará, y se bajará todo monte y collado; y será el terreno torcido como terreno llano, y los terrenos ásperos como llanura; y será revelada la gloria de Yahvéh, y todos juntos la verán; porque la boca de Yahvéh lo ha dicho.[46] 3Y era su vestido de pelos de camello, y un cinto de cuero alrededor de su cintura;[47] y su comida era langostas[48] y miel silvestre. 4Entonces salían a él los de Jerusalem, y toda la región de Judea, y toda región alrededor del Jordán. Y les decía a las gentes que salían para ser sumergidas en agua por él: Cambien de mentalidad, porque el reino de los cielos se ha acercado. 5Y las gentes le preguntaban, diciendo: ¿Entonces qué hacemos? Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. Y vinieron también publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? Y él les dijo: No exijan más de lo que les está ordenado. Y le preguntaron también los soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagan extorsión a nadie, ni calumnien; y alégrense con su pago. Y eran bautizados confesando sus pecados. Y con muchas cosas como estas, y otras diferentes, anunciaba este evangelio al pueblo.

Jesús es bautizado por Juan el Bautista (19 de Septiembre del año 34 d.C.) (Mt. 3:13-17; Jn. 1:29-34)

 6Entonces, Jesús vino de Nazaret de Galilea a Juan en el Jordán, para ser sumergido por él. 7Y, al igual que todo el pueblo, fue sumergido; y cuando subió Jesús del agua mientras oraba, vio que el cielo se abrió; y vio que el Espíritu Santo descendía sobre él en forma corporal, como paloma;[49] y vino una voz del cielo que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti tengo complacencia. 8Juan también vio que el Espíritu Santo había descendido como paloma y que había permanecido sobre Jesús. Visto esto, Juan comenzó a oponérsele mucho, diciendo: Yo tengo necesidad de ser sumergido por ti, ¿y tú vienes a mí? 

9Pero respondiendo Jesús, le dijo: Deja ahora; porque así es apropiado a nosotros que cumplamos toda justicia. Entonces lo dejó definitivamente. Todo esto sucedió para que se cumplieran las palabras del profeta Isaías, que dijo: “Miren mi siervo, al cual sustento; mi elegido, en el cual se complace mi alma; he puesto mi Espíritu sobre él, y a las gentes traerá justicia”.[50] [51]

El diablo tienta a Jesús en el desierto de Judea

13Y Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán, y fue guiado por el Espíritu al desierto para que permaneciera allá por cuarenta días, para ser tentado por el diablo. 2Y estaba con las bestias salvajes; y no comió nada en aquellos días. Y era tentado por Satanás el diablo. 3Después de haber ayunado los cuarenta días, tuvo hambre. Entonces vino a él el tentador, el diablo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, di a esta piedra que se convierta en pan. 4Y Jesús respondiéndole, dijo: Escrito está, No solo de pan vivirá el hombre, sino de toda palabra1 que sale de la boca de Yahvéh.[52] 5Y lo llevó el diablo a Jerusalem, y lo puso sobre la esquina superior del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate desde aquí hacia allá abajo; porque escrito está, que a sus ángeles mandará en lo que se refiere a ti, para que te guarden; y en las palmas de las manos te llevarán, para que tu pie no golpee piedra alguna.[53] 6Y respondiendo Jesús, le dijo: Escrito está también, No tentarás a Yahvéh tu Dios.[54] 7Luego lo llevó a un monte en gran manera alto, y le mostró en un momento todos los reinos de la tierra, y la gloria de ellos. Y le dijo el diablo: a ti te daré todo este dominio, y la gloria de ellos; porque a mí ha sido entregado, y si alguna vez quiero darlo, lo daré. Si tú, postrado, me muestras reverencia, todos serán tuyos. 8Y respondiendo Jesús, le dijo: Vete de mí, Satanás, porque escrito está: A Yahvéh Dios mostrarás reverencia, y a él servirás.[55] Y acabada toda tentación, el diablo se fue de él hasta un tiempo oportuno. Y vinieron los ángeles y ministraban a Jesús.

Testimonio de Juan el Bautista a los fariseos en la Betania que está al otro lado del Jordán (año 34)

14Y viendo Juan que muchos de los fariseos y de los saduceos venían al lugar donde bautizaba, él les decía: ¡Oh, generación de víboras! ¿Quién los enseñó a huir de la ira que viene? 2Produzcan frutos que indiquen que han cambiado de mentalidad, y no comiencen a decir dentro de ustedes mismos: tenemos a Abraham por padre; porque les digo que Dios puede, aun de estas piedras, levantar hijos a Abraham. 3Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; todo árbol que no da buen fruto, es 

cortado, y echado en el fuego. 4Y estando el pueblo esperando, y pensando todos acerca de Juan en sus corazones, si acaso él era el Mesías, los judíos enviaron desde Jerusalem sacerdotes y levitas, a que le preguntaran: ¿Tú, quién eres? Y confesó, y no negó; sino que confesó la verdad: Yo no soy el Mesías. 5Y le preguntaron: ¿Entonces qué? ¿Eres tú Elías? Juan dijo: No lo soy. ¿Eres tú el profeta del que habló Moisés? Y respondió: No. 6Le dijeron: Entonces, ¿quién eres? Para que demos respuesta a los que nos enviaron. ¿Qué dices de ti mismo? 7Entonces Juan respondió, y dijo: Yo soy la voz del que clama en medio del desierto: ¡Hagan derecho el camino del Señor!,[56] como dijo Isaías el profeta. Y los que habían sido enviados eran de los fariseos.[57] 8Y le preguntaron, diciendo: ¿Por qué bautizas, si tú no eres el Mesías, ni Elías, ni el profeta que ha de guiar al pueblo? 9Y Juan les respondió, diciendo: Yo, a la verdad, los bautizo en agua; pero detrás de mi viene alguien que es más poderoso que yo. Este que viene detrás de mí, es antes de mí; de quien yo, habiéndome inclinado, no soy digno de desatar la correa de su calzado; él los sumergirá en Espíritu Santo y fuego. Su aventador[58]está en su mano, y limpiará su era,[59] y juntará el trigo en su alfolí, y la paja quemará en fuego que nunca se apagará.10Estas cosas acontecieron en Betania,[60] la que está al otro lado del Jordán, donde Juan estaba bautizando.

Jesús cerca de la Betania que está al otro lado del Jordán (año 34). Jesús comienza su ministerio (29 de Octubre del año 34 d.C.). (probablemente, Jesús estaba cerca de los alrededores de donde estaba Juan porque había salido del ayuno de cuarenta días en el desierto de Judea)

15El siguiente día vio Juan a Jesús que venía a él, y dijo: Miren el Cordero de Dios,[61] que quita el pecado del mundo. Este es de quien yo dije: Detrás de mí viene un varón, que ha llegado a estar enfrente de mí; porque él estaba primero que yo. Y yo no lo conocía; pero para que él fuera manifestado a Israel, por eso vine yo bautizando con agua. 2Y Juan dio testimonio, diciendo: Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y reposó sobre él. 

Y yo no lo conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, Aquel me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu, y que reposa sobre él, este es el que bautiza con Espíritu Santo. Y yo lo vi, y he dado testimonio que este es el Hijo de Dios. 3El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: Miren el Cordero de Dios. Y lo oyeron los dos discípulos hablar, y siguieron a Jesús. Y volviéndose Jesús, y viendo que ellos lo estaban siguiendo, les dijo: ¿Qué buscan? Y ellos le dijeron: Rabbí (que quiere decir Maestro) ¿Dónde moras? Les dijo: Vengan y vean. Vinieron, y vieron donde moraba, y se quedaron con él aquel día; porque era como la hora décima. Era Andrés, hermano de Simón Pedro, uno de los dos que habían oído a Juan, y lo había seguido. 4El siguiente día quiso Jesús ir a Galilea, y halló a Felipe, al cual dijo: Sígueme. Y era Felipe de Betsaida, la ciudad de Andrés. Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquel de quien escribió Moisés en la ley, y los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret. Y le dijo Natanael: ¿De Nazaret puede salir algo bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve. 5Y cuando Jesús vio venir a Natanael hacia él, dijo: Miren un verdadero Israelita, en el cual no hay engaño. Le dijo Natanael: ¿De dónde me conoces? 6Respondió Jesús, y le dijo: Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi.[62] 7Respondió Natanael, y le dijo: Maestro, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel. 8Respondió Jesús y le dijo: ¿Porque te dije, te vi debajo de la higuera, crees? Cosas mayores que estas verás. Y le dijo: En verdad, en verdad les digo, de aquí en adelante ustedes verán el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre.[63]

Jesús convierte el agua en vino en una boda de la ciudad de Caná, en Galilea (primer registro de Jesús en Capernaum)

16Y Jesús volvió en el poder del Espíritu a Galilea, y salió la fama de él por toda la tierra de alrededor. Parecía Jesús tener alrededor de treinta años edad cuando comenzó su ministerio. Al tercer día se hicieron unas bodas en Caná[64] de Galilea; y estaba allí la madre de Jesús. Y fue también llamado Jesús y sus discípulos a las bodas. Y faltando el vino, la madre de Jesús le dijo: No tienen vino. Y le dijo Jesús: ¿Qué tengo yo contigo, mujer? Aún no ha venido mi hora. 2Entonces su madre dijo a los que servían: Hagan todo lo que él diga.[65] Y había allí seis tinajas de piedra para agua,[66] conforme a la costumbre de purificación de los judíos, en las cuales cabían en cada una dos o tres cántaros. 3Les dijo Jesús: Llenen estas tinajas de agua. Ellos las llenaron hasta arriba. Y les dijo: Saquen ahora, y preséntenlo al maestresala. Y lo presentaron. Y cuando el maestresala gustó el agua hecha vino, sin saber de dónde era (aunque sí lo sabían los sirvientes que habían sacado el agua) el maestresala llamó al esposo, y dijo: Todo hombre sirve primero el vino de mejor calidad, y cuando ya están satisfechos, luego sirve el vino que es de menor calidad; pero tú hasta ahora todavía estás sirviendo el mejor vino. 4Este principio de señales hizo Jesús en Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron en él. 5Después de esto, dejando a Nazaret, decidió Jesús habitar en Capernaum, ciudad marítima de Galilea, en la región de las tierras de la tribu Zabulón y la tribu de Neftalí; para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías, que dijo: “A tierra de Zabulón y a tierra de Neftalí, y al final honrará el camino del mar, al lado del Jordán. Galilea de los gentiles.[67] El pueblo que anda en tinieblas vio gran luz; a los habitantes en tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos.[68] 6Y descendió a Capernaum, él, su madre, sus hermanos y sus discípulos; y estuvieron allí no muchos días. Y enseñaba en las sinagogas[69] de ellos, y era glorificado por todos.

Pedro y los hijos de Zebedeo siguen a Jesús (año 34 d.C.)

7Andando junto al lago de Genesaret, que es el mar de Galilea, comenzó Jesús a predicar, y a decir: Cambien de mentalidad, porque el reino de los cielos se ha acercado. Y sucedió que las gentes se agolpaban sobre él para oír la palabra de Dios. 8Y vio dos barcos que estaban cerca de la orilla del lago; y los pescadores, habiendo descendido de ellos, lavaban sus redes. Uno de los barcos pertenecía a Simón, hermano de Andrés. 9Entonces Andrés, hermano de Simón, le habló de Jesús diciendo: Hemos hallado al Cristo. Y lo llevó a Jesús. 10Y Jesús entró en el barco que pertenecía a Simón; y le rogó Jesús que lo apartara de la tierra un poco; y sentándose, enseñaba desde el barco a las gentes. Y cuando terminó de enseñar a la multitud, dijo a Simón: Navega mar adentro, y echen sus redes para pescar. Y respondiendo Simón, le dijo: Maestro, habiendo trabajado toda la noche, nada hemos pescado; pero, por tu palabra1 echaré la red. 11Y habiéndolo hecho junto a su hermano Andrés (porque ambos eran pescadores) atraparon gran multitud de peces, y sus redes se rompían. E hicieron señas a los compañeros que estaban en el otro barco, para que vinieran a ayudarlos; y vinieron, y llenaron ambos barcos, de tal manera que se hundían. 12Lo cual, viendo Simón, después de que trajo a tierra el barco suyo, se postró de rodillas ante Jesús, diciendo: Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador. Porque temor lo había llenado, y a todos los que estaban con él, por la gran pesca de peces que habían tomado; y asimismo a Jacobo y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. 13Y Jesús dijo a Simón: No temas; ven sígueme; y desde ahora haré que seas pescador de hombres. Y lo siguió Simón. Entonces Jacobo y a Juan, después que llevaron a tierra el barco en el cual estaban con su padre Zebedeo, remendaban las redes. Y Jesús pasó más adelante y los llamó, y ellos dejando a su padre en el barco con los jornaleros, siguieron a Jesús junto a Simón.

Mateo se convierte en discípulo de Jesús (año 34 d.C.)

14Al pasar, vio a un publicano llamado Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo: Sígueme. Y dejando todas las cosas, se levantó, y lo siguió. E hizo Leví gran banquete en su casa; y había una multitud de publicanos y de pecadores que habían venido para oír a Jesús, los cuales estaban a la mesa con él. 15Y los escribas y los fariseos murmuraban contra Jesús diciendo: Este, a los pecadores recibe, y come con ellos. Y dijeron a Jesús y a sus discípulos: ¿Por qué comen y beben con los publicanos[70] y pecadores? Y respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no necesitan médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores a cambiar de mentalidad. 16Miren que no tengan en poco a alguno de estos pequeños; porque les digo que sus ángeles en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos. 17Porque el Hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido. Y les hablaba por parábolas diciendo: 18¿Qué hombre de ustedes, teniendo cien ovejas, si se pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va a la que se perdió, hasta que la halla? Y si acontece que la halla, en verdad les digo, que más se goza por aquella, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 19Y viniendo a casa, junta a los amigos ya los vecinos, diciéndoles: Gócense conmigo, porque he hallado mi oveja que se había perdido. 20Les digo, que así habrámás gozo en el cielo por un pecador que cambia de mentalidad, que por noventa y nueve justos, que no necesitan cambiar de mentalidad.

La mujer de diez dracmas

21¿O qué mujer que tiene diez dracmas,[71] si pierde una dracma, no enciende la lámpara, y barre la casa, y busca con diligencia hasta hallarla. 22Y cuando la ha hallado, junta las amigas y las vecinas, diciendo: Gócense conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido. Así les digo, que hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que cambia de mentalidad.

El hijo prodigo

23Y dijo: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo a su padre: Padre, dame la parte de los bienes que me pertenece; y le dio los bienes. Y no muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, partió lejos a un país apartado; yallí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 24Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquel país, y le comenzó a faltar. Y fue y se acercó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su haciendapara que apacentara los cerdos. 25Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos; pero nadie le daba.Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí muriendo de hambre! Me levantaré, e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 26Y levantándose, vino a su padre. Cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia; y corrió, y se echó sobre su cuello, y lo besó. Entonces, el hijo le dijo: Padre, hepecado contra el cielo, y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 27Pero el padre dijo a sus siervos: Saquen elprincipal vestido, y vístanlo; pongan un anillo en su mano, y sandalias en sus pies. Traigan, además, el becerro gordo, y mátenlo, y comamos; hagamos fiesta; porque este mi hijo estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sidohallado. Y comenzaron a regocijarse. 28Y su otro hijo, el mayor, estaba en el campo; el cual, cuando vino, y se acercó a la casa, oyó la sinfonía y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Y él le dijo: Tu hermanoha venido; y tu padre ha matado el becerro gordo, por haberlo recibido salvo. 29Entonces se enojó, y no quería entrar.Salió, por tanto, su padre, y le rogaba que entrara. Pero él respondiendo, dijo al padre: Mira tantos años te sirvo, no habiendo traspasado jamás tu mandamiento, y nunca me has dado un cabrito para gozarme con mis amigos; pero cuando vino este tu hijo, que ha desperdiciado tus bienes con rameras, has matado para él el becerro gordo. 30Él entonces le dijo: Hijo, tú siempre estás conmigo, y todas mis cosas son tuyas. Pero era necesario hacer fiesta y alegrarnos, porque este tu hermano estaba muerto, y ha revivido; se había perdido, y ha sido hallado. Y dijo a sus discípulos: Asimismo, no es lavoluntad del Padre de ustedes que está en los cielos que se pierda uno de estos pequeños.

Los escribas y fariseos le preguntan a Jesús sobre el ayuno

31Entonces los escribas y fariseos le dijeron: ¿Por qué los discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, yasimismo los de los fariseos, y tus discípulos comen y beben, y no ayunan? Y él les dijo: ¿Pueden ustedes hacer que los que están de bodas ayunen, entre tanto que el esposo está con ellos? Pero vendrán días cuando el esposo les seráquitado; entonces ayunarán en aquellos días. 32Y les dijo también una parábola: Nadie corta un pedazo de tela de un vestido nuevo para reparar un vestido viejo. Si lo hace, no solo está destruyendo el vestido nuevo, sino que también alvestido viejo no conviene tela nueva, porque la tela nueva tira del vestido viejo, y se hace peor la rotura. 33Y nadie echa vino nuevo en odres[72] viejos; de otra manera, el vino nuevo rompe los odres viejos, y el vino se derramará, y losodres se perderán. Pero si se pone el vino nuevo en odres nuevos, lo uno y lo otro se conserva. 34Y ninguno que bebe delvino añejo, quiere luego beber del vino nuevo; porque dice: el vino añejo es mejor.[73]

Demonio en la sinagoga en Capernaum de Galilea reconoce a Jesús (año 35 d.C.)

35Y estando Jesús en Capernaum, enseñaba en los días de reposo. Y se maravillaban de su doctrina, porque su palabra era con autoridad. Y estaba en la sinagoga un hombre que tenía un espíritu de un demonio inmundo, el cual exclamó a gran voz, diciendo: ¡Ah! ¡Déjanos! ¿Qué tenemos contigo Jesús nazareno? ¿Has venido a destruirnos? Yo te conozco quién eres, el Santo de Dios. Y Jesús le ordenó, diciendo: Cállate, y sal de él. 36Entonces el demonio, sacudiéndolo con violencia, y derribándolo en medio, clamando a gran voz salió de él, y no le hizo daño alguno. Y hubo espanto en todos, y analizaban hablando entre ellos, diciendo: ¿Qué palabra y doctrina es esta, que con autoridad y poder manda a los espíritus inmundos, y lo obedecen saliendo? Y su fama se expandió repentinamente en toda Galilea y alrededor de ella. 

Jesús reprende la fiebre de la suegra de Pedro (año 35 d.C.)

37Y levantándose Jesús de la sinagoga, entró en casa de Simón y de Andrés, su hermano; Juan y Jacobo estaban con ellos. Y la suegra de Simón tenía una gran fiebre; y le rogaron por ella. E inclinándose Jesús hacia ella, la tomó de la mano, y reprendió la fiebre, y la fiebre la dejó inmediatamente; y la levantó, y ella se levantó enseguida, y les servía. 38Cuando llegó la noche, después que se puso el sol, toda la ciudad se agrupó de repente a la puerta; y traían a los endemoniados. También, todos los que estaban enfermos de diversas enfermedades, eran traídos a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba. Para que se cumpliera lo dicho por el profeta isaías, que dijo: Él mismo tomó nuestras enfermedades y se llevó nuestras dolencias[74] 39Y salían demonios de muchos, alzando sus voces, y diciendo: Tú eres el Hijo de Dios. Pero él con su palabra les daba órdenes con autoridad, y los echaba fuera, y no los dejaba hablar; porque lo conocían y sabían que él era el Cristo. 40Y levantándose de mañana, siendo aún muy oscuro, se fue a un lugar desierto y allí oraba. Cuando ya era de día, Simón, y las gentes que estaban con él, lo buscaban. Y vinieron hasta él, y le dijeron: Todos te buscan. Y lo detenían para que no se apartara de ellos. 41Pero él les dijo: Es necesario que también a otras ciudades anuncie el evangelio del reino de Dios; porque para esto he sido enviado. Vamos para que también predique en aquellos lugares. Y predicaba en las sinagogas en toda Galilea, y echaba fuera los demonios. 

Jesús predica en Nazaret de Galilea (año 35 d.C.)

42Vino a Nazaret, donde había sido criado, y lo seguían sus discípulos; y sanó unos pocos enfermos, poniendo sobre ellos las manos. Conforme a su costumbre, entró el día de reposo en la sinagoga, y se levantó a leer. Y le fue dado el rollo del profeta Isaías; y cuando desenrolló el rollo, halló el lugar donde estaba escrito: El Espíritu del Señor Yahvéh está sobre mí, por cuanto me ungió Yahvéh para dar el evangelio a los pobres; me envió para sanar a los quebrantados de corazón; para predicar a los cautivos libertad, y liberación a los presos; para predicar el año de gozo de Yahvéh.[75] Y enrollando el rollo, lo dio al ministro, y se sentó en la silla principal: la cátedra de Moisés;[76] y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. 43Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura en los oídos de ustedes. Y todos daban testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca, y decían: ¿De dónde tiene este estas cosas? ¿Y qué sabiduría es esta que le es dada, y tales milagros que por sus manos son hechos? ¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Jacobo, José, Simón, y Judas? ¿Y no están todas sus hermanas aquí con nosotros? ¿De dónde entonces tiene este todas estas cosas? 44Y dudaban de él. Y les dijo: Sin duda me dirán qué significa este refrán: médico, cúrate a ti mismo; de tantas cosas que hemos oído que han sido hechas en Capernaum, haz también aquí en tu tierra. También dijo: En verdad les digo, que no hay profeta sin honra sino en su misma tierra, y entre sus parientes, y en casa. Pero en verdad les digo, que muchas viudas había en Israel en los días de Elías, cuando el cielo fue cerrado por tres años y seis meses, y hubo una gran hambre en toda la tierra; pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a Sarepta de Sidón, a una mujer viuda.[77] 45Y muchos leprosos había en Israel en los días del profeta Eliseo; pero ninguno de ellos fue limpio, sino Naamán el sirio.[78] 46Entonces todos en la sinagoga se llenaron de ira, oyendo estas cosas; y levantándose, lo sacaron fuera de la ciudad, y lo llevaron hasta la cima del monte sobre el cual la ciudad de ellos estaba edificada, para desde allá arrojarlo hacia abajo. Pero él, pasando por en medio de ellos, se fue. 47Y por causa de la incredulidad de ellos, no hizo allí muchos milagros, exceptuando que sanó unos pocos enfermos; y estaba sorprendido en gran manera de la incredulidad de ellos. Y enseñaba en las aldeas de alrededor. 

Jesús sana a una mujer encorvada por 18 años

48Enseñaba Jesús en una sinagoga en el día de reposo. Y mira una mujer que tenía un espíritu de enfermedad desde hacía dieciocho años, y andaba encorvada, y en ninguna manera se podía enderezar. Y viéndola Jesús, la llamó, y le dijo: Mujer, desde ahora eres libre de tu enfermedad. Y puso las manos sobre ella; y luego se enderezó, y glorificaba a Dios. 49Y respondiendo el principal de la sinagoga, enojado porque Jesús había curado en el día de reposo, dijo a la multitud: Seis días hay en que es necesario obrar; en estos vengan, y sean sanados, pero no en días de reposo. 50Entonces el Señor le respondió, y le dijo: ¡Hipócrita! Cada uno de ustedes, ¿No desata en el 

día de reposo su buey o su asno del pesebre, y lo lleva a beber? Y a esta hija de Abraham, que miren Satanás la había atado por dieciocho años, ¿No era necesario desatarla de esta ligadura en el día de reposo? 51Y diciendo estas cosas, se avergonzaban todos sus adversarios; pero todo el pueblo se gozaba por todas las cosas gloriosas que eran hechas por él.

Jesús en la fiesta de pascua en Jerusalem. Visita de Nicodemo (año 35 d.C.). Testimonio de Juan a sus discípulos sobre Jesús.

17Pasado esto, estaba cerca la fiesta de pascua de los judíos; y subió Jesús con sus discípulos a Jerusalem. 2Y en el día de la fiesta, muchos creyeron en su nombre, viendo las señales que hacía. Pero el mismo Jesús no depositaba confianza sobre sí mismo en ellos, porque él conocía a todos; y no tenía necesidad de que alguien de antemano le diera testimonio de hombre o de mujer; porque él conocía qué estaba sucediendo en ellos. 3Y había un hombre de los fariseos que se llamaba Nicodemo, un principal entre los judíos. Este vino a Jesús de noche, y le dijo: Maestro, sabemos que has venido de Dios como maestro; porque nadie puede hacer estas señales que tú haces, si no está Dios con él. 4Respondió Jesús, y le dijo: En verdad, en verdad te digo, que el que no nace otra vez, no puede ver el reino de Dios. Le dijo Nicodemo: ¿Cómo puede el hombre nacer siendo viejo? ¿Puede entrar otra vez en el vientre de su madre, y nacer? 5Respondió Jesús: En verdad, en verdad te digo, que el que no nace de agua y del Espíritu,[79] no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, es carne; y lo que es nacido del Espíritu, es espíritu. No te maravilles de que te dije: es necesario nacer otra vez. El viento de donde quiere sopla, y oyes su sonido; pero ni sabes de dónde viene, ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu. 6Respondió Nicodemo, y le dijo: ¿Cómo puede hacerse esto? 7 Respondió Jesús, y le dijo: ¿Tú eres maestro en Israel, y no sabes esto? En verdad, en verdad te digo, que lo que sabemos hablamos, y lo que hemos visto, testificamos; y ustedes no reciben nuestro testimonio. Si les he dicho cosas terrenales, y no creen, ¿cómo creerán si les dijera cosas celestiales? Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo, el Hijo del hombre, que está en el cielo. 8Como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea levantado; para que todo aquel que en él crea, no se pierda, sino que tenga vida eterna. 9Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, sino que tenga vida eterna. 10Porque no envió Dios a su Hijo al mundo, para que condene al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él. El que en él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no creyó en el nombre del Único Hijo de Dios. 11Y por esto es la condenación: porque la luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz; porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo, aborrece la luz y no viene a la luz, para que sus obras no sean redargüidas. Pero el que obra verdad, viene a la luz, para que sus obras sean manifestadas que son hechas en Dios.

Juan el Bautista testifica que Jesús viene de arriba, y que él es el esposo

 12Y estando Jesús aun en tierra de Judea, sumergía[80] en agua como Juan el Bautista, aunque Jesús no lo hacía él directamente, sino que lo hacían sus discípulos. Ahora bien, Juan el Bautista, no solo sumergía en Betania, la que está al otro lado del río Jordán, también lo hacía en Enón junto a Salim, debido a que allí había muchas aguas; y el pueblo venía, y era sumergido; porque Juan acostumbraba a sumergir por toda la región continua al río Jordán. Juan aún no había sido puesto en la cárcel. 13Hubo discusión entre los discípulos de Juan y los judíos acerca de la purificación. Y vinieron a Juan, y le dijeron: Maestro, el que estaba contigo en la otra parte del Jordán, del cual tú diste testimonio, mira bautiza, y todos vienen a él. 14Respondió Juan, y dijo: No puede el hombre recibir algo, si no le fuera dado del cielo. Ustedes mismos me son testigos que dije: yo no soy el Cristo, sino que soy enviado delante de él. 15El que tiene la esposa, es el esposo; pero el amigo del esposo, que está en pie y lo oye, se goza grandemente de la voz del esposo; así, de esta manera, mi 

gozo se ha cumplido. A él le es necesario crecer, pero a mí menguar. 16El que de arriba viene, sobre todos es; el que es de la tierra, terrenal es, y cosas terrenales habla; el que viene del cielo, es sobre todos. Y lo que vio y oyó, esto testifica; y nadie recibe su testimonio. 17El que recibe su testimonio, este testifica que Dios es verdadero. Porque el que Dios envió, las palabras1 de Dios habla; porque Dios no da el Espíritu por medida. 18El Padre ama al Hijo, y todas las cosas dio en su mano. El que cree en el Hijo, tiene vida eterna; pero el que es incrédulo al Hijo, no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. 

Juan el Bautista es puesto en la cárcel por reprender a Herodes. Jesús decide volver a Galilea, y se encuentra con la mujer Samaritana (año 35 d.C.)

18Entonces Herodes Antipas el tetrarca de Galilea, hijo de Herodes el Grande, fue reprendido duramente por Juan el Bautista a causa de Herodías, mujer de Felipe su hermano, porque Herodes la había tomado por mujer para sí, lo cual no estaba permitido en la ley. Juan le decía: No te es lícito tenerla.[81] Y sobre todas las maldades que había hecho Herodes Antipas, añadió también esto: encerró a Juan en la cárcel. Pero Herodes temía a Juan, sabiendo que era varón justo y santo, y lo guardaba a salvo; y habiendo oído de él muchas cosas, estaba dudoso; y lo escuchaba de buena gana. 2Pero Herodías, mujer de Herodes, acechaba a Juan; y deseaba matarlo, pero no podía. 3Cuando supo Jesús que Juan estaba preso, y había entendido que los fariseos habían oído decir que él hacía y sumergía más discípulos que Juan, decidió volver a Galilea; y en su camino de regreso le era necesario pasar por Samaria. 4Y vino a una ciudad de Samaria[82] que se llamaba Sicar, junto a la heredad que Jacob dio a José su hijo.[83] Y estaba allí el pozo de Jacob. Y Jesús, cansado a causa del viaje, vino y se sentó encima del pozo. Era como la hora sexta. 5Entonces vino una mujer de Samaria a sacar agua; y Jesús le dijo: Dame de beber. (porque sus discípulos habían ido a la ciudad a comprar de comer) Y la mujer samaritana le dijo: ¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana? Porque los judíos no se tratan con los samaritanos. 6Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el regalo de Dios, y quién es el que te dice: dame de beber; tú le pedirías a él, y él te daría agua viva. 7La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿De dónde tienes el agua viva? ¿Eres tú mayor que nuestro padre Jacob, que nos dio este pozo, del cual él bebió, y sus hijos, y sus ganados? 7Respondió Jesús, y le dijo: Cualquiera que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le daré, nunca tendrá sed otra vez; sino que el agua que yo le daré, será en él una fuente de agua que salte para vida eterna. 8La mujer le dijo: Señor, dame de esa agua, para que no tenga sed, ni venga aquí a sacarla. 10Jesús le dijo: Ve, llama a tu marido,[84] y ven acá. Respondió la mujer, y dijo: No tengo marido. 11Le dijo Jesús: Bien has dicho: no tengo marido; porque cinco maridos has tenido; y el que ahora tienes no es tu marido; esto has dicho con verdad. Le dijo la mujer: Señor, me parece que tú eres profeta. Nuestros padres mostraron reverencia en este monte, y ustedes dicen que en Jerusalem es el lugar donde es necesario mostrar reverencia. 12Le dijo Jesús: Mujer, créeme, que vendrá la hora, cuando ni en este monte, ni en Jerusalem mostrarán reverencia al Padre. Ustedes muestran reverencia a lo que no saben; nosotros mostramos reverencia a lo que sabemos, porque la liberación viene de los judíos. Pero a partir de ahora es el tiempo en que los que verdaderamente muestran reverencia, mostrarán reverencia al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre a esos está buscando, a los que le muestran reverencia a él. Dios es Espíritu; y a los que le muestran reverencian en espíritu y en verdad, mostrar reverencia es necesario. 13Le dijo la mujer: Sé que el Mesías ha de venir; cuando él venga nos declarará todas las cosas. 14Jesús le dijo: Yo soy, el que habla contigo. Y en esto vinieron sus discípulos, y se maravillaron de que hablaba con una mujer; pero ninguno dijo: ¿Qué preguntas? o, ¿qué hablas con ella? Entonces la mujer dejó su cántaro, y fue a la ciudad, y dijo a los hombres: Vengan, vean un hombre que me ha dicho todo lo que he hecho; ¿Será este el Cristo? Entonces salieron de la ciudad, y vinieron a él. 15Entre tanto, los discípulos le rogaban, diciendo: Maestro, come. Y él les dijo: Yo tengo una comida que comer, que ustedes no saben. Entonces los discípulos se decían el uno al otro: ¿Le habrá traído alguien de comer? 16Les dijo Jesús: Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra. ¿No dicen ustedes: Aún faltan cuatro meses para que llegue la siega? Miren les digo: alcen sus ojos, y miren los campos sembrados, porque ya están blancos para la siega. El que siega, recibe salario, y recoge fruto para vida eterna; para que el que siembra también se goce con el que siega. Porque en esto es el dicho verdadero, que uno es el que siembra, y otro es el que siega. Yo los he enviado a segar lo que ustedes no sembraron; otros sembraron, y ustedes han entrado en sus labores. 17Y muchos de los samaritanos de aquella ciudad creyeron en él por la palabra de la mujer, que daba testimonio, diciendo: Me dijo todo lo que he hecho. Y viniendo los samaritanos a él, le rogaron que se quedara allí; y se quedó allí dos días. Y creyeron muchos más por la palabra de él. Y decían a la mujer: Ya no creemos por tus palabras; porque nosotros mismos hemos oído, y sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo, el Cristo.

Jesús regresa a Galilea

18Y dos días después, salió de allí, y se fue a Galilea, donde el mismo Jesús dio testimonio de que el profeta en 

su tierra no tiene honra. 19Cuando vino a Galilea, los galileos lo recibieron porque habían visto todas las señales que hizo en Jerusalem; porque ellos también habían ido a la fiesta. 20Mucha gente que lo esperaba vino a él con gozo, y les enseñaba, diciendo: El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado, cambien de mentalidad y crean al evangelio. 21Fue también Jesús a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. 

Jesús sana al siervo de un centurión (año 35 d.C.) (Jesús en Capernaum por segunda vez, según el registro)

19Y había en Capernaum un oficial del rey[85] (un centurión) cuyo siervo, al cual quería como un hijo, porque lo tenía en alta estima, estaba enfermo y a punto de morir. 2Y cuando oyó hablar de Jesús, que había venido de Judea a Galilea, envió a él los ancianos de los judíos, rogándole que descendiera y viniera, y sanara a su siervo antes de que muriera. 3Y viniendo ellos a Jesús, le rogaron con diligencia, diciéndole: Porque es digno de que le concedas esto; porque ama nuestra nación, y él nos edificó la sinagoga. 4Jesús dijo: Si ustedes no vieran señales y prodigios no creerían. Yo iré y lo sanaré. Y Jesús fue con ellos. Pero cuando ya no estaban lejos del lugar, envió el centurión amigos a él, diciéndole: Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres debajo de mi techo; por lo cual, ni aun me tuve por digno de venir a ti; pero di la palabra, y mi siervo será sano. 5Porque también yo soy hombre puesto en posición de autoridad, y tengo bajo mis órdenes soldados; y digo a este: ve, y va; y al otro: ven, y viene; y a mi siervo: haz esto, y lo hace. Lo cual oyendo Jesús, se maravilló de él, y vuelto, dijo a las gentes que lo seguían: Les digo que ni aun en Israel he hallado tanta fe. 6 Además, les digo que vendrán muchos del oriente y del occidente, y se sentarán con Abraham, e Isaac, y Jacob en el reino de los cielos; sin embargo, los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 7Y Jesús envío a decirle: Como creíste te sea hecho. Tu siervo vive. 8Y volvieron al centurión los que habían sido enviados; y el centurión creyó a la palabra que Jesús le dijo, y su siervo fue sano en el mismo momento. 9Cuando llegaron a casa el centurión y sus amigos que habían sido enviados, los siervos del centurión le dieron las nuevas, diciendo: Tú siervo vive. Él les preguntó a qué hora comenzó a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete lo dejó la fiebre. 10Él entonces entendió que aquella hora era cuando Jesús había enviado a decirle: tu siervo vive; y creyó él y toda su casa. Esta segunda señal hizo Jesús, cuando fue de Judea a Galilea. 

Los discípulos recogen espigas en el día de reposo (año 35 d.C.)

11Y sucedió en aquel tiempo que pasando Jesús por los sembrados en el día de reposo, sus discípulos tuvieron hambre y comenzaron a arrancar espigas, y comían, restregándolas con las manos. Y viéndolo los fariseos, le dijeron: Mira tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en el día de reposo.[86] 12Y él les dijo: ¿No han leído lo que hizo David, cuando sintió necesidad y tuvo hambre, y también los que con él: cómo entró David en la casa de Dios, y comió los panes de la proposición, y aun dio a los que estaban con él, los cuales no les eran lícito comer, sino solamente a los sacerdotes?[87] ¿O no han leído en la ley, que los días de reposo en el templo los sacerdotes profanan el día de reposo, y son sin culpa?[88] 13Les digo que uno mayor que el templo está aquí. Y si supieran qué quiere decir misericordia quiero y no sacrificio”,[89] no condenarían a los inocentes; porque el Hijo del hombre es el Señor del día de reposo; porque el día de reposo fue hecho por causa del hombre y no el hombre por causa del día de reposo.

El hombre de la mano seca (año 35 d.C.)

14Y sucedió en otro día de reposo, que él entró en la sinagoga y enseñaba; y estaba allí un hombre que tenía la mano derecha seca. Y le preguntaron para acusarlo, 

diciendo: ¿Es permitido sanar en el día de reposo? Y lo acechaban los escribas y los fariseos, si sanaría en el día de reposo, para hallar de qué acusarlo. 15Y él les dijo: Les preguntaré una cosa: ¿En el día de reposo es permitido hacer bien, o hacer mal, salvar la vida, o quitarla? ¿Qué hombre habrá de ustedes, que tenga una oveja, si esta cae en un hoyo en el día de reposo, no le eche mano, y la levante? Pero, ¿cuánto más vale un hombre que una oveja? Así que, es permitido que en los días de reposo se haga el bien. 16Y mirándolos alrededor con ira, profundamente entristecido por la dureza del corazón de ellos, dijo al hombre: Extiende tu mano. Y la extendió, y su mano fue sanada como la otra. 17Y salieron los fariseos, y juntándose con los herodianos,[90] consultaban contra Jesús para destruirlo. Pero Jesús se apartó hacia el mar con sus discípulos.

La multitud sigue a Jesús a causa de su fama (año 35 d.C.)

20Y lo siguió una gran multitud de Galilea, de Decápolis, de Idumea, del otro lado del Jordán, de toda Judea, de Jerusalén y de las costas de Tiro y Sidón, la cual oyendo cuan grandes cosas hacía, venían para oírlo y para ser sanados de sus enfermedades. 2Y se difundió su fama en Siria, y le trajeron todos los que tenían debilidades, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, los lunáticos y paralíticos; y los sanó3Y dijo a sus discípulos que siempre le tuvieran listo el barco a causa del gentío, para que no lo oprimieran; debido a que, al tocarlo, los que tenían plagas caían encima de él. Por esta razón, la gente siempre procuraba tocarlo, porque poder salía de él y sanaba a todos. Y los espíritus inmundos, al verlo, se postraban delante de él, y daban voces, diciendo: tú eres el Hijo de Dios. 4Pero él los echaba fuera con autoridad, impidiéndoles que hablen, para que no lo descubrieran delante del pueblo; y sanaba a todos. Y él les encargaba diligentemente a los sanados que no lo dijeran a nadie. Así se cumplía lo que estaba dicho por el profeta Isaías, que dijo: “No voceará, ni elevará su voz; no hará que su voz se oiga hacia afuera. La caña cascada[91] no quebrará, y la mecha de lino[92] que humea no apagará. Con firmeza traerá justicia. No se debilitará ni desistirá hasta que establezca la justicia.[93] En su ley esperarán las naciones”.[94] 5Y viendo Jesús las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban esparcidas como ovejas que no tienen pastor.

Elección de los doce apóstoles (año 35 d.C.).

6Entonces, a causa de la multitud, subió al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando ya era de día, llamó a los discípulos que quiso, y vinieron a él. De ellos, escogió a doce; para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar, a los cuales también llamó apóstoles. 7Estos son: Simón, al cual más adelante lo llamaría Pedro, y a Andrés su hermano; a los hijos de Zebedeo: Jacobo y Juan su hermano, a quienes les puso el sobrenombre de Boanerges, que quiere decir “hijos de trueno”; a Felipe, a Bartolomé, a Leví, también conocido como Mateo; a Tomás, también llamado dídimo; a Jacobo hijo de Alfeo; a Simón el que se llamaba Zelote[95] o el cananista; a Judas hermano de Jacobo,[96] y a Judas Iscariote, el cual luego se convertiría en el traidor. 

Jesús enseña a orar a sus discípulos

8Y sentándose, uno de sus discípulos le dijo: Señor enséñanos a orar como también Juan enseñó a sus discípulos. Entonces les dijo: Cuando oren, no sean como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de los caminos amplios, para ser vistos por los hombres; en verdad les digo, que ya tienen su pago. Pero tú, cuando ores, entra en tu aposento, y habiendo cerrado tu puerta, ora a tu Padre en secreto; y tu Padre que ve lo secreto, te recompensará en lo manifiesto. 9Y orando, no hagan repeticiones de palabras de forma tediosa, como los gentiles, que piensan que por sus palabrerías serán oídos. No se hagan semejantes a ellos; porque el Padre de ustedes sabe de qué cosas tienen necesidad, antes de que ustedes le pidan. 10Y les dijo: Cuando oren, digan, Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Sea hecha tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de este día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos lleves hacia el lugar de la tentación, sino líbranos del Maligno; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, en este y en todos los siglos. Amén. 11Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguno. Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, les perdonará también a ustedes su Padre celestial. Pero si no perdonan a los hombres sus ofensas, tampoco su Padre perdonará las ofensas de ustedes.

La regla de oro

12Les dijo también: ¿Quién de ustedes que tenga un amigo irá a él a medianoche, y le dirá: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha venido a mí de camino, y no tengo qué ponerle delante; y él desde adentro respondiendo, dirá: No me seas molesto; la puerta está ya cerrada, y mis niños están conmigo en cama; no puedo levantarme, y dártelos? Les digo, que aunque no se levante a darlo por ser su amigo, ciertamente por la importunidad de ustedes se levantará, y les dará todo lo que sea necesario. 13Y yo les digo: pidan, y se les dará; busquen, y hallarán; llamen, y se les abrirá la puerta. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abre. 14¿Qué padre de ustedes, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? O si pescado, en lugar de pescado, ¿le dará una serpiente? O si le pide un huevo, ¿le dará un escorpión? Pero si ustedes, siendo malos, saben dar buenas cosas a sus hijos, ¿cuánto más su Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que lo pidan a él? 15Así que, todas las cosas que quieran que los hombres hagan con ustedes, así también hagan ustedes con ellos; porque esto es la ley y los profetas.

El fariseo y el publicano

16Y dijo también a unos que confiaban de sí como justos, y menospreciaban a los otros, esta parábola: Dos hombres subieron al templo a orar; uno era fariseo, y el otro publicano. El fariseo, de pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias, porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; ayuno dos veces a la semana, y doy 

diezmos[97] de todo lo que consigo. 17Pero el publicano que estaba lejos no quería ni aun alzar los ojos al cielo, sino que hería su pecho, diciendo: Dios, sé propicio a mí, el pecador. Les digo que este descendió a su casa justificado antes que el otro; porque cualquiera que se exalta, será humillado; y el que se humilla, será exaltado.

Jesús habló sobre el ayuno

18Y cuando ayunen,[98] no sean como los hipócritas, que muestran apariencia de rostros tristes; porque ellos desfiguran sus rostros para mostrar a los hombres que ayunan; en verdad les digo, que ya tienen su pago. Pero tú, cuando ayunes, lava tu rostro y unge tu cabeza; para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre en secreto; y tu Padre que ve lo secreto, te recompensará en lo manifiesto.

El sermón en la llanura

21Y descendiendo del monte con ellos, se estuvo en un lugar llano en compañía de sus discípulos y de la gran multitud.2Y alzando sus ojos hacia sus discípulos, abriendo su boca les enseñaba diciendo: Dichosos los pobres en espíritu; porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los que lloran; porque ellos recibirán consolación, y reirán. Dichosos los mansos; porque ellos recibirán la tierra por heredad. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia; porque ellos serán saciados. Dichosos los misericordiosos; porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los de limpio corazón; porque ellos verán a Dios. Dichosos los pacificadores; porque ellos serán llamados hijos de Dios. Dichosos los que padecen persecución por causa de la justicia; porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos son ustedes cuando los hombres los aborrezcan, y los difamen diciendo toda clase mal contra ustedes mintiendo, y cuando los persigan, y los aparten de ellos, y desechen el nombre de ustedes como malo, por causa de mí, el Hijo del hombre. 3Gócense y alégrense; porque la recompensa es grande en los cielos; porque así hacían sus padres con los profetas que fueron antes de ustedes. 4Pero, ¡Ay de ustedes, ricos! Porque ya tienen su consuelo. ¡Ay de ustedes, los que están saciados! Porque tendrán hambre. ¡Ay de ustedes, los que ahora ríen! Porque lamentarán y llorarán. ¡Ay de ustedes, cuando todos los hombres digan buenas cosas de ustedes! Porque así hacían sus padres a los falsos profetas.

Las luz del mundo

5Ustedes son la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una lámpara y se pone debajo del almud,[99] o debajo de la cama. ¿No es para ponerla en el candelero?[100] Nadie enciende una lámpara y la pone debajo de un cajón vacío,[101] sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en casa, y los que entran también vean la luz. Así alumbre la luz de ustedes delante de los hombres, para que vean las obras buenas de ustedes, y glorifiquen a su Padre que está en los cielos. El que tiene oídos para oír, oiga. 

Jesús enseña sobre la contienda entre hermanos

6Oyeron que fue dicho a los antiguos: No asesinarás;[102] y, “Cualquiera que asesine, será culpable en el juicio”. Pero yo les digo, que cualquiera que se llene de ira locamente contra su hermano, será culpable en el juicio; y cualquiera que le diga a su hermano: ¡Raca![103] será culpable ante el concilio;[104] y cualquiera que le diga: ¡Necio![105] será condenado al Gehena[106] de fuego. 7Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y vuelve primero a amistarte con tu hermano, y entonces ven y ofrece tu ofrenda. 8¿Por qué no juzgan ustedes mismos lo que es justo? Cuando vayas al magistrado con tu adversario, procura en el camino arreglarte y reconciliarte con él, entre tanto que estás con él en el camino; para que no suceda que el adversario te entregue al juez, y el juez te entregue al alguacil, y seas puesto en prisión. En verdad te digo, que no saldrás de allí hasta que pagues el último cuadrante.[107]

Jesús enseña sobre el adulterio

9Oyeron que fue dicho: “No adulterarás”. Pero yo les digo, que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. 10Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al Gehena. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala, y échala de ti; porque mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al Gehena.

Jesús enseña sobre el repudio a una mujer

11También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, entréguele carta de divorcio[108] Pero yo les digo, que el que repudia a su mujer, sin haberse ella prostituido,[109] va a provocar que ella cometa adulterio; y el que se casa con la repudiada, también comete adulterio.

Jesús enseña sobre la costumbre de jurar

12Además han oído que fue dicho a los antiguos: No jurarás falsamente[110] en nombre del Señor tu Dios; y, “Pagarás al Señor tus juramentos.[111] Pero yo les digo: No hagan promesas bajo juramento en ninguna manera; ni por el cielo, porque es el trono de Dios. Ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalem, porque es la ciudad del Gran Rey. Ni por tu cabeza hagas promesas bajo juramento, porque no puedes hacer un cabello blanco o negro.[112]Pero sea el hablar de ustedes: sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede.

Jesús enseña sobre el amor a los enemigos

13Oyeron que fue dicho a los antiguos: “Ojo por ojo, y diente por diente”.[113] Pero yo les digo: No hagan resistencia en contra del que es malo. Antes, a cualquiera que te hiera en tu mejilla derecha, preséntale también la mejilla izquierda. Y al que quiera ponerte a pleito, y tomarte tu ropa, déjale también la capa; y a cualquiera que te cargue por una milla, ve con él dos. Al que te pide, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehúses ni pidas que te lo devuelva. Presten no esperando recibir nada a cambio. 14Oyeron que fue dicho: “Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo”. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, bendigan a los que los maldicen, hagan bien a los que los aborrecen, y oren por los que los ultrajan, los persiguen y los calumnian, y será grande la recompensa de ustedes. Serán hijos de su Padre, el Altísimo que está en los cielos; porque él es bueno con los ingratos y malos, y hace que su sol salga sobre malos y buenos, y que llueva sobre justos e injustos. 15Porque si aman a los que los aman, ¿qué recompensa tendrán? ¿No hacen también lo mismo los publicanos que son pecadores? Y si saludan a sus hermanos solamente, ¿qué hacen de más? ¿No hacen también así los gentiles? Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir algo, ¿qué méritos tienen? Porque también los pecadores prestan a pecadores, para recibir otro tanto. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes que está en los cielos es también misericordioso. Sean perfectos. 

Jesús enseña sobre el mayordomo infiel

16Y dijo también a sus discípulos: Había un hombre rico, el cual tenía un mayordomo, y este fue acusado delante de él como desvanecedor de sus bienes. Y lo llamó, y le dijo: ¿Qué es esto que oigo de ti? Da cuenta de tu mayordomía, porque ya no podrás ser mayordomo. Entonces el mayordomo dijo dentro de sí: ¿Qué haré? Porque mi señor me quita la mayordomía. ¿Cavar? No puedo; ¿Mendigar? Me da vergüenza. Ya sé lo que haré para que cuando sea quitado de la mayordomía, me reciban en sus casas. Y llamando a cada uno de los deudores de su señor, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi señor? Y él dijo: Cien barriles de aceite. Y le dijo: Toma tu cuenta, y siéntate, y escribe cincuenta. Después dijo a otro: y tú, ¿cuánto debes? Y él dijo: Cien coros de trigo. Y él le dijo: Toma tu cuenta, y escribe ochenta. Y alabó el señor al mayordomo malo por haber hecho astutamente; porque los hijos de este siglo son más sagaces en el trato con sus compañeros que los hijos de la luz en el trato a sus semejantes en la generación a la cual pertenecen ellos. 17Y yo les digo: Hagan amigos utilizando las malas riquezas de este mundo, para que cuando falten, sean recibidos en las moradas eternas. El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto. Porque si en las malas riquezas de este mundo no fueron fieles, ¿quién les confiará lo verdadero? Y si en lo ajeno no fueron fieles, ¿quién les dará lo que es de ustedes? 18Y oían también todas estas cosas los fariseos, los cuales eran avaros, y se burlaban de él. Y les dijo: Ustedes son los que se justifican a ustedes mismos delante de los hombres; pero Dios conoce sus corazones; porque lo que los hombres tienen como honorífico, delante de Dios es inmundicia.

Jesús afirma que vino a cumplir la ley

19No piensen que he venido para abolir la ley o los profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad les digo, que es más fácil que pasen el cielo y la tierra, que la letra Yod[114] o la punta superior de una letra[115]se descuide de la ley, hasta que todas las cosas sean hechas. De manera que, cualquiera que abandone uno de estos mandamientos por muy pequeños que sean, y así enseñe a los hombres, también muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; pero cualquiera que los haga y los enseñe, este será llamado grande en el reino de los cielos. Porque les digo, que si la justicia de ustedes no es mayor que la de los escribas y de los fariseos, no entrarán en el reino de los cielos.

Jesús enseña sobre el juzgar a los demás

20No juzguen, para que no sean juzgados; no condenen, y no serán condenados; perdonen, y serán perdonados. 21Den, y se les dará: medida buena, que ha sido apretada y sacudida, derramarán abundantemente en el regazo[116] de ustedes.[117] Miren cuidadosamente lo que están oyendo; porque con el juicio con que juzgan, serán juzgados; y con medida con que miden, se les medirá a ustedes; y será añadido a ustedes, los que oyen. 22Y les dijo una parábola: ¿Puede el ciego guiar al ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo? 23El discípulo no es mayor que su Maestro; pero cualquiera que llegue a ser como su Maestro, será perfecto. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no te detienes a ver el gran trozo de madera que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: hermano, déjame sacar la paja de tu ojo, y mira el trozo de madera en tu propio ojo? 24¡Hipócrita! Quita primero el trozo de madera de tu ojo, y entonces verás claramente, y podrás sacar la paja del ojo de tu hermano. 25Pero no vayan a dar lo santo a los perros, ni echen sus perlas delante de los cerdos; para que no las pisoteen con sus pies, y se vuelvan, y los despedacen a ustedes. 

Enseñanza sobre el sembrador

26Y descendió Jesús del monte hacia el mar de Galilea, y se sentó junto al mar. Como lo seguía mucha gente, los que de cada ciudad vinieron a él, entró en un barco debido a la gran multitud, y se sentó. 27Entretanto, la gente estaba de pie, a la orilla de la playa. 28Y les enseñaba muchas cosas por parábolas, diciendo en su doctrina: Miren, el sembrador salió a sembrar su semilla. Y mientras sembraba, parte de la semilla cayó junto al camino; y vinieron las aves, y la comieron. Parte cayó en pedregales, donde no había mucha tierra; y creció pronto, porque no tenía profundidad de tierra; pero cuando salió el sol, se quemó; y se secó, porque no tenía raíz. Parte cayó entre los espinos; y los espinos crecieron, y la ahogaron. Pero parte cayó en buena tierra, y dio fruto, una a ciento, una a sesenta, y otra a treinta. El que tiene oídos para oír, oiga. 

Enseñanza sobre el trigo y la cizaña

29El reino de los cielos es semejante a un hombre que siembra buena semilla en su campo; pero mientras dormían los hombres, vino su enemigo, y sembró cizaña entre el trigo, y se fue. Y cuando la hierba salió y dio fruto, entonces apareció también la cizaña. Y acercándose los siervos del señor de la casa, le dijeron: Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde entonces tiene cizaña? Y él les dijo: un hombre enemigo ha hecho esto. Y lo siervos le dijeron: ¿Quieres que vayamos y la arranquemos? Y él dijo: no; no sea que arrancando la cizaña, también arranquen con ella el trigo. Dejen crecer juntamente lo uno y lo otro hasta la siega; y al tiempo oportuno de la siega yo diré a los segadores: arranquen primero la cizaña, y atenla en manojos para quemarla; pero recojan el trigo en mi alfolí.[118]

Enseñanza sobre el misterioso crecimiento la semilla sembrada

30Decía más: Así es el reino de Dios, es como cuando un hombre echa una semilla en la tierra; y duerme, y se levanta de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo sucede. Y la tierra va dando el fruto desde ella misma: primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; y cuando el fruto está maduro, luego se mete la hoz, porque la siega ha llegado.

Enseñanza sobre la semilla de mostaza

31Y decía: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? Es como el grano de mostaza; que, cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar debajo de su sombra, y hacen nidos en sus ramas.

Enseñanza sobre la levadura

32Y otra vez dijo: ¿A qué compararé el reino de Dios? Es semejante a la levadura, que tomó una mujer, y la escondió en tres medidas de harina, hasta que todo fue leudado.

Jesús y sus enseñanzas con parábolas

33Con parábolas como estas les hablaba la palabra a las gentes, conforme a lo que podían oír. Y sin parábolas no les hablaba, para que se cumpliera lo dicho por el profeta Isaías cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo”.[119] Aunque, estando aparte, le declaraba todo a sus discípulos. 

Los hombres que querían seguir Jesús

34Y terminó todas sus palabras al pueblo que lo escuchaba, cuando ya estaba anocheciendo. Y cuando terminó, la gente estaba admirada de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. Y viéndose Jesús rodeado de mucha gente, dijo: Pasemos a la otra parte del lago. Y sucedió que un escriba le dijo en el camino: Señor, te seguiré donde quiera que vayas. Y le dijo Jesús: Las zorras tienen cuevas, y las aves de los cielos nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar su cabeza. Y dijo a otro: Sígueme. Y él dijo: Señor, permite que primero vaya y entierre a mi padre. 35Y Jesús le dijo: Deja que los muertos entierren a sus muertos; y tú, ve, y anuncia el reino de Dios. Entonces también dijo otro: Te seguiré, Señor; pero permíteme primero que me despida de los que están en mi casa. 36Y Jesús le dijo: Ninguno que poniendo su mano sobre el arado y mira atrás, es apto para el reino de Dios. 37Y volviéndose a las multitudes les dijo: Si alguno viene a mí, y no se niega a sí mismo, y no ama menos a su padre, a su madre, a hermanos y hermanas, a mujer, e hijos, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Porque, ¿cuál de ustedes, queriendo edificar una torre, no 

calcula primero sentado los gastos, si tiene lo que necesita para acabarla? Para que no sea que después que haya puesto el fundamento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. 38¿Qué rey, habiendo de ir a hacer guerra contra otro rey, sentándose primero no consulta si puede salir al encuentro con diez mil al que viene contra él con veinte mil? De otra manera, cuando aún el otro está lejos, le ruega por la paz, enviándole embajada. Así, cualquiera de ustedes que no renuncia a todas las cosas que posee, no puede ser mi discípulo.

Jesús calma la tempestad en el mar de Galilea

22Y despedida la multitud, los discípulos tomaron a Jesús con ellos, entrando en el barco en el que él estaba; y había también con él otros barquitos. Y mientras navegaban, él se durmió. Y se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas del mar dentro del barco, de tal manera que se llenaba de agua, y estaban en peligro. 2Entre tanto Jesús estaba en la parte de atrás del barco, durmiendo sobre un cabezal, [120] y lo despertaron diciendo: Maestro, Maestro, ¿No te has dado cuenta de que estamos a punto de morir? Sálvanos, Señor. Y despertando, se levantó y reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se volvió todo sereno y tranquilo. Y les dijo a ellos: ¿Por qué están así, atemorizados? ¿Cómo es que no tienen fe? 3Y temieron con gran temor, y maravillados decían el uno al otro. ¿Qué hombre es este, que aun al viento y a las aguas del mar manda, y lo obedecen?

La legión en el hombre Gadara (año 35 d.C.)

4Y llegaron a la tierra de los gadarenos,[121] que está al otro lado del mar de Galilea y al otro lado del río Jordán. Y cuando salió él del barco, luego le salieron al encuentro, de entre los sepulcros, dos hombres con espíritus inmundos. Uno de ellos estaba endemoniado desde hacía mucho tiempo; y no vestía vestido, ni estaba en casa, sino por los sepulcros. Ni aun con cadenas lo podía alguien atar; porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, pero las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y los grillos desmenuzados; y nadie lo podía dominar. 5Aquel hombre era impulsado por los demonios a los desiertos. Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con las piedras. 6Nadie podía pasar por aquel lugar a causa de ellos dos, porque eran feroces en gran manera. 7Y cuando vieron a Jesús de lejos, corrieron, y vinieron, y se postraron rápidamente, mostrándole reverencia. 8Y el que estaba endemoniado desde hacía mucho tiempo, clamando a gran voz, decía: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? ¿Has venido aquí antes del tiempo señalado para atormentarnos? Júrame ante Dios que no me atormentarás. Porque Jesús le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió, diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. Y le rogaban los demonios que no los mandara fuera de aquella región ni al abismo.[122] Estaba allí cerca del monte una gran manada de cerdos que eran apacentados, los cuales eran como dos mil. Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Si nos echas fuera, envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. Y luego Jesús se los permitió diciendo: Vayan. 10Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, y la manada cayó por un despeñadero en el mar; y en el mar se ahogaron. Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. 11Y salieron para ver qué era aquello que había sucedido. Y vinieron a Jesús, y vieron a los que había sido atormentados por los demonios. Y viendo a aquel que había tenido la legión, el cual había estado endemoniado desde hacía mucho, que estaba sentado y vestido, y en su juicio cabal, tuvieron miedo. Y les contaron los que lo habían visto, lo que había sucedido al que había tenido la legión, y lo que había ocurrido con los cerdos. 12Y comenzaron a rogarle a Jesús que se fuera de las fronteras de ellos. Y entrando él en el barco, le rogaba el que había tenido la legión, que le permitiera estar con él. 13Pero Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Ve a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido 

misericordia de ti. Y se fue al otro lado. Y comenzó aquel hombre a publicar en Decápolis cuan grandes cosas Jesús había hecho con él; y todos se maravillaban.

Jesús sana a un leproso que se humilla ante él

14Cuando vino Jesús al otro lado, un leproso vino a él, rogándole; y postrándose con reverencia de rodillas, le dijo: Señor, si quieres, puedes limpiarme. Y Jesús, teniendo misericordia de él, extendió su mano, y lo tocó, y le dijo: Quiero, sé limpio. Y al instante que habló, la lepra se fue de aquel hombre, y quedó limpio. 15Entonces 

le mandó estrictamente que no lo dijera a nadie, y le dijo: Mira, no lo digas a nadie; sino ve, y muéstrate al sacerdote, y ofrece por tu limpieza lo que Moisés mandó, para testimonio a ellos.[123] Y luego lo despidió. 16Pero él cuando se fue, comenzó a publicarlo mucho, y a divulgar el hecho, de manera que ya Jesús no podía entrar manifiestamente en la ciudad, sino que se apartaba a los lugares desiertos y oraba; y venían a él de todas partes.

Explicación de las enseñanzas sobre el sembrador del y del trigo y la cizaña (año 35 d.C.) (Jesús en Capernaum por tercera vez, según lo registran las Escrituras)

23Despedida la gente, entró otra vez en Capernaum después de algunos días. Cuando volvió Jesús, lo recibió una multitud con gozo, porque todos lo esperaban. Y vinieron a casa. Entonces se acercaron a él los discípulos, los que estaban cerca de él con los doce, y le preguntaron: ¿Por qué les hablas a las gentes por parábolas? Y él respondiendo, les dijo: Porque a ustedes es concedido saber los misterios del reino de los cielos; pero a ellos por parábolas todas las cosas; porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más; pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado. 2Por eso les hablo por parábolas; porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni entienden. De manera que, se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: Oigan con los oídos, y oyendo no comprendan; vean, y viendo no entiendan. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y cierra sus ojos; para que no vean con los ojos, ni oigan con los oídos, y con el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane”.[124] Pero dichosos los ojos de ustedes, porque ven; y sus oídos, porque oyen. Porque les digo, que muchos profetas y reyes desearon ver lo que ustedes ven, y no lo vieron; y oír lo que oyen, y no lo oyeron. Y le preguntaron sus discípulos: ¿Qué significa la parábola del sembrador? Y les dijo: ¿No saben esta parábola? ¿Cómo entonces entenderán todas las demás parábolas? Esta es la parábola: la semilla es la palabra de Dios. El sembrador es el que siembra la palabra. Y estos son los de junto al camino: aquellos en los que la palabra es sembrada; pero después que la oyeron, no entendiéndola, luego viene el Maligno, Satanás el diablo, y arrebata y quita la palabra que fue sembrada en sus corazones para que no crean, y no se salven. Asimismo, estos son los que son sembrados en pedregales: los que cuando oyen la palabra, al momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración; ya que son fieles por un tiempo, pero levantándose la aflicción, la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego dudan y se apartan. Estos son los que son sembrados entre espinos: los que oyen la palabra; pero yéndose, los afanes de este siglo, el engaño de las riquezas, y los demás deseos que hay en las otras cosas, entrando, juntos ahogan la palabra, y se hace infructuosa, y no llevan fruto. Y estos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que con corazón bueno y recto oyen la palabra, la entienden, la reciben y la retienen, y dan fruto con perseverancia; unos al treinta, otros al sesenta, y otros al ciento. 3Sus discípulos le dijeron: Explícanos también la parábola de la cizaña del campo. Y respondiendo él, les dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los hijos del reino, la cizaña son los hijos del Maligno; el enemigo que la sembró es el diablo; la siega es el fin del siglo, y los segadores son los ángeles. De manera que, como es recogida la cizaña, y quemada al fuego, así será en el fin de este siglo. Enviará el Hijo del hombre sus ángeles, y recogerán de su reino todos los que sirven de tropiezo, y los que hacen iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes. 4Entonces los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre; el que tiene oídos para oír, oiga.

 Enseñanza del tesoro en el campo

5Y les dijo además: El reino de los cielos es semejante a un tesoro que ha sido escondido en el campo; el cual, habiéndolo hallado el hombre, lo escondió, y de gozo de ello, va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo.

Enseñanza de la perla

6También, el reino de los cielos es semejante al hombre comerciante, que busca buenas perlas; y hallando una perla muy valiosa, fue y vendió todo lo que tenía, y la compró.

Enseñanza sobre la pesca y el fin del siglo

7Asimismo, el reino de los cielos es semejante a la red, que echada en el mar, coge toda clase de peces; y estando llena, la sacan a la orilla; y sentados, recogen lo bueno en cestas, y lo malo echan fuera. 8Así será al final de este siglo; saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes.

La enseñanza sobre los tesoros viejos y nuevos

9Les dijo Jesús: ¿Han entendido todas estas cosas? Ellos respondieron: sí, Señor. Y él les dijo: Por eso todo escriba que es mi discípulo en el reino de los cielos, es semejante a un señor de casa, que saca de su tesoro cosas nuevas y cosas viejas. 

Jesús sana a un hombre postrado en una camilla

10Y se oyó que Jesús estaba en casa. E inmediatamente se juntaron muchos, de manera que ya no cabían ni aun a la puerta; y les predicaba la palabra. Mientras enseñaba, estando sentados los fariseos y los expertos en la ley, los cuales habían venido de las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén, el poder de Dios estaba con Jesús para sanar. 11Y mira unos hombres, que traían sobre una camilla un hombre que era paralítico, y era cargado por cuatro; y buscaban meterlo, y ponerlo delante de Jesús. Y no hallando por donde meterlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, y descubrieron el techo e hicieron una abertura, y lo bajaron en la camilla en que estaba, quedando en medio de la multitud y delante de Jesús; el cual, viendo la fe de ellos, le dijo: Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados. 12Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a pensar, diciendo: ¿Quién es este que habla blasfemias? [125] ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? 13Jesús entonces, conociendo los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo: ¿Qué piensan en sus corazones? ¿Qué es más fácil, decir: tus pecados te son perdonados, o decir: levántate y anda? Lo dije para que sepan que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra de perdonar pecados (dijo luego al paralítico): a ti te estoy diciendo: levántate, toma tu camilla, y vete a tu casa. 14Y luego, levantándose en presencia de ellos, y tomando aquello en que estaba echado, se fue a su casa, glorificando a Dios. Y tuvieron miedo todos, y glorificaban a Dios que había dado tal potestad a los hombres; llenos de temor, diciendo: nunca hemos visto tal cosa. Hoy hemos visto maravillas.

La blasfemia contra el Espíritu Santo. Jesús sana a un endemoniado sordo y mudo (año 35 d.C.)

15Entonces se agrupó de repente otra vez la gente, de modo que ellos ni aun podían comer pan. Cuando lo oyeron sus familiares, vinieron para detenerlo; porque decían: está fuera de sí. Y trajeron a Jesús un hombre ciego y mudo, que estaba endemoniado. Cuando Jesús echó fuera el demonio, el ciego y mudo hablaba y veía. 16Y todas las gentes estaban atónitas, y decían: Nunca se ha visto cosa como esta en Israel. ¿Será este aquel hijo de David? Sin embargo, los fariseos y los escribas que habían venido de Jerusalem, decían que tenía a Beelzebub,[126] y que por el príncipe de los demonios echaba fuera los demonios. Otros, tentándolo, le pedían señal del cielo. 17Y Jesús, como sabía los pensamientos de ellos, habiéndolos llamado, les decía en parábolas: ¿Cómo puede Satanás echar fuera a Satanás? Todo reino dividido contra sí mismo, es destruido; y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá. Y si Satanás echa fuera a Satanás, contra sí mismo está dividido; ¿Cómo permanecerá su reino? Y si yo por Beelzebub echo fuera los demonios, los hijos de ustedes ¿Por quién los echan? Por tanto, ellos serán los jueces de ustedes. 18Pero si por el dedo de Dios, mediante el Espíritu de Dios, yo echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a ustedes el reino de Dios. 19Porque, ¿cómo puede alguno entrar en la casa del hombre fuerte, y saquear sus bienes, si primero no ata al hombre fuerte? Y entonces podrá saquear su casa. 20Cuando el hombre armado guarda su palacio, en paz está todo lo que posee. Pero viene otro más fuerte que él, y lo vence, y le quita todas las armas en que confiaba, y reparte el botín. 21El que no es conmigo, contra mí es; y el que conmigo no recoge, desparrama. 22Cuando el espíritu inmundo ha salido del hombre, anda por lugares secos, buscando reposo, y no lo halla. Entonces dice: volveré a mi casa de donde salí; y cuando viene, la halla desocupada, barrida y adornada. Entonces va, y toma consigo otros siete espíritus peores que él, y entrados, moran allí; y son peores las cosas últimas del tal hombre que las primeras; así también acontecerá a esta mala generación. Por tanto, les digo: todo pecado y blasfemia será perdonado a los hombres; pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada a los hombres. 23Cualquiera que hable contra el Hijo del hombre, le será perdonado; pero cualquiera que hable contra el Espíritu Santo, no le será perdonado, ni en este siglo, ni en el venidero, sino que será culpable de pecado eterno. 24O son ustedes el árbol bueno, y su fruto bueno, o son ustedes el árbol corrompido, y su fruto dañado; porque por el fruto es conocido el árbol. Generación de víboras, ¿cómo pueden hablar lo bueno, siendo ustedes malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. 25El hombre bueno del buen tesoro del corazón saca buenas cosas; y el hombre malo del mal tesoro de su corazón saca malas cosas. Pero yo les digo, que toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio; porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Dijo todo esto porque habían dicho de él: tiene a Beelzebub, el príncipe de los demonios.

Los fariseos piden señal a Jesús (año 35 d.C.)

26Y agrupándose las gentes, los escribas, los saduceos[127] y los fariseos respondieron, y comenzaron a altercar con él, pidiéndole señal del cielo, para tentarlo, diciendo: Maestro, deseamos ver de ti señal. Y habiéndose conmovido él en su espíritu, comenzó a decirles: Cuando ustedes ven la nube que sale del occidente, dicen: Agua viene; y es así. Y cuando sopla el viento del sur, dicen: Habrá calor; y lo hay. Cuando está anocheciendo, dicen: Hoy será un día sereno; porque las nubes del cielo tienen color rojizo. Y a la mañana: Hoy habrá tempestad; porque las nubes del cielo nublado tienen color rojizo. Hipócritas, porque ustedes saben hacer diferencia en la apariencia del cielo y de la tierra; ¿Y cómo no reconocen este tiempo? 27La generación mala y adúltera demanda señal. ¿Por qué pide señal esta generación? En verdad les digo que no se dará señal a esta generación, sino la señal del profeta Jonás. Porque como estuvo Jonás en el vientre del gran pez, tres días y tres noches, así estará el Hijo del hombre en el corazón de la tierra, tres días y tres noches. 28Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos cambiaron de mentalidad a la predicación de Jonás; y miren más que Jonás en este lugar. La reina de Sabá se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará; porque vino de los fines de la tierra para oír la sabiduría de Salomón; y miren más que Salomón en este lugar.

La familia de Jesús lo busca (año 35 d.C.)

29Mientras aun decía estas cosas, vinieron sus hermanos y su madre; y estando afuera, enviaron a llamarlo; porque no podían llegar hasta él por causa de la multitud. Y le dijo uno de entre la gente que estaba sentada alrededor de él: Mira, tu madre y tus hermanos están afuera y quieren hablarte. Respondiendo él al que le decía esto, dijo: ¿Quién es mi madre y mis hermanos? Y mirando alrededor de él, extendió su mano hacia sus discípulos que estaban sentados a su alrededor, y dijo: Miren mi madre y mis hermanos. Porque aquel que oye la palabra de Dios y la hace, haciendo la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y mi hermana, y mi madre. Y una mujer de entre la multitud levantó la voz, y le dijo: Dichoso el vientre que te trajo al mundo y los pechos que mamaste. Y él dijo: Antes, dichosos los que oyen la palabra de Dios y la guardan. 

Sanidad de la mujer del flujo de sangre y la hija del fariseo Jairo (año 35 d.C.)

30Despues de esto, estando Jesús junto al mar de Galilea enseñando a la multitud, vino un varón, llamado Jairo, que era uno de los principales de la sinagoga; y se postró a los pies de Jesús, y le rogaba que entrara en su casa; porque tenía una hija única, como de doce años, y ella se estaba muriendo. Y le rogaba mucho, diciendo: Mi hija está a punto de morir; ven y pondrás las manos sobre ella para que se salve, y vivirá. 31Y se levantó Jesús, y lo siguió, y con él sus discípulos. Y yendo, la multitud lo apretaba. 32Y una mujer que estaba desde hacía doce años con flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y había gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, llegó por detrás entre la multitud, y tocó su vestido. Porque decía: Si toco tan solamente el borde de su vestido, seré sana. Y cuando lo tocó, luego la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 33Y Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 34Y negando todos, dijo Pedro y los que estaban con él: Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices: ¿Quién es el que me ha tocado? Y Jesús dijo: Alguien me ha tocado; porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Y miraba Jesús alrededor para ver quién había hecho esto. Entonces, cuando la mujer vio que no había podido ocultarse, vino temblando;[128] y postrándose delante de él, le declaró delante de todo el pueblo la causa de por qué lo había tocado, y cómo luego había sido sana. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz, y queda sana de tu azote. Y la mujer fue sana desde aquella hora. 35Aún estaba hablando Jesús cuando vinieron desde la casa del principal de la sinagoga, diciendo: tu hija ha muerto; ¿Por qué molestas más al Maestro? Pero luego Jesús, oyendo esto que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente, y será salva. Y no permitió que nadie entrara en la casa del principal con él, excepto Pedro y los hijos de Zebedeo, Juan y Jacobo su hermano. Cuando llegó Jesús a casa del príncipe de la sinagoga, vio a los flautistas que tocaban, y la gente que hacía grandes lamentos con gritos. Y entrando les dijo: Apártense, porque la muchacha no está muerta, sino que duerme. 35Y se burlaban de él; pero él, después de haber echado fuera a todos, no dejó a nadie consigo, sino solamente a Pedro, a Juan, a Jacobo y al padre y a la madre de la muchacha, y entró donde estaba la muchacha. Y tomando la mano de la muchacha, le dijo: Talita cumi, que traducido del arameo significa: Muchacha, a ti te digo, levántate. Y volvió el espíritu de ella; y luego la muchacha se levantó, y andaba; porque tenía doce años. Y temieron con gran temor. Pero él les mandó mucho que nadie lo supiera; y dijo que dieran de comer a la niña. Y salió esta fama por toda aquella tierra. 

Dos ciegos reciben sanidad (año 36 d.C.)

36Y pasando Jesús de allí, lo siguieron dos ciegos dando voces, y diciendo: Ten misericordia de nosotros, hijo de David. Y cuando llegó a casa, vinieron a él los ciegos; y Jesús les dijo: ¿Creen que puedo hacer esto? Ellos dijeron: Sí, Señor. Entonces les tocó los ojos de ellos, diciendo: Conforme a la fe de ustedes sea hecho. Y los ojos de ellos fueron abiertos. Y Jesús les encargó rigurosamente, diciendo: Miren que nadie lo sepa. Pero ellos, cuando salieron, divulgaron su fama por toda aquella tierra.

Misión de los doce apóstoles (año 36 d.C.)

37Y juntando a sus doce discípulos, los envió de dos en dos a predicar el reino de Dios, y les dio poder y autoridad sobre todos los demonios para que los echaran fuera, y que sanaran toda enfermedad y toda debilidad. 38Y les dio instrucciones diciendo: Por camino de gentiles, no vayan; y en ciudad de samaritanos, no entren. Sino vayan a las ovejas perdidas de la casa de Israel, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. No tomen nada para el camino, ni bordón, ni báculo, ni alforja, ni pan, ni oro, ni plata, ni cobre en el cinto; porque el obrero es digno de su alimento. Usen sandalias,[129] y no vistan dos túnicas. Sanen enfermos, limpien leprosos, resuciten muertos, echen fuera demonios; como gratuitamente recibieron, así den gratuitamente. En cualquier ciudad, o aldea donde entren, investiguen quién sea en ella digno, y reposen allí hasta que salgan de aquel lugar. Y entrando en la casa, primeramente salúdenla diciendo: paz sea a esta casa. Y si la casa fuera digna, la paz de ustedes vendrá sobre ella; más si no fuera digna, la paz de ustedes se volverá a ustedes. Y si alguno no los recibe ni oye las palabras de ustedes, salgan de aquella casa o ciudad y sacudan el polvo que esté debajo de sus pies,[130] como testimonio contra ellos. En verdad les digo que más tolerable será el castigo a los de Sodoma y a los de Gomorra el día del juicio,[131] que para aquella ciudad. 

Jesús resucita el hijo de la viuda de Naín (año 36 d.C.)

39Cuando Jesús terminó de dar instrucción a sus discípulos, se fue de allí a predicar y a ensenar en las ciudades de ellos.Y salieron también los apóstoles a predicar que los hombres cambiaran de mentalidad. Y echaban fuera muchos demonios, y ungían con aceite a muchos enfermos, y los sanaban. Y sucedió que iba Jesús a la ciudad que se llama Naín, e iban con él muchos de sus discípulos, y una gran multitud. Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, mira que sacaban fuera a un muerto, único hijo de su madre, la cual también era viuda; y había con ella una gran multitud de la ciudad. Y cuando el Señor la vio, se compadeció de ella, y le dijo: No llores. Y acercándose, tocó el féretro; y los que lo llevaban, pararon. Y dijo al muerto: Joven, a ti te digo, levántate. Entonces se incorporó el que había muerto, y comenzó a hablar. Y lo dio a su madre. Y todos tuvieron miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros; y, Dios ha visitado a su pueblo. Y salió esta fama de él por toda Judea, y por toda la tierra de alrededor.

Juan envía dos discípulos a Jesús (año 36 d.C.)

40Y los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas; y oyendo Juan en la prisión los hechos de Cristo, le envió dos de sus discípulos, para preguntarle: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? Cuando los discípulos de Juan vinieron a Jesús, le dijeron: Juan el Bautista nos ha enviado a preguntarte: ¿Eres tú aquel que había de venir, o esperaremos a otro? En la misma hora sanó a muchos de enfermedades, de plagas y de espíritus malos; y a muchos ciegos dio la vista. Y respondiendo Jesús, les dijo: Vayan, y hagan saber a Juan las cosas que ustedes oyen y ven: los ciegos ven, los cojos andan; los leprosos son limpiados, los sordos oyen; los muertos son resucitados, y a los pobres es anunciado el evangelio. Dichoso es el que no halle tropiezo en mí. 41Cuando se fueron ellos, comenzó Jesús a decir a las gentes acerca de Juan: ¿Qué salieron a ver al desierto? ¿Una caña que es sacudida por el viento? Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un hombre cubierto de delicados vestidos? Miren, los que traen vestidos delicados, en las casas de los reyes están. Pero, ¿qué salieron a ver? ¿Un profeta? Les digo que sí, y aún más que un profeta. Porque este es de quien está escrito: “Miren, yo envío mi mensajero, y preparará camino delante de mí”.[132] En verdad les digo, que no se ha levantado entre los que nacen de mujeres otro mayor que Juan el Bautista; pero el más pequeño en el reino de los cielos, es mayor que él. El pueblo y los publicanos cuando lo oyeron, declararon que Dios es justo bautizándose con el bautismo de Juan. Sin embargo, los fariseos y los expertos en la ley rechazaron la voluntad de Dios en ellos no bautizándose con el bautismo de Juan 42Todos los profetas y la ley profetizaron, y eran hasta Juan; desde entonces el reino de Dios es anunciado en medio de fuertes luchas; y los esforzados que se esfuerzan a entrar en él, logran entrar. 43Y si quieren recibirlo, Juan es aquel Elías que había de venir. El que tiene oídos para oír, oiga. 44Pero, ¿a qué compararé esta generación? Es semejante a los muchachos que se sientan en las plazas, y dan voces a sus compañeros, y dicen: Les tocamos flauta, y no bailaron; les cantamos endechas,[133] y no se lamentaron. Porque vino Juan, que ni comía ni bebía, y dijeron: Demonio tiene. Pero vino el Hijo del hombre, que come y bebe, y dicen: Miren un hombre comilón, y bebedor de vino; amigo de publicanos y de pecadores. Pero les digo que la sabiduría fue considerada justa solamente por todos sus hijos. 

Muerte de Juan el Bautista (año 36 d.C.)

 45Y vino el día en que Herodes Antipas, en la fiesta del día de su nacimiento, daba una cena a sus príncipes, y a los jefe de mil, y a los principales de Galilea; y entró danzando Salomé,[134] la hija de Herodías. Y su danza agradó a Herodes y a los que estaban con él a la mesa. Entonces el rey juró a la muchacha diciendo: Pídeme lo que quieras, hasta la mitad de mi reino, y yo te lo daré. Y saliendo ella, dijo a su madre: ¿Qué pediré? Y ella dijo: La cabeza de Juan el Bautista. 46Entonces, ella entró de prisa al rey, y pidió, diciendo: Quiero que ahora mismo me des en un plato la cabeza de Juan el Bautista. 47Y el 

rey se entristeció mucho; pero a causa del juramento, y de los que estaban con él a la mesa, no quiso desecharla. 48Y luego el rey, enviando a uno de la guardia, mandó que fuera traída su cabeza; el cual fue, y lo decapitó en la cárcel, y trajo su cabeza en un plato, y la dio a la muchacha, y la muchacha la dio a su madre. 49Y oyéndolo sus discípulos, vinieron y tomaron su cuerpo, y lo pusieron en un sepulcro; y fueron, y dieron las nuevas a Jesús. 

El hombre paralítico de Jerusalem (año 36 d.C.)

24Después de estas cosas, subió Jesús a Jerusalem a causa de una fiesta de los judíos. Y había en Jerusalem, cerca de la puerta de las ovejas,[135] un estanque, que en hebreo es llamado Betesda, el cual tiene cinco portales. 2En estos portales estaban tendidos una multitud de enfermos, ciegos, cojos, paralíticos, que estaban esperando el movimiento del agua. Porque un ángel descendía cada cierto tiempo al estanque, y removía el agua; y el que primero descendía en el estanque después del movimiento del agua, era sano de cualquier enfermedad que tuviera. 3Y estaba allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. Cuando Jesús vio a este echado allí, y entendió que llevaba mucho tiempo así, le preguntó: ¿Quieres ser sano? Señor, le respondió el enfermo, no tengo hombre que me meta en el estanque cuando el agua es movida; porque entre tanto que yo voy, otro antes que yo ya ha descendido. Le dijo Jesús: Levántate, toma tu camilla, y anda. Y luego aquel hombre fue sano, y tomó su camilla, y se fue. Y era día de reposo aquel día. 4Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: es día de reposo; no te es lícito llevar tu camilla. Les respondió: el que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu camilla y anda. Le preguntaron entonces: ¿Quién es el que te dijo: toma tu camilla y anda? Y el que había sido sanado no sabía quién era; porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 5Después lo halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. Él se fue, y avisó a los judíos, que Jesús era el que lo había sanado. Y por esta causa perseguían los judíos a Jesús, y procuraban matarlo, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 6Y Jesús les decía: Mi Padre hasta ahora obra, y yo obro. Por esto más procuraban los judíos matarlo, porque no sólo estaba libertando en el día de reposo, sino que también decía que Dios era su propio Padre, haciéndose igual a Dios. 7Respondió entonces Jesús, y les dijo: En verdad, en verdad les digo, no puede el Hijo hacer nada de sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que él hace, esto también hace el Hijo juntamente. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, para que ustedes se maravillen. 8Porque como el Padre levanta los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo juicio[136] dio al Hijo; para que todos honren al Hijo como honran al Padre. 9El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad, en verdad les digo, el que oye mi palabra, y cree al que me ha enviado, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, sino que pasó de muerte a vida. A partir de ahora vendrá el tiempo cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oigan vivirán. Porque como el Padre tiene vida en sí mismo, así dio también al Hijo que tenga vida en sí mismo; y también le dio poder de hacer juicio, por cuanto es el Hijo del hombre. 10No se maravillen de esto; porque vendrá la hora, cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno, saldrán a resurrección de vida; sin embargo, los que hicieron lo malo, a resurrección de condenación. No puedo yo de mí mismo hacer nada por mí mismo; de acuerdo con lo que oigo, así juzgo; y mi juicio es justo; porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió: la voluntad del Padre. 11Si yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio de mí; y sé que el testimonio que da de mí es verdadero. Ustedes enviaron a interrogar a Juan, y él dio testimonio de la verdad. Pero yo no tomo el testimonio de hombre; sino que digo estas cosas para que ustedes sean salvos. Él era antorcha que ardía y alumbraba; y ustedes en aquel tiempo quisieron gozarse en la luz de él. Pero yo tengo mayor testimonio que el de Juan. Las obras que el Padre me dio que cumpla, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, que el Padre me ha enviado. Y el que me envió, el Padre, él ha dado testimonio de mí. 12Ustedes nunca lo han oído, ni tampoco han visto su apariencia. Ni tienen su palabra morando en ustedes; porque al que él envió, a este ustedes no creen. Ustedes escudriñan las Escrituras, porque ustedes piensan que en ellas tienen la vida eterna; y son las mismas Escrituras que dan testimonio de mí. Pero no quieren venir a mí, para que tengan vida. Gloria de los hombres no recibo. Pero yo los conozco, que no tienen amor de Dios en ustedes. 13Yo he venido en nombre de mi Padre, y no me reciben; si otro viniera en su propio nombre, a aquel recibirán. ¿Cómo pueden ustedes creer, si reciben la gloria los unos de los otros, y no buscan la gloria del único Dios? 14No piensen que yo los tengo que acusar delante del Padre; Moisés es quien los acusa, en quien ustedes han esperado; porque si ustedes creyeran a Moisés, me creerían a mí; porque de mí escribió él. Pero si no creen a sus escritos, ¿cómo creerán a mis palabras?

Los doce regresan a Jesús; alimentación de los cinco mil (año 37 d.C. )

15Y los doce apóstoles se juntaron con Jesús, y le contaron todo lo que habían hecho, y lo que habían enseñado. Entonces, él dijo a los doce: Vengan aparte, a un lugar desierto; y reposen un poco. Porque eran muchos los que iban y venían, de modo que ni aun tenían tiempo para comer. Y fueron en un barco a un lugar aparte, al otro lado del mar de Galilea, que también es el mar de Tiberias, a un lugar desierto de la ciudad llamada Betsaida. Y cuando las gentes oyeron que estaba allí, lo siguieron a pie desde las ciudades porque veían las señales que hacía en los enfermos. Estaba cerca la pascua de los judíos. 16Y saliendo Jesús, vio un gran gentío, y tuvo compasión de ellos, porque los veía como ovejas sin pastor; y sanó a los que de ellos había enfermos. Y comenzó a enseñarles muchas cosas, hablándoles acerca del reino de Dios. Y cuando anochecía, subió Jesús aun monte, y se sentó allí con sus discípulos, los cuales le dijeron: El lugar es desierto, y el tiempo es ya avanzado; despide las gentes, para que se vayan por las aldeas, y se alojen, y compren para sí de comer. 17Y Jesús dijo: No tienen necesidad de irse. Denles ustedes de comer. Ellos le dijeron: ¿Qué vayamos y compremos pan por doscientos denarios,[137] y les demos de comer? Él les dijo: Vayan y vean cuántos panes tienen. Entonces le dijo uno de sus discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro: Un muchacho aquí tiene cinco panes de cebada y dos pececillos. ¿Pero qué es esto entre tantos? 18Entonces dijo a Felipe: ¿De dónde compraremos pan para que coman estos? Pero esto decía para probarlo; porque él sabía lo que había de hacer. Y respondiendo Felipe dijo: Doscientos denarios de pan no les bastarían, para que cada uno de ellos tome un poco. Y había mucha hierba verde en aquel lugar. Entonces Jesús dijo: Hagan sentar la gente por grupos sobre la hierba; y lo hicieron así. Sentaron por grupos a las gentes de ciento en ciento y de cincuenta en cincuenta. Eran en número como cinco mil hombres, sin contar las mujeres y los niños. 19Y tomó Jesús aquellos cinco panes y los dos peces; y levantando los ojos al cielo, dio gracias y los bendijo. Luego los partió, y lo dio a los discípulos, y los discípulos a los que estaban sentados; cuanto querían. 20Y cuando fueron saciados, dijo a sus discípulos: Recojan los pedazos que han quedado, para que no se desperdicie nada. Recogieron, y llenaron doce cestas de pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. 21Aquellos hombres entonces, cuando vieron la señal que Jesús había hecho, decían: Este verdaderamente es el profeta que había de venir al mundo. Y entendiendo Jesús que vendrían para arrebatarlo, y volverlo el rey, volvió a retirarse al monte, él solo. 

Jesús y Pedro caminan sobre el agua (año 37 d.C.)

22Cuando anochecía, Jesús dijo a sus discípulos que entraran en el barco, para que fueran delante de él a la otra parte del lago, hacia Capernaum, entre tanto que él despedía a las gentes. Y descendieron sus discípulos al mar. 23Despedidas las gentes, subió Jesús al monte a orar; y cuando cayó la noche, estaba allí solo. Estaba muy oscuro, y Jesús no había venido con ellos. Y ya el barco estaba medio del mar, azotado por las olas; porque el viento era contrario Y vio Jesús que estaban siendo atormentados porque el viento les era contrario. 24Entonces a la cuarta vigilia de la noche, cuando ya habían remado veinticinco o treinta estadios,[138] Jesús fue a ellos andando sobre el mar alrededor. Y quería Jesús pasar junto a ellos, pero viéndolo sus discípulos andando sobre el mar, cerca del barco, se turbaron, y dijeron: !Un fantasma! Y dieron voces de miedo. Pero Jesús les habló, diciendo: Tengan fe y ánimo; soy yo, no tengan miedo. 25Entonces le respondió Pedro, y dijo: Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas. Y él dijo: Ven. Y descendiendo Pedro del barco, andaba sobre las aguas para ir a Jesús. Pero viendo el fuerte viento tuvo miedo; y comenzándose a hundir, dio voces, diciendo: Señor, sálvame. 26Y luego Jesús, extendiendo la mano, lo agarró, y le dijo: ¡Oh, hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?! Y con gusto lo recibieron en el barco. Cuando ellos entraron en el barco, se calmó el viento. 27Entonces los que estaban en el barco, estaban asombrados en gran manera, y maravillados en extremo, debido a que tampoco habían entendido el milagro de los panes, porque sus corazones estaban endurecidos. Entonces, vinieron y le mostraron reverencia, diciendo: Verdaderamente eres el Hijo de Dios. Y el barco llegó en seguida hacia donde iban, es decir, a Capernaum. 

Jesús enseña sobre la comunión con Dios por medio de su cuerpo y de su sangre en una sinagoga de Capernaum (Año 37 d.C.) (Jesús en Capernaum por cuarta vez)

28El día siguiente, la gente que estaba en la otra orilla del mar, en los lados de Galilea, cuando vio que no había allí otro barco sino uno, y que Jesús no había entrado con sus discípulos en él, sino que sus discípulos se habían ido solos, y que también otros barcos habían ido desde los lados de Galilea hasta el lugar donde habían comido el pan después de que el Señor hubo dado gracias; cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni sus discípulos, entraron ellos en los barcos, y volvieron a Galilea; y fueron a Capernaum buscando a Jesús29Y hallándolo en la otra parte del mar, en los lados de Galilea, le dijeron: Maestro, ¿cuándo llegaste aquí? Les respondió Jesús, y dijo: En verdad, en verdad les digo, que me buscan, no porque han visto las señales, sino porque comieron el pan y se saciaron. Trabajen no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del hombre les dará; porque a este señaló el Padre, el cual es Dios. 30Y le dijeron: ¿Qué debemos hacer para obrar conforme a la voluntad de Dios? Respondió Jesús, y les dijo: Esta es la obra de Dios, que crean en el que él ha enviado. Le dijeron entonces: ¿Qué señal haces tú, para que veamos, y te creamos? ¿Qué obras? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito: Pan del cielo les dio a comer.[139] 31Y Jesús les dijo: En verdad, en verdad les digo, Moisés no les dio el pan del cielo; pero mi Padre les da el verdadero pan del cielo. Porque el pan de Dios es aquel que descendió del cielo y da vida al mundo. 32Y le dijeron: Señor, danos siempre ese pan. Y Jesús les dijo: Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás. Pero les he dicho, que aunque me han visto, no creen. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí; y el que a mí viene, no lo echo fuera. Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió, del Padre: que todo lo que me da, no pierda nada de ello, sino que lo resucite en el último día. 33Y esta es la voluntad del que me ha enviado: que todo aquel que ve al Hijo, y cree en él, tenga vida eterna; y yo lo resucitaré en el último día. Entonces los judíos murmuraban de él, porque había dicho: Yo soy el pan que descendí del cielo. Y decían: ¿No es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo dice este: He descendido del cielo? Y Jesús respondió, y les dijo: no murmuren entre ustedes. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no lo trae; y yo lo resucitaré en el último día. 34Escrito está en los profetas: “Y serán todos enseñados por Dios.[140] Así que, todo aquel que oyó del Padre, y aprendió de él, viene a mí. No que alguno haya visto al Padre, sino aquel que vino de Dios, este ha visto al Padre. En verdad, en verdad les digo: el que cree en mí, tiene vida eterna. 35Yo soy el pan de vida. Los padres de ustedes comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él coma, no muera. Yo soy el pan vivo que ha descendido del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. 36Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede este darnos a comer su carne? Y Jesús les dijo: En verdad, en verdad les digo, si no comen la carne del Hijo del hombre, y beben su sangre,[141] no tendrán vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo lo voy a resucitar en el último día. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. 37El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como sus padres que comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente.38Estas cosas dijo en la sinagoga, enseñando en Capernaum. Y muchos de sus discípulos oyéndolo, dijeron: Dura es esta palabra; ¿Quién la puede oír? Y sabiendo Jesús en sí mismo que sus discípulos murmuraban de esto, les dijo: ¿Esto los hace dudar? Entonces, ¿qué, si vieran al Hijo del hombre subiendo a donde estaba primero? El espíritu es el que da vida; la carne no beneficia en nada; las palabras1 que yo les he hablado, es espíritu y es vida. 39Pero hay algunos de ustedes que no lo creen. Porque Jesús desde el principio sabía quiénes eran los que no creían, y quién lo iba a entregar. Y dijo: por eso les he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuera dado del Padre. 40Desde entonces, muchos de sus discípulos volvieron atrás, y ya no andaban con él. Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Quieren ustedes irse también? Y le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras1 de vida eterna. Y nosotros creemos y conocemos que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. 41Jesús le respondió: ¿No los he escogido yo a ustedes los doce? Y uno de ustedes es diablo. Dijo esto por causa de Judas Iscariote, hijo de Simón Iscariote, porque este, siendo uno de los doce, era el que próximamente lo iba a entregar. 

Jesús en Genezaret (año 37 d.C.)

42Vinieron luego a tierra de Genezaret, y tomaron puerto. Y saliendo ellos del barco, la gente reconoció a Jesús. Y cuando lo reconocieron los hombres de aquel lugar, enviaron por toda aquella tierra alrededor, y trajeron a él todos los enfermos; y donde quiera que entraba, en aldeas, o ciudades, o heredades, ponían en las calles a los que estaban enfermos, y le rogaban que les permitiera tocar siquiera el borde de su vestido; y todos los que lo tocaban quedaban sanos. 

Herodes oye la fama de Jesús (año 37 d.C.)

 43En aquel tiempo Herodes el tetrarca oyó la fama de Jesús porque su nombre se había hecho notorio, y estaba confundido, porque algunos decían: Juan ha resucitado de los muertos; otros decían: Elías ha aparecido; y otros decían: Es alguno de los profetas antiguos que ha resucitado. Pero Herodes decía: A Juan yo hice decapitar; ¿Quién es este de quien yo oigo estas cosas? ¿Será este Juan el Bautista que ha resucitado de los muertos, y por eso operan en él estos poderes? Y procuraba ver a Jesús.

La mujer sirofenicia (año 37 d.C.)

44Y levantándose Jesús de allí, se fue a los términos de Tiro y de Sidón; y quiso que nadie lo supiera; pero no pudo esconderse. Porque una mujer, cuya hija tenía un espíritu inmundo, luego que oyó de él, vino y daba voces tras Jesús y sus discípulos. 45Y la mujer hablaba griego, pero era cananea, de nacionalidad sirofenicia; y clamaba diciendo: Señor, hijo de David, ten misericordia de mí, mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero él no le respondió palabra. Y entrando en casa, sus discípulos le rogaron, diciendo: Despáchala, porque da voces tras nosotros. 46Entonces Jesús dijo a la mujer: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Entonces ella vino, y se postró ante él, diciendo: Señor socórreme. Pero Jesús le dijo: Deja primero que se sacien los hijos, porque no es bueno tomar el pan de los hijos y echarlo a los perrillos. 47Y respondió ella, y le dijo: Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus señores, los hijos. Entonces le dijo: ¡Oh mujer, grande es tu fe! Sea hecho contigo como quieres. Por esta palabra, ve; el demonio ha salido de tu hija. Y fue sana su hija desde aquella hora. 48Y cuando fue a su casa, halló que el demonio había salido, y a su hija acostada sobre la cama.

Jesús sana a un sordo mudo y a las multitudes (año 37 d.C.)

49Y volviendo a salir de los términos de Tiro, vino a través de Sidón al mar de Galilea, y pasó a los territorios de Decápolis. Y subiendo al monte, se sentó allí. Y llegaron a él muchas gentes, que tenían consigo cojos, ciegos, mudos, mancos, y otros muchos enfermos; y los echaron a los pies de Jesús, y los sanó. 50Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándolo aparte de la gente, metió sus dedos en las orejas de él; y escupiendo, tocó su lengua. Entonces, mirando al cielo, suspiró, y le dijo: ¡Efata! que quiere decir “Sé abierto”. Y luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien. Y acostumbraba a mandar a las gentes a que no lo dijeran a nadie; pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. 51Y en gran manera se maravillaban, diciendo: Bien lo ha hecho todo; hace a los sordos oír, y a los mudos hablar. De manera que se maravillaban las gentes, viendo hablar a los mudos, a los mancos sanos, a los cojos andar, y a los ciegos ver; y glorificaron al Dios de Israel.

Alimentación de los cuatro mil hombres (año 37 d.C.)

52Y en aquellos días, Jesús llamó a sus discípulos, y les dijo: Tengo compasión de la multitud, porque ya hace tres días que están conmigo, y no tienen qué comer; y si los enviara en ayunas a sus casas, se desmayarán en el camino; porque algunos de ellos han venido de lejos. Y sus discípulos le respondieron: ¿De dónde obtendríamos tantos panes para saciar a esta gran multitud aquí en el desierto? 53Y les preguntó: ¿Cuántos panes tienen? Y ellos dijeron: Siete. Entonces mandó a la multitud que se recostara[142] en tierra; y tomando los siete panes, habiendo dado gracias, partió, y dio a sus discípulos para que los pusieran delante de la multitud; y lo hicieron así. Tenían también unos pocos pececillos, y los bendijo; y mandó que también los pusieran delante de las gentes. Y comieron, y se saciaron; y levantaron de los pedazos que habían sobrado, siete canastas. 54Y eran los que comieron, como cuatro mil hombres, sin contar las mujeres y los niños; y los despidió. Después de esto, entrando en el barco con sus discípulos, vino a las partes de Magdala.

La levadura de los fariseos (año 37 d.C.)

55Y habiendo venido sus discípulos a la otra parte del lago, se habían olvidado de traer pan, y tenían solamente uno. Y Jesús les mandó, diciendo: Miren, guárdense de la levadura de los fariseos, de los saduceos y de Herodes. Y ellos pensaban dentro de sí, y hablaban entre ellos, diciendo: Esto dice porque no trajimos pan. Y entendiéndolo Jesús, les dijo: ¿Por qué piensan dentro de ustedes, hombres de poca fe, y discuten que no trajeron pan? ¿No entienden ni comprenden aún, ni se acuerdan de los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas cestas alzaron? ¿Ni de los siete panes entre cuatro mil, y cuántas canastas tomaron? ¿Teniendo ojos no ven, y oídos y no oyen, ni recuerdan? ¿Todavía está endurecido el corazón de ustedes? Cuando partí los cinco panes entre los cinco mil, ¿cuántas cestas llenas de pedazos recogieron? Y ellos dijeron: Doce. Y cuando partí los siete panes entre los cuatro mil, ¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron? Y ellos dijeron: Siete. Y les dijo Jesús: ¿Cómo es que no entienden que no es por el pan que les dije que se guarden de la levadura de los fariseos y de los saduceos y de Herodes? Entonces entendieron que no les había dicho que se guardaran de la levadura de pan, sino de la doctrina de los fariseos y de los saduceos y de Herodes. 

Lista de las mujeres que servían a Jesús con sus bienes

56Y sucedió después, que él caminaba por todas las ciudades y aldeas, predicando y anunciando el evangelio del reino de Dios, y los doce con él, y algunas mujeres que habían sido curadas de malos espíritus y de enfermedades; María, que se llamaba Magdalena, de la cual habían salido siete demonios, y Juana, mujer de Cuza, administrador de Herodes, y Susana, y otras muchas que le servían de sus bienes. 

El hombre siego de Betsaida que ve los hombres como árboles (año 37 d.C.)

57Vino a Betsaida; y le trajeron un ciego, y le rogaron que lo tocara. Entonces, tomando la mano del ciego, lo sacó fuera de la aldea; y habiendo escupido en sus ojos, le puso las manos encima, y le preguntó si veía algo. Y él, mirando, dijo: Veo los hombres, porque veo que andan como árboles. Luego le puso otra vez las manos sobre sus ojos, e hizo que mirara; y fue restablecido, y vio de lejos y claramente a todos. Y lo envió a su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas a nadie en la aldea.

Pedro recibe la revelación de que Jesús es el Cristo. Declaración del ministerio de la circuncisión de Pedro (año 37 d.C.)

58Estaba Jesús orando aparte,  sus discípulos se reunieron alrededor de él; y salieron Jesús y sus discípulos por las aldeas de los lugares de Cesarea de Filipo; y habiendo venido, en el camino, preguntó Jesús a sus discípulos, diciendo: ¿Quién dicen los hombres que soy yo, el Hijo del hombre? Ellos dijeron: Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías, o alguno de los profetas antiguos que ha resucitado. Él les dijo: Y ustedes, ¿quién dicen que soy? 59Y respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Viviente. 60Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Dichoso eres, Simón, hijo de Jonás; porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú serás llamado Pedro,[143] y sobre esta roca[144] edificaré mi iglesia;[145] y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que ates en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desates en la tierra será desatado en los cielos. Entonces él, rigurosamente, mandó a sus discípulos que a nadie dijeran que él era el Cristo.

Jesús anuncia su muerte por primera vez (año 37 d.C.)

61Desde aquel tiempo comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalem, y padecer mucho de los ancianos, y de los principales sacerdotes, y de los escribas; y ser muerto, y resucitar al tercer día; diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre padezca muchas cosas, y sea desechado de los ancianos, y de los principales sacerdotes, y de los escribas, y que sea muerto, y resucite al tercer día. Esto decía claramente. 62Entonces Pedro, tomándolo aparte, comenzó a aconsejarlo en contra, diciendo: Señor, ten compasión de ti; en ninguna manera te suceda esto. 63Entonces él, volviéndose, y mirando a los discípulos, dijo a Pedro: Camina detrás de mí, satanás. Estás siendo una trampa en mi camino; porque no estás pensando en las cosas de Dios, sino en la cosas de los hombres. 

La transfiguración (año 37 d.C.). Jesús anuncia su muerte por segunda vez

64Y sucedió que seis días después de estas palabras, tomó a Pedro, a Juan y a Jacobo, y subió a un monte alto a orar. Y entre tanto que oraba, la apariencia de su rostro se hizo otra: resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos se hicieron blancos como la luz. Y mira dos varones que hablaban con él, los cuales eran Moisés y Elías; que aparecieron llenos de gloria, y hablaban acerca de la muerte de Jesús, la cual próximamente cumpliría en Jerusalem. 65Pedro, y los que estaban con él, estaban cargados de sueño; y cuando despertaron, vieron la gloria de Jesús, y a aquellos dos varones que estaban con él. Y sucedió, que apartándose ellos de él, respondiendo Pedro, dijo a Jesús: Señor, bueno es para nosotros que estemos aquí; si quieres, haremos aquí tres tiendas; una para ti, una para Moisés, y otra para Elías. Pero Pedro no sabía lo que decía, porque todos ellos estaban atemorizados. 66Y estando aún él hablando, vino una nube de luz que les hizo sombra, y los cubrió; y tuvieron temor al entrar en la nube. Entonces habló una voz desde la nube, que dijo: Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia; a él oigan. 67Oyendo esto los discípulos, cayeron sobre sus rostros, y temieron en gran manera. Entonces Jesús acercándose a ellos, los tocó, y les dijo: Levántense, y no teman. Y alzando ellos sus ojos, a nadie vieron, sino solamente a Jesús. Y mientras descendían del monte, les mandó Jesús, diciendo: No digan a nadie la visión, hasta que el Hijo del hombre resucite de los muertos. Y guardaron la palabra entre ellos, y discutían qué sería aquello sobre el resucitar de los muertos. 68Entonces sus discípulos le preguntaron, diciendo: ¿Por qué dicen los escribas que es necesario que Elías venga primero? Y respondiendo Jesús, les dijo: A la verdad, Elías había de venir primero para restaurar todas las cosas. Pero, ¿qué está escrito acerca del Hijo del hombre: acerca de que padecerá mucho y sea tenido en nada? 69Les digo, que ya Elías vino, y no lo reconocieron; antes, hicieron con él todo lo que quisieron, como está escrito de él. De la misma manera, también el Hijo del hombre padecerá de ellos. Los discípulos entonces entendieron, que les habló de Juan el Bautista. Y ellos callaron; y por aquellos días no dijeron nada a nadie de lo que habían visto.

Jesús sana a un joven endemoniado (año 37 d.C.)

70Y sucedió al día siguiente, cuando descendieron ellos del monte, que gran multitud les salió al encuentro: Cuando vino a los discípulos, vio una gran multitud alrededor de ellos, y a escribas que discutían con ellos. Y luego toda la gente, viéndolo, se asombraron, y corriendo a él, lo saludaron. 71Y les preguntó Jesús: ¿Qué discuten con ellos? Y respondiendo uno de la multitud, dijo: Maestro, traje a ti mi hijo, que es lunático y sufre de muy mala manera. Porque muchas veces cae en el fuego, y otras veces en el agua; porque un espíritu mudo lo toma, y de repente da gritos, y lo sacude violentamente. Donde quiera que lo toma, lo despedaza; y echa espumarajos, y cruje los dientes, y se está secando. Con dificultad se aparta de él, quebrantándolo. Lo traje a tus discípulos y les rogué que lo echaran fuera, y no pudieron; no lo han podido sanar. Ten misericordia; te ruego que lo veas, Señor, porque es el único que tengo. 72Y respondiendo él, les dijo: ¡Oh generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con ustedes? ¿Hasta cuándo los tengo que soportar? Tráiganmelo aquí. Y se lo trajeron; y cuando el espíritu vio a Jesús, sacudió con convulsiones violentas al muchacho; y cayendo en tierra, se revolcaba, echando espumarajos. 73Visto esto, Jesús preguntó a su padre: ¿Desde cuándo le sucede esto? Y él dijo: Desde niño. Muchas veces lo echa en el fuego y en el agua, para matarlo; pero, si puedes hacer algo, ten misericordia de nosotros, y ayúdanos. 74Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible. Entonces el padre del muchacho dijo clamando: Creo; ayuda mi incredulidad. Y cuando Jesús vio que la multitud se agolpaba, echó fuera al espíritu inmundo, diciéndole: Espíritu mudo y sordo, yo te mando, sal de él, y no entres más en él. Y el espíritu clamando, y desgarrándolo mucho, salió; y el muchacho quedó como muerto, de modo que muchos decían: Está muerto. Pero Jesús, tomándolo de la mano, lo enderezó, y lo levantó; luego, lo devolvió a su padre. 75Y todos se maravillaban de la grandeza de Dios. Y cuando él entró en casa, sus discípulos le preguntaron aparte: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Y Jesús les dijo: Por la incredulidad de ustedes. 76Y dijeron los apóstoles al Señor: Auméntanos la fe. Entonces el Señor dijo: si tuvieran fe como un grano de mostaza, dirían a este árbol sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar, y los obedecería; o a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasaría; y nada les sería imposible. Pero este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno.

Jesús anuncia su muerte por tercera vez (año 37 d.C.)

77Habiendo salido de allí, caminaron por Galilea. Y no quería que nadie lo supiera; porque enseñaba a sus discípulos, y les decía: Pongan dentro de los oídos de ustedes estas palabras: el Hijo del hombre será entregado en manos de hombres, y lo matarán; pero al tercer día resucitará. Y ellos se entristecieron en gran manera. Y no entendían esta palabra, y tenían miedo preguntarle.

Petición de Salomé, madre de Jacobo y de Juan

78Entonces, se le acercó Salomé,[146] la madre de los hijos de Zebedeo, con sus dos hijos, Jacobo y Juan, y postrándose ante él, le dijo: Maestro, quisiera que me concedas algo. Y él le dijo: ¿Qué quieres? Ella le dijo: Ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu mano derecha, y el otro a tu izquierda; y sus dos hijos consentían en esta petición. 79Y Jesús, respondiendo, dijo: No saben lo que están pidiendo. De un vaso he de beber y de un bautismo tengo que ser bautizado; y, ¡cuánto me estoy angustiando hasta que sea hecho! ¿Pueden beber del vaso que yo he de beber, y ser bautizados del bautismo del que yo seré bautizado? Y ellos le dijeron: Podemos. Y él les dijo: A la verdad de mi vaso beberán, y del bautismo de que yo seré bautizado, serán bautizados; pero el sentarlos a mi mano derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está preparado por mi Padre. 

 Jesús dijo quién es el mayor en el reino de los cielos en Capernaum (año 37 d.C.) (Jesús en Capernaum por quinta vez)

25Y cuando los diez oyeron esto, se enojaron con los dos hermanos. Y hubo discusión en el camino sobre cuál de ellos sería el mayor. Entonces, llegaron a Capernaum; y estando en casa, Jesús les preguntó: ¿Qué discutían entre ustedes en el camino? Pero ellos callaron; porque los unos con los otros habían discutido quién había de ser el mayor. 2Entonces, decidieron preguntarle diciendo: ¿Quién es el mayor en el reino de los cielos? Y sabiendo los razonamientos del corazón de ellos, se sentó, y llamó a los doce, y les dijo: En verdad les digo, que si no se vuelven, y se hacen como niños, no entrarán en el reino de los cielos. 3Si alguno quiere ser el primero, sea el último de todos, y el servidor de todos. Y tomó a un niño y lo puso junto a él, en medio de ellos, y tomándolo luego en sus brazos, les dijo: Cualquiera que se humille como este niño, ese es el mayor en el reino de los cielos. Porque el que es el más pequeño entre ustedes, ese es el más grande. El que reciba en mi nombre a uno de estos niños, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, no me recibe a mí, recibe al que me envió. Asimismo, el que los recibe a ustedes, a mí me recibe; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió. 6El que recibe a un profeta solo porque es conocido como alguien que verdaderamente es profeta, recompensa de profeta recibirá; y el que recibe a un justo solo porque es conocido como alguien que verdaderamente es justo, recompensa de justo recibirá. 7Y cualquiera que le dé un vaso de agua fría en mi nombre a uno de estos pequeñitos, solo porque es de Cristo, en verdad les digo que no perderá su recompensa. Ustedes saben que los príncipes de los gentiles se enseñorean sobre ellos; y los que son grandes, que ejercen sobre ellos potestad, son llamados bienhechores. Pero en cuanto a ustedes, no sea así; antes el que quiera ser el mayor entre ustedes, sea servidor, así como el más joven; y el que quiera ser primero y dirigir, sea servidor de todos, así como el que sirve. Porque, ¿cuál es mayor, el que se sienta a la mesa, o el que sirve? ¿No es el que se sienta a la mesa? Y Yo estoy entre ustedes como el que sirve. 8Porque el Hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. 9Y le respondió Juan, diciendo: Maestro, hemos visto a uno que en tu nombre echaba fuera los demonios, el cual no nos sigue; y se lo prohibimos, porque no nos sigue. 10Y Jesús dijo: No se lo prohíban; porque ninguno hay que haga milagro en mi nombre que luego pueda decir mal de mí. Porque el que no es contra nosotros, con nosotros es. 

Advertencia en contra de ser piedra de tropiezo para un creyente

11Cualquiera que haga tropezar a uno de estos pequeñitos que creen en mí, mejor le fuera que se le ate una piedra de molino de asno al cuello, y que se le arroje al mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! Imposible es que no vengan los tropiezos; pero, ¡Ay de aquel por quien vienen! Por tanto, si tu mano te es ocasión de caer, córtala y échala de ti; mejor te es entrar a la vida manco, que teniendo dos manos e ir al Gehena,[147] al fuego que no puede ser apagado; donde su gusano no muere, y el fuego nunca se apaga.[148] 12Y si tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; porque mejor te es entrar a la vida cojo, que teniendo dos pies y ser echado al Gehena, al fuego eterno que no puede ser apagado; donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. 13Y si tu ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar al reino de Dios con un ojo, que teniendo dos ojos y ser echado al Gehena; donde el gusano de ellos no muere, y el fuego nunca se apaga. Porque todos serán salados con fuego, como todo sacrificio es salado con sal.

Enseñanza de Jesús sobre la sal

14Buena es la sal. Ustedes son la sal de la tierra, pero si la sal pierde su sabor, ¿con qué volverá la sal a ser salada? Ya en nada sirve. No es útil ni para la tierra ni para el muladar;[149]sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Tengan en ustedes mismos sal; y tengan paz los unos con los otros. El que tiene oídos para oír, que oiga.

Cómo juzgar con desacuerdos entre creyentes

15Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve, y convéncelo, estando solamente ustedes; si te oye, has ganado a tu hermano. Pero si no te oye, toma aún contigo uno o dos, para que en boca de dos o de tres testigos conste toda palabra. Y si no oye aellos, dilo a la iglesia; y si no oye a la iglesia, considéralo un gentil y publicano. 16En verdad les digo que todo lo que aten en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desaten en la tierra, será desatado en el cielo. 17Otra vez les digo, que si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra, acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecho por mi Padre que está en los cielos. Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy en medio de ellos. 18Entonces Pedro, acercándose a él, le dijo: Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano cuando peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús ledijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete. Si siete veces al día peca contra ti, y siete veces al día vuelve, diciendo: He cambiado de mentalidad; perdónalo.

Enseñanza sobre los dos hombres deudores

19Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que quiso hacer cuentas con sus siervos. Y comenzando ahacer cuentas, le fue presentado uno que le debía diez mil talentos.[150] Pero a este, no pudiendo pagar, mandó su señor venderlo, y a su mujer e hijos, con todo lo que tenía, para que se le pagara la deuda. Entonces aquel siervo, postrado, le suplicaba diciendo: Señor, ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. El señor, movido a misericordia hacia aquelsiervo, lo soltó y le perdonó la deuda. 20Y saliendo aquel siervo, halló a uno de sus consiervos, que le debía cien denarios; y agarrándolo, lo ahogaba, diciendo: Págame lo que me debes. Entonces su consiervo, postrándose a sus pies, le rogaba, diciendo: Ten paciencia conmigo, y yo te lo pagaré todo. 21Pero él no quiso; sino que fue, y lo echó en la cárcel hasta que le pagara la deuda. Y viendo sus consiervos lo que pasaba, se entristecieron mucho, y viniendo, declararon a suseñor todo lo que había pasado. 22Entonces llamándolo su señor, le dijo: Siervo malvado, toda aquella deuda te perdoné,porque me rogaste. ¿No te convenía también a ti tener misericordia de tu consiervo, como también yo tuve misericordia de ti? 23Entonces su señor, enojado, lo entregó a los verdugos, hasta que pagara todo lo que le debía. Así también hará conustedes mi Padre celestial, si no perdonan desde sus corazones cada uno a su hermano sus ofensas.

Jesús paga el impuesto en Capernaum (año 37 d.C.)

24En aquel tiempo aun estando en Capernaum, vinieron a Pedro los que cobraban las dos dracmas, y dijeron: ¿El Maestro de ustedes no paga las dos dracmas? Él dijo: Sí. Y entrando él en casa, Jesús le habló primero, diciendo: ¿Qué te parece, Simón? Los reyes de la tierra, ¿de quién cobran los tributos o el censo? ¿De sus hijos o de los otros? Pedro le contestó: De los otros. Jesús le dijo: Luego los hijos quedan libres de pagar el tributo. 25Pero para no provocarlos, ve a el mar, y echa el anzuelo, y el primer pez que pesques, tómalo, y cuando abras su boca, hallarás un estatero;[151] tómalo, y dáselo por mí y por ti. 

Jesús decide subir a Jerusalem (año 37 d.C.)

26Y andaba Jesús en Galilea; pues no quería andar en Judea, porque los judíos procuraban matarlo. Estaba cerca la fiesta de los judíos, la fiesta de los tabernáculos.[152] Y le dijeron sus hermanos: Pásate de aquí, y vete a Judea, para que también tus discípulos vean las obras que haces; porque ninguno que procura darse a conocer, hace algo ocultamente. Si estas cosas haces, manifiéstate al mundo; porque ni aun sus hermanos creían en él. 27Les dijo entonces Jesús: Mi tiempo señalado aún no ha venido; pero el tiempo de ustedes siempre está preparado. No puede el mundo aborrecerlos a ustedes; pero a mí me aborrece, porque yo doy testimonio contra él, que sus obras son malas. Ustedes suban a esta fiesta; yo no subo aún a esta fiesta, porque mi tiempo aún no se ha cumplido. Y habiéndoles dicho esto, se quedó en Galilea. 28Pero sucedió que llegó el tiempo de completar los días en que él había de ser recibido arriba, y afirmó su rostro para ir a Jerusalem. Como sus hermanos ya habían subido, entonces él también decidió ir a la fiesta, pero no manifiestamente, sino como en secreto. 

Jesús sana a diez hombres leprosos

29Y sucedió que, yendo él a Jerusalem, iba pasando entre Galilea y Samaria. Y entrando en una aldea, le vinieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejos, y alzaron la voz, diciendo: Jesús, maestro, ten misericordia de nosotros. Y cuando él los vio, les dijo: Vayan y muéstrense a los sacerdotes. 30Y sucedió, que yendo ellos, fueron limpios. Entonces uno de ellos, cuando vio que estaba limpio, volvió, glorificando a Dios a gran voz; y se postró sobre su rostro a sus pies, dándole gracias; y este era samaritano. 31Y respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpios? Y los otros nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviera y diera gloria a Dios sino este extranjero? Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.

Jesús es rechazado en Samaria

32Y envió Jesús mensajeros delante de él a Samaria, los cuales fueron y entraron en una ciudad de los samaritanos, para hacerle preparativos. Pero no los recibieron, porque su rostro era de ir camino a Jerusalem. 33Y viendo esto sus discípulos Jacobo y Juan, dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo, y los consuma, como hizo Elías? Entonces volviéndose él, los reprendió, diciendo: Ustedes no saben de qué espíritu son. El Hijo del hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea.

Jesús envía a setentas discípulos a predicar

34Y después de estas cosas, designó el Señor a setenta discípulos, los cuales envió de dos en dos delante de sí, a toda ciudad y lugar a donde él había de ir. 35Y les dijo: La mies[153] a la verdad es mucha; sin embargo, los obreros son pocos. Por tanto, rueguen al Señor de la mies que envíe obreros a su mies. Vayan; miren yo les envío como corderos en medio de lobos; sean prudentes como serpientes, y sencillos como palomas. No lleven bolsa, ni alforja, ni calzados;[154]y a nadie saluden en el camino. En cualquier casa donde entren, primeramente digan: paz sea a esta casa. Y si hubiera allí algún hijo de paz, la paz de ustedes reposará sobre él; y si no, se volverá a ustedes. Y permanezcan en aquella misma casa, comiendo y bebiendo lo que les den; porque el obrero digno es de su salario. No se pasen de casa en casa.[155] En cualquier ciudad donde entren y los reciban, coman lo que les pongan delante. Sanen los enfermos que en ella halla, y díganles: se ha acercado a ustedes el reino de Dios. Pero en cualquier ciudad donde entren, y no los reciban, saliendo por sus calles, digan: Aun el polvo que se nos ha pegado a nuestros pies, de la ciudad de ustedes, sacudimos contra ustedes. Pero sepan esto, que el reino de Dios se ha acercado a ustedes. Y yo les digo que para los de Sodoma será más tolerable aquel día, que para aquella ciudad.

Jesús en Jericó: Zaqueo se arrepiente

36Entonces vinieron a Jericó; e iban pasando, después de haber entrado. Y mira un varón llamado Zaqueo, el cual era el gobernador de los publicanos, y era rico, procuraba ver a Jesús; pero no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura. 37Y corriendo delante, se subió a un árbol sicómoro para verlo; porque había de pasar por allí. Y cuando vino a aquel lugar Jesús, mirando, lo vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que me quede en tu casa. 38Entonces él descendió de prisa, y lo recibió gozoso. Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador. 39Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: Mira, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, lo vuelvo cuadruplicado. Y Jesús dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.

Jesús devuelve la vista a Bartimeo

40Saliendo él de Jericó y sus discípulos y una gran multitud, Bartimeo el ciego, hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino mendigando, y junto a él otro ciego. Y oyendo la multitud que pasaba, preguntó qué era aquello; y le dijeron que pasaba Jesús el nazareno. Al oír que era Jesús el nazareno, comenzó a dar voces y a decir: Señor Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí. 41Y muchos lo reprendían, para que se callara; pero él daba mayores voces: Hijo de David, ten misericordia de mí. 42Entonces Jesús, deteniéndose, mandó a llamarlo; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. Él entonces, arrojando su capa, se levantó, y vino a Jesús; y con él, el otro ciego. Y respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieren que les haga? Y Bartimeo le dijo: Señor, que recobremos la vista. 43Y Jesús les dijo: Recíbanla, la fe de ustedes los ha salvado. Y luego recobraron la vista, y seguían a Jesús en el camino glorificando a Dios; y todo el pueblo cuando vio aquello, dio alabanza a Dios.

Enseñanza sobre los diez talentos

44Y prosiguió Jesús su camino, y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalem, y pensaban que el reino de Dios había de ser manifestado inmediatamente: El reino de los cielos es como un hombre noble que, partiendo a un país lejano para recibir un reino y volver, llamó a sus siervos, y les entregó sus bienes. 45A uno dio cinco talentos, a otro dos, y a otro uno; a cada uno conforme a su capacidad; y les dijo: negocien entre tanto que vengo. Luego, partió lejos. Pero sus conciudadanos lo aborrecían, y enviaron tras él una embajada diciendo: no queremos que este reine sobre nosotros. 46El que había recibido cinco talentos se fue, y trabajó con ellos, e hizo otros cinco talentos. Asimismo, el que había recibido dos, ganó también él otros dos. Pero el que había recibido uno, fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor. 47Y después de mucho tiempo, volvió después de haber recibido el reino el señor de aquellos siervos, e hizo cuentas con ellos, mandándolos a llamar para ver qué había negociado cada uno. 48Llegando el primero, el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: Señor, cinco talentos me entregaste; mira, otros cinco talentos he ganado sobre ellos. Y su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 49Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: Señor, dos talentos me entregaste; mira, otros dos talentos he ganado sobre ellos. Su señor le dijo: Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tu señor. 50Y llegó también el que había recibido un talento, diciendo: Señor, te conocía que eres hombre duro, que siegas donde no sembraste, y recoges donde no esparciste; y tuve miedo, y fui, y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo. 51Y respondiendo su señor, le dijo: Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré y que recojo donde no esparcí; por tanto, te convenía dar mi dinero a los banqueros, y viniendo yo, hubiera recibido lo que es mío con intereses. Quítenle el talento, y dénselo al que tiene diez talentos. Y le dijeron: Señor tiene diez talentos. Y les respondió: A cualquiera que tenga, se le dará, y tendrá más; y al que no tenga, aun lo que tiene le será quitado. Y al siervo inútil échenlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. 52También a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinara sobre ellos, tráiganlos aquí, y decapítenlos delante de mí. Dicho esto, iba Jesús a Jerusalem. 

Jesús enseñanza sobre el matrimonio

53Y llegando Jesús, vino a los territorios limítrofes de Judea, y cruzó al otro lado del Jordán.[156] Y lo siguió mucha gente, y los sanó allí. Y de nuevo les enseñaba como solía. Entonces se acercaron a él los fariseos, tentándole, diciendo: ¿Es lícito al hombre repudiar[157] a su mujer por cualquier causa?[158] Y él respondiendo, les dijo: ¿No han leído que el que los hizo al principio de la creación, varón y hembra los hizo, y dijo: Por tanto, el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y serán una carne?[159] Así que, no son ya más dos, sino una carne; por tanto, lo que Dios juntó, que no lo separe el hombre. 54Le dijeron: ¿Por qué entonces Moisés mandó dar carta de divorcio, y repudiarla? Les dijo: Por la dureza del corazón de ustedes Moisés les escribió este mandamiento, permitiéndoles dar carta de divorcio a sus mujeres; pero al principio no fue así. 55En casa los discípulos le preguntaron acerca del mismo asunto, y les habló diciendo: Yo les digo que cualquiera que repudia a su mujer, sin haberse ella prostituido,[160] y se casa con otra, está en adulterio; y el que se casa con la que ha sido repudiada de su marido, también está en adulterio. 56Le dijeron sus discípulos: Si así es la condición del hombre con su mujer, no conviene casarse. Entonces él les dijo: No todos son capaces de recibir esa palabra, sino aquellos a quienes es dado. 57Porque hay eunucos que nacieron así desde el vientre de su madre; y hay eunucos, que son hechos eunucos por los hombres; y hay eunucos, que se hicieron así mismos eunucos por causa del reino de los cielos; el que sea capaz de recibir esa palabra, que la reciba.

Jesús bendice a los niños mientras va a Jerusalem

58Y le presentaban niños para que pusiera las manos sobre ellos, y orara por ellos; pero los discípulos reprendían a los que los presentaban. Y viéndolo Jesús, se afligió. Y llamó a los discípulos, y les dijo: Dejen que los niños vengan a mí, y no se los impidan; porque de los tales es el reino de Dios. En verdad les digo, que el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y tomándolos en los brazos, poniendo las manos sobre ellos, los bendecía.

El joven rico que no siguió a Jesús

59Al salir él para seguir su camino hacia Jerusalem, vino uno corriendo, un principal, y se postró delante de él, y le preguntó diciendo: Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna? Y Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino sólo uno: Dios. Pero si quieres entrar en la vida, guarda los mandamientos. Y él dijo: ¿Cuáles? Jesús le respondió: Los mandamientos sabes: no asesinarás; no adulterarás; no hurtarás; no dirás falso testimonio; no defraudes; honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo. Y él dijo: Todas estas cosas he guardado desde mi juventud. ¿Qué más me falta? Y Jesús, cuando oyó esto, lo miró, y lo amó. Entonces le dijo: Si quieres ser perfecto, aun te falta una cosa: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; y ven, y sígueme, tomando tu cruz. 60Entonces él, oídas estas cosas, se ensombreció, y se llenó de tristeza; porque era muy rico, y se fue. Y viendo Jesús que se había entristecido mucho, dijo: ¡Cuán dificultosamente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! Porque más fácil es entrar un camello por el ojo de una aguja,[161] que un rico entrar en el reino de Dios. 61Y los que lo escuchaban, dijeron: ¿Y quién podrá ser salvo? Y él les dijo: Lo que es imposible para con los hombres, para Dios es posible. 62Entonces respondiendo Pedro, le dijo: Mira, nosotros hemos dejado todo, nuestras posesiones, y te hemos seguido; ¿Qué tendremos? 63Y Jesús les dijo: Ustedes son los que han permanecido conmigo en mis pruebas;yo les asigno un reino, como mi Padre me lo asignó a mí, para que coman y beban a mi mesa en mi reino, y se sienten sobre doce tronos juzgando a las doce tribus de Israel en la regeneración, cuando se siente el Hijo del hombre en el trono de su gloria. En verdad les digo, que no hay nadie que haya dejado casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, por causa del reino de Dios, de mi nombre y del evangelio, que no reciba ahora en este tiempo cien veces más casas, o hermanos, o hermanas, o padre, o madre, o mujer, o hijos, o tierras, con persecuciones; y en el siglo venidero, la vida eterna.

Los obreros de la viña que acuerdan trabajar por un denario

64Pero muchos primeros serán últimos, y muchos últimos serán primeros. Porque el reino de los cielos es semejante a un hombre, dueño de casa, que salió por la mañana a buscar obreros para su viña. Y habiendo acordado con los obreros un denario el día, los envió a su viña. Y saliendo cerca de la hora tercera, vio otros que estaban en la plaza ociosos; y les dijo: Vayan también ustedes a mi viña, y les daré lo que sea justo. Y ellos fueron. 65Salió otra vez cerca de las horas sexta y novena, e hizo lo mismo. Y saliendo cerca de la hora undécima, halló otros que estaban ociosos; y les dijo: ¿Por qué están aquí todo el día ociosos? Ellos le dijeron: Porque nadie nos ha contratado. Él les dijo: Vayan también ustedes a la viña, y recibirán lo que sea justo. 66Y cuando fue la tarde del día, el señor de la viña dijo a su mayordomo: Llama a los obreros y págales su trabajo, comenzando desde los últimos hasta los primeros. 67Y viniendo los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario. Y viniendo también los primeros, pensaron que habían de recibir más; pero también ellos recibieron cada uno un denario. 68Y tomándolo, murmuraban contra el señor de la casa, diciendo: Estos últimos sólo han trabajado una hora, y los has hecho iguales a nosotros, que hemos llevado la carga y el calor del día. 69Y él, respondiendo, dijo a uno de ellos: Amigo, no te hago agravio; ¿no acordaste conmigo por un denario? Toma lo que es tuyo, y vete. Pero quiero dar a este último, lo mismo que a ti. 

¿No me es lícito a mi hacer lo que quiero con lo mío? ¿O es malo tu ojo, porque yo soy bueno? Así, primeros serán últimos, y últimos serán primeros; porque muchos son llamados, pero pocos escogidos.

Jesús anuncia su muerte por cuarta vez

 70Mientras subían a Jerusalem, Jesús iba delante de ellos; y estaban asombrados, y lo seguían con miedo. En aquellos momentos, tomó Jesús a sus doce discípulos aparte en el camino, y comenzó a decirles nuevamente las cosas que le iban a suceder, diciendo: Miren, subimos a Jerusalem, y se cumplirán todas las cosas escritas por los profetas acerca del Hijo del hombre. El Hijo del hombre será entregado a los principales sacerdotes, y a los escribas, y lo condenarán a muerte, y lo entregarán a los gentiles; para que lo escarnezcan, y lo azoten; y escupirán en él; y después que lo hayan azotado, lo matarán crucificándolo; pero al tercer día resucitará. 71Pero ellos no entendían estas cosas, y esta palabra les era encubierta, y no entendían lo que el Señor les decía.

Jesús en Jerusalem en la fiesta de los tabernáculos. (año 37 d.C.)

26Llegó Jesús a Jerusalem. Y lo buscaban los judíos en la fiesta, y decían: ¿Dónde está aquel? Y había gran murmullo por causa de él entre la gente; porque unos decían: Es bueno; y otros decían: No lo es; antes, él engaña a las gentes. Pero ninguno hablaba abiertamente de él, por miedo de los judíos. 2Y a la mitad de la fiesta subió Jesús al templo de Dios, y enseñaba; y se maravillaban los judíos, diciendo: ¿Cómo sabe este letras, sin haber estudiado? Les respondió Jesús, y dijo: Mi doctrina no es mía, sino de aquel que me envió. El que quiera hacer su voluntad, conocerá de la doctrina si viene de Dios, o si yo hablo de mí mismo. El que habla de sí mismo, su propia gloria busca; pero el que busca la gloria del que lo envió, este es verdadero, y no hay en él injusticia. ¿No les dio Moisés la ley, y ninguno de ustedes cumple la ley? ¿Por qué procuran matarme? 3Respondió la gente, y dijo: Demonio tienes; ¿quién procura matarte? Jesús respondió, y les dijo: Una obra hice, y todos ustedes se maravillan. Es verdad, Moisés les dio la circuncisión (no porque sea de Moisés, sino de los padres); y en el día de reposo ustedes circuncidan al hombre. Si recibe el hombre la circuncisión en el día de reposo, para que la ley de Moisés no sea quebrantada, ¿se enojan conmigo porque en el día de reposo sané un hombre? No juzguen según lo que parece, sino juzguen con justo juicio.[162] 4Decían entonces unos de los de Jerusalem: ¿No es este al que buscan para matarlo? Miren, habla públicamente, y no le dicen nada. ¿Habrán entendido verdaderamente los principales que este es el Cristo? Sin embargo, sabemos de dónde es este; y cuando venga el Cristo, nadie sabrá de dónde sea. 5Entonces, clamó Jesús en el templo, enseñando y diciendo: A mí me conocen, y saben de dónde soy; y no he venido de mí mismo; pero el que me envió es verdadero, al cual ustedes no conocen. Yo lo conozco, porque estoy cerca de él, y él me envió. Entonces procuraban apresarlo; pero ninguno puso sus manos sobre él porque aún no había venido su hora. 6Y muchos del pueblo creyeron en él, y decían: El Cristo, cuando venga, ¿hará más señales que las que este hace?

Los fariseos envían subordinados a apresar a Jesús

7En el último y gran día de la fiesta, Jesús se puso de pie y alzó su voz diciendo: Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, ríos de agua viva correrán de su interior. (esto dijo del Espíritu que habían de recibir los que creyeran en él; porque aún no había venido el Espíritu Santo, porque Jesús no había sido aún glorificado) 8Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Entonces los fariseos le dijeron: Tú das testimonio de ti mismo; tu testimonio no es verdadero. Respondió Jesús, y les dijo: Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y adonde voy; pero ustedes no saben de dónde vengo, ni adónde voy. Ustedes juzgan según la carne; pero yo no juzgo a nadie. 9Y si yo juzgo, mi juicio es verdadero; porque no estoy solo, sino yo y el que me envió, el Padre. En la ley de ustedes está escrito que el testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo; y da testimonio de mí el que me envió, el Padre. Y le decían: ¿Dónde está tu Padre? Respondió Jesús: Ni a mí me conocen, ni a mi Padre; si a mí me conocieran, a mi Padre también conocerían. 10Estas palabras habló Jesús en el lugar de las ofrendas, enseñando en el templo. Y nadie lo apresó porque aún no había venido su hora. 11Entonces algunos de la multitud, oyendo estas palabras, decían: Verdaderamente este es el profeta. Otros decían: Este es el Cristo. Pero algunos decían: ¿De Galilea ha de venir el Cristo? ¿No dice la Escritura, que de la simiente de David, y de la aldea de Belem, de donde era David, vendrá el Cristo? Así que había disensión entre la gente acerca de él. 12Y algunos querían apresarlo, pero ninguno alzó su mano. Los fariseos oyeron a la gente que murmuraba de él estas cosas; y los principales sacerdotes y los fariseos enviaron subordinados[163] a que lo apresaran. Y Jesús dijo: Aun un poco de tiempo estaré con ustedes, y luego iré al que me envió. Me buscarán, y no me hallarán; y donde yo estaré, ustedes no podrán venir. 13Entonces los judíos dijeron entre ellos: ¿A dónde se ha de ir este que no lo hallaremos? ¿Se ha de ir a los esparcidos entre los griegos, a enseñar a los griegos? ¿Qué dicho es este que dice: me buscarán, y no me hallarán; y donde yo estaré, ustedes no podrán venir? 14Y les dijo otra vez Jesús: Yo me voy, y me buscarán, pero en sus pecados morirán; adonde yo voy, ustedes no pueden venir. Decían entonces los judíos: ¿Ha de matarse así mismo, que dice: A donde yo voy, ustedes no pueden venir? Y les decía: Ustedes son de abajo, yo soy de arriba; ustedes son de este mundo, yo no soy de este mundo. 15Por eso les dije que morirán en sus pecados; porque si no creen que Yo soy, en sus pecados morirán. Y le decían: ¿Tú quién eres? Entonces Jesús les dijo: El que desde el principio les he dicho. 16Muchas cosas tengo que decir y juzgar de ustedes; pero el que me envió, es verdadero; y yo, lo que he oído de él, esto hablo en el mundo. Pero no entendieron que él les hablaba del Padre. 17Entonces, les dijo Jesús: Cuando ustedes exalten al Hijo del hombre, entonces entenderán que Yo soy, y que nada hago por mí mismo; sino que como el Padre me enseñó, esto hablo. Porque el que me envió, conmigo está: no me ha dejado solo el Padre; porque yo, lo que a él agrada, hago siempre. Hablando estas cosas, muchos creyeron en él. 

Los subordinados regresan a los sacerdotes y a los fariseos

18Y los subordinados vinieron a los principales sacerdotes y a los fariseos; y ellos les dijeron: ¿Por qué no lo trajeron? Los subordinados respondieron: Nunca hombre ha hablado así como este hombre. Entonces los fariseos les respondieron: ¿Están también ustedes engañados? ¿Ha creído en él alguno de los principales, o de los fariseos? Pero estos simples que no saben la ley, son malditos. 19Les dijo Nicodemo: (el que vino a él de noche, el cual era uno de ellos ) ¿Juzga nuestra ley a hombre, si primero no lo oye, y entiende lo que ha hecho? Respondieron y le dijeron: ¿Eres tú también galileo? Escudriña y ve que de Galilea nunca se levantó profeta. Y se fue cada uno a su casa. Y Jesús se fue al monte de los olivos.

La mujer adúltera que es perdonada por Jesús

20Volvió Jesús al templo al salir el sol, y todo el pueblo vino a él; y sentado él, les enseñaba. Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer hallada en adulterio; y poniéndola en medio, le dijeron: Maestro, esta mujer ha sido tomada en el mismo hecho, adulterando; y en la ley Moisés nos mandó apedrear[164] a las tales; tú, ¿qué dices? Pero esto decían tentándolo, para poder acusarlo. 21Pero Jesús, inclinado hacia abajo, escribía en tierra con el dedo. Y como insistían en preguntarle, se enderezó, y les dijo: El que de ustedes esté sin pecado, sea el primero en arrojar contra ella la piedra.[165]Y se volvió a inclinar hacia abajo, y escribía en tierra. 22Oyendo esto, cada uno de los judíos se salía uno a uno, comenzando desde los más ancianos hasta los últimos; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 23Y enderezándose Jesús, y no viendo a nadie más que a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Y ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. 

Jesús le dice a los judíos asesinos que son hijos del diablo

24Y decía Jesús a los judíos que habían creído en él: Si ustedes permanecen en mi palabra, serán verdaderamente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los libertará. Y le respondieron: Hijos de Abraham somos, y jamás hemos sido esclavos de nadie; ¿Cómo dices tú: serán libres? 25Jesús les respondió: En verdad, en verdad les digo, que todo aquel que peca constantemente, es esclavo del pecado. Y el esclavo no queda en casa para siempre; el hijo queda para siempre. Así que, si el Hijo los liberta, serán verdaderamente libres. 26Sé que ustedes son hijos de Abraham, pero procuran matarme, porque mi palabra no cabe en ustedes. Yo hablo lo que he visto cerca del Padre; y ustedes hacen lo que han oído cerca del padre de ustedes. Respondieron y le dijeron: Nuestro padre es Abraham. 27Les dijo Jesús: Si fueran hijos de Abraham, las obras de Abraham harían. Pero ahora procuran matarme, hombre que les he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; Abraham no hizo esto. Ustedes hacen las obras del padre de ustedes. Le dijeron entonces: Nosotros no somos nacidos de fornicación;[166] un padre tenemos, el cual es Dios. 28Jesús les dijo: Si el padre de ustedes fuera Dios, ciertamente me amarían; porque yo de Dios he salido, y he venido; porque no he venido por mí mismo, sino que él me envió. ¿Por qué no entienden mi manera de hablar? Porque no pueden oír mi palabra. Ustedes son del padre de ustedes, el diablo, y los deseos del padre de ustedes quieren cumplir. Él, homicida ha sido desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de lo suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. Y porque yo digo verdad, no me creen. ¿Quién de ustedes me convence de pecado? Porque si digo verdad, ¿por qué ustedes no me creen? El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oyen ustedes, porque no son de Dios. 

Jesús da a entender que es mayor que Abraham

29Respondieron entonces los judíos, le dijeron: ¿No decimos bien nosotros, que tú eres samaritano, y tienes demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio, antes honro a mi Padre; y ustedes me han deshonrado. Y no busco mi gloria; hay quien la busque, y juzgue. 30En verdad, en verdad les digo, que el que guarde mi palabra, no verá muerte para siempre. Entonces los judíos le dijeron: ahora conocemos que tienes demonio. Abraham murió, y los profetas, y tú dices: el que guarde mi palabra, no gustará muerte para siempre. 31¿Eres tú mayor que nuestro padre Abraham, el cual murió? Y los profetas murieron: ¿Quién te haces a ti mismo? Respondió Jesús: si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria es nada; mi Padre es el que me glorifica; el que ustedes dicen que es el Dios de ustedes; y no lo conocen; pero yo lo conozco; y si digo que no lo conozco, seré como ustedes; pero lo conozco, y guardo su palabra. Abraham el padre de ustedes se gozó por ver mi día; y lo vio, y se gozó. 32Le dijeron entonces los judíos: aun no tienes cincuenta años, ¿y has visto a Abraham? Les dijo Jesús: En verdad, en verdad les digo, antes que Abraham existiera, ya yo era. Tomaron entonces piedras para tirarle; pero Jesús se ocultó, y salió del templo; y atravesando por medio de ellos, se fue.

Jesús sana a ciego de nacimiento (en el día de reposo)

33Y mientras pasaba Jesús, vio un hombre ciego desde su nacimiento. Y le preguntaron sus discípulos, diciendo: Maestro, ¿quién pecó, este o sus padres, para que naciera ciego? Respondió Jesús: Ni este pecó, ni sus padres; sino que nació ciego para que las obras de Dios se manifestaran en él. Me conviene obrar las obras del que me envió, entre tanto que el día dura; la noche viene, cuando nadie puede trabajar. Entre tanto que estoy en el mundo, luz soy del mundo. Cuando dijo esto, luego escupió en tierra, e hizo lodo con la saliva, y untó con el lodo los ojos del ciego, y le dijo: Ve, lávate en el estanque de Siloé (que significa, si lo interpretas, enviado). Y fue entonces, y se lavó, y volvió viendo. 34Entonces los vecinos, y los que antes lo habían visto que era ciego, decían: ¿No es este el que se sentaba y mendigaba? Unos decían: Este es; y otros: A él se parece. Él decía: Soy yo. Y le dijeron: ¿Cómo te fueron abiertos los ojos? 35Respondió él y dijo: El hombre que se llama Jesús, hizo lodo, y me untó los ojos, y me dijo: Ve al Siloé, y lávate; y fui, y me lavé, y recibí la vista. Entonces le dijeron: ¿Dónde está aquel? Él dijo: No sé.

Los fariseos interrogan al ciego (primer o quinto día de la semana)

36Llevaron a los fariseos el que antes había sido ciego. Era día de reposo cuando Jesús había hecho el lodo, y le había abierto los ojos. Y volvieron a preguntarle también los fariseos de qué manera había recibido la vista. 37Y él les dijo: Me puso lodo sobre los ojos, y me lavé, y veo. Entonces unos de los fariseos decían: Este hombre no es de Dios, porque no guarda el día de reposo. Otros decían: ¿Cómo puede un hombre pecador hacer estas señales? 38Y había disensión entre ellos. Volvieron a decir al ciego: ¿Tú, qué dices del que te abrió los ojos? Y él dijo: Que es profeta. Sin embargo, los judíos no creían que él había sido ciego, y que había recibido la vista, hasta que llamaron a los padres del que había recibido la vista; y les preguntaron, diciendo: ¿Es este el hijo de ustedes, que ustedes dicen que nació ciego? ¿Cómo entonces ve ahora? 39Le respondieron sus padres y dijeron: Sabemos que este es nuestro hijo, y que nació ciego; pero cómo vea ahora, no sabemos; o quién le haya abierto los ojos, nosotros no lo sabemos; él tiene edad, pregúntenle a él; él hablará por sí mismo. 40Esto dijeron sus padres, porque tenían miedo de los judíos; porque ya los judíos habían resuelto que si alguno confesaba que Jesús era el Cristo, lo expulsarían de la sinagoga. Por eso dijeron sus padres: Edad tiene, pregúntenle a él. Así que, volvieron a llamar al hombre que había sido ciego, y le dijeron: Dale la gloria a Dios; nosotros sabemos que este hombre es pecador. 41Entonces él respondió, y dijo: Si es pecador, no lo sé; una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo. 42Y le volvieron a decir: ¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos? Les respondió: ya se los he dicho, y no lo han creído: ¿Por qué lo quieren oír otra vez? ¿Quieren también ustedes convertirse en sus discípulos? Y lo insultaron, y dijeron: Tú eres su discípulo; pero nosotros somos discípulos de Moisés. Nosotros sabemos que Dios habló a Moisés; pero este no sabemos de dónde es. 43Respondió aquel hombre, y les dijo: Por cierto, cosa maravillosa es esta, que ustedes no saben de dónde sea, y a mí me abrió los ojos. Y sabemos que Dios no oye a los pecadores; pero si alguno es temeroso de Dios, y hace su voluntad, a este oye. 44Desde el siglo[167] no fue oído, que alguno abriera los ojos de uno que nació ciego. Si este no fuera de Dios, no pudiera hacer nada. Respondieron, y le dijeron: En pecados has nacido, ¿y tú nos enseñas? Y lo echaron fuera.

La ceguera espiritual de los que dicen que no son ciegos

45Oyó Jesús que había sido expulsado a aquel que era ciego de nacimiento, y hallándolo, le dijo: ¿Crees tú en el Hijo de Dios? Respondió él, y dijo: ¿Quién es, Señor, para que crea en él? Y le dijo Jesús: Lo has visto, el que habla contigo, él es. Y él dijo: Creo, Señor; y se postró. Y le dijo Jesús: Yo, para juicio he venido a este mundo; para que los que no ven, vean; y los que ven, sean cegados. 46Y ciertos hombres de los fariseos que estaban con él oyeron esto, y le dijeron: ¿Somos nosotros también ciegos? Les dijo Jesús: Si fueran ciegos, no tendrían pecado; pero ahora, porque dicen: Vemos; por eso, el pecado de ustedes permanece.

Enseñanza sobre el redil de ovejas

47En verdad, en verdad les digo, el que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, el tal es ladrón y asaltante. Pero el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. A este abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca. Y cuando las ha sacado fuera todas las propias, va delante de ellas; y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz. 48Pero al extraño no seguirán, antes huirán de él; porque no conocen la voz de los extraños. Esta alegoría les dijo Jesús, pero ellos no entendieron qué era lo que les decía.

Jesús, el pastor que da su vida por sus ovejas

49Jesús les volvió a decir: En verdad, en verdad les digo, Yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que antes de mí vinieron, son ladrones y asaltantes; pero no los oyeron las ovejas.[168] Yo soy la puerta; el que por mí entre, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará pastos. 50El ladrón no viene sino para hurtar, y matar, y destruir; yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia. 51Yo soy el buen pastor; el buen pastor su vida da por las ovejas. Pero el asalariado, y que no es el pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al lobo que viene, y deja las ovejas, y huye, y el lobo las arrebata, y esparce las ovejas. Así que, el asalariado, huye, porque es asalariado, y no tiene cuidado de las ovejas. Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías me conocen. 52Como el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; y pongo mi vida por las ovejas. También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también me es necesario traerlas, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor. Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. 53Nadie me la quita, sino que yo la pongo por mí mismo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre. 54Y volvió a haber disensión entre los judíos por estas palabras. Y muchos de ellos decían: Demonio tiene, y está fuera de sí; ¿Por qué lo oyen? Decían otros: Estas palabras no son de endemoniado; ¿Puede el demonio abrir los ojos de los ciegos?

Jesús en la fiesta de Janucá en Jerusalem. (año 37 d.C.)

55Y llegó el tiempo de celebrar la fiesta del Janucá,[169] que es la fiesta de la dedicación del templo, en Jerusalem. Era invierno. Y Jesús andaba por el pórtico de Salomón.[170] Y lo rodearon los judíos, y le dijeron: ¿Hasta cuándo nos has de turbar el alma? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente. 56Les respondió Jesús: Se los he dicho, y no creen; las obras que yo hago en nombre de mi Padre, ellas dan testimonio de mí; pero ustedes no creen, porque no son de mis ovejas, como les he dicho. 57Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen; y yo les doy vida eterna para que no se pierdan en este siglo, y nadie las arrebatará de mi mano. Mi Padre que me las dio, mayor que todos es; y nadie las puede arrebatar de la mano de mi Padre. 58Yo y el Padre uno somos. Entonces volvieron a tomar piedras los judíos para apedrearlo. Les respondió  Jesús: Muchas buenas obras les he mostrado de mi Padre, ¿por cuál de ellas me apedrearán? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia; y porque tú, siendo hombre, te haces Dios. 59Les respondió Jesús: ¿No está escrito en la ley de ustedes: Yo dije, dioses son…?[171] Si llamó dioses a aquellos a los cuales fue dada la palabra de Dios (y la 

Escritura no puede ser quebrantada) a quién el Padre santificó y envió al mundo, ¿ustedes dicen, tú blasfemas, porque dije, Hijo de Dios soy? Si no hago obras de mi Padre, no me crean. Pero si las hago, aunque a mí no crean, crean a las obras; para que conozcan y crean que el Padre está en mí, y yo en el Padre. 60Y procuraban otra vez apresarlo; pero él se escapó de sus manos. Y se fue al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había estado bautizando al principio; y se quedó allí. Y muchos venían a él, y decían: Juan en verdad ninguna señal hizo, pero todo lo que dijo acerca de este era verdad. Y muchos creyeron en el allí. 

Muerte de Lázaro, el hermano de Malta y de María (año 38 d.C.)

27Estaba enfermo uno llamado Lázaro, de Betania, la aldea de María y de Marta, su hermana. (María, cuyo hermano Lázaro estaba enfermo, era aquella mujer que luego ungiría al Señor con ungüento de nardo, seis días antes de su crucifixión) 2Enviaron sus hermanas a él, diciendo: Señor, mira, el que amas está enfermo. Y oyéndolo Jesús, dijo: Esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. 3Y amaba Jesús a Marta, y a su hermana, y a Lázaro. Cuando oyó que estaba enfermo, se quedó aún dos días en aquel lugar donde estaba. Luego, después de esto, dijo a los discípulos: Vamos a Judea otra vez. Le dijeron los discípulos: Maestro, ahora procuraban los judíos apedrearte, ¿y otra vez vas allá? 4Respondió Jesús: ¿No tiene el día doce horas? El que anda de día, no tropieza, porque ve la luz de este mundo. Pero el que anda de noche, tropieza, porque no hay luz en él. 5Dicho esto, les dijo después: Lázaro nuestro amigo duerme; pero voy para despertarlo del sueño. Dijeron entonces sus discípulos: Señor, si duerme, estará a salvo. Pero esto hablaba Jesús de la muerte de Lázaro; y ellos pensaron que hablaba del reposar del sueño. 6Entonces Jesús les dijo claramente: Lázaro está muerto; y me alegro por ustedes, de que yo no haya estado allá, para que crean; pero vamos a él. Dijo entonces Tomás, el que le decían el dídimo, a los demás discípulos: Vamos nosotros también, para que muramos con él. 

Jesús resucita a Lázaro (año 38 d.C.)

7Vino Jesús, y halló que ya hacía cuatro días que estaba muerto. Como Betania estaba cerca de Jerusalem, alrededor de quince estadios de distancia, muchos de los judíos habían venido a Marta y a María, para consolarlas por su hermano. 8Entonces Marta, cuando oyó que Jesús venía, salió a encontrarlo; pero María se quedó en casa. Y Marta dijo a Jesús: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto; pero también sé ahora, que todo lo que pidas a Dios, te lo dará. Le dijo Jesús: Tu hermano resucitará. Marta le dijo: Yo sé que resucitará en la resurrección en el último día. 9Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto? Le dijo: sí Señor; yo he creído que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, que has venido al mundo. 10Y dicho esto, fue y llamó en secreto a María su hermana, diciendo: El Maestro está aquí, y te llama. Ella, cuando lo oyó, se levantó de prisa, y vino a él. (porque Jesús aún no había llegado a la aldea, sino que estaba en aquel lugar donde Marta lo había encontrado) 11Entonces los judíos que estaban en casa con ella, y la consolaban, cuando vieron que María se había levantado de prisa, y había salido, la siguieron, diciendo: va al sepulcro a llorar allí.12Pero María, cuando vino donde estaba Jesús, viéndolo, se postró a sus pies, diciéndole: Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto. Jesús entonces, cuando la vio llorando, y a los judíos que habían venido juntamente con ella llorando, se conmovió profundamente en espíritu, y se agitó, y dijo: ¿Dónde lo pusieron? Le dijeron: Señor, ven, y ve. 13Y lloró Jesús. Dijeron entonces los judíos: miren cómo lo amaba. Y algunos de ellos dijeron: ¿No podía este, que abrió los ojos al ciego, hacer que este no muriera? Y Jesús, conmoviéndose otra vez en sí mismo, vino al sepulcro. 14Era una cueva, la cual tenía una piedra encima. Dijo Jesús: Quiten la piedra. Pero Marta, la hermana del que había muerto, le dijo: Señor, ya hiede; porque tiene cuatro días. Jesús le dijo: ¿No te he dicho que, si crees, verás la gloria de Dios? Entonces quitaron la piedra de donde el muerto había sido puesto. 15Y Jesús, alzando los ojos arriba, dijo: Padre, gracias te doy porque me has oído. Yo sabía que siempre me oyes; pero por causa de la multitud que está alrededor, lo digo, para que crean que tú me has enviado. 16Y habiendo dicho estas cosas, clamó a gran voz: Lázaro, ven fuera. Y el que había estado muerto, salió, atadas las manos y los pies con vendas; y su rostro estaba envuelto en un sudario. 17Les dijo Jesús: Desátenlo, y déjenlo ir.

Complot contra Jesús

18Y muchos de los judíos que habían venido a ver a María, y habían visto lo que había hecho Jesús, creyeron en él. Pero algunos de ellos fueron a los fariseos, y le dijeron lo que Jesús había hecho. 19Entonces los principales sacerdotes y los fariseos juntaron el concilio,[172] y se reunieron en el patio del sacerdote llamado Caifás, y tuvieron consejo para apresarlo con engaño, y matarlo, diciendo: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. Si lo dejamos así, todos creerán en él; y vendrán los romanos, y quitarán nuestro lugar y la nación. 20Y Caifás, sumo sacerdote de aquel año, les dijo: Ustedes no saben nada; ni calculan que nos conviene que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nación se pierda. Esto que dijo Caifás, sobre matar a Jesús, no lo dijo de sí mismo; sino que, como era el sumo sacerdote de aquel año, profetizó que Jesús había de morir por la nación; y no solamente por aquella nación, sino también para juntar en uno los hijos de Dios que estaban dispersos. Así que, desde aquel día decidieron matarlo. 21Pero decían: No durante la fiesta, para que no se alborote el pueblo. Por tanto, Jesús ya no andaba manifiestamente entre los judíos; sino que se fue de allí a la tierra que está junto al desierto, a una ciudad que se llama Efraim; y se quedó allí con sus discípulos. 22Como estaba cerca la fiesta de pascua de los judíos, muchos subieron de aquella región a Jerusalén antes de la fiesta de pascua, para purificarse. Y buscaban a Jesús, y hablaban los unos con los otros estando en el templo, diciendo: ¿Qué les parece? No vendrá a la fiesta. Entonces los principales sacerdotes y los fariseos dieron orden que si alguien sabía dónde estaba, lo dijera, para que lo apresaran. 

Jesús en Betania; la cena en la casa de Simón (viernes 7 Abril del año 38 d.C.) Complot contra Lázaro (Mt. 26:6-13; Mr.14:3-9; Lc. 7:36:50; Jn. 12:1-8; Mt. 23:1-36, etc.)

23Seis días antes de la fiesta de pascua, vino Jesús a Betania, de este lado del río Jordán; y Marta lo recibió en su casa. Mucha gente de los judíos supo que Jesús estaba en Betania; y vinieron, no solamente por causa de Jesús, sino también para ver a Lázaro, al cual Jesús había resucitado de los muertos. 24Entonces los principales sacerdotes consultaron y decidieron matar también a Lázaro; porque muchos de los judíos iban y creían en Jesús por causa de Lázaro. Y estando Jesús en Betania, le rogó un principal de los fariseos, llamado Simón Iscariote, que comiera con él. Este Simón es Simón el leproso,[173] el padre de Judas, uno de los doce, el cual prontamente entregaría a Jesús. Y fueron Jesús y sus discípulos. Era de noche, en el comienzo del día de reposo. Y le hicieron allí una cena; y cuando entró en casa del fariseo, los demás fariseos que habían sido invitados lo asechaban. 25También estaban allí Lázaro y su hermana Marta, y María, la hermana de Marta y de Lázaro, que antes había sido pecadora en la ciudad; la cual vino junto a sus dos hermanos cuando supieron que Jesús estaría a la mesa en casa de aquel fariseo.

Jesús sana a un hombre en la casa de Simón el fariseo

26Y mira un hombre hidrópico estaba delante de Jesús en casa de Simón. Y acechaban a Jesús los fariseos. Entonces, Jesús habló a los expertos en la ley y a los fariseos presentes, diciendo: ¿Es lícito sanar en el día de reposo? Y ellos callaron. Entonces él tomándolo, lo sanó, y lo despidió. Y respondiendo a ellos dijo: ¿Si el asno o el buey de alguno de ustedes cayera en algún pozo, no lo sacará enseguida porque es el día de reposo? Y no le podían contradecir estas cosas. 

La honorabilidad en una invitación

27Y observando cómo escogían los primeros asientos a la mesa, propuso una parábola a los invitados, diciéndoles: Cuando seas invitado a alguna boda, no te sientes en el primer lugar, no sea que otro más honorable que tú esté invitado por él, y viniendo el que te invitó a ti y a él, te diga: Da lugar a este; y entonces comiences con vergüenza a irte al último lugar. 28Pero cuando seas invitado, ve, y siéntate en el último lugar; para que cuando venga el que te invitó, te diga: Amigo, sube arriba; entonces tendrás gloria delante de los que juntamente se sientan a la mesa. Porque cualquiera que se exalta, será humillado; y el que se humilla, será exaltado. 29Y dijo también al que lo había invitado: Cuando hagas comida o cena, no llames a tus amigos, ni a tus hermanos, ni a tus parientes, ni a vecinos ricos; para que también ellos te vuelvan a invitar, y tengas ya por ello tu recompensa. 30Pero cuando hagas banquete, llama a los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos; y serás dichoso; porque ellos no te pueden pagar; pero te será pagado en la resurrección de los justos. 31Y oyendo esto uno de los que juntamente estaban sentados a la mesa, le dijo: Dichoso el que comerá pan en el reino de los cielos. Él entonces le dijo: Un hombre hizo una gran cena, e invitó a muchos. Y a la hora de la cena envió a su siervo a decir a los invitados: Vengan, que ya está todo preparado. 32Y comenzaron todos a una a excusarse. El primero le dijo: He comprado una hacienda, y necesito salir y verla; te ruego que me des por excusado. 33Y el otro dijo: He comprado cinco yuntas de bueyes, y voy a probarlos; te ruego que me des por excusado. 34Y el otro dijo: Acabo de casarme, y por tanto no puedo ir. Y vuelto el siervo, hizo saber estas cosas a su señor. Entonces enojado el señor de la casa, dijo a su siervo: Ve de prisa por las plazas y por las calles de la ciudad, y mete aquí los pobres, los mancos, los cojos y los ciegos. Y dijo el siervo: Señor, he hecho como mandaste, y aún hay lugar. 35Y dijo el señor al siervo: Ve por los caminos y por los vallados, y apresúralos a entrar, para que se llene mi casa. Porque les digo que ninguno de aquellos varones que fueron llamados, gustará mi cena.

Historia sobre el rico y Lázaro

36Dijo además:[174] Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. Había también un mendigo llamado Lázaro, el cual estaba echado a la puerta de él, lleno de úlceras, y deseando saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; aun los perros venían y le lamían las úlceras de su cuerpo. 37Y sucedió que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al regazo de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado. Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos. Y vio desde lejos a Abraham, y a Lázaro en su regazo. 38Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro a que sumerja la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy siendo atormentado en esta llama[175]39Y le dijo Abraham: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida; y también, Lázaro recibió males; pero ahora este es consolado aquí, y tú atormentado allá. Y además de todo esto, una gran sima ha sido establecida entre nosotros y ustedes; de manera que los que quieran pasar de aquí hacia a ustedes, no pueden, ni los de allá tampoco pueden pasar acá. 40Y le dijo el rico: Te ruego padre, que lo envíes a la casa de mi padre; porque tengo cinco hermanos; para que les testifique, para que no vengan ellos también a este lugar de tormento. Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; que los oigan. Él entonces dijo: No, padre Abraham; si alguno fuera a ellos desde los muertos, cambiarán de mentalidad. 41Pero Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque alguno se levante de entre los muertos. 42Y se sentaron Jesús y sus discípulos a la mesa para comer, sin haberse lavado las manos conforme al rito de purificación de los judíos. Esto pareció extraño a Simón, el que lo había invitado. Y Marta servía, y Lázaro su hermano era uno de los que estaban sentados a la mesa juntamente con él.

María unge los pies de Jesús en medio de la cena

43Y estando Jesús a la mesa, mira María, hermana de Marta y de Lázaro, que antes era conocida como mujer pecadora en la ciudad, se puso de pie; y tomó un recipiente de alabastro[176] con una libra de ungüento de nardo[177] puro de gran precio que había traído; y estando detrás de Jesús, junto a sus pies, comenzó a llorar y a regar con sus lágrimas los pies de Jesús, y los secaba con los cabellos de su cabeza; y besaba sus pies, y los ungía con el ungüento de gran precio; y la casa se llenó de la fragancia del ungüento. 44Cuando vio esto el fariseo que lo había invitado, dijo dentro de sí: Este, si fuera profeta, conocería quién y cuál es la mujer que lo toca, que es una pecadora. 45Entonces, respondiendo Jesús, le dijo: Simón, una cosa tengo que decirte. Y él dijo: Di, maestro. Jesús le dijo: un acreedor tenía dos deudores; uno le debía quinientos denarios, y el otro cincuenta; y no teniendo ellos con qué pagar, perdonó a ambos. Dime, ¿cuál de estos lo amará más? Y respondiendo Simón, dijo: Pienso que aquel al cual perdonó más. 46Y él le dijo: Rectamente has juzgado. Y vuelto a la mujer, dijo a Simón: ¿Ves esta mujer? Entré en tu casa, y no me diste agua para mis pies;[178] pero esta ha regado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste beso, pero esta, desde que entré, no ha cesado de besar mis pies. No ungiste mi cabeza con aceite de oliva; pero esta ha ungido con ungüento mis pies. Por lo cual, te digo que sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; pero al que se perdona poco, poco ama. Y a ella dijo: Los pecados te son perdonados. 47Y los que estaban juntamente sentados a la mesa, comenzaron a decir entre sí: ¿Quién es este, que también perdona pecados? Y dijo a María: Tu fe te ha salvado, recibe paz. Al ver esto, algunos de los discípulos se enojaron dentro de ellos mismos, sobre el ungüento utilizado por María para ungir los pies de Jesús, porque era de gran precio. Y lo supo Jesús. 48Entonces, Judas Iscariote, hijo de Simón, el que lo había de entregar, dijo: ¿Por qué no se vendió este ungüento por trescientos denarios, para darlo a los pobres? Pero dijo esto, no porque le interesaran los pobres; sino porque era ladrón, y como él tenía a su cargo la bolsa, robaba de lo que se echaba en ella. 49Entonces Jesús dijo: ¿Por qué le causan desaliento a esta mujer? Déjenla. Una buena obra ha hecho ella conmigo. Porque para el día de mi sepultura estaba guardando esto. A los pobres siempre los tendrán con ustedes, pero a mí no siempre me tendrán. 50En verdad les digo, dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que esta ha hecho para memoria de ella. 

Jesús aconseja a Marta contra los afanes innecesarios

51Pero mientras María estaba sentada junto a los pies del Señor oyendo sus palabras, Marta su hermana se distraía en muchos servicios; y sobreviniendo, dijo: Señor, ¿no tienes cuidado de que mi hermana me deje servir sola? Dile que me ayude. 52Pero respondiendo Jesús, le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás por las muchas cosas; pero solo una cosa es necesaria; y María ha escogido la mejor parte, la cual no le será quitada. 

La crítica por comer con las manos sin lavar

53Y se juntaron los demás fariseos, y algunos de los escribas, los cuales habían venido desde Jerusalem, y habían visto a Jesús y a algunos de sus discípulos comer pan con manos comunes, esto es, no lavadas conforme a la costumbre de los judíos, y los condenaban. (porque los fariseos y todos los judíos, teniendo la tradición de los ancianos, si no se lavan las manos muchas veces, no comen. Y volviendo de la plaza, si no se lavan, no comen. Y otras muchas cosas hay, que tomaron para guardar, como las inmersiones de los vasos de beber, y de las vasijas, y de los utensilios de cobre) 54Y le preguntaron los fariseos y los escribas: ¿Por qué no andan ustedes conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos comunes? 55Y respondiendo él, les dijo: Hipócritas, bien profetizó de ustedes Isaías, cuando dijo: Este pueblo con los labios me honra, pero su corazón lejos está de mí. Su temor de mi es según mandamientos de hombres que le ha sido enseñado.[179] Porque dejando el mandamiento de Dios, retienen la tradición de los hombres. Bien invalidan el mandamiento de Dios para guardar la tradición de ustedes. Porque Moisés dijo: Honra a tu padre y a tu madre,[180] y: El que maldiga a su padre o a su madre, que muera.[181]Y ustedes dicen: basta si un hombre dice a su padre o a su madre: es Corbán (esto es, mi ofrenda[182] a Dios) todo aquello en que si acaso alguna vez llegue a ser útil a ustedes; y así no lo dejan hacer más por su padre o por su madre, invalidando la palabra de Dios con la tradición que dieron; y hacen muchas cosas semejantes a estas. Y llamando a toda la multitud, les dijo: Óiganme todos, y entiendan: nada hay fuera del hombre que entre en él, que lo pueda contaminar; pero lo que sale de él, aquello es lo que contamina al hombre.

Jesús acusa a escribas y fariseos (Los nueve ayes)

56Entonces, habló Jesús a las gentes y a sus discípulos, diciendo: En la cátedra de Moisés se sientan los escribas y los fariseos. Así que, todo lo que les digan que guarden, guárdenlo y háganlo; pero no hagan conforme a sus obras; porque dicen, y no hacen. 57Y respondiendo uno de los expertos en la ley, le dijo: Maestro, cuando dices esto, también nos avergüenzas a nosotros. 58Y dijo Jesús: ¡Ay de ustedes también, expertos en la ley! porque atan cargas pesadas y difíciles de llevar, y las ponen sobre los hombros de los hombres; pero ustedes ni aun con un dedo quieren moverlas. Antes, hacen todas sus obras para ser vistos por los hombres. Aman andar con ropas largas y ensanchan sus filacterias,[183] y extienden los flecos[184] de sus mantos; y aman los primeros asientos en las cenas, y las primeras sillas en las sinagogas; y las salutaciones en las plazas, y ser llamados por los hombres ¡Maestro! ¡Maestro! 59Y dijo a sus discípulos: Entre ustedes, no quieran ser llamados Maestro; porque uno es el Maestro de ustedes, el Cristo; y todos ustedes son hermanos. Así que, no sean llamados Maestro entre ustedes. El que es el mayor de ustedes, sea siervo de ustedes. Porque el que se exalte, será humillado; y el que se humille, será exaltado. Y no llamen Padre a nadie en la tierra; porque uno es el Padre de ustedes, el cual está en los cielos. 60Pero, ¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, expertos en la ley, hipócritas! porque ustedes cierran el reino de los cielos delante de los hombres, y quitan la llave del conocimiento: ni ustedes entran, y a los que están entrando se los impiden. 61!Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque devoran las casas de las viudas, y como pretexto hacen largas oraciones; por esto llevarán más grave condenación. 62!Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque recorren mar y tierra para hacer un prosélito; y cuando lo hacen, lo hacen dos veces hijo del Gehena más que ustedes mismos. 63!Ay de ustedes, guías ciegos! que dicen: Cualquiera que jura por el templo nada es; pero cualquiera que jura por el oro del templo, deudor es.[185] ¡Insensatos y ciegos! Porque, ¿cuál es mayor, el oro, o el templo que santifica el oro? Y también dicen: Cualquiera que jura por el altar, nada es; pero cualquiera que jura por la ofrenda que está sobre él, es deudor. ¡Necios y ciegos! Porque, ¿cuál es mayor, la ofrenda, o el altar que santifica la ofrenda?[186] Porque el que jura por el altar, jura por él, y por todo lo que está sobre él; y el que jura por el templo, jura por él, y por Aquel que habita en él; y el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios, y por Aquel que está sentado sobre él. 64!Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque diezman la menta, el eneldo y el comino,[187] y dejaron lo que es lo más importante de la ley, es a saber, el juicio y la misericordia y la fe; esto era necesario hacer, sin dejar lo otro. Guías ciegos, que cuelan el mosquito, pero tragan el camello![188] 65!Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpian lo que está por fuera del vaso y del plato; pero por dentro están llenos de robos y de injusticias. ¡Fariseo ciego, limpia primero lo de adentro del vaso y del plato, para que también lo de afuera sea limpio! 66!Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque son semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad se muestran hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda suciedad. Así también ustedes; por fuera, ciertamente, se muestran justos a los hombres; pero, por dentro están llenos de hipocresía e iniquidad. 67¡Ay de ustedes, escribas y fariseos, hipócritas! porque edifican los sepulcros de los profetas, y adornan los monumentos de los justos: porque a la verdad los padres de ustedes los mataron a ellos, y ustedes mismos son testigos de que ustedes están consintiendo en las obras de sus padres. Ellos ciertamente mataron a los profetas, pero ustedes edifican sus sepulcros, y dicen: Si hubiéramos estado en los días de nuestros padres, no hubiéramos consentido en derramar la sangre de los profetas. Así que, testimonio dan a ustedes mismos, que son hijos de aquellos que mataron a los profetas. 68Ustedes también, ¡Llenen la medida de sus padres! ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparán del juicio del Gehena? Por tanto, la sabiduría de Dios también dijo: Enviaré a ellos profetas, apóstoles, sabios y escribas; y de ellos, a unos matarán y crucificarán, y a otros de ellos azotarán en sus sinagogas, y perseguirán de ciudad en ciudad; para que de esta generación sea demandada toda la sangre justa de todos los profetas, que ha sido derramada sobre la tierra, desde la fundación del mundo; desde la sangre de Abel el justo, hasta la sangre de Zacarías, al cual mataron ustedes entre el templo y el altar. En verdad les digo que todo esto vendrá sobre esta generación. 69Y diciéndoles estas cosas, los escribas y los fariseos, a causa del rencor, comenzaron a atacarlo con palabras en gran manera, provocándolo a que hablara de muchas cosas; acechándolo, y procurando cazar algo de su boca para acusarlo. 70Y apartado de la multitud, habiendo entrado en casa, se acercaron los discípulos, y le dijeron: ¿Sabes que los fariseos se ofendieron cuando oyeron estas palabras? Y respondió Jesús y les dijo: Toda planta que no plantó mi Padre celestial, será desarraigada. Déjenlos, son ciegos guías de ciegos; y si un ciego guía a otro ciego ambos caerán en un hoyo. 71Y Pedro y los discípulos le dijeron: Explícanos esta parábola. Y les dijo: ¿También ustedes están así sin entendimiento? ¿No entienden que todo lo de fuera que entra en el hombre, no lo puede contaminar; porque no entra en su corazón, sino en el vientre, y sale a la letrina? 72Porque de dentro, del corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las prostituciones, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las lascivias, las blasfemias, los falsos testimonios, la soberbia, el ojo maligno, la insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y hacen impuro al hombre. Estas cosas son las que contaminan al hombre; pero el comer con las manos sin lavar no contamina al hombre. 73Esto decía haciendo limpios todos los alimentos; porque decía, que lo que sale del hombre, aquello contamina al hombre.

Judas ofrece entregar a Jesús

 74Y buscando los sacerdotes y escribas cómo matar a Jesús, porque temían al pueblo, entró Satanás en Judas, el de sobrenombre Iscariote, el cual era uno del número de 

los doce; y fue, y habló con los principales sacerdotes, y con los jefes de la guardia del templo, de cómo se los entregaría.75Y les dijo: ¿Qué me darán, si yo se los entrego? Y ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle treinta piezas de plata. Y se comprometió, y buscaba desde entonces una oportunidad para entregarlo a ellos a espaldas de la multitud del pueblo.

Entrada triunfal en Jerusalem (Sábado de ramos) (Sábado 8 de abril del año 38 d.C.)

28El siguiente día,[189] como estaba cerca la fiesta de pascua, la fiesta de los judíos, se acercaron a Jerusalem, y vinieron al monte de los olivos, que está cerca de Betfagé y de Betania. 2Y Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: Vayan a la aldea que está delante de ustedes, y luego hallarán una asna atada, y un asno joven con ella, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desátenla, y tráiganmelos. Y si alguno les dice algo, y les pregunta: ¿Qué hacen? ¿Por qué la desatan? Digan: El Señor los necesita. Pero luego los devolverá. Y los discípulos fueron, y al doblar la calle, hallaron afuera, a la puerta, el asna atada, y el asno con ella, como Jesús les había dicho; e hicieron como Jesús les mandó; y cuando los desataban, sus dueños les dijeron: ¿Qué hacen? ¿Por qué la desatan? Y ellos dijeron: Porque el Señor los necesita. Pero luego los devolverá. 3Y trajeron el asna junto con el asno joven, y pusieron sobre ellos sus mantos; y subieron a Jesús encima del asno, como fue dicho por el profeta Zacarías: No temas hija de Sión, mira, tu Rey viene a ti, manso, y sentado sobre un asno, sobre un pollino, hijo de asna.[190] Estas cosas no las entendieron sus discípulos al principio; pero cuando Jesús fue glorificado, entonces se acordaron de que esto estaba escrito de él, y que ellos le habían hecho estas cosas. 4Y la gente que estaba con él, daba testimonio de cuando llamó a Lázaro del sepulcro, y lo resucitó de los muertos. Mucha gente que había venido a la fiesta, cuando oyeron que Jesús venía a Jerusalem, tomaron ramos de palmas, y salieron a recibirlo porque había oído que él había resucitado a Lázaro después de cuatro días. 5Cuando llegaron cerca de la bajada del monte de los olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto, y la multitud, que era muy numerosa, tendía sus mantos en el camino mientras Jesús pasaba; y otros cortaban ramos de los árboles, y los tendían por el camino. 6Las gentes que iban delante, y las que iban detrás, aclamaban diciendo: ¡Hosanna[191] al hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor, el Rey de Israel! ¡Hosanna en las alturas! ¡Paz en el cielo, y gloria en lo más alto! ¡Bendito el reino de nuestro padre David que está viniendo! 7Y cuando llegó Jesús cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella diciendo: ¡Oh, si también tú conocieras, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Pero ahora está encubierto de tus ojos. Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y por todas partes te pondrán en estrecho, y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación. 8Y entrando él en Jerusalem, toda la ciudad se alborotó, diciendo. ¿Quién es este? Y las gentes decían: Este es Jesús, el profeta de Nazaret de Galilea. Y entró Jesús en Jerusalem, y en el templo. Entonces vinieron a él ciegos y cojos en el templo, y los sanó. 9Sin embargo, los principales sacerdotes y los escribas, y los fariseos de la multitud, viendo las maravillas que hacía, y a los muchachos aclamando en el templo y diciendo: ¡Hosanna al hijo de David!, se indignaron, y le dijeron: Maestro, ¿oyes lo que estos dicen? Reprende a tus discípulos. Y Jesús les dijo: Sí. ¿Nunca leyeron: De la boca de los niños y de los que maman has hecho que se te alabe?[192] Les digo que si estos callan, las piedras clamarían. 10Y los fariseos se dijeron entre ellos: ¿Ven que nada aprovechan? Miren, el mundo va detrás de él. 

Los griegos en Jerusalem que buscan a Jesús

11Y había ciertos griegos de los que habían subido a mostrar reverencia en la fiesta; estos se acercaron a Felipe, el cual era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: Señor, nos gustaría ver a Jesús. Vino Felipe, y lo dijo a Andrés; Andrés entonces, y Felipe, lo dijeron a Jesús. 12Entonces Jesús les respondió, diciendo: La hora viene en que el Hijo del hombre ha de ser glorificado. En verdad, en verdad les digo, que si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero si muere, dará mucho fruto. 13El que ama su vida, la perderá; y el que aborrece su vida en este mundo, para vida eterna la guardará. Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estoy, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirve, mi Padre lo honrará. 

Jesús anuncia su muerte por quinta vez

14Ahora está turbada mi alma; ¿Y qué diré? Padre, sálvame de esta hora. Pero por esto he venido en esta hora. Padre, glorifica tu nombre. Entonces vino una voz del cielo que dijo: Lo he glorificado, y lo glorificaré otra vez. 15Y la gente que estaba presente, y había oído, decía que había sido un trueno. Otros decían: Un ángel le ha hablado. 16Respondió Jesús, y dijo: Esta voz no ha venido por mi causa, sino por causa de ustedes. Ahora es el juicio de este mundo; y el príncipe de este mundo será echado fuera. Y yo, si fuera levantado de la tierra, a todos traeré a mí mismo. Esto decía dando a entender de qué muerte había de morir. Le respondió la gente: Nosotros hemos oído de la ley, que el Cristo permanece para siempre; ¿Cómo dices tú: Es necesario que el Hijo del hombre sea levantado? ¿Quién es este Hijo del hombre? 17Entonces Jesús les dijo: Aun por un poco estará la luz entre ustedes; anden entre tanto que tienen luz, para que no les sorprendan las tinieblas; porque el que anda en tinieblas, no sabe adónde va. Entre tanto que tienen la luz, crean en la luz, para que sean hijos de luz. 18El que cree en mí, no cree en mí, sino en el que me envió; y el que me ve, ve al que me envió. Yo la luz he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en tinieblas. 19Y el que oye mis palabras, y no las cree, yo no lo condeno; porque no he venido a condenar al mundo, sino a salvar al mundo. 20El que me desecha, y no recibe mis palabras,1 tiene quien lo juzgue; la palabra que he hablado, ella lo juzgarán en el último día. Porque yo no he hablado de mí mismo; sino que el Padre que me envió, él me dio mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. 21Y sé que su mandamiento es vida eterna. Así que, lo que yo digo, lo digo como el Padre me lo ha dicho. 22Pero habiendo hecho delante de ellos tantas señales, no creían en él. Para que se cumpliera lo que dijo el profeta Isaías: Señor, ¿quién ha creído el mensaje que hemos predicado? Y el brazo de Yahvéh, ¿a quién ha sido revelado?[193] Por esto no podían creer, porque otra vez dijo Isaías: Cierra los ojos de ellos, y endurece su corazón; para que no vean con los ojos, y entiendan de corazón, y se conviertan, y yo los sane[194]23Estas cosas dijo Isaías cuando vio su gloria, y habló de él. Con todo eso, aun de los principales, muchos creyeron en él; pero por causa de los fariseos no lo confesaban, para no ser expulsados de la sinagoga. Porque amaban más la gloria de los hombres que la gloria de Dios. 24Estas cosas habló Jesús, y se fue, y se escondió de ellos. Cuando anocheció, habiendo mirado alrededor todas las cosas, se fue a Betania con los doce. 

Jesús maldice la higuera sin frutos (Domingo 9 de abril año 38 d.C.)

25Al día siguiente, saliendo ellos de Betania para ir al templo en la ciudad de Jerusalem, tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera que tenía hojas, se acercó, para ver si quizás hallaría en ella algo; y cuando vino a ella, nada halló sino hojas; porque no era tiempo de higos. Entonces, Jesús respondiendo, dijo a la higuera: Nunca más nazca fruto de ti en este siglo. Y lo oyeron sus discípulos. 

Jesús se llena de celos en el templo

26Y cuando llegaron a Jerusalem, halló Jesús en el templo a los que vendían bueyes, ovejas y palomas; y los cambistas estaban sentados. Entonces, haciendo un azote de cuerdas, echó fuera del templo a todos; y a las ovejas y a los bueyes; y esparció las monedas de los cambistas, y volcó las mesas y las sillas de los que vendían palomas. Y les enseñaba a los que vendían palomas diciendo: Quiten esto de aquí y no hagan de la casa de mi Padre casa de mercado.[195] ¿No está escrito: Mi casa, casa de oración será llamada para todas las naciones?[196] Pero ustedes la han convertido en cueva de ladrones. 27Entonces, se acordaron sus discípulos que está escrito: El celo por tu casa me consume.[197] Y no consentía que nadie atravesara[198] el templo con utensilio alguno. 28Entonces, respondiendo los judíos, le dijeron: ¿Qué señal nos muestras ya que haces esto? Respondió Jesús, y les dijo: Destruyan este templo y lo levantaré en tres días. Dijeron: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Por tanto, cuando resucitó de entre los muertos, sus discípulos se acordaron de que había dicho esto; y creyeron la Escritura y la palabra que Jesús había dicho. 29Y oyeron los escribas y los principales de los sacerdotes y los principales del pueblo lo que Jesús había hecho, y procuraban cómo lo matarían; porque le tenían miedo, por cuanto todo el pueblo estaba maravillado de su doctrina. 30Y no hallaban qué pudieran hacerle, porque el pueblo estaba en suspenso oyéndolo. Al llegar la noche, Jesús salió de la ciudad, y se fue a Betania. Y enseñaba cada día en el templo.

La higuera que Jesús maldijo se seca (Lunes 10 de abril año 38 d.C.)

31Y pasando por la mañana, volviendo a Jerusalem, vieron que la higuera se había secado desde las raíces. Viendo esto los discípulos dijeron estando maravillados: ¿Cómo es que se ha secado enseguida la higuera? Entonces, acordándose Pedro, dijo a Jesús: Maestro, mira la higuera que maldijiste, se ha secado. 32Y respondiendo Jesús, les dijo: Tengan fe en Dios. Porque en verdad les digo, que cualquiera que diga a este monte: quítate, y échate en el mar, y no duda en su corazón, sino que cree que será hecho lo que dice, lo que dice le será hecho. 33Por tanto, les digo que todo lo que pidan orando, creyendo, crean que lo recibirán, y les vendrá.

La pregunta sobre la autoridad de Jesús

34Estando en Jerusalem, andando él por el templo, anunciando el evangelio y enseñando al pueblo, vinieron los principales sacerdotes, y los escribas, y los ancianos; y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas cosas? ¿Y quién te ha dado esta autoridad para hacer estas cosas? 35Y Jesús respondiendo entonces, les dijo: Les preguntaré también yo una palabra; y respóndanme, y les diré con qué autoridad hago estas cosas. El bautismo de Juan, ¿era del cielo, o de los hombres? Y ellos consultaban entre sí, diciendo: Si decimos, del cielo, dirá: ¿Por qué no le creyeron? Y si decimos, de los hombres, todo el pueblo nos apedreará; porque están persuadidos de que Juan era profeta. Y respondieron que no sabían de dónde era. 36Entonces Jesús les dijo: Ni yo les digo con qué autoridad hago estas cosas. ¿Qué les parece? Un hombre tenía dos hijos. Y acercándose, dijo al primero: Hijo, ve hoy a trabajar a mi viña.[199] Y respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, sintiendo remordimiento, fue. Y llegando al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Yo iré, señor. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Les dijo Jesús: En verdad les digo, que los publicanos y las rameras van delante de ustedes al reino de Dios. Porque vino a ustedes Juan en camino de justicia, y no le creyeron; y los publicanos y las rameras le creyeron; y ustedes, viendo esto, no sintieron remordimiento después para creerle. 37Y comenzó Jesús a decir al pueblo por parábolas, diciendo: Oigan otra parábola, un hombre, dueño de casa, el cual plantó una viña y la cercó de vallado, cavó en ella un lagar, y edificó una torre. Luego, la dio a renta a labradores, y partió lejos. Y cuando se acercó el tiempo de los frutos, envió sus siervos a los labradores,[200] para que recibieran sus frutos. 38Sin embargo, los labradores, tomando a los siervos, a unos hirieron, y a otros mataron, y a otros apedrearon. 39Envió de nuevo otros siervos, más que los primeros; e hicieron con ellos de la misma manera. 40Y al final les envió su hijo, diciendo: Tendrán respeto a mi hijo. Sin embargo, los labradores, viendo al hijo, se dijeron entre ellos: Este es el heredero; vengan, vamos a matarlo y tomemos su heredad. 41Y tomándolo, lo echaron fuera de la viña y lo mataron. Cuando venga el señor de la viña, ¿qué hará a aquellos labradores? Le dijeron: A los malos destruirá de forma muy mala, y su viña dará a renta a otros labradores, quienes le entregarán el fruto a su tiempo. 42Les dijo Jesús: ¿Nunca leyeron en las Escrituras: La piedra que desecharon los que edificaban, fue hecha cabeza de esquina;[201] por el Señor es hecho esto, y ella es cosa maravillosa a nuestros ojos?[202] 44Cualquiera que caiga sobre aquella piedra, será quebrantado; pero sobre el que la piedra caiga, lo desmenuzará. 45Por tanto les digo, que el reino de Dios será quitado de ustedes, y será dado a gente de otra raza que produzca los frutos de él. Y cuando ellos lo oyeron, dijeron: ¡Dios nos libre!

Enseñanza de las fiestas de las bodas

45Respondió Jesús, y les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un hombre rey, que hizo bodas a su hijo; y envió sus siervos para que llamen los llamados a las bodas; pero no quisieron venir. 46Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Digan a los llamados, miren, mi comida he preparado; mis toros y animales engordados han sido sacrificados, y todo está preparado; vengan a las bodas. Pero a ellos no les importó, y se fueron, uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a sus siervos, los afrentaron y los mataron. 47Y el rey, oyendo esto, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y puso fuego a su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparadas; sin embargo, los que fueron llamados no eran dignos. 48Vayan a las salidas de los caminos, y llamen a las bodas a cuantos hallen. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de invitados. 49Y entró el rey para ver los convidados, y vio allí un hombre no vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí no teniendo vestido de boda? Pero él cerró la boca. 50Entonces el rey dijo a los que servían: Átenlo de pies y de manos, y tómenlo, y échenlo en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son los llamados, y pocos son los escogidos. Y oyendo los principales sacerdotes y los fariseos y los escribas sus parábolas, entendieron que hablaba de ellos. Y procuraban echarle mano en aquella misma hora, y buscando cómo hacerlo, temieron al pueblo; porque el pueblo lo tenía como profeta; entonces, dejándolo, se fueron. 

La trampa a Jesús con el tributo a César

51Entonces, idos los fariseos, consultaron cómo lo tomarían en alguna palabra. Y tomaron espías de los discípulos de ellos, y los enviaron junto con los herodianos,[203] para que agarraran alguna palabra suya, para entregarlo al dominio y a la autoridad de Pilato; los cuales vinieron, y fingiendo ser justos, le dijeron: Maestro, sabemos que eres sincero, y que dices y enseñas rectamente con verdad el camino de Dios, y que no te preocupas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres. 52Dinos, ¿qué te parece? ¿Es permitido dar tributo a César, o no?[204] ¿Lo damos, o no lo damos? Pero Jesús, sabiendo la malicia de ellos, viendo su hipocresía y su habilidad engañosa, les dijo: ¿Por qué me tientan, hipócritas? Muéstrenme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario. Entonces les dijo: ¿De quién es esta figura, y lo que está escrito encima? Le dijeron: De César. Y les dijo: Den a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios. 53Y oyendo esto, maravillados de su respuesta, callaron; y dejándolo, se fueron. En esto, juntándose la multitud por millares, tanto que se atropellaban unos con otros, comenzó a decir: Guárdense de la levadura de los fariseos que es la hipocresía. 

La pregunta de los saduceos sobre la resurrección de los muertos

54Y aquel día vinieron a él unos de los saduceos,[205] los cuales niegan que habrá resurrección de muertos, y le preguntaron, diciendo: Maestro, Moisés nos escribió: Si el hermano de alguno muere teniendo mujer, y muere sin hijos, que su hermano tome la mujer, y levante descendencia a su hermano. 55Mira, hubo siete hermanos; el primero tomó mujer, y murió sin hijos. Y la tomó el segundo, el cual también murió sin hijos. Y la tomó el tercero; asimismo también los siete; y murieron sin dejar descendencia. Y al final de todo, murió también la mujer. 56En la resurrección de los muertos, ¿de cuál de ellos será ella mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer.[206] 57Entonces respondiendo Jesús, les dijo: Los hijos de esta generación se casan, y se dan en casamiento; sin embargo, los que sean tenidos por dignos de aquella generación, y de la resurrección de los muertos, ni se casarán, ni serán dados en casamiento; porque no pueden ya más morir; porque son iguales a los ángeles, y son hijos de Dios, al ser hijos de la resurrección. 58Y con respecto a que los muertos han de resucitar, aun Moisés lo enseñó en su libro, en el pasaje de la zarza. ¿No han leído lo que el Señor Dios le dijo a él y a ustedes, diciendo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? [207] Porque Dios no es Dios de muertos, sino de vivos; porque todos viven para él. Así que, muchos de ustedes se equivocan, por ignorar las Escrituras y el poder de Dios. 59Oyendo esto, la gente se admiraba de su doctrina. Y respondiéndole algunos de los escribas, dijeron: Maestro, has dicho bien. Y no se atrevieron más a preguntarle algo.

El primer mandamiento. El prójimo samaritano

60Entonces los fariseos, oyendo que había cerrado la boca a los saduceos, se juntaron a una. Y vino uno de ellos, un escriba, intérprete de la ley, que lo había oído discutir con los saduceos, para tentarlo le preguntó diciendo: Maestro, ¿haciendo qué cosa poseeré la vida eterna? ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? 61Y Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es; y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente, y con todas tus fuerzas; [208] este es el primer y gran mandamiento. Y el segundo es semejante a él: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas. 62Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, has dicho verdad, que uno es Dios, y no hay otro fuera de él; y que amarlo con todo el corazón, y con todo el entendimiento, y con toda el alma, y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como así mismo, es más que todos los holocaustos y sacrificios. 63Jesús entonces, viendo que había respondido sabiamente, le dijo: No estás lejos del reino de Dios. Haz esto, y vivirás. 64Pero él, queriéndose justificar a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Quién es mi prójimo? 65Y respondiendo Jesús, dijo: Un hombre descendía de Jerusalem a Jericó, y cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron; e hiriéndolo, se fueron, dejándolo medio muerto. 66Y sucedió, que descendió un sacerdote por aquel camino, y viéndolo, pasó de largo. 67Y asimismo un levita, llegando cerca de aquel lugar, y viéndolo, pasó de largo. Pero un samaritano que pasaba, viniendo cerca de él, fue movido a misericordia; 68y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino; y poniéndolo sobre su propia bestia de carga, lo llevó a un lugar de alojamiento público,[209] y cuidó de él. Y al otro día al partir, sacó dos denarios, y los dio al encargado, y le dijo: Cuídamelo; y todo lo que gastes de más, cuando yo vuelva te lo pagaré. 69¿Quién de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó en manos de los ladrones? Y él dijo: El que mostró misericordia hacia él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo. Y ya ninguno se atrevía a preguntarle más. Y enseñaba de día en el templo y de noche posaba en el monte de los olivos. Y todo el pueblo venía a él por la mañana para oírlo en el templo.

Jesús anuncia su muerte por sexta vez a sus discípulos (Lunes 10 de abril año 38 d.C.)

Y dos días después era la fiesta de pascua. Y sucedió que, estando en el monte de los olivos, Jesús dijo a sus discípulos: Saben que dentro de dos días se celebra la fiesta de pascua, y el Hijo del hombre será entregado para ser crucificado.

Jesús pregunta a los fariseos de quién es hijo el Cristo (Martes 11 de abril del año 38 d.C.)

70Y estando juntos los fariseos, mientras Jesús enseñaba en el templo, les preguntó, diciendo: ¿Qué piensan del Cristo? ¿De quién es Hijo? Le dijeron: De David. Y les dijo: ¿Cómo dicen los escribas que es hijo de David? Porque, ¿cómo David en el Espíritu, en el libro de los salmos, le llama Señor, diciendo: Oráculo del Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra, hasta que ponga tus enemigos como estrado para tus pies?[210] Si David lo llama Señor, ¿cómo es su hijo? 71Y nadie le podía responder palabra; ni desde aquel día se atrevía alguno a preguntarle más. Y el pueblo lo escuchaba de buena gana. 

Pilato mata a algunos galileos

72Y en este mismo tiempo estaban allí unos que le contaban acerca de los galileos, cuya sangre Pilato había mezclado con sus sacrificios. 73Y respondiendo Jesús, les dijo: ¿Piensan que estos galileos, porque han padecido tales cosas, eran más pecadores que todos los galileos? No, les digo antes: Si no cambian de mentalidad, todos perecerán igualmente. 74O aquellos dieciocho, sobre los cuales cayó la torre en Siloé, y los mató, 76¿Piensan que ellos eran más pecadores que todos los hombres que habitan en Jerusalem? No. Les digo antes: Si ustedes no cambian de mentalidad, todos perecerán igualmente. Y dijo esta parábola: Un hombre tenía una higuera plantada en su viña, y vino a buscar fruto en ella, y no lo halló. Y dijo al viñero: Mira desde hace tres años vengo a buscar fruto en esta higuera, y no lo hallo; córtala. ¿Por qué ocupa inútilmente la tierra? 77Él entonces respondiendo, le dijo: Señor, déjala aún este año, hasta que la excave, y la abone. Y si da fruto, bien; y si no, la cortarás. 

La viuda que ofrendó todo lo que tenía

78Estando Jesús sentado delante del arca de las ofrendas, miraba cómo el pueblo echaba dinero en el arca; y muchos ricos echaban mucho. 79Y viniendo una viuda pobre, echó dos blancas, que es un cuadrante. 80Entonces llamando a sus discípulos, les dijo: En verdad les digo que esta viuda pobre echó más que todos los que han echado en el arca; porque todos han echado de lo que les sobra; pero esta, de su pobreza echó todo lo que tenía, todo su sustento. 81Y preguntado por los fariseos, cuándo había de venir el reino de Dios, les respondió, y dijo: El reino de Dios no vendrá con advertencia; ni dirán: mírenlo aquí, o mírenlo allí; porque miren el reino de Dios está entre ustedes.

Jesús le dice “zorra” a Herodes Antipas (Martes 11 de abril de año 38 d.C.)

82Aquel mismo día llegaron unos de los fariseos, diciéndole: Sal, y vete de aquí, porque Herodes te quiere matar. Y les dijo: Vayan, y digan a aquella zorra:[211] mira, yo echo fuera demonios y hago sanidades; estoy completando mi obra hoy y mañana, y al tercer día la terminaré. Además, es necesario que hoy, y mañana, y pasado mañana continue; porque no es posible que profeta muera fuera de Jerusalem.

Oráculo sobre la destrucción del templo

83Y saliendo Jesús, se iba del templo; y se acercaron sus discípulos para mostrarle los edificios del templo. Y algunos le hablaban de que el templo estaba adornado de piedras hermosas y ofrendas votivas. Y le dijo uno de ellos: Maestro, mira qué piedras y qué edificios. 84Respondiendo él, les dijo a todos: ¿Ven ustedes todos estos grandes edificios? 85En verdad les digo, en cuanto a estas cosas que ven, que días vendrán en que no será dejada aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada. 

Última fiesta de pascua de Jesús. Celebración de la Santa Cena ( miércoles 12 de abril del año 38 d.C.) (Sello de la semana 69)

86Desde antes de la fiesta de pascua, supo Jesús que su hora había llegado para que pasara de este mundo al Padre, después de haber amado hasta el fin a los suyos que estaban en el mundo. 87[212]Y vino el primer día de los ázimos, el cual es día en que es necesario matar el cordero de la fiesta de pascua, y también el primer día en que se come panes sin levadura. 88Entonces, vinieron a él los discípulos diciendo: ¿Dónde quieres que preparemos para que comas la pascua? Y envió a Pedro y a Juan, y les dijo: Miren, cuando entren en la ciudad, les saldrá al encuentro un hombre que lleva un cántaro de agua; síganlo hasta la casa donde entre, y digan al señor de aquella casa, el Maestro te dice: ¿Dónde está el aposento en el cual he de comer la pascua? Mi tiempo señalado está cerca; en tu casa celebraré la fiesta de pascua con mis discípulos. 89Entonces él les mostrará un gran aposento alto; prepárenla allí. Fueron, y hallaron como Jesús les había dicho; y prepararon la pascua. Y cuando llegó la hora en la noche, vino con los doce apóstoles, y se sentó a la mesa. 90Y les dijo: En gran manera he deseado comer con ustedes esta pascua antes que padezca; porque les digo que no comeré más de ella, hasta que se cumpla en el reino de Dios. Cuando hubo dicho Jesús esto, mientras comían, fue conmovido en espíritu, y declaró, y dijo: Miren, la mano del que me entrega está conmigo a la mesa. 91Porque en verdad, en verdad les digo, que uno de ustedes que come conmigo me va a entregar. A la verdad el Hijo del hombre va según lo que está determinado en las Escrituras; pero ¡Ay de aquel hombre por quien es entregado! Mejor le fuera no haber nacido. 92Entonces los discípulos comenzaron a discutir sobre quien de ellos había de hacer esto; y se miraban los unos a los otros, dudando acerca de quién estaba hablando Jesús. Y entristecidos en gran manera, comenzaron a decirle uno por uno: ¿Seré yo, Señor? Y el otro ¿Seré yo, Señor? Y uno de sus discípulos, al cual Jesús amaba, estaba sentado cerca de Jesús. A este hizo señas Simón Pedro, para que le preguntara quién era aquel de quien decía esto. 93Él entonces, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dijo: Señor, ¿quién es? Respondió Jesús, y dijo: Es uno de los doce. El que meta conmigo la mano en el tazón, aquel quien yo daré el pan mojado, ese es el que me va a entregar. 94Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón. Respondiendo Judas, dijo: ¿Soy yo, Maestro? Jesús le dijo: tú lo has dicho. Y tras haber comido el bocado, Satanás entró en él. 97Entonces Jesús le dijo: Lo que vas a hacer, hazlo más pronto. Entonces Judas salió; y era ya de noche. Pero ninguno de los que estaban a la mesa entendió con qué propósito le dijo esto. Porque algunos pensaban, debido a que Judas tenía la bolsa, que Jesús le dijo: compra lo que necesitamos para la fiesta; o, que diera algo a los pobres. 95Mientras comían, Jesús tomó el pan,[213] y habiendo dado gracias, lo partió, y les dio, diciendo: Tomen, coman; esto es mi cuerpo, que por ustedes es partido; hagan esto en memoria de mí. 96Asimismo, también tomó la copa,después de haber cenado, y dio gracias, y les dio, diciendo: Tomen esto y repártanlo entre ustedes, porque en verdad les digo, que ya no beberé del fruto de la vid hasta que lo beba nuevo con ustedes cuando venga el reino de mi Padre. 97Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre que por ustedes y por muchos se derrama para perdón de pecados. Hagan esto en memoria de mí todas las veces que beban de ella. Beban de ella todos. Y bebieron de ella todos.

Jesús lava los pies de los discípulos

98Cuando Judas Iscariote ya había salido, después de que el diablo había puesto en su corazón que entregara a Jesús, sabiendo Jesús que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios, y a Dios iba, se levantó de la cena, y se quitó sus vestidos, y tomando una toalla, se la ajustó al cuerpo. 99Luego, puso agua en un lebrillo,[214] y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a secarlos con la toalla que se había ajustado a él. 100Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: ¿Señor, tú me lavas los pies? Respondió Jesús, y le dijo: lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora; pero lo entenderás después. Le dijo Pedro: No me lavarás los pies jamás. 101Le respondió Jesús: Si no te lavo, no tendrás parte conmigo.[215] Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza. 102Le dijo Jesús: El que está lavado, no necesita sino que lavarse solamente los pies, porque ya está limpio; y ustedes ya están limpios, aunque no todos. Porque sabía que Judas lo iba a entregar; por eso dijo: No todos están limpios. 103Así que, después que les hubo lavado los pies, vistió nuevamente sus vestidos, y volviéndose a sentar a la mesa, les dijo: ¿Saben lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro, y Señor; y dicen bien; porque lo soy. Entonces, si yo, el Señor y el Maestro, he lavado sus pies, ustedes también deben lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo les he dado, para que como yo he hecho a ustedes, ustedes también lo hagan. 104En verdad, en verdad les digo, el siervo no es mayor que su señor, ni el apóstol es mayor que el que lo envió. Si saben estas cosas, dichosos serán, si las hacen. 105No hablo de todos ustedes; yo sé a los que he elegido; pero para que se cumpla la Escritura: El que come pan conmigo, levantó contra mí su calcañar.[216] Desde ahora se los digo antes que suceda, para que cuando sea hecho, crean que yo soy. 106En verdad, en verdad les digo, el que recibe al que yo envío, a mí me recibe; y el que a mí me recibe, recibe al que me envió. 

Jesús consuela a sus discípulos para tengan paz en la medio de la aflicción

107Cuando fue glorificado el Hijo del hombre, Dios fue glorificado en él. Y si Dios fue glorificado en el Hijo del Hombre, Dios también lo glorificará en sí mismo, así de pronto. 108Hijitos, aun estaré con ustedes por un poquito. Me buscarán; pero como dije a los judíos, así digo a ustedes: adonde yo voy ustedes no pueden ir. Le dijo Pedro: Señor, ¿a dónde vas? Jesús le respondió: A donde yo voy no me puedes seguir ahora. Pero me seguirás después. Un poquito, y no me verán; y otra vez un poquito, y me verán; porque yo voy al Padre. Entonces dijeron algunos de sus discípulos unos a otros: ¿Qué es esto que nos dice: un poquito, y no me verán; y otra vez un poquito, y me verán; y, porque yo voy al Padre? 109Y decían: ¿Qué es esto que dice: un poquito? No entendemos lo que habla. Y conoció Jesús que le querían preguntar, y les dijo: ¿Se preguntan entre ustedes de esto que dije: un poquito, y no me verán, y otra vez un poquito, y me verán? 110En verdad, en verdad les digo, que ustedes llorarán y se lamentarán, y el mundo se alegrará; pero aunque ustedes estarán tristes, la tristeza de ustedes se convertirá en gozo. 111La mujer cuando pare, tiene dolor, porque ha venido su hora; pero después que ha parido un niño, ya no se acuerda de la angustia, por el gozo de haber dado a luz un hombre en el mundo. 112También ustedes, ahora ciertamente tienen tristeza; pero otra vez los veré, y se gozará el corazón de ustedes, y nadie quitará de ustedes su gozo. Y aquel día no me preguntarán nada. En verdad, en verdad les digo, que todo cuanto pidan al Padre en mi nombre, Él se los dará. Hasta ahora nada han pedido en mi nombre; pidan, y recibirán, para que el gozo de ustedes sea cumplido. 113Estas cosas les he hablado por alegorías; la hora viene cuando ya no les hablaré por alegorías, sino que claramente les hablaré acerca del Padre. Aquel día pedirán en mi nombre; y no les digo que yo rogaré al Padre por ustedes; porque el mismo Padre los ama, porque ustedes me amaron, y han creído que yo salí de Dios. 114Salí del Padre, y he venido al mundo; otra vez dejo el mundo, y voy al Padre. Le dijeron sus discípulos: Mira, ahora hablas claramente, y ninguna alegoría dices. Ahora entendemos que sabes todas las cosas, y no necesitas que nadie te pregunte; por esto creemos que has salido de Dios. 115Les respondió Jesús: ¿Ahora creen? Estas cosas les he hablado para que en mi tengan paz. En el mundo tendrán aflicción; pero confíen, yo he vencido al mundo. 

Jesús anima a sus discípulos a tener fe en él

No se turbe el corazón de ustedes; de la misma manera que creen en Dios, crean también en mí. En la casa de mi Padre muchas moradas hay; si no fuera así, se los hubiera dicho. Voy a preparar lugar para ustedes. 116Y si me voy, y les preparo lugar, vendré otra vez, y los tomaré hacia mí mismo; para que donde yo estoy, ustedes también estén. Y saben a dónde yo voy; y saben el camino. 117Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vas; ¿Cómo podemos saber el camino? 118Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí. 119Si me conocieran, también a mi Padre conocerían; y desde ahora lo conocen, y lo han visto. Le dijo Felipe: Señor, muéstranos al Padre, y nos basta. 120Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo que estoy con ustedes, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿Cómo, dices tú: muéstranos el Padre? ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí? Las palabras1 que yo les hablo, no las hablo de mí mismo; sino que el Padre que está en mí, él hace las obras. Créanme que yo soy en el Padre, y el Padre en mí; de otra manera, créanme por las mismas obras. 121En verdad, en verdad les digo, el que en mí cree, las obras que yo hago también él las hará; y mayores que estas hará; porque yo voy al Padre. Y todo lo que pidan al Padre en mi nombre, esto haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. Si algo piden en mi nombre, yo lo haré. 

Jesús promete el Espíritu Santo a los que guardan sus mandamientos

122Un mandamiento nuevo les doy: que se amen unos a otros; como yo los he amado a ustedes, que también ustedes se amen los unos a los otros. En esto conocerán todos que son mis discípulos, si tiene amor los unos a los otros. Si me aman, guarden mis mandamientos; y yo rogaré al Padre, y les dará otro Consolador,[217] para que esté con ustedes para siempre; al Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo ve, ni lo conoce; pero ustedes lo conocen; porque está con ustedes, y será en ustedes. 123No los dejaré huérfanos; vendré a ustedes. Aun un poquito, y el mundo no me verá más; pero ustedes me verán; porque yo vivo, y ustedes también vivirán. En aquel día ustedes conocerán que yo estoy en mi Padre, y ustedes en mí, y yo en ustedes. 124El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquel es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo lo amaré, y me manifestaré a él. Le dijo Judas, no el Iscariote: Señor, ¿qué es eso, de que te manifestarás a nosotros, y no al mundo? 125Respondió Jesús, y le dijo: El que me ama, mi palabra guardará; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada. El que no me ama, no guarda mis palabras. La palabra que han oído, no es mía, sino del Padre que me envió. Estas cosas les he hablado estando con ustedes. 126Pero el Consolador, el Espíritu Santo, al cual el Padre enviará en mi nombre, él les enseñará todas las cosas, y les recordará todas las cosas que les he dicho. 127La paz les dejo, mi paz les doy; yo se las doy, no como el mundo la da. No se turbe el corazón de ustedes, ni tenga miedo. Han oído cómo yo les he dicho: voy, y vengo a ustedes. Si me amaran, ciertamente se gozarían, porque he dicho que voy al Padre; porque el Padre mayor es que yo. 128Y ahora se los he dicho antes que se haga; para que cuando sea hecho, crean. Ya no hablaré mucho con ustedes. Viene el príncipe de este mundo, el cual no tiene nada en mí. Pero para que el mundo conozca que amo al Padre, como el Padre me mandó, así estoy haciendo.

Oración después de la Santa Cena

129Entonces, levantando Jesús los ojos al cielo, dijo: Padre, la hora ha llegado; glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti; ya que le has dado la autoridad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. 130Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesús el Cristo, al cual has enviado. Yo te he glorificado en la tierra; he acabado la obra que me diste que hiciera. 131Ahora, Padre, glorifícame tú cerca de ti mismo con aquella gloria que tuve cerca de ti antes que el mundo existiera. He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y guardaron tu palabra. 132Ahora han conocido que todas las cosas que me diste, son de ti; porque las palabras1 que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. 133Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son; y todas mis cosas son tus cosas, y tus cosas son mis cosas; y he sido glorificado en ellas. Y ya no estaré en el mundo; pero estos estarán en el mundo, y yo iré a ti. Padre Santo, a los que me has dado, guárdalos por tu Nombre, para que sean uno, como también nosotros. 134Cuando estaba con ellos en el mundo, yo los guardaba en tu Nombre; a los que me diste, yo los guardé, y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición; para que la Escritura se cumpliera. Pero ahora voy a ti; y hablo esto en el mundo, para que tengan mi gozo cumplido en ellos mismos. 135Yo les he dado tu palabra; y el mundo los aborreció, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. No ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal. No son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. 136Santifícalos en tu verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, también los he enviado al mundo. Y por ellos yo me santifico a mí mismo, para que también ellos sean santificados en verdad. 137Pero no ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí por la palabra de ellos. Para que todos sean uno; como tú, oh, Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean en nosotros uno; para que el mundo crea que tú me enviaste. 138Y yo, la gloria que me diste les he dado; para que sean uno, como también nosotros somos uno. Yo en ellos, y tú en mí, para que sean completamente uno; y que el mundo conozca que tú me enviaste, y que los has amado a ellos, como también a mí me has amado. 139Padre, aquellos que me has dado, quiero que donde yo estoy, ellos estén también conmigo; para que vean mi gloria que me has dado; por cuanto me has amado desde antes de la fundación del mundo. 140Padre justo, el mundo no te ha conocido, pero yo te he conocido; y estos han conocido que tú me enviaste; y yo les he manifestado tu nombre, y lo manifestaré aún; para que el amor con que me has amado, esté en ellos, y yo en ellos.

Jesús en el monte de los olivos

141Y después que cantaron el himno, Jesús dijo: cuando los envié sin bolsa, y sin alforja, y sin calzados de repuesto, ¿Les faltó algo? Y ellos dijeron: Nada. Y les dijo: Pero ahora, el que tiene bolsa, tómela, y también alforja, y el que no tiene, venda su capa y compre espada. Porque les digo, que es necesario que se cumpla todavía en mí aquello que está escrito: Y con los transgresores de la ley fue contado”;[218] porque lo que está escrito de mí, tiene cumplimiento. 142Entonces ellos dijeron: Señor, aquí hay dos espadas. Y él les dijo: Es suficiente. Levántense, vámonos de aquí. Y salió Jesús, y sus discípulos lo siguieron; y fue Jesús como solía hacer al monte de los olivos, al otro lado del torrente de Cedrón. 

Jesús dice a Pedro que este lo negará

143Y les decía Jesús: Miren, la hora viene, y ha venido, en que todos ustedes serán esparcidos cada uno por su lado por causa de mí en esta noche, y me dejarán solo; porque escrito está: “Hiere al Pastor, y serán dispersas las ovejas”.[219]Pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo. Respondiendo Pedro dijo: Aunque todos te dejen, yo no te dejaré.144Mi vida pondré por ti. Le dijo Jesús: ¿Pondrás tu vida por mí? Simón, Simón, mira Satanás los ha pedido a ustedes para sacudirlos como se sacude el trigo. En verdad, en verdad te digo, hoy, en esta noche, no cantará el gallo[220] la segunda vez, sin que hayas negado tres veces que me conoces, pero yo he rogado por ti para que tu fe no falte; y tú, una vez vuelto, confirma a tus hermanos. 145Pero Pedro decía con mayor insistencia: Pronto estoy a ir contigo no solo a la cárcel, sino también a la muerte. Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos dijeron lo mismo. 

Jesús ora por última vez en el monte de los olivos

146Luego entró con sus discípulos a un huerto que estaba en el monte de los olivos, el cual se llama Getsemaní.[221]También Judas Iscariote conocía aquel lugar, porque Jesús se había reunido allí muchas veces con sus discípulos. 147Y dijo Jesús a sus discípulos: Siéntense aquí, hasta que vaya allí y ore. Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. 148Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste hasta la muerte; quédense aquí, y estén despiertos conmigo. Y yéndose un poco más adelante, como a la distancia de un tiro de piedra,[222] se postró en tierra, de rodillas, sobre su rostro, y oró que si fuera posible pasara de él aquella hora, diciendo: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; pero no sea lo que yo quiero, sino tu voluntad. 149Y vino a sus discípulos, y los halló durmiendo a causa de la tristeza, y dijo a Pedro: Simón, ¿por qué duermen? ¿Así que no han podido mantenerse despiertos conmigo una hora? Manténganse despiertos, y oren para que no entren en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil. 150Otra vez fue, por segunda vez, y oró diciendo: Padre mío, si no puede esta copa pasar de mí sin que yo la beba, hágase tu voluntad. 151Y vino, y los halló otra vez durmiendo; porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño; y no sabían qué responderle. 152Entonces, dejándolos, se fue de nuevo, y oró la tercera vez, con súplicas, ruegos y lágrimas, diciendo las mismas palabras. 153Y estando en gran conflicto interno, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra; y fue oído a causa de su temor reverente. Y vio un ángel del cielo ministrándole fortaleza para que hiciera frente a su hora. 154Cuando se levantó de la oración, vino a sus discípulos, y les dijo: Ustedes están durmiendo lo que falta, y están descansando. Pero ya es suficiente. La hora ha llegado. ¡Miren, el Hijo del hombre es entregado en manos de pecadores! Levántense, vamos; se acerca el que me entrega. Esto dijo porque Judas venía en camino hacia ellos.

Jesús es apresado (Jueves 13 de abril del 38 d.C.)

155Y hablando aún Jesús, mira vino Judas Iscariote, el que lo entregaba, el cual era uno de los doce apóstoles; y con él una multitud de soldados encabezados por un jefe de mil,[223] y además, mucha gente de los subordinados a los principales sacerdotes, a los fariseos, a los escribas y a los ancianos del pueblo. 156Estos vinieron con espadas, con palos, con lámparas y con antorchas. Judas venía al frente de ellos, y les había dado señal, diciendo: Al que yo probablemente bese, a ese aprésenlo, y llévenlo con toda certeza. 157Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que habían de venir sobre él, salió delante, y les dijo: ¿A quién buscan? Le respondieron: a Jesús el nazareno. Les dijo Jesús: Yo soy. Y cuando les dijo, Yo soy, retrocedieron hacia atrás, y cayeron en tierra. 158Les volvió a preguntar: ¿A quién buscan? Y ellos dijeron: A Jesús el nazareno. Respondió Jesús: Les he dicho que soy yo; si me buscan a mí, dejen ir a estos. Esto dijo para que se cumpliera la palabra que había dicho: De los que me diste, ninguno de ellos perdí. 159Entonces Judas se acercó a Jesús, y le dijo: Maestro, Maestro. Y lo besó. Entonces Jesús le dijo: Judas, ¿a qué vienes, amigo? ¿Con un beso entregas al Hijo del hombre? 160Y viendo los que estaban con él lo que iba a suceder, le dijeron: Señor, ¿heriremos a espada? Entonces Simón Pedro, que tenía una espada, la sacó, e hirió al siervo del sumo sacerdote, y le cortó la oreja derecha. 161Y el siervo se llamaba Malco. Jesús entonces dijo a Pedro: Devuelve tu espada a su lugar, métela en la vaina; porque los que tomen espada, a espada se matarán. La copa que el Padre me ha dado, ¿no la he de beber? Déjalo hasta ahí. ¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y él me daría más de doce legiones de ángeles? Pero, ¿cómo se cumplirían las Escrituras, que así es necesario que sea hecho? Y tocando la oreja del herido, lo sanó. 162En aquella hora dijo Jesús a las gentes: Como contra un ladrón han salido ustedes con espadas y con palos a apresarme. Cada día me sentaba con ustedes enseñando en el templo, y no extendieron las manos contra mí para apresarme. Pero esta es la hora de ustedes, y la jurisdicción de las tinieblas. 163Sin embargo, todo esto se hace para que se cumplan las Escrituras de los profetas. Entonces la multitud y el jefe de mil, y los subordinados de los judíos, apresaron a Jesús, y lo ataron. 164Y todos los discípulos dejándolo, huyeron. Pero un jovencito lo seguía cubierto de una sábana sobre el cuerpo desnudo; y lo apresaron; pero él, dejando la sábana, huyó desnudo.

Jesús es llevado preso al patio de la casa del sacerdote Anás

165Y llevaron a Jesús primeramente a casa de Anás; porque era suegro de Caifás, el cual era el sumo sacerdote en aquel año. Caifás era el que había dado el consejo a los judíos, de que era necesario que un hombre muriera por el pueblo. 166Seguían a Jesús desde lejos Simón Pedro, y otro discípulo. Y aquel discípulo era conocido por el sacerdote Anás, y entró con Jesús al patio de la casa de Anás; pero Pedro estaba fuera, a la puerta. 167Y salió aquel discípulo que era conocido por Anás, y habló a la portera, y metió dentro a Pedro. Y habiendo encendido fuego en medio del patio los siervos y los subordinados de los judíos, porque hacía frío, estaban en pie, y se calentaban; Pedro también estaba en pie, calentándose. Luego, se sentaron alrededor; y Pedro se sentó también entre ellos para ver el fin. 

Pedro niega cinco veces que conoce a Jesús, en el patio del sacerdote Anás

168Entonces la criada del sacerdote Anás, que es la portera que le permitió la entrada a Pedro, viéndolo sentado al fuego, calentándose, estando él abajo en el patio, se fijó en él; y le dijo: ¿No eres tú también de los discípulos de este hombre? Tú también estabas con Jesús el galileo. Pedro respondió, diciendo: No lo soy. Entonces, dijo la mujer a todos los que estaban allí: también este estaba con él. Pedro dijo: Mujer, no lo conozco, ni se lo que dices. Y salió a la puerta de la entrada; y cantó el gallo la primera vez. 169Y la criada, viéndolo de nuevo, comenzó a decir otra vez a los que estaban allí: Este estaba con Jesús el nazareno. Este es de ellos. Pedro negó con juramento: No conozco al hombre170Poco después, acercándose los que estaban por allí, dijeron a Pedro: Verdaderamente tú también eres de ellos, porque eres galileo; tu manera de hablar te descubre; es semejante a la de ellos. ¿No eres tú de sus discípulos? Y Pedro, maldiciendo y jurando, dijo: Hombre, no lo soy. No conozco a este hombre de quien me hablan. 171Y como una hora después, un siervo del sumo sacerdote, que era pariente de aquel a quien Pedro le había cortado la oreja, le dijo: ¿No te vi yo en el huerto? Pedro dijo: Hombre no sé lo que dices. Y enseguida, 

mientras él aun hablaba, cantó el gallo. 172Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y se acordó Pedro de las palabras de Jesús, que le dijo: Antes de que cante el gallo la segunda vez, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.

El sacerdote Anás interroga a Jesús

173Y Anás preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina. Jesús le respondió: Yo manifiestamente he hablado al mundo; yo siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se juntan todos los judíos, y nada he hablado ocultamente. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, lo que yo les haya hablado; mira, estos saben lo que yo he dicho. 174Y cuando él hubo dicho esto, uno de los subordinados de los judíos que estaba allí, le dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote? (aunque realmente Anás era suegro del sumo sacerdote, no el sumo sacerdote) 175Le respondió Jesús: Si hablé mal, da testimonio acerca de lo malo que he hablado; pero si he hablado bien, ¿por qué me golpeas? Y Anás entonces lo envió atado a Caifás, el sumo sacerdote.

 Jesús es llevado al sumo sacerdote Caifás

29Y ellos lo llevaron a Caifás, el sumo sacerdote en aquel año; y se reunieron los escribas, los ancianos del pueblo y los principales sacerdotes. Ya era de día, muy de mañana. 2Y los principales sacerdotes, y los ancianos, y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarlo a la muerte; y no lo hallaban, aunque muchos testigos falsos se presentaban, y decían falso testimonio contra él; pero sus testimonios no concordaban. 3Finalmente, vinieron dos testigos falsos, que dijeron: Nosotros hemos oído a este decir: Yo derribaré este templo hecho a mano, y en tres días edificaré otro sin mano. 4Pero ni aun así concordaban en sus testimonios. 5Y levantándose en medio el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué es esto que testifican ellos contra ti? Pero Jesús callaba, y no respondía. 6El sumo sacerdote, le dijo: Bajo juramento ante el Dios Viviente, dinos si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios, el Bendito. 7Jesús le dijo: Si les digo, no me creerán; y si les pregunto, no me responderán, ni me soltarán. Pero, tú lo has dicho: yo soy, y aun les digo, que a partir de este momento, en lo adelante verán al Hijo del hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo. 8Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestidos, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? Miren, ahora han oído su blasfemia. ¿Qué les parece? 9Y respondiendo ellos lo condenaron, declarándolo ser digno de muerte, diciendo: ¡Es digno de muerte! 10Entonces los que lo custodiaban lo escupieron en el rostro, y luego se lo cubrieron, y le daban puñetazos. Y los subordinados de los judíos le daban bofetadas, diciendo: Profetízanos tú, Cristo, ¿quién es el que te golpeó? Y le decían muchas otras cosas blasfemándolo.[224]

Jesús es interrogado por Pilato

11Y llevaron a Jesús atado desde el concilio presidido por el sumo sacerdote Caifás al pretorio.[225] Era aún muy de mañana; y ellos no entraron en el pretorio para no contaminarse, y poder comer de todo aquello relacionado con la festividad de Pésaj.[226] 12Y salió Pilato y les preguntó: ¿Qué acusación traen contra este hombre? Y ellos respondieron: Si este no fuera malhechor, no lo habríamos entregado a ti. 13 A este hemos hallado que pervierte la nación, y que prohíbe dar tributo a César diciendo que él es el Cristo, el rey de los judíos. 14Les dijo entonces Pilato: Tómenlo ustedes, y júzguenlo según la ley de ustedes. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos es lícito matar a nadie. Para que se cumpliera la palabra de Jesús, que había dicho, dando a entender de qué muerte había de morir. 15Y Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús, y le preguntó: ¿Eres tú el Rey de los judíos? Le respondió Jesús: ¿Dices esto por ti mismo, o porque te lo han dicho otros? 16Pilato respondió: ¿Soy yo judío? Tu gente, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí; ¿Qué has hecho? 17Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí. 18Le dijo entonces Pilato: ¿Entonces eres rey? Respondió Jesús, y dijo: Tú lo dices. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio de la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz. Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún crimen. Pero ellos lo contradecían de manera persistente, diciendo: Alborota al pueblo, enseñando por toda Judea, comenzando desde Galilea hasta aquí. 19Y dijo Pilato a Jesús: ¿No oyes cuantas cosas dicen ellos contra ti? Pero Jesús no respondía ni una palabra, de tal manera que Pilato estaba maravillado. Entonces Pilato, habiendo oído mencionar a Galilea, preguntó si el hombre era galileo.

Herodes Antipas interroga a Jesús

20Y cuando supo que era de la jurisdicción de Herodes Antipas, lo envió a él; porque Herodes también estaba en Jerusalem en aquellos días. Y Herodes, viendo a Jesús, se alegró mucho, porque hacía mucho que deseaba verlo; puesto que había oído muchas cosas acerca de él, y tenía esperanza de que lo vería hacer alguna señal. Y le preguntaba con muchas palabras; pero él nada le respondió; y estaban los principales sacerdotes y los escribas acusándolo intensamente. Pero Herodes y los soldados que con él estaban lo tuvieron en poco, y se burló de él, vistiéndolo con una vestidura lujosa; y lo devolvió a Pilato. Y volvieron a ser amigos Pilato y Herodes aquel mismo día; porque antes eran enemigos.

Jesús es devuelto a Pilato y es condenado a muerte

21Entonces Pilato, convocando a los principales sacerdotes, a los magistrados, y al pueblo, les dijo: Me han presentado a este como un hombre que desvía al pueblo; y miren, preguntando yo delante de ustedes, no he hallado culpa alguna en este hombre de aquellas cosas de que lo acusan. Y ni aun Herodes; porque lo remití a él, y miren, ninguna cosa digna de muerte ha hecho. Lo soltaré, después de castigarlo. 22Y en el día de la fiesta acostumbraba Pilato a soltar al pueblo un preso durante la semana de la festividad de pascua; a cualquiera que quisieran ellos. Y viniendo la multitud, comenzó a pedir que hiciera como siempre había hecho. 23Tenían en aquellos días un preso famoso que se llamaba Barrabás, el cual era ladrón, y estaba preso con sus compañeros de revuelta, los cuales habían cometido un homicidio en un motín sedicioso que hicieron en la ciudad. 24Pilato les dijo: Ustedes tienen costumbre de que les suelte uno. Decidan: ¿Quieren que les suelte a Barrabás o a Jesús, el Rey de los judíos? Porque sabía que por envidia lo habían entregado los principales sacerdotes. 25Y los principales sacerdotes y los ancianos persuadieron al pueblo que pidieran a Barrabás, y que matara a Jesús. 26Entonces, queriendo soltar a Jesús, les preguntó Pilato: ¿A cuál de los dos quieren que les suelte? Y la multitud dio voces a una, diciendo: Quita a este, y suéltanos a Barrabás. 27Y les habló otra vez Pilato: ¿Qué quieren que haga al que ustedes llaman Rey de los judíos? Y ellos volvieron a dar voces diciendo: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! 28Y él les dijo la tercera vez: ¿Qué mal ha hecho este? Ninguna culpa de muerte he hallado en él; lo castigaré, y lo soltaré. 29Y los soldados del gobernador llevaron a Jesús hacia dentro del pretorio, y se reunieron alrededor de él toda la multitud; y desnudándolo, lo vistieron de un manto de color rojo púrpura. 30Y entretejieron una corona de espinas, y la colocaron sobre su cabeza, y le pusieron una caña en la mano derecha. Entonces, arrodillándose delante de él, se burlaban, diciendo: ¡Vive, rey de los judíos! Y lo escupían, y le daban bofetadas, y tomaban la caña, y lo golpeaban con ella en la cabeza. 31Después, Pilato salió otra vez fuera, y les dijo: Miren, se los traigo fuera, para que entiendan que ningún crimen hallo en él. Y salió Jesús fuera, llevando la corona de espinas y el manto rojo púrpura. 32Y les dijo Pilato: ¡Miren el hombre! Y cuando lo vieron los principales sacerdotes, y sus subordinados, dieron voces diciendo: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo! 33Pilato les dijo: Tómenlo ustedes y crucifíquenlo. Yo no hallo delito en este hombre. Le respondieron los judíos: Nosotros tenemos ley, y según nuestra ley debe morir, porque se hizo Hijo de Dios. 34Y cuando Pilato oyó esta palabra, tuvo más miedo.[227] Y entró otra vez en el pretorio, y preguntó a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio respuesta. 35Entonces le dijo Pilato: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para crucificarte, o soltarte? 36Respondió Jesús: Ningún poder tendrías contra mí, si no te fuera dado de arriba; por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene. Desde entonces procuraba Pilato soltarlo; sin embargo, los judíos daban voces, diciendo: Si sueltas a este, no eres amigo de César; cualquiera que se hace rey, a César contradice. 37Entonces Pilato, oyendo este dicho, llevó fuera a Jesús, y se sentó en el tribunal en el lugar que se le dice “Enlosado”[228] y en hebreo Gabbata. Y estando Pilato sentado en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él. 38Entonces dijo a los judíos: ¡Miren, el Rey de ustedes! Pero ellos dieron voces: ¡Quítalo! ¡Quítalo! ¡Crucifícalo! Les dijo Pilato: ¿Al Rey de ustedes he de crucificar? Respondieron los principales sacerdotes: Nosotros no tenemos rey sino a César. 39Y viendo Pilato que nada adelantaba, sino que se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo; allá ustedes. Y respondiendo todo el pueblo, dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. Y las voces de ellos y de los principales sacerdotes prevalecieron. Pilato entonces, para satisfacer al pueblo, les soltó a Barrabas, que había sido echado en la cárcel por sedición, y al cual ellos habían pedido; y entregó a Jesús a la voluntad de ellos para que fuera crucificado. 40Tomaron entonces a Jesús, y le quitaron aquel manto, y le pusieron otra vez sus vestidos. Luego, lo llevaron para ser crucificado. 

Judas Iscariote se ahorca

41Entonces Judas, el que lo había entregado, viendo que fue condenado, sintió remordimiento, y devolvió las treinta piezas de plata a los principales sacerdotes y a los ancianos, diciendo: He pecado entregando sangre inocente. Pero ellos dijeron: ¿Qué nos importa nosotros? Allá tú. Y arrojando las piezas de plata en el templo, partió; y fue, y se ahorcó.

Crucifixión de Jesús (Jueves 13 de Abril del año 38 d.C.) (Las siete palabras de Jesús en la cruz)

42Y mientras iban para crucificar a Jesús, hallaron a Simón de Cirene,[229] padre de Alejandro y de Rufo, que pasaba; porque volvía del campo. A este le pusieron la cruz[230] encima, y lo obligaron a que la llevara tras Jesús. Y lo seguía una gran multitud del pueblo, y de mujeres, las cuales lloraban y se lamentaban por él. 43Pero Jesús, vuelto a ellas, les dijo: Hijas de Jerusalem, no lloren por mí; más bien, lloren por ustedes mismas, y por sus hijos, porque miren vendrán días en que dirán: Dichosas las estériles, y los vientres que no engendraron, y los pechos que no criaron. Entonces comenzarán a decir a los montes: Caigan sobre nosotros; y a los collados: Cúbrannos. Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, en el seco, ¿qué no se hará? 44Y llevaban también con él otros dos que eran ladrones, para ser muertos. Y cuando llegaron al lugar que en hebreo se llamaba Gólgota (que traducido significa: el lugar de la calavera) le dieron a beber vinagre mezclado con hiel y mirra. Pero Jesús, después de haber probado el vinagre, no quiso beberlo. Después lo crucificaron, y con él los dos ladrones, uno a cada lado, esto es, uno a su derecha y el otro a su izquierda; y Jesús estaba en medio de ellos. 45Y se cumplió la Escritura, que dice: Y con los transgresores de la ley fue contado. [231] Y era la hora tercera cuando lo crucificaron. 46Y pusieron encima de él un título que había escrito Pilato. Y el escrito era: Jesús el Nazareno, Rey de los judíos. Y dijeron a Pilato los principales sacerdotes de los judíos respecto a ese escrito: No escribas, Rey de los judíos; sino, que él dijo: “Soy el rey de los judíos”. Respondió Pilato: Lo que he escrito, he escrito.47Y muchos de los judíos leyeron el título que había escrito Pilato acerca de Jesús; porque el lugar donde estaba crucificado Jesús era cerca de la ciudad, y estaba escrito en hebreo, en griego, y en latín.[232] Y cuando los soldados hubieron crucificado a Jesús, tomaron sus vestidos, e hicieron cuatro partes (una parte para cada soldado). Tomaron también su túnica; pero la túnica estaba tejida desde arriba, es decir, que no tenía costura. 48Y dijeron entre ellos: No la partamos, sino echemos suertes sobre ella, para ver de quién será; para que se cumpliera la Escritura, que dice: Partieron entre ellos mis vestidos, y sobre mi vestidura echaron suertes.[233] 49Y los soldados hicieron esto. Y sentados los soldados, lo custodiaban allí. 50Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y los que pasaban del pueblo miraban, y le decían injurias, meneando sus cabezas, y diciendo: ¡Bah! Tú, el que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz. 51De esta manera también los principales sacerdotes, burlándose de él junto con los escribas y los fariseos y los ancianos, le decían: A otros salvó, y así mismo no se puede salvar; si es el escogido de Dios, el Cristo, el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, para que veamos y creamos en él. 52Confió en Dios; que lo libre ahora, si lo quiere; porque ha dicho: soy Hijo de Dios. Y uno de los ladrones que estaban colgados, lo ofendía, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros. Y respondiendo el otro, lo reprendió, diciendo: ¿Ni aun tú temes a Dios, estando en la misma condenación? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos; porque recibimos lo que merecen nuestros hechos; pero este ningún mal hizo. 53Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. 54Entonces Jesús le dijo: En verdad te digo, que hoy estarás conmigo en el paraíso55Y estaban junto a la cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, que es María la mujer de Clopa, y María Magdalena. 56Y cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo que él amaba, que estaba presente, dijo a su madre: Mujer, mira ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: mira ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió consigo. 57Y cuando era como la hora sexta, el sol se oscureció, y oscureció toda la tierra hasta la hora novena. Y cerca de la hora novena, Jesús exclamó con gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿Lama sabactani? Esto es, Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado? 58Y algunos de los que estaban allí, oyéndolo, decían: Miren, llama a Elías. Después de esto, sabiendo Jesús que todas las cosas se habían cumplido, para que la Escritura se cumpliera, dijo: Tengo sed59Al instante, uno de ellos empapó una esponja en el vinagre, y poniéndola en una caña, se la acercó a la boca, y burlándose le dijo: Si tú eres el Rey de los judíos, sálvate a ti mismo. Y cuando Jesús tomó el vinagre mezclado con hiel y mirra, dijo: Consumado es. Sin embargo, los otros decían: Deja, veamos si viene Elías a bajarlo. 60Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, inclinó la cabeza, y entregó el espíritu. [234] 61Y mira, que el velo del templo se partió en dos, desde arriba hacia abajo; y la tierra tembló, y las piedras se partieron; y se abrieron los sepulcros. 62Y el centurión, y los que estaban con él custodiando a Jesús, habiendo visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas, y también viendo que había muerto clamando de esa manera, temieron en gran manera, y dieron gloria a Dios; y decían: Verdaderamente este hombre era el Hijo de Dios. Y toda la multitud de los que estaban presentes en este espectáculo, viendo lo que había sucedido, se volvían golpeándose sus pechos. 62Pero todos sus conocidos, y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea sirviéndole, estaban de lejos mirando estas cosas; entre las cuales estaban María Magdalena, y María la madre de Jacobo el menor y de José, que es la misma madre de Jesús; y Salomé, la madre de los hijos de Zebedeo, las cuales, estando aún él en Galilea, lo habían seguido, y le servían; y otras muchas que juntamente con él habían subido a Jerusalem.

Sepultura de Jesús

63Cuando llegó la noche, era preparación para el shabát, que es el día de reposo. Entonces los judíos, por cuanto ya era preparación para el día shabát, para evitar que los cuerpos de los crucificados estuvieran en la cruz en el día de reposo, porque el día de reposo era el más grande de entre los días de la semana, rogaron entonces a Pilato que se les quebrara las piernas, y fueran quitados de allí.[235] 64Y vinieron los soldados, y quebraron las piernas al primero; asimismo al otro que había sido crucificado con él. 65Pero cuando vinieron a Jesús, como lo vieron ya muerto, no le quebraron las piernas; pero uno de los soldados le abrió el costado con una lanza, y luego salió sangre y agua. Y el que lo vio, da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la verdad, para que ustedes también crean. 66Estas cosas fueron hechas para que se cumpliera la Escritura que dice: Hueso no quebrarán de él.[236] Y también otra Escritura que dice: Mirarán al que traspasaron.[237] 67Después de estas cosas, un hombre rico llamado José, varón bueno y justo, el cual era de una de las ciudades de Judea llamada Arimatea, miembro consejero distinguido en el concilio de los judíos, que no había consentido en el consejo ni en los hechos de ellos contra Jesús, porque era discípulo de Jesús, pero en secreto por miedo de los judíos, y que también esperaba el reino de Dios, vino; y valientemente entró a Pilato, y rogó a Pilato que pudiera quitar el cuerpo de Jesús. 68Y Pilato se maravilló de que ya hubiera muerto; y haciendo venir al centurión, le preguntó si ya había muerto. Y enterado del centurión, dio el cuerpo a José. 69Entonces fue José, y quitó el cuerpo de Jesús. Vino también Nicodemo, el que antes había venido a Jesús de noche, trayendo un compuesto de mirra y de áloes, como cien libras. 70Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en una sábana limpia que compró José. Había cerca un huerto; y en el huerto un sepulcro nuevo y abierto, que había labrado José en la peña, en el cual aún no había sido puesto nadie. 71Allí, por causa de que era preparación para el shabát, y porque aquel sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús, con especias aromáticas, como es costumbre de los judíos sepultar. Y revolvió una piedra a la puerta del sepulcro. 72Y las mujeres que con él habían venido desde Galilea, entre las cuales estaban María Magdalena, y María madre de José, los habían seguido, y vieron el sepulcro, y miraron dónde y cómo fue puesto su cuerpo, mientras estaban ellas sentadas delante del sepulcro. 73Y el siguiente día, que es después de la preparación, esto es, en el día de reposo, se juntaron los principales sacerdotes y los fariseos delante de Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos de que aquel engañador, cuando aún estaba vivo, dijo: Después de tres días resucitaré. Manda que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; para que no vengan sus discípulos de noche, y lo roben, y digan al pueblo: “resucitó de los muertos” y sea el último error peor que el primero. 74Y Pilato les dijo: Ahí tienen una guardia; vayan, asegúrenlo como ustedes saben hacerlo. Y yendo ellos, aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, y pusieron guardias para que custodiaran el sepulcro.

Jesús predica el evangelio en el Hades

75Después de la muerte corporal de Jesús, Dios vivificó su espíritu. Y descendió Jesús a las partes más bajas de la tierra, al abismo, en el Hades; el cual está dominado por el gobernador llamado Muerte, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego Apolión; donde estaban bajo custodia los espíritus de aquellos hombres que desobedecieron en los días en que Noé preparaba el arca.[238] 76Y les predicó 

el evangelio a fin de que vivan y alcanzaran misericordia, aquellos que para los hombres ya están condenados. Luego, fue al paraíso, donde reposan los santos hasta el día de la resurrección, y se encontró allí con el que antes era ladrón, el que había cambiado de mentalidad acerca de sus maldades, y que había creído en él; así como se lo había prometido a él mientras ambos estaban crucificados. 77Pasado los días necesarios, subió nuevamente Jesús lejos del reino de la Muerte, y resucitó en la tercera noche desde su muerte en la cruz, esto es, en la noche del primer día de la semana. 

Resurrección de Jesús en el día de la fiesta de las primicias a Dios (Jesús resucitó en cualquier momento del período nocturno que abarca la noche del 15 de abril a partir de las 6 pm y el 16 de abril antes de las 6 am del año 38 d.C.) (Mt. 28:1-10; Jn. 20:1-10; Mr.16:1-8; Lc. 24:1-12)

30Inmediatamente pasó el día de reposo, en la noche del primer día de la semana, María Magdalena, de la cual había echado Jesús siete demonios; María, la madre de Jacobo el menor y de José, que es la madre del Señor, y Salomé (Juana),[239] compraron especias aromáticas y ungüentos para ir a ungirlo. 2Y mira, durante el mismo primer día de la semana, que ocurrió un gran temblor; porque uno de dos ángeles del Señor, que habían descendido del cielo, vino y removió la piedra, rodándola desde el lugar donde estaba puesta, y luego se sentó sobre ella. Y su aspecto era como un relámpago, y su vestido blanco como la nieve. De miedo de él, los guardas se espantaron, y quedaron como muertos; y se fueron a causa del temor. 3Después que se fueron los guardas, muy de mañana, siendo aun oscuro, vinieron al sepulcro María Magdalena, María la madre del Señor, y Salomé (Juana), madre de los hijos de Zebedeo, y otras mujeres más. 4Ellas se decían entre ellas: ¿Quién nos removerá la piedra de la puerta del sepulcro? Y cuando miraron, vieron que la piedra, que era muy grande, ya había sido removida. Y entradas en el sepulcro, no hallaron el cuerpo del Señor Jesús. Entonces María Magdalena corrió, y vino a Simón Pedro, y al otro discípulo, al cual amaba Jesús, y les dijo: Se han llevado al Señor del sepulcro, y no sabemos dónde lo han puesto. 5Y salió Pedro, y el otro discípulo, y vinieron al sepulcro. Corrían los dos juntos; pero el otro discípulo corrió más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Entonces, bajándose a mirar, vio las sábanas echadas; pero no entró. Llegó luego Simón Pedro, siguiéndolo; y entró en el sepulcro, y vio las sábanas echadas, y el sudario, que había estado sobre su cabeza, no puesto con las sábanas, sino envuelto en un lugar aparte. 6Luego entró también el otro discípulo, el que había venido primero al sepulcro, y vio, y les creyó de que se habían robado el cuerpo de Jesús; porque aún no comprendían la Escritura, de que era necesario que él resucitara de los muertos. Entonces, volvieron los discípulos a los suyos. Pero las mujeres se quedaron allí confundidas. 7Y sucedió que, ya salido el sol, estando ellas confundidas, se bajaron a mirar nuevamente; entrando en el sepulcro. Pero María Magdalena estaba fuera, llorando junto al sepulcro. 8Y mira, se pararon junto a las mujeres que habían entrado al sepulcro dos varones con vestiduras largas, blancas y resplandecientes; sentados, uno a los pies y el otro a la cabecera, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. El que estaba sentado a la cabecera estaba a su vez al lado derecho, y tenía la apariencia de un joven; este era el que había removido la piedra del sepulcro y se había sentado sobre ella delante de los guardas. Como ellas tuvieron temor, y bajaron el rostro a tierra, le dijo el que tenía apariencia de joven: No se asusten. Y luego les preguntó: ¿Por qué lloran? Ellas dijeron: Porque se han llevado el cuerpo del Señor, y no sabemos dónde lo han puesto. 9Él les dijo: ¿Por qué buscan entre los muertos al que vive? Ustedes están buscando a Jesús el Nazareno, el que fue crucificado. Él ha resucitado, no está aquí; miren, este es el lugar donde lo habían puesto. Acuérdense de lo que les habló, cuando aún estaba en Galilea, diciendo: Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día. 10Vayan, digan a sus discípulos y a Pedro, que él va delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, como les dijo. Miren se los he dicho. Entonces ellas se acordaron de las palabras de Jesús. Y saliendo del sepulcro con temor y gran gozo, fueron corriendo a dar las nuevas de todas estas cosas a los once, y a todos los demás. 11Ahora bien, mientras las mujeres estaban dentro del sepulcro hablando con los ángeles, y María Magdalena estaba fuera del sepulcro llorando, ella miró hacia atrás, y vio a Jesús que estaba allí; pero no sabía que era Jesús. 12Y le dijo Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando que era el hortelano, le dijo: Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo lo llevaré. Le dijo Jesús: María! Y volviéndose ella, le dijo: ¡Rabboni! que quiere decir, Maestro. 13En ese instante, salieron las otras mujeres del sepulcro, y vieron a Jesús hablando con María. Y Jesús les dijo: ¡Vive! Y María Magdalena con las mujeres se acercaron y abrazaron sus pies, y le mostraron reverencia. Les dijo Jesús: No me toquen; porque aún no he subido a mi Padre. No teman; vayan, den las nuevas a mis hermanos, para que vayan a Galilea, y allí me verán; y díganles: Subo a mi Padre y al Padre de ustedes, a mi Dios y al Dios de ustedes. 14Y ellas se fueron huyendo porque las había tomado temblor y espanto; y no decían nada a nadie, porque tenían miedo. Ellas lo hicieron saber a los que habían estado con él, que estaban tristes y llorando. 15Y los apóstoles, y los demás con ellos, cuando oyeron que vivía, y que había sido visto por ellas, no lo creyeron, porque les parecían como locura las palabras de ellas.

Los sacerdotes sobornan a los soldados testigos de la resurrección de Jesús

16Y yendo ellas, mira unos de los que estaban custodiando el cuerpo del Señor vinieron a la ciudad, y avisaron a los principales sacerdotes de todas las cosas que habían sucedido. Y juntados con los ancianos, y habido consejo, dieron mucho dinero a los soldados, diciendo: Digan, sus discípulos vinieron de noche, y robaron el cuerpo, mientras nosotros dormíamos. 17Y si esto lo oye el gobernador, nosotros lo persuadiremos, y los pondremos a salvo. Y ellos, tomando el dinero, hicieron como estaban instruidos; y este dicho fue divulgado entre los judíos hasta el día de hoy. 

Jesús se aparece después de resucitado a dos discípulos en el camino a Emaús

18Y mira, dos de ellos iban el mismo día a una aldea que estaba a sesenta estadios de distancia de Jerusalem, llamada Emmaús. E iban hablando entre ellos de todas aquellas cosas que habían sucedido. Y sucedió que, yendo y hablando entre ellos, examinando juntos, el mismo Jesús se acercó, e iba con ellos juntamente. 19Sin embargo, los ojos de ellos estaban cubiertos, para que no lo reconocieran. Y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tienen entre ustedes mientras andan, y que los tienen tristes? 20Y respondiendo uno de ellos, que se llamaba Clopa, le dijo: ¿Eres el único extranjero en Jerusalem, que no has sabido las cosas que en ella han sucedido estos días? Entonces él les dijo: ¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús el nazareno, el cual fue varón profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo; y cómo lo entregaron los principales sacerdotes y nuestros gobernantes a condenación de muerte, y lo crucificaron. 21Pero nosotros esperábamos que él era el que había de redimir a Israel; y ahora sobre todo esto, hoy es el tercer día que esto ha sucedido. Aunque también unas mujeres de los nuestros nos sorprendieron, las cuales antes del día fueron al sepulcro; y no hallando su cuerpo, vinieron diciendo que también habían visto visión de ángeles, los cuales les dijeron que él resucitó. Y fueron algunos de los nuestros al sepulcro, y hallaron así como las mujeres habían dicho; pero a él no lo vieron. 22Entonces él les dijo: ¡Oh insensatos, y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas, y que entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían. 23Y llegaron a la aldea adonde iban; y él hizo como que iba más lejos. Pero ellos lo detuvieron por fuerza, diciendo: quédate con nosotros, porque se hace tarde, y el día ya ha declinado. Y entró a quedarse con ellos. 24Y sucedió, que estando sentado con ellos a la mesa, tomando el pan, lo bendijo, y lo partió, y les dio. Entonces fueron abiertos los ojos de ellos, y lo reconocieron; pero él desapareció delante de sus ojos. Y decían el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos explicaba las Escrituras? 25Y levantándose en la misma hora regresaron a Jerusalem, y hallaron a los once reunidos, y a los que estaban con ellos, que decían: el Señor ha resucitado verdaderamente, y ha aparecido a Simón. 

Jesús aparece a sus apóstoles

26Entonces ellos contaron las cosas que les habían sucedido en el camino, y cómo había sido reconocido por ellos al partir el pan, y no lo creían. Finalmente, se apareció a los apóstoles mismos, esa misma noche, estando sentados a la mesa entre tanto que ellos hablaban estas cosas. 27Estando las puertas cerradas donde los discípulos estaban juntos por miedo de los judíos, vino Jesús, y se puso en medio, y les dijo: Paz a ustedes. Y luego les reprendió su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que lo habían visto resucitado. 28Entonces ellos, asustados y asombrados, pensaban que veían un espíritu. Pero él les dijo: ¿Por qué están turbados, y suben estos pensamientos a sus corazones? Miren mis manos y mis pies, soy yo mismo; tóquenlos, y vean. Los espíritus no tienen carne ni huesos, como ustedes ven que yo tengo. 29Y cuando hubo dicho esto, le mostró las manos y el costado. Y los discípulos se gozaron viendo al Señor. Y no creyéndolo aún ellos de gozo, y maravillados, les dijo: ¿Tienen aquí algo de comer? Entonces ellos le presentaron parte de un pez asado, y un panal de miel. Y él tomó, y comió delante de ellos. 30Y él les dijo: Estas son las palabras que les hablé, estando aún con ustedes; que era necesario que se cumplieran todas las cosas que están escritas de mí en la ley de Moisés, y en los profetas, y en los salmos. 31Entonces les abrió el entendimiento, para que entendieran las Escrituras; y les dijo: Así está escrito, y así era necesario que el Cristo padeciera, y resucitara de los muertos al tercer día; y que se predique en su nombre el cambio de mentalidad y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalem. Y ustedes son testigos de estas cosas. Entonces les dijo Jesús otra vez: Paz a ustedes. 

Jesús aparece a Tomás, el dídimo

32Pero Tomás, uno de los doce, que le dicen el dídimo, no estaba con ellos cuando Jesús vino. 33Y le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor. 34 Y él les dijo: Si no veo en sus manos la señal de los clavos, y no meto mi dedo en el lugar de los clavos, y mi mano en su costado, no creeré. 35Y ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. 36Y vino Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio, y dijo: Paz a ustedes. Luego dijo a Tomás: Pon tu dedo aquí, y mira mis manos; y extiende acá tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. 37Entonces Tomás respondió, y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Le dijo Jesús: Tomás, creíste porque me has visto. Dichosos los que no vieron y creyeron.

La resurrección de los santos

38Después de la resurrección de Jesús, fueron también resucitados muchos cuerpos de santos que habían muerto, y que habían sido puestos en los sepulcros que se abrieron debido al terremoto que ocurrió después de la muerte de Jesús en la cruz. 39Cuando resucitaron ellos, salieron de aquellos sepulcros, y vinieron a la santa ciudad, a Jerusalem, y aparecieron a muchos. 

Los apóstoles se dirigen a Galilea

40Después de estas cosas, los once discípulos se fueron a Galilea. Y se manifestó nuevamente Jesús después de algunos días a sus discípulos en el mar de Tiberias, que es el mar de Galilea, también llamado mar de Genesaret; y se manifestó de esta manera: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el dídimo, Natanael, el que era de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo, y otros dos de sus discípulos. 41Les dijo Simón: Voy a pescar. Le dijeron: Vamos nosotros también contigo. Fueron, y subieron en un barco; y aquella noche no pescaron nada. Venida la mañana, Jesús se puso a la orilla. Sin embargo, los discípulos no sabían que era Jesús. 42Y les dijo: Hombres, ¿Tienen algo de comer? Le respondieron: No. Y él les dijo: Echen la red al lado derecho del barco, y hallarán. Entonces la echaron, y no la podían en ninguna manera sacar, por la multitud de peces. 43Entonces el discípulo, al cual amaba Jesús, dijo a Pedro: Es el Señor. Y Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se puso sus vestidos, porque estaba desnudo, y se tiró al mar. Y los otros discípulos vinieron con el barco (porque no estaban lejos de tierra sino como a doscientos codos), trayendo la red de peces. 44Y cuando descendieron a tierra, vieron ascuas puestas, y un pez encima de ellas, y pan. Les dijo Jesús: Traigan de los peces que acaban de pescar. Subió Simón Pedro, y trajo la red a tierra, llena de grandes peces, ciento cincuenta y tres; y siendo tantos, la red no se rompió. 45Les dijo Jesús: Vengan, coman. 46Y ninguno de los discípulos se atrevía preguntarle: ¿Tú, quién eres?, sabiendo que era el Señor. Entonces Jesús tomó el pan, y les dio; y asimismo del pez. 47Esta era ya la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos, después de resucitar de los muertos. 48Y cuando hubieron comido, Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas más que estos? Le dijo: Sí Señor; tú sabes que te amo. 49Jesús le dijo: apacienta mis corderos. 50Le volvió a decir la segunda vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Le respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo. Le dijo: Apacienta mis ovejas. 51Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿Me amas? Se entristeció Pedro de que le dijera la tercera vez: ¿Me amas? Y le dijo: Señor, tú sabes todas las cosas; tú sabes que te amo. Le dijo Jesús: Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo, cuando eras más joven, te vestías, e ibas a donde querías; pero cuando envejezcas, extenderás tus manos, y te vestirá otro, y te llevará adonde no quieres ir.52Y esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios. Y dicho esto, le dijo: Sígueme. Volviéndose Pedro, vio a aquel discípulo al cual amaba Jesús, que los seguía, el que también se había recostado en su pecho en la cena, y le había preguntado: Señor, ¿quién es el que te ha de entregar? Cuando Pedro lo vio, dijo a Jesús: Señor, ¿Y este, qué?53Le dijo Jesús: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? Sígueme tú. Salió entonces este dicho entre los hermanos, que aquel discípulo no moriría. 54Pero Jesús no le dijo: No morirá; sino: Si quiero que él quede hasta que yo venga, ¿qué a ti? 55Este era Juan, hijo de Zebedeo y hermano de Jacobo, el discípulo que dio testimonio de esta manifestación de Jesús a sus discípulos junto al mar de Tiberias; y escribió sobre estas cosas; y sabemos que su testimonio es verdadero.

Una multitud de discípulos ven a Jesús en Galilea

56Estando en Galilea los once apóstoles y otros discípulos, fueron al monte donde Jesús les había ordenado. Cuando lo vieron, se postraron; pero algunos dudaban. 57Entonces los setenta que había enviado delante de él cuando subía a Jerusalem, vinieron con gozo, diciendo: Señor, aun los demonios senos sujetan en tu nombre. Y les dijo: Yo veía a Satanás que caía del cielo como un rayo. Miren, les doy autoridad de pisar sobre serpientes y escorpiones, y sobre toda fuerza del enemigo, y nada los dañará. Pero no se gocen de esto, de que los espíritus se les sujetan; antes, gócense de que los nombres de ustedes están escritos en los cielos. 58En aquella misma hora Jesús se alegró en el Espíritu, y dijo: Te reconozco públicamente, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios e inteligentes, y las revelaste a los niños. Porque así Padre, bien pareció en tu presencia. 59Y les dijo: Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce totalmente al Hijo, sino el Padre; ni al Padre conoce plenamente alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar. 60Vengan a mí todos los que están trabajados y cargados, que yo los haré descansar. Lleven mi yugo sobre ustedes, y aprendan de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallarán descanso para sus almas. Porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga. 61Entonces comenzó a hablar en contra de las ciudades en las cuales él había hecho sus milagros más poderosos, porque no habían cambiado de mentalidad, diciendo: ¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón hubieran sido hechos los milagros que han sido hechos en ustedes, en la antigüedad hubieran cambiado de mentalidad en cilicio y en ceniza. Por tanto les digo, que a Tiro y a Sidón será más tolerable el castigo en el día del juicio, que a ustedes. 62Y tú, Capernaum, ¿acaso serás elevada hasta el cielo? Hasta el Hades[240] serás bajada; porque si en los de Sodoma hubieran sido hechos los milagros que han sido hechos en ti, hubieran quedado hasta el día de hoy. Por tanto les digo, que a los de Sodoma será más tolerable el castigo en el día del juicio, que a ti. Y dijo a sus discípulos: El que los oye a ustedes, a mí me oye. Pero el que los ignora a ustedes, a mí me ignora; y el que ignora a mí, ignora al que me envió. 

Ultimas enseñanzas de Jesús a sus discípulos. Señales antes del fin. (Sábado 27 de mayo del año 38 d.C.).

63De esta manera continuó Jesús, por cuarenta días, presentándose vivo a sus discípulos con muchas pruebas indubitables; hablándoles acerca del reino de Dios. En aquel mismo año, descendieron los discípulos a Jerusalem. Y se les apareció Jesús otra vez, y los sacó al monte de los olivos. 64Entonces se lamentó Jesús sobre Jerusalem diciendo: ¡Jerusalem, Jerusalem, tú que matas a los profetas, y apedreas a los que son enviados a ti; cuántas veces quise juntar tus hijos, como la gallina sus polluelos debajo de sus alas, y no quisiste! Mira, es dejada desierta la casa de ustedes; y les digo que desde ahora no me verán hasta que venga el día en que dirán: Bendito el que viene en el nombre del Señor. 65Y sentándose, se acercaron a él los discípulos Pedro, Andrés, Juan y Jacobo, y le preguntaron aparte, diciendo: Maestro dinos, ¿cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá cuando estas cosas hayan de cumplirse, y de tu regreso, y del fin de este siglo? 66Y respondiendo Jesús, les dijo: Tiempo vendrá, cuando desearán ver uno de los días del Hijo del hombre, y no lo verán. 67Y les dirán a ustedes: ¡Mírenlo aquí! o, ¡mírenlo allí! No vayan, ni lo sigan. 68Miren que nadie los engañe. Porque vendrán muchos en mi nombre, diciendo: Yo soy el Cristo, y: el tiempo señalado ha llegado. 69Les digo a ustedes que muchos serán engañados. Pero no vayan detrás de ellos. Porque como el relámpago, relampagueando desde una parte de debajo del cielo, resplandece hasta la otra debajo del cielo, así también será el Hijo del hombre en su día. 70Pero primero es necesario que padezca mucho, y sea desechado de esta generación.[241] Como sucedió en los días de Noé, así será la venida del Hijo del hombre. De la misma manera que antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dándose en casamiento, hasta el día que Noé entró en el arca, y no conocieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del hombre. 71Asimismo, también como sucedió en los días de Lot: comían, bebían, compraban, vendían, plantaban, edificaban; pero el día que Lot salió de Sodoma, llovió del cielo fuego y azufre, y destruyó a todos; así será el día en que el Hijo del hombre se manifestará. 72Ustedes oirán de guerras, de rumores de guerras y de sediciones; miren que no se turben; porque es necesario que todo esto suceda; pero aún no es el fin del siglo. 73El fin no será inmediatamente. Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestilencias, y hambres y alborotos, y terremotos en distintos lugares. Y habrá terror y grandes señales en el cielo. Pero todas estas cosas son principio de dolores. 74Sin embargo, antes de todas estas cosas, miren por ustedes mismos; porque los perseguirán, y les echarán mano, y los entregarán a tribulación, entregándolos a los concilios, y en sus sinagogas los azotarán; y serán entregados a las cárceles, y matarán a alguno de ustedes. Pero no les tengan miedo amigos míos; porque nada hay encubierto, que no haya de ser manifestado; ni oculto, que no haya de saberse. Lo que les digo en tinieblas, díganlo en la luz; y lo que oyen en sus oído predíquenlo desde las azoteas. 75Y no teman a los que matan el cuerpo, más el alma no pueden matar; teman antes a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el Gehena. ¿No se venden dos pajarillos por un asarión? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin el Padre de ustedes. 76Porque aún los cabellos de ustedes están todos contados. Así que, no teman; más valen ustedes que muchos pajarillos. 77Cualquiera que me confiese delante de los hombres, lo confesaré yo también delante de mi Padre que está en los cielos. Y cualquiera que me niegue delante de los hombres, también lo negaré yo delante de mi Padre que está en los cielos. 78Con paciencia ganarán sus almas. Muchos tropezarán entonces, y se entregarán unos a otros y unos a otros se aborrecerán. Serán entregados a muerte por sus parientes, padres, hermanos y amigos. Y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir. 79 ¿Piensan que he venido a la tierra a traer paz? No he venido a traer paz, sino espada y división. 80Porque estarán de aquí en adelante cinco en una casa divididos; tres contra dos, y dos contra tres. El padre estará dividido contra el hijo, y el hijo contra el padre; la madre contra la hija, y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera, y la nuera contra su suegra; los enemigos del hombre serán los de su misma casa. El que ama padre o madre más que a mí, no es digno de mí; el que ama hijo o hija más que a mí, no es digno de mí; y cualquiera que no trae su cruz cada día, y viene detrás de mí siguiéndome, no puede ser mi discípulo. 81Ustedes serán aborrecidos por todas las gentes por causa de mi nombre. Y delante de gobernadores y reyes serán llevados por causa de mi nombre; y esto les será a ustedes ocasión para dar testimonio a ellos. 82Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos; por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, ese será salvo. Cuando los traigan a las sinagogas, y ante los magistrados y las autoridades, propongan en sus corazones no pensar antes cómo han de responder; no se afanen por cómo o qué hablarán; ni lo piensen; porque en aquella hora les será dado qué han de hablar. 83Porque el Espíritu Santo les enseñará en la misma hora lo que han de decir. Yo les daré palabras y sabiduría, a la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se les opondrán; porque no son ustedes los que hablan, sino el Espíritu Santo. 84Y será predicado el evangelio del reino en todo el mundo, porque es necesario para testimonio a todas las naciones; y entonces vendrá el fin de este siglo. 85Cuando ustedes vean a Jerusalem rodeada de ejércitos, sepan que su destrucción ha llegado. 86 Entonces, el día en que vean la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel[242] (el que lee, entienda) puesta donde no debe estar, en el lugar santo, los que estén en Judea huyan a los montes; el que esté en la azotea, y tenga bienes en la casa, no descienda para entrar en su casa y tomarlos; y los que ya estén en el campo no vuelvan atrás, entrando en Judea nuevamente, para tomar su capa. 87Acuérdense de la mujer de Lot: todo el que procure salvar su vida la perderá, y todo el que la pierda por causa de mí y del evangelio, la salvará. 88Los que estén en Judea salgan de en medio de ella. Porque son días de retribución para que se cumplan las cosas que están escritas. 89¡Ay de las que estén encinta, y de las que críen en aquellos días! Oren para que su huida no sea en invierno ni el día de reposo. Porque habrá gran calamidad en la tierra, e ira sobre este pueblo. 90Y caerán a filo de espada, y serán llevados cautivos a todas las naciones; y Jerusalem será hollada por los gentiles hasta que los tiempos de los gentiles se cumplan. [243] 91Porque aquellos días son días de tribulación como nunca la ha habido desde el principio de la creación que Dios creo hasta aquellos días, ni la habrá después. 92Y si el Señor no hubiera acortado aquellos días, nadie en Israel quedaría vivo. Pero por causa de los escogido que él escogió, acortó aquellos días. 93Cuando los persigan en esta ciudad, huyan a la otra; porque en verdad les digo, que no acabarán de andar todas las ciudades de Israel, antes de que venga el Hijo del hombre. 94El discípulo no es más que su Maestro, ni el siervo más que su señor. Que le sea suficiente al discípulo ser como su Maestro, y al siervo como su Señor. Si al señor de la casa llamaron Beelzebub, ¿cuánto más a los de su casa?95Entonces, si alguno les dice: ¡Miren, aquí está el Cristo! o, ¡miren, allí está!, no le crean. Porque se levantarán falsos ungidos y falsos profetas, y harán señales y prodigios para engañar, si fuera posible, aun a los escogidos. Pero ustedes miren se los he dicho todo antes de que suceda. 96Así que, si les dicen: ¡Miren, está en el desierto!, no salgan; ¡miren, en las cámaras!, no crean. Porque como el relámpago que sale del oriente y se muestra hasta el occidente, así será también la venida del Hijo del hombre.

El día de la venida de Jesús

97Y luego después de la aflicción de aquellos días, habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas: el sol se obscurecerá, la luna no dará su luz, las estrellas caerán del cielo y los poderes de los cielos serán conmovidos. 98En la tierra la gente estará angustiada y confundida a causa del bramido del mar y de las olas; desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán sobre la tierra. 99Cuando estas cosas comiencen a suceder, anímense y levanten sus cabezas, porque la redención de ustedes está cerca. Entonces se mostrará la señal del Hijo del hombre en el cielo; y se lamentarán todas las tribus de la tierra, porque verán al Hijo del hombre viniendo en una nube, con gran poder y gloria. Y mandará a sus ángeles, con voz de mando y de arcángel, y con gran voz de trompeta, que junten a sus escogidos de los cuatro vientos, desde un extremo del cielo hasta el otro. 100Fuego vine a echar en la tierra: ¿Y qué quiero, si ya está encendido? Aprendan esta parábola: observen la higuera y todos los árboles. Cuando sus ramas están tiernas y brotan sus hojas, ustedes mismos saben que el verano está cerca. Así también ustedes, cuando vean estas cosas, sepan que está cerca el reino de Dios, a las puertas. 101En verdad les digo, que no pasará esta generación antes de que todas estas cosas sucedan. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.

Enseñanza sobre los siervos que esperan el regreso de su señor

102Estén despiertos, y oren; porque no saben cuándo será el tiempo exacto: a qué hora ha de venir su Señor. 103Es como el hombre que partiendo lejos, dejó su casa, y dio facultad a sus siervos, y a cada uno su obra, y al portero mandó a que estuviera despierto. 104Estén preparados para moverse, y sus antorchas encendidas; semejantes a hombres que esperan a cuando su señor ha de volver de las bodas; para que cuando venga, y llame, luego le abran inmediatamente. Dichosos aquellos siervos a los cuales, cuando el Señor venga, halle despiertos; en verdad les digo, que afirmará su corazón, y hará que se sienten a la mesa, y pasando les servirá. Y aunque venga en la segunda vigilia, o venga en la tercera vigilia, si los halla despiertos, dichosos son los tales siervos. 105Pero sepan esto, que si el señor de la casa supiera a qué hora ha de venir el ladrón, estaría despierto ciertamente, y no dejaría que el ladrón se abra camino hacia dentro de su casa. 106Ustedes también, estén apercibidos; porque a la hora que no piensan, el Hijo del hombre vendrá. 107Estén despiertos, porque no saben cuándo el señor de la casa vendrá; si a la tarde, o a la medianoche, o al canto del gallo, o a la mañana; para que cuando venga de repente, no los halle durmiendo. 108Entonces, Pedro le dijo: Señor, ¿dices esta parábola por nosotros, o también a todos? Y le dijo el Señor: Las cosas que a ustedes digo, también las digo a todos: estén despiertos. 109¿Quién es el mayordomo fiel y prudente, al cual el señor pondrá sobre la servidumbre de él, para que en tiempo oportuno sirva la ración? Dichoso aquel siervo, al cual, cuando el señor venga, lo halle haciendo como se le mandó. En verdad les digo, que él lo pondrá sobre todos sus bienes. Pero si el tal siervo dice en su corazón: Mi señor tarda en venir; y comienza a herir a los siervos y a las criadas, y a comer y a beber y a embriagarse; vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera, y a la hora que no sabe, y lo castigará duramente. 110Lo apartará, y pondrá su parte con los infieles e hipócritas. Allí será el lloro y el crujir de dientes. 111Pero al siervo que entendió la voluntad de su señor, y no se apercibió, ni hizo conforme a su voluntad, será azotado mucho. 112Finalmente, el siervo que no entendió, e hizo cosas dignas de azotes, será azotado poco; porque a cualquiera que fue dado mucho, mucho se demandará de él; y al que encomendaron mucho, más le será pedido. 113¿Quién de ustedes tiene un siervo que ara la tierra o apacienta el ganado, y cuando este vuelve del campo le dice luego: pasa, siéntate a la mesa? ¿No le dice antes: prepara la cena, y sírveme hasta que haya comido y bebido; y después de esto, come y bebe tú? ¿Da gracias el señor a su siervo porque hizo lo que le había sido mandado? Pienso que no. Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les ha mandado, digan: siervos inútiles somos, porque lo que debíamos hacer, hicimos. 114Miren por ustedes, que sus corazones no sean cargados de glotonería y embriaguez, y de los cuidados de esta vida, y venga de repente sobre ustedes aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Estén despiertos, orando en toda oportunidad, que sean tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que han de venir, y de estar en pie delante del Hijo del hombre. 115Les digo, que en aquella noche estarán dos en una cama; uno será tomado, y el otro será dejado. Dos mujeres estarán moliendo juntas; una será tomada, y la otra dejada. Dos estarán en el campo; uno será tomado, y el otro dejado. 116Y respondiendo, le dijeron: ¿Dónde será esto, Señor? Y él les dijo: Dondequiera que esté el cuerpo muerto, allí se juntarán las águilas. 

Enseñanza sobre las diez vírgenes

117Entonces el reino de los cielos será semejante a diez vírgenes, que tomando sus lámparas, salieron a recibir al esposo. Cinco de ellas eran prudentes, y cinco insensatas. Las que eran insensatas, tomando sus lámparas, no tomaron consigo aceite; pero las prudentes tomaron aceite en sus vasos, juntamente con sus lámparas. 118Y tardándose el esposo, cabecearon todas, y se durmieron. Y a la medianoche fue oído un clamor: Miren, viene el esposo; salgan a recibirlo. Entonces todas aquellas vírgenes se levantaron, y prepararon sus lámparas. Y las insensatas dijeron a las prudentes: Dennos de su aceite; porque nuestras lámparas se están apagando. 119Pero las prudentes respondieron, diciendo: Para que no nos falte a nosotras y a ustedes, vayan antes a los que venden, y compren para ustedes. Y mientras ellas iban a comprar, vino el esposo; y las que estaban apercibidas, entraron con él a las bodas; y se cerró la puerta. 120Y después vinieron también las otras vírgenes, diciendo: Señor, señor, ábrenos. Pero respondiendo él, dijo: En verdad les digo, que no las conozco. Estén despiertos, porque no saben el día ni la hora en que el Hijo del hombre ha de venir.

El juicio ante el tribunal de Cristo

121Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria, y todos los santos ángeles con él, entonces se sentará sobre el trono de su gloria. Y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará las gentes los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a la izquierda. 122Entonces el Rey dirá a los que estarán a su derecha: Vengan, benditos de mi Padre, hereden el reino preparado para ustedes desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me dieron de comer; tuve sed, y me dieron de beber; fui extranjero, y me recibieron; desnudo, y me cubrieron; enfermo, y me visitaron; estuve en la cárcel, y vinieron a mí. 123Entonces los justos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te sustentamos? ¿O sediento, y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos siendo extranjero, y te recibimos? ¿O desnudo, y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? 124Y respondiendo el Rey, les dirá: En verdad les digo, que en cuanto lo hicieron a uno de estos mis hermanos pequeñitos, a mí lo hicieron. 125Entonces dirá también a los que estarán a la izquierda: Apártense de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y para sus ángeles; porque tuve hambre, y no me dieron de comer; tuve sed, y no me dieron de beber; fui extranjero, y no me recogieron; desnudo, y no me cubrieron; enfermo, y en la cárcel, y no me visitaron. 126Entonces también ellos le responderán, diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, o sediento, o como extranjero, o desnudo, o enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? 127Entonces les responderá, diciendo: En verdad les digo, que en cuanto no lo hicieron a uno de estos pequeñitos, a mí no lo hicieron. E irán estos al tormento eterno, y los justos a la vida eterna. 128Y llamando a la gente y a sus discípulos les dijo a todos: ¿De qué aprovecha al hombre, si habiendo ganado el mundo entero, al final termina destruido, o pierde su alma?¿O qué recompensa dará el hombre por su alma? Porque el Hijo del hombre vendrá en la gloria de su Padre con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno conforme a sus obras. 129El que se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora, el Hijo del hombre se avergonzará también de él, cuando venga en su gloria, y la del Padre, y la de los santos ángeles. 130En verdad les digo, hay algunos de los que están aquí, que no experimentarán la muerte hasta que hayan visto el reino de Dios: el Hijo del hombre viniendo en su reino. 131No teman, manada pequeña; porque al Padre ha placido darles a ustedes el reino. Vendan lo que poseen, y den limosna; hagan bolsas que no envejecen, tesoros en los cielos que nunca faltan, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no se acercan para minar y hurtar. No hagan tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; porque donde esté el tesoro de ustedes, allí también estarán sus corazones. Ninguno puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o se llegará al uno y menospreciará al otro; no pueden servir a Dios y al mismo tiempo a las riquezas de este mundo. 132Miren que no hagan su rectitud delante de los hombres, para ser vistos por ellos; de otra manera no tendrán recompensa de su Padre que está en los cielos. Cuando des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser glorificados por los hombres; en verdad les digo, que ya tienen su recompensa. Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha; para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre que ve lo secreto, él te pagará en lo manifiesto.

Jesús enseña sobre el dar

133Y le dijo uno de la multitud: Maestro, di a mi hermano que parta conmigo la herencia. Pero él le dijo: Hombre, ¿quién me puso por juez o partidor sobre ustedes? Y les dijo: Miren y guárdense de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee. Y les refirió una parábola, diciendo: La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo donde juntar mis frutos? Y dijo: Esto haré, derribaré mis alfolíes, y los edificaré mayores, y allí juntaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: alma, muchos bienes tienes almacenados para muchos años; repósate, come, bebe y gózate. 134Pero Dios le dijo: Insensato, esta noche vienen a exigir tu alma; y lo que has preparado, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. 

Enseñanza sobre la lámpara del cuerpo

135La lámpara que ilumina el cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es sencillo, todo tu cuerpo estará iluminado. Pero si tu ojo es malo, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si lo que te ilumina es tinieblas ¿Cuántas no serán las tinieblas en ti? Mira que lo que te esté iluminando no sean las tinieblas. Ahora bien, si tu cuerpo está iluminado con la luz, no teniendo alguna parte con las tinieblas, entonces todo estará claro, como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor. 136Por tanto, les digo: No se afanen por sus vidas, qué han de comer, o qué han de beber; ni por sus cuerpos, qué han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo que el vestido? Consideren los cuervos,[244] que ni siembran, ni siegan; ni tienen en sus moradas lugar para almacenar comida,[245] ni alfolí;[246] y Dios los alimenta. ¿Cuánto de más estima son ustedes que las aves? Pero ¿quién de ustedes podrá, afanándose, añadir a su estatura un codo?[247] Si no pueden hacer lo más pequeño, ¿por qué se afanan por lo demás? Y por el vestido, ¿por qué se afanan? Miren los lirios del campo, cómo crecen; no trabajan ni hilan; pero les digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió a sí mismo como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana es echada en el horno, Dios la viste así, ¿No hará mucho más a ustedes, hombres de poca fe? 137No se afanen diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o con qué nos cubriremos? Porque todas estas cosas buscan las gentes del mundo; el Padre de ustedes sabe que tienen necesidad de estas cosas. Pero busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. 138Así que, no se afanen por el día de mañana; porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. 

Enseñanza sobre la viuda insistente

139Y les dijo también una parábola para darles a entender que es necesario orar siempre, sin desmayar, diciendo: Había un juez en una ciudad, el cual ni temía a Dios, ni respetaba a hombre. Había también en aquella ciudad una viuda, la cual venía a él diciendo: Exige que se me haga justicia en contra de mi adversario. 140Y no quiso en aquellos días. 141Pero después dijo dentro de sí: Aunque ni temo a Dios, ni tengo respeto a hombre, sin embargo, porque esta viuda me es molesta, pediré que se le haga justicia, para evitar que, decidida ella a venir de manera incesante, termine haciéndome perder mi serenidad. 142Y dijo el Señor: Oigan lo que dijo el juez injusto. 143¿Y Dios no hará justicia a sus escogidos, que claman a él día y noche, aunque sea paciente acerca de ellos? Les digo que les hará justicia enseguida. Pero cuando el Hijo del hombre venga, ¿hallará fe en la tierra?

Jesús se compara a sí mismo como una vid

144Yo soy la vid[248] verdadera, y mi Padre es el labrador. Todo pámpano[249] que en mí no lleva fruto, lo quitará; y todo aquel que lleva fruto, lo limpiará, para que lleve más fruto. Ya ustedes están limpios por la palabra que les he hablado. 145Permanezcan en mí, y yo en ustedes. Como el pámpano no puede dar fruto por sí mismo, si no está en la vid; así también ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los pámpanos; el que está en mí, y yo en él, este lleva mucho fruto; porque sin mí nada pueden ustedes hacer. 146El que no está en mí, será echado fuera como mal pámpano, y se secará; y los recogerán, y los echarán en el fuego, y arderán. Si permanecen en mí, y mis palabras están en ustedes, pidan todo lo que quieran, y les será hecho. En esto es glorificado mi Padre, en que lleven mucho fruto, y sean así mis discípulos. Como el Padre me amó, también yo los he amado; permanezcan en mi amor. 147Si guardan mis mandamientos, estarán en mi amor; como yo también he guardado los mandamientos de mi Padre, y estoy en su amor. Estas cosas les he hablado, para que mi gozo esté en ustedes, y el gozo de ustedes sea cumplido. 148Este es mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como yo los he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que alguno ponga su vida por sus amigos. Ustedes son mis amigos, si hacen las cosas que yo les mando. 149Ya no los llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor; sino que los he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, las he manifestado a ustedes. 150Ustedes no me eligieron a mí, sino que yo los elegí a ustedes; y los he puesto para que vayan y lleven fruto, y sus frutos permanezcan; para que todo lo que pidan del Padre en mi nombre, él se los dé. Esto les mando: que se amen los unos a los otros. 151Si el mundo los aborrece, sepan que a mí me aborreció antes que a ustedes. Si fueran del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no son del mundo, antes yo los elegí del mundo, por eso el mundo los aborrece. 152Acuérdense de la palabra que yo les he dicho: El siervo no es mayor que su señor. Si a mí me han perseguido, también a ustedes perseguirán; si han guardado mi palabra, también guardarán la de ustedes. Pero les harán todo esto por causa de mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado. 153Si no hubiera venido, ni les hubiera hablado, no tendrían pecado; pero ahora no tienen excusa de su pecado. El que me aborrece, también aborrece a mi Padre. Si no hubiera hecho entre ellos obras cuales ningún otro ha hecho, no tendrían pecado; pero las han visto, y me aborrecen a mí y a mi Padre. 154Pero para que se cumpla la palabra que está escrita en su ley: Sin causa me aborrecieron”.[250] Pero cuando venga el Consolador, el cual yo les enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, el cual procede del Padre, él dará testimonio de mí. 155Y ustedes darán testimonio, porque están conmigo desde el principio. Estas cosas les he hablado, para que no tropiecen. Los echarán de las sinagogas; y aun viene la hora, cuando cualquiera que los mate, pensará que hace servicio a Dios. 156Y estas cosas les harán, porque no conocen al Padre ni a mí. Les he dicho esto, para que cuando aquella hora venga, se acuerden que yo se los había dicho. 157Esto no se los dije al principio, porque yo estaba con ustedes. Pero ahora voy al que me envió; y ninguno de ustedes me pregunta: ¿A dónde vas? Antes, debido a que les he hablado estas cosas, tristeza ha llenado sus corazones. 158Pero yo les digo la verdad: Es necesario 

por ustedes que yo me vaya; porque si yo no fuera, el Consolador no vendría a ustedes; pero si yo voy, lo enviaré. 159Y cuando él venga hará que el mundo quede convencido acerca del pecado, de la justicia, y del juicio;[251] del pecado ciertamente, por cuanto no creen en mí; de la justicia, por cuanto voy al Padre, y no me verán más; y del juicio,[252] por cuanto el príncipe de este mundo ya ha sido juzgado. 160Aún tengo muchas cosas que decirles, pero ahora no las pueden sobrellevar. 161Pero cuando venga aquel, el Espíritu de verdad, él los guiará a toda verdad; porque no hablará de sí mismo, sino que hablará todo lo que oiga, y los hará saber las cosas que han de venir. 162El me glorificará; porque tomará de lo mío, y se los hará saber a ustedes. Todo lo que tiene el Padre, es mío; por eso dije que tomará de lo mío, y se los hará saber.

Jesús advierte contra los falsos profetas: Enseñanza sobre el árbol bueno y el árbol malo

31Guárdense de los falsos profetas, que vienen a ustedes con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conocerán. No se recogen uvas de los espinos ni de las zarzas, ni tampoco se recogen higos de los espinos ni de los abrojos. De la misma manera, todo buen árbol lleva buenos frutos; pero el árbol malo lleva malos frutos. 2Porque no es buen árbol el que da malos frutos; ni árbol malo el que da buen fruto. No puede el buen árbol llevar malos frutos, ni el árbol malo llevar frutos buenos. Todo árbol que no lleva buen fruto, se corta y se echa en el fuego. El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca el bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca el mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca. Así que, por sus frutos los conocerán. 

Enseñanza sobre la puerta estrecha

3Y le dijo uno: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esfuércense a entrar por la puerta angosta; porque les digo que muchos procurarán entrar, y no podrán. Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Y ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella. 4Después que el señor de la casa se levante, y cierre la puerta, comenzarán a estar fuera, y a llamar a la puerta, diciendo: Señor, Señor, ábrenos; y respondiendo les dirá: No conozco de dónde son ustedes. Entonces comenzaran a decir: Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. ¿No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos demonios, y en tu nombre hicimos mucho milagros? 5Y entonces les protestaré: Nunca los conocí; apártense de mí, obradores de maldad. Allí será el lloro y el crujir de dientes, cuando vean a Abraham, y a Isaac, y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, y ustedes estén excluidos. Porque vendrán del oriente, y del occidente, del norte y del sur, y se sentarán a la mesa en el reino de los cielos. 6No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos; sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Pero miren que muchos últimos serán los primeros, y muchos primeros serán los últimos. 

Enseñanza sobre la casa sobre la roca

7¿Por qué me llaman Señor, y no hacen lo que yo digo? Todo aquel que viene a mí, y oye mis palabras y las hace, les indicaré a que es semejante. Cualquiera que me oye estas palabras, y las hace, lo compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la peña; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y combatieron aquella casa; y no cayó; porque estaba fundada sobre la peña. Pero cualquiera que me oye estas palabras, y no las hace, lo compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon aquella casa; y cayó, y fue grande su ruina. 

El tiempo de la restauración de Israel. Ascensión de Jesús al cielo (Sábado 27 de mayo del año 38 d.C.).

8Entonces los que se habían reunido le preguntaron, diciendo: Señor, ¿Restaurarás el reino a Israel en este tiempo? Y les dijo: No toca a ustedes saber los días, ni la hora exacta que el Padre estableció de dominio propio de él. Ni los ángeles, ni aun el Hijo lo saben, sino solo el Padre que está en los cielos. 9Ustedes recibirán poder del Espíritu Santo que vendrá sobre ustedes; y me serán testigos en Jerusalem, en toda Judea y Samaria, y hasta lo último de la tierra; porque yo enviaré la promesa de mi Padre sobre ustedes. Pero quédense en la ciudad de Jerusalem, hasta que sean investidos de poder de lo alto. Como me envió el Padre, así también yo los envío a ustedes. Vayan por todo el mundo; prediquen el evangelio a toda criatura en todas las naciones, enseñándoles que guarden todas las cosas que les he mandado. 10El que crea y sea discípulo, y se bautice en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, será salvo. Pero el que no crea será condenado. 11Y estas señales seguirán a aquellos que habrán creído: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; quitarán serpientes con las manos, y si bebieran cosa mortífera, no los dañará; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán. 12Y cuando hubo dicho esto, sopló, y les dijo: reciban el Espíritu Santo; a los que perdonen los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengan, les serán retenidos. Y miren, yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del siglo. Amén. 13Y alzó sus manos, y los bendijo. Y sucedió que bendiciéndolos, viéndolo ellos, fue alzado, y se fue de ellos; y una nube lo recibió, y lo ocultó de sus ojos. 14Y estando con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, mira dos varones se pusieron junto a ellos en vestidos blancos;[253] los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿qué están mirando al cielo? Este mismo Jesús que ha sido tomado desde ustedes hasta arriba al cielo, así vendrá como lo han visto ir al cielo. 15Hizo también Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, que no están escritas en este libro. Si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo cabrían los libros que se habrían de escribir. 16Pero estas se escribieron, para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios; y para que creyendo, tengan vida en su NOMBRE. Amén.[254]

Los discípulos oran en el aposento alto

32En el mismo día que Jesús ascendió al cielo, en el séptimo día, día de reposo,[255] los once apóstoles, y los demás que se habían reunido, volvieron desde el monte de los olivos a Jerusalem; al aposento alto en el cual estaban morando los once apóstoles de Jesús. 2Y las mujeres, y María la madre de Jesús, y los hermanos de Jesús estaban perseverando en oración con todos los creyentes.

Los sacerdotes compran el campo que era de Judas

3Entonces los principales sacerdotes, consultaron entre sí sobre qué hacer con las treinta piezas de plata que Judas Iscariote les había devuelto, y dijeron: No es lícito echarlas en el tesoro de las ofrendas, porque es precio de sangre. 4Y habiendo tenido consejo, decidieron comprar con ellas el campo del alfarero, el cual Judas había adquirido, y en el cual se ahorcó; por lo cual, fue llamado aquel campo “campo de sangre” hasta el día de hoy. Y utilizaron aquel campo como lugar de sepultura para los extranjeros. 5Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Zacarías, que dijo: Y tomaron las treinta piezas de plata (hermoso precio, con que fue apreciado por ellos) y las dieron para el campo del alfarero, como me ordenó el Señor.[256]

Matías es elegido sucesor de Judas Iscariote

6Sucedió que un día de aquellos, mientras perseveraban en oración en el aposento alto, habiendo presentes alrededor de ciento veinte personas, que echaron suertes para elegir entre dos discípulos, y la suerte cayó sobre el discípulo llamado Matías, para que ministrara con los once, en lugar de Judas Iscariote.

El Espíritu Santo desciende del cielo sobre los discípulos (Domingo 4 de Junio del año 38 d.C.)

7Y después que hubieron pasado ocho días, en el noveno día, contando desde el día en que Jesús ascendió al cielo, el Espíritu Santo descendió sobre ellos, y comenzaron a hablar en otras lenguas las maravillas de Dios. 8Y como aquel día era día de pentecostés,[257] había en Jerusalem en ese momento muchos israelitas que habían nacido en otras naciones, los cuales entendían las lenguas que hablaban los creyentes que estaban sumergidos en el Espíritu Santo; porque los creyentes estaban hablando en las lenguas de aquellos que los oían. 9Y estaban confundidos aquellos que los oían hablar las maravillas de Dios, porque sabían que eran de Galilea. 10Y burlándose algunos, y diciendo que estaban borrachos, se levantó Pedro, y les predicó; y cambiaron de mentalidad alrededor de tres mil personas, las cuales fueron bautizadas conforme al mandamiento del Señor Jesús

EL FIN

El amigo del esposo en la cultura judía

En la cultura judía de los tiempos de Jesús, cuando un hombre quería casarse con una mujer, enviaba a la casa de la mujer un amigo de confianza, “el amigo del esposo”. Este amigo del esposo era un mediador que se encargaba de las buenas relaciones entre la novia y el novio. Si la muchacha daba su consentimiento y estaba de acuerdo con las pretensiones de casamiento del hombre, entonces los padres del novio se ponían de acuerdo con los padres de la novia, y le pagaban una cantidad de dinero llamada “la dote”, que era mínimamente de 200 denarios. Digo mínimamente porque esta cantidad podía ser aumentada. 

Una muchacha podía darse en casamiento desde la edad de doce años. Esta era la primera etapa de la unión. A partir de entonces, ambos, el novio y la novia, eran “desposados” y eran considerados como si estuvieran casados. De manera que para disolver o romper el desposorio debía presentarse ante el sanedrín local una carta de divorcio. El amigo del esposodebía velar por la pureza de la novia y la buena fama de ella. Debía asegurarse de que la muchacha se mantuviera pura hasta el momento de su unión íntima con su marido con el cual ella estaba desposada. 

Durante el desposorio el novio se ocupaba de preparar lugar para su esposa. Usualmente tomaba alrededor de un año para hacer esto. En la segunda etapa, la novia esperaba que a medianoche el novio y sus amigos vinieran a casa de la novia a hacer un desfile a la novia. Ella estaba previamente informada de este desfile que el novio prepararía para ella, y el día en que sería este desfile. El desfile terminaba en la casa que el esposo había preparado para ella. Allí se celebraban las bodas. En algunos distritos de Israel, era costumbre celebrar las bodas por siete días. El amigo del esposo velaba para que todo en la boda estuviera funcionando correctamente. Algunos estudiosos afirman que el amigo del esposo estaba presente en la misma cámara nupcial en el momento de la primera unión íntima del marido con su mujer. 

Profecía del fin del siglo

Nota: Las siguientes declaraciones son fragmentos tomado de mi otro libro titulado “El Fin”. He decidido colocarlo en este libro para que los siervos de Dios sepan lo que pasará pronto en un tiempo cercano. Estas declaraciones las hice después de interpretar todo el libro del profeta de Daniel y el libro de Apocalipsis, además de analizar las cartas del apóstol Pablo. Esta profecía es una afirmación independiente del evangelio de Emmanuel, pero que a mi juicio por conocer las Escrituras correctamente, es lo que sucederá en el fin del siglo. 

Se dará la orden de que se reconstruya el templo judío en Jerusalén. Desde el momento de esa orden, comienzan los últimos siete años del mundo de pecado, que es la última semana de entre las setenta semanas de la profecía del profeta Daniel.

Doscientos veinte días después de esa orden, la cual es la verdadera orden para que los judíos reconstruyan su templo,comenzará el continuo sacrificio en el templo.

Mil cuarenta días después, el líder de Turquía, que es el anticristo, el cual será un turco, pero de linaje griego (aunque no se sepa de su linaje griego), junto con diez países musulmanes, todos guiados por el falso profeta Isa, el falso Jesús, invadirána la ciudad de Jerusalén. La invasión durará mil doscientos sesenta días. Desde el principio de la invasión hasta que se cumplan los mil doscientos sesenta días, ni el anticristo ni el falso profeta podrán entrar en el templo de Jerusalén, porque estará protegido por dos profetas de Dios (los dos olivos), que aparecerán desde el principio de la invasión a la ciudadvestidos de cilicio (de luto) a causa de toda la destrucción que habrá en Jerusalén. Ellos profetizarán todo el tiempo de la incursión militar del anticristo en Jerusalén (los mil doscientos sesenta días). Nadie podrá hacerles daño hasta que pasen los mil doscientos sesenta días. Ellos serán como Moisés y Elías, que anunciaban juicios de Dios, y venían juicios de parte de Dios por las profecías de ellos. Las plagas que ellos profeticen serán hechas por los siete ángeles de Dios, que son los siete cuernos del Cordero, y los siete ojos de la piedra, y las siete lámparas del candelabro de oro del lugar santo del Tabernáculo de Dios revelado a Moisés.

Todos los seguidores del anticristo los aborrecerán por las plagas que ellos dos profetizarán sobre todos ellos; porque esas plagas afectarán la estabilidad mundial del comercio y la cadena de suministro, y la salud de los seguidores del anticristo, el cual será el líder de Turquía. Debido a la gran amenaza para el mundo que resultarán las plagas de las profecías de losdos profetas, los ejércitos del mundo unirán fuerzas con el anticristo para matarlos.

Una vez que los dos profetas hayan anunciado la séptima plaga, cuando ya hayan pasado los mil doscientos sesenta díasde su profecía, aun en los días de la voz del sexto ángel, el anticristo los matará, y entrará al atrio del templo de Dios, ymatará sobre el altar a todos los siervos de Dios que estén allí. Entonces, el anticristo por instrucción del falso profeta pondrá los cuerpos de los dos profetas, por tres días y medio en Jerusalén, donde el Señor fue crucificado, como señal de burla ante el mundo de que el verdadero Jesús de Nazaret, el cual el falso profeta afirma que es, nunca murió ni resucitó, así como proclamaban los cristianos y los dos profetas en su profecía antes de ser muertos. Pero ellos resucitarán al final de ese tiempo e irán al cielo en una nube, tal y como hizo el Señor Jesús después de resucitar a causa de su muerte en la cruz. En el momento que suban al cielo, habrá un terremoto en Jerusalén y morirán siete mil hombres. Ese terremoto será laterminación del segundo ¡AY!, que es la sexta plaga de la cual habló el ángel en Apocalipsis 8:13. Esto quiere decir que los dos profetas subirán al cielo al final de la voz del sexto ángel.

Después que se vayan los dos profetas al cielo, el anticristo engañará a todos los ejércitos del mundo para que estén con él,para reunirlos en Jerusalén con la ayuda del falso profeta y el líder de China, convenciéndolos a todos del peligro que resultarán ser los dos profetas cuando regresen con refuerzos desde el lugar a donde los vieron subir, que es el cielo. Ellos estarán atentos al regreso de aquellos dos profetas, porque les había costado mil doscientos sesenta días de esfuerzo para poder matarlos, pero luego de muertos resucitaron, y subieron al cielo en una nube. Él pondrá mucho ejército en la región del monte Meguido en Israel, y en el valle de Josafat, que está entre el templo de Jerusalén y el monte de los olivos. Estará preparado para cuando regresen sus dos enemigos.

Veinte y siete días después del terremoto en Jerusalén, el falso profeta entrará en el templo de Jerusalén. Una vez en el templo, el falso profeta entrará en el Lugar Santísimo del templo, y se sentará allí como si fuera Dios, es decir, como si fuera el verdadero Jesús, haciéndose pasar por él; ordenará que sea puesta una imagen del anticristo en el Lugar Santo deltemplo, y le infundirá aliento a la imagen para que la imagen hable y haga matar a todo aquel que no se postre ante ella. A partir de entonces, comenzará la abominación desoladora de la que habló el profeta Daniel, y que también el Señor Jesús mencionó refriéndose al profeta Daniel. Enseguida, el séptimo ángel dará su voz, que es el toque de la séptima trompeta. Entonces, el anticristo turco, junto con el apoyo consensuado de los diez reyes musulmanes que estarán con él, pensandotodos en cambiar los tiempos y la ley, bombardeará a la ciudad de Roma por una hora, y la destruirá por completo, al mismo tiempo que persigue con gran furia y violencia a todo aquel que no se postra ante su imagen, la cual estará en el templo judío; imagen que el falso profeta habrá infundido aliento.

Después de la destrucción de la ciudad de Roma, un ángel del Señor volará en medio de los cielos predicando el evangelio a todo el mundo. Después de la predicación del evangelio de ese ángel, otro ángel anunciará que Roma cayó y fue derribada porque era una ciudad idólatra que hacía que los reyes de la tierra participaran de la idolatría de ella. Luego, un tercer ángel le seguirá advirtiendo a todo el mundo que no deben postrarse ante el líder de Turquía ni recibir su marca en la mano derecha o en la frente, porque de lo contrario serán atormentados para siempre delante de los ángeles y delante de Jesús, el Cordero de Dios. Ante la predicación de los tres ángeles, el falso profeta y los seguidores del anticristo turco creerán que esos tres ángeles son compañeros de los dos enemigos de ellos, los dos profetas que subieron al cielo, a loscuales ellos estarán esperando en Jerusalén con los ejércitos del mundo para luchar contra ellos cuando regresen con refuerzos.

Desde que el falso profeta entre en el templo en adelante habrá un período de tiempo de cuarenta y cinco días para que el Señor Jesús regrese. El Señor dijo que esos días serían acortados porque, de lo contrario, nadie se salvaría. De manera que, el Señor podría venir en cualquier momento en el transcurso de esos cuarenta y cinco días. Desde la orden para reconstruir el templo judío en Jerusalén hasta el día en el que el falso profeta entre en el templo habrán pasado seis años y trescientos sesenta días en el calendario gregoriano. Y desde el día de la invasión a Jerusalén hasta que el falso profeta entre en el templo, habrán pasado mil doscientos noventa días.

Inmediatamente, en aquellos días de gran persecución, al rayar el alba en el Estado de Israel, es decir, al amanecer en Israel, el sol perderá su brillo, y la luna será vista a medianoche con color rojo intenso como la sangre en regionesoccidentales como en el país de la República Dominicana. En esos instantes, habrá un gran estruendo y el cielo se desvanecerá, y desaparecerá, y las estrellas del cielo perderán su brillo. Muchos meteoros ardiendo caerán del cielo a latierra. Entonces, los elementos en los aires arderán con fuego y se desharán. Habrá una gran oscuridad en todo el universo.Los espacios celestes lucirán como un gran espacio inmenso y eterno lleno de tinieblas. Luego, ocurrirá un gran terremoto que dividirá a Jerusalén en tres partes; las ciudades del mundo caerán, y habrá grandes incendios. Toda isla y todo monte se removerá de su lugar, y el mar y sus olas rugirán fuertemente, por lo cual muchos hombres, esperando lo peor para el mundo, perderán sus fuerzas. Entonces, verán al Señor viniendo en las nubes del cielo con los ángeles de Dios; todo ojo lo verá. La apariencia del Señor será como una llama de fuego. El Señor, con voz de trueno, mandará a sus ángeles a recoger a su pueblo de entre toda la tierra, incluyendo a los creyentes y siervos de Dios que vivieron y murieron en todas lasépocas, los cuales resucitarán en esos momentos. Esa es la primera resurrección. La segunda resurrección ocurrirá mil años después del día en que ocurra la primera resurrección. Todos los hombres del mundo se lamentarán ese día.

En el momento que su pueblo sea levantado a los aires, en un abrir y cerrar de ojos, el Señor procederá a derramar su ira sobre la tierra. El Señor, lleno de resplandor y de poder, voceará con una gran voz tronante contra el anticristo ycontra el falso profeta, y los encerrará vivos en el lago de fuego. Destruirá, además, con su voz de trueno a todo el ejército del anticristo establecido en el monte Meguido, y en el valle de Josafat que está entre el templo de Jerusalén, y el monte de los olivos. Los hombres huirán de su presencia, y se esconderán en las cuevas y los montes de delante de Él. Un ángel reunirá a todas las aves de los cielos que estarán dispersas para que coman los cuerpos muertos de todos aquellos hombres del ejército del anticristo que fueron destruidos por el poder de la voz de Jesús. Todo esto será hecho en presencia de la iglesia del Señor que estará en los aires con Él. Esa es la Gran Cena de las Bodas del Cordero, en la cual los justos conhambre y sed de justicia serán saciados y recompensados delante de toda la creación. El pecado del mundo será quitadoese día. Ese mismo día se afirmarán los pies del Señor en el monte de los olivos que está frente a Jerusalén. A partir de entonces, comenzará el reino del Cristo por mil años. Y se guardará en Israel el día de reposo, y se celebrará la fiesta de los tabernáculos. 

Después de los mil años del reino del Cristo, ocurrirá una gran batalla, después de la cual Dios resucitará a todas las generaciones de los hombres que no resucitaron el día que el Cristo vino a establecer su reino de mil años, y a las generaciones de hombres que murieron durante los mil años, y también a los que murieron en la gran batalla ocurrida después de los mil años del reino del Cristo. Esa resurrección es la segunda resurrección. La segunda resurrección ocurrirá para que Dios juzgue a todas las generaciones de los hombres. Ese es el Día del juicio. En ese día Dios arrojará al lago de fuego a Apolión, que es la Muerte, y a su dominio, que es el Hades, y a todos los ángeles rebeldes que están encarcelados en la parte del abismo que se llama el tártaro. También Satanás, la serpiente antigua, y sus ángeles, serán arrojados al lago de fuego.


[1]Esto se encuentra en Génesis 6:5.

[2]Esto se encuentra en Génesis 6:3. Aquí un año equivale a 360 días. 

[3]El pasaje de Hebreo 11:7 da a entender que no Noé creyó al mensaje de destrucción que Dios le reveló, pero el mundo no lo creyó. Esto nos lleva a entender que Noé les habló a ellos lo que Dios le había revelado a él. Entonces, Noé fue justificado y salvado por la fe, y el mundo fue condenado por la fe de Noé, porque quedó en la categoría de incrédulo delante de Dios. Ver también 2Pedro 2:5,6.

[4]Como Dios hizo pacto con todo el pueblo de Israel, incluyendo a Moisés, y Moisés era el ministro principal, así ocurrió con Noé. Moisés era el ministro principal del pacto de la Ley porque él fue el profeta mediador que recibió la palabra de divina sobre el pacto. Del mismo modo, así ocurrió con Noé. Noé fue el profeta que recibió la palabra divina del pacto de Dios, y la habló al mundo. Esto se encuentra en Génesis 6:18.

[5]Esto se encuentra en Hebreo 11:7.

[6]Este encarcelamiento de espíritus se puede verificar en 1Pedro 3:19,20. Sin embargo, para entender este asunto más ampliamente, lea la nota de pie de página número 237, registrada en Emmanuel 29:75. La palabra Hades es una palabra hebrea que se refiere al “lugar de los muertos”. Como se refiere al “lugar de los muertos”, evidentemente se interpreta como la tumba a donde se pone el cuerpo de alguien que fallece. Sin embargo Jesús, en Emmanuel 30: 36-42, da a entender que también se refiere al lugar hacia dónde 

van los espíritus de los muertos que hicieron lo malo ante Dios. De esta manera, el Hades es también el lugar de los espíritus de los hombres que están “muertos” para Dios, porque viven en el pecado a causa de su desobediencia a Dios.

[7]Esto es, el tiempo desde la salida de Adán del jardín en Edén hasta la gran inundación de los días de Noé que destruyó los hombres.

[8]Esto se encuentra Génesis 15:5,6.

[9]Esto se encuentra en Génesis 22:16-1. 

[10]Esto se encuentra en Deuteronomio 18:15-22.

[11]Herodes el Grande fue puesto como el rey de Judea por el imperio romano en los días que Roma aún era una república en el año 31 a.C. El reino de Herodes estaba bajo el yugo de Roma. 

[12]El sacerdocio que Dios mandó a Aaron y a sus hijos, en Éxodo 30:30-34, el rey David lo dividió en veinticuatro órdenes o clases sacerdotales de las cuales la orden de Abías era la octava orden o clase, según 1Crónicas 24:10. Esto lo hizo porque la descendencia de los hijos de Aaron se había multiplicado.

[13]El templo tenía dos atrios (patios) que eran: el atrio interior o atrio de los sacerdotes, donde estaban los sacerdotes y ministraban los sacrificios, frente al templo (2Crónicas 4:9); y el gran atrio, donde se congregaba el pueblo, al cual también se le llamaba “Atrio de las mujeres” porque las mujeres tenían acceso a él. Alrededor, pero afuera del área de estos dos atrios por la separación de un pequeño muro, estaba un espacio para los gentiles que querían acercarse al Dios de Israel llamado “Atrio de los gentiles”. 

[14]Esto se encuentra en Malaquías 4:4,5; y se confirma en Emmanuel 23:43 y Emmanuel 24:68,69.

[15]Circuncidar es cortar el prepucio del miembro viril de un hombre o niño, esto es, el tejido de carne o capa de piel que cubre la punta del miembro viril masculino (la punta del órgano reproductor masculino).

[16]Aquí la palabra cuerno es una representación simbólica que puede estar haciendo alusión tanto a un rey como a un reino. Este caso se refiere a un “Rey de salvación”. 

[17]Pesebre es el lugar donde se pone la paja seca para que los animales del ganado coman de ella. 

[18]Del griego katáluma κατάλυμα que se refiere a un aposento de alojamiento. Algunos estudiosos asumen que María y José estaban entre sus familiares cuando María dio a luz. Sin embargo, si hubieran estado entre sus familiares, Jesús no hubiera sido puesto en un pesebre. Dios luego envió los Magos con oro para suplir toda necesidad económica que vendrían a ellos por su huida a Egipto y su estancia allá. Ahora bien, el rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo” afirma que era costumbre en Israel tener siempre habitaciones disponibles para huéspedes que viajaban; también afirma que se creía que en la misma Jerusalén había cortinas a las puertas de las casas como señal a los viajeros de que había alojamiento disponible para huéspedes. 

[19]En los tiempos de dominio del imperio romano sobre Israel, las vigilias eran cada una de las divisiones de tiempo en que se dividía la noche. Cada vigilia estaba compuesta por un período de tiempo de tres horas. De 6pm-9pm era la primera vigilia; de 9pm-12am era la segunda vigilia; de 12am-3am era la tercera vigilia; de 3am-6am era la cuarta y última vigilia de la noche. Las 6am era la primera hora del día de doce horas. 

[20]De la palabra griega khristós Χριστὸς que significa “Ungido”, el mismo significado de la palabra hebrea mashíaj ֶ֖שיח ָמ.

[21]Esto se encuentra en Isaías 7:14.

[22]Se cree que esos magos eran sacerdotes paganos del antiguo imperio medo-persa, los cuales eran hombres con sabiduría sobre fenómenos astrológicos. Mi posición personal es que probablemente eran descendientes de judíos de la diáspora que vivieron en medio del imperio medo-persa, al igual que el profeta Daniel, según Daniel 9:1 y Daniel 10:1.

[23]En los evangelios se menciona mucho la palabra “judío” y esto se debe a que el linaje de Israel que poblaba la tierra en aquellos momentos eran mayormente de la tribu de Judá desde que comenzaron a regresar del cautiverio de Babilonia en el 524 a.C. (2Crónicas 36:11-21). 

[24]Los escribas eran profesionales que se dedicaban a transcribir la ley de un rollo a otro, y a hacer escrituras con validez civil. También, al igual que los fariseos, eran maestros que tenían profundo conocimiento de la ley. Solían ser celosos de cada letra de la ley. 

[25]Esto se encuentra en Miquea 5:2.

[26]Muy probablemente, esa “estrella” no era ningún cuerpo celeste o fenómeno astrológico como afirman algunos teólogos, sino la señal de un ángel de Dios que los estaba guiando. 

[27]El incienso y la mirra son sustancia aromáticas. La diferencia entre ambas es que vienen de árboles distintos. La mirra tiene propiedades medicinales, y se usaba para elaborar perfumes, y perfumar a los muertos. 

[28]En las Escrituras, la palabra rollo se refiere a un material llamado papiro; hecho de una planta. Este material se utilizaba para escribir. 

[29]Los registros de generaciones en Israel solo se enfocan en describir el origen de cualquier persona explicando principalmente el origen del padre, y del padre del padre, y así sucesivamente hasta el principio. También se hace explicando el descendiente del hijo, y del hijo del hijo, hasta llegar a una personal final. Entre los judíos nunca el enfoque es en explicar el origen de la mujer.

[30]Esto está en Levíticos 12:1-4.

[31] Números 18:15; Éxodo 13:2.

[32]Levíticos 14:21,22.

[33]De la palabra hebrea mashíaj ֶ֖שיח ָמ que significa “Ungido”, el mismo significado de la palabra griega khristós Χριστὸς.

[34]El pueblo de Israel se compone de doce tribus que son los hijos descendientes de los doce hijos de Jacob que es Israel (Éxodo 1:2-5). José tuvo dos hijos en Egipto: Manasés, el mayor; y Efraín, el menor. Por esto a la tribu de Manasés se le llama media tribu de Manasés; igualmente a la media tribu de Efraín. Ambas medias tribus componen la tribu de José.

[35] Esto se encuentra en Jeremías 31:15.

[36]José recibió esta revelación entre los años 3-5 d.C., que fue el tiempo que reinó Arquelao, hijo de Herodes el Grande. Después de la deposición de Arquelao, en lugar de tener una autoridad judía bajo el yugo de Roma sobre Judea, Roma decidió convertir a Judea en una provincia romana gobernada directamente por una autoridad romana. Una de esas autoridades romanas sobre Judea era Poncio Pilato. 

[37]Esto se encuentra en Oseas 11:1.

[38]La pascua es una festividad israelita que se celebra el día 14 del primer mes hebreo, que es el mes de Nisán. En hebreo se le llama Pésaj, y generalmente los judíos la celebran junto con otra festividad israelita, los 7 días de los panes sin levadura; que es una festividad que se celebra desde el día 15 de Nisán hasta el día 21 de Nisán. Esto porque en los día de la festividad de los panes sin levadura, desde el 15 de Nisán hasta el 21 de Nisán, no se come pan leudado o con levadura, pero sucede que el día de pascua, el 14 de Nisán, tampoco se come pan leudado. De manera que, cuando se habla de pascua o Pésaj en el mundo hebreo, no solamente se habla del día 14 del mes de Nisán sino de los días que van desde 14 al 21 del mes de Nisán. (ver Éxodo 12:1-20).

[39]Se cree que Juan se crió con los esenios. Los esenios eran un grupo de israelitas con interpretación filosófica de las Escrituras distinta a la de los fariseos, a la de los saduceos y a la de los zelotes. Estos esenios se aparataron de la vida urbana de la ciudad de Jerusalén para vivir en los desiertos, porque consideraban que en Jerusalén había mucha corrupción; pero en los días del ministerio de Jesús ya habían comenzado a reintegrarse a la vida en la ciudad de Jerusalem. 

[40]En griego existen dos términos de los cuales se traduce la palabra palabra; el primero es lógos λόγος, y el según es ríma ῥῆμα. Jesús es lógos, es decir, el discurso, el habla, lo que se dice con palabras. Ríma es una palabra de vida, y de revelación divina. Según sea la voluntad de Dios, el lógos, esto es, lo que se dice, puede convertirse en ríma, es decir, en una palabra de vida, de bendición, de revelación divina, o simplemente puede quedarse como lógos, como algo que se dijo, un discurso, un dicho. Jesús es el lógos de Dios porque él dice con su boca todo lo que Dios quiere que sea dicho. Esta porción de Emmanuel 11:1, traducida de los manuscritos griegos del evangelio de Juan, sin la combinación con Apocalipsis 19:12-14 que se hace en este evangelio, se traduciría: “En el principio estaba siendo la Palabra, y la Palabra estaba siendo para/hacia Dios, y Diosestaba siendo la Palabra. Aquí la palabra “principio” hace alusión a Génesis 1:1, donde se registra que se creó el espacio, y por siguiente, el principio del tiempo. 

[41]Esta porción de Emmanuel 11:1,2 es la correcta traducción de Juan 1:1 en el evangelio de Juan. En el evangelio de Juan 1:1 dice: en el principio era la Palabra, y la Palabra era con Dios… En el idioma griego, el término de donde se traduce al español la preposición “con” en Juan 1:1 es el término pros πρός. El término pros πρός también se traduce como “hacia”, porque se refiere a dirección; de igual modo, se traduce como para” en 2Timoteo 3:16. Este término es diferente al término méta μετά que también se traduce al español como la preposición “con”, en Mateo 1:23; el cual, se refiere a “acompañamiento”. Por tanto, cuando en Juan 1:1 se traduce que la Palabra estaba con (pros πρός) Dios, el apóstol Juan no quiere mostrar a Jesús como alguien que acompañaba a Dios, sino como alguien que “verbalizaba” o “hablaba” de acuerdo con la voluntad de Dios. 

[42] Esto se encuentra en Hebreos 10:5.

[43]Herodes Antipas era hijo del rey Herodes el Grande, el que había intentado matar a Jesús cuando era niño.

[44] Quizás Juan comenzó a bautizar a los esenios, los judíos que vivían en los desiertos. 

[45]Del idioma griego baptízo βαπτίζω que se traduce como “sumergir” o “hundir”.

[46]Esto se encuentra en Isaías 40:3-5.

[47]Ver la similitud con el profeta Elías en 2Reyes 1:8.

[48]Algunos estudiosos afirman que Juan no comía de las langostas que vuelan, los insectos, sino que los evangelios le llaman “langostas” al fruto de los algarrobos porque los algarrobos tienen apariencia como de “langostas”.

[49]Comparar con Génesis 8:11.

[50]Del hebreo mishpát מִשְׁפָּט, y del griego krísis κρίσις, que se refiere al proceso de juzgar del juez en el juicio para llegar a un veredicto final.

[51]Esto se encuentra en Isaías 42:1-4.

[52]Esto se encuentra en Deuteronomio 18:3.

[53]Esto se encuentra en Salmo 91:11,12.

[54]Esto se encuentra en Deuteronomio 6:16.

[55]Esto se encuentra en Deuteronomio 6:13.

[56]Esto se encuentra en Isaías 40:3-5.

[57]Los fariseos eran una secta dentro del judaísmo, al igual que los saduceos, los zelotes y los esenios. Los esenios aborrecían tanto a los fariseos como a los saduceos porque los consideraban corruptos. Los fariseos eran Maestros de la Ley. Surgieron después del regreso de los judíos a Jerusalem del primer cautiverio de Babilonia que ocurrió desde el año 593 a.C. (2Crónicas 36:11-21) hasta el 524 a.C. 

[58]Es un instrumento con forma de tenedor gigante utilizado para sacudir el trigo estando al aire libre.

[59]Es el lugar donde se pone el trigo al aire libre para ser sacudido con el aventador, para que el viento se lleve la paja cuando se sacude con el aventador y el grano del trigo quede limpio. 

[60]Algunos manuscritos en griego dicen “Betábara”. Estos manuscritos cobraron más relevancia posterior a la sugerencia del teólogo llamado Orígenes, quien pensó que la palabra “Betania” que aparecía en los textos de los manuscritos en griego que eran anteriores a él estaba incorrecta. En la actualidad está arqueológicamente demostrado que sí existía el lugar llamado “Betania” al otro lado del río Jordán, diferente de la Betania que está cerca de Jerusalem. 

[61]Jesús no solamente es el Cordero pascual (Éxodo 12:5,6), sino también el Cordero del continuo sacrificio (Éxodo 29:38-43)

[62]Semejante al profeta Eliseo como en 2Reyes 5:20-27.

[63]Como la escalera del sueño de Jacob en Génesis 28:10-19.

[64]Algunos estudiosos creen que de ese lugar era el apóstol Simón el cananista, el cual era uno de los doce apóstoles de Jesús.

[65]Aquí probablemente Jesús le estuvo diciendo a su madre que no quería hacer un milagro de forma manifiesta para no atraer la atención hacia él en esa boda; entonces, habiéndose puesto de acuerdo con su madre, hizo un milagro de manera discreta, sin que nadie en la fiesta lo mirara a él, excepto los que ya sabían de su poder y sus discípulos. 

[66]Se cree que esas tinajas de piedra estaba allí con agua para que los invitados judíos se lavaran las manos conforme a su rito de purificación antes de comer, como se describe en Emmanuel 27:42. También, esa agua pudo haber estado allí para lavar los pies de los invitados como en Emmanuel 27:46. 

[67]En aquellos días Galilea tenía una gran población de gentiles. El rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo” afirma que había sirios, árabes, griegos entre otros habitando Galilea en los tiempos de Jesús.

[68]Esto se encuentra en Isaías 9:1,2.

[69]La palabra sinagoga es una palabra griega que traduce la palabra hebrea beít jákneset בית הכנסת, que significa “casa de asamblea” o “casa de reunión”. Eran lugares de reunión a nivel local de cada región de los distintos pueblos en Israel, en donde los israelitas se reunían para recibir la enseñanza de la ley de Dios impartida por los escribas y fariseos; algo semejante a las actuales iglesias o templos. No se sabe el tiempo exacto en que se originaron las sinagogas en Israel. Algunos asumen que comenzaron desde el regreso del cautiverio en la ciudad Babilonia. 

[70]El rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo” nos dice que había caballeros romanos llamados “equestrian”, los cuales eran capitalistas que compraban en subastas públicas las recaudaciones de cada provincia romana a un precio fijo, generalmente por cinco años. Sus oficinas estaban en Roma. Luego de compradas, designaban a personas esclavas o libres que se encargaban de hacer esas recaudaciones, los cuales a su vez designaban a otros dentro del territorio de la provincia, que eran los llamados publicanos. En esta cadena de designaciones todos querían ganar dinero; así que abusaban de los pobres al momento de recaudar los impuestos. Por eso eran tan aborrecidos entre los judíos. 

[71]Moneda griega de plata.

[72]El odre era un material de cuero de animales en el cual se solían guardar bebidas tales como el vino o cualquier sustancia líquida como agua, etc. 

[73]Lo que se expresa en este versículo 32 solamente está registrado en Lucas 5:39. Tito es el escritor del evangelio que por mucho tiempo se ha creído que fue escrito por Lucas el médico. Timoteo estaba de alguna manera familiarizado con el conocimiento del vino (1Timoteo 5:23-25).

[74]Esto se encuentra en Isaías 53:4.

[75]Esto se encuentra en Isaías 61:1,2.

[76]La cátedra de Moisés era una silla de piedra ubicada en un sitio principal de la sinagoga. En ella se sentaban los maestros de la ley: los escribas y fariseos. Se le llamaba cátedra de Moisés porque el pueblo respetaba como a Moisés mismo al que estuviera allí sentado enseñando. 

[77]Esto se encuentra en 1Reyes 17:8,9

[78]Esto se encuentra en 2Reyes 5:1-19

[79] Aquí Jesús estaba diciendo al fariseo Nicodemo que debía aceptar tanto el testimonio de Juan el Bautista como el testimonio de Jesús. 

[80]Que bautizaba en agua

[81]Estaba prohibido que un hombre se casara con la mujer de su hermano mientras este todavía estaba vivo, según Levíticos 18:16 y Levíticos 20:2.

[82]En 2Reyes 17:24-41 se explica el origen de los samaritanos. 

[83]Esto se encuentra en Génesis 48:22.

[84]Del griego anér ἀνήρ que significa “Varón” como en Hechos 1:10 y 1:11. Por el contexto, se entiende que Jesús se refería a un varón que era marido (esposo) de la mujer samaritana. Algunos que no profundizan en el contexto pudieran argumentar, erróneamente, que Jesús pudo estar refriéndose a un hijo de la mujer. 

[85]Debido a que estaba en Capernaum de Galilea donde gobernaba Herodes Antipas el tetrarca, aquí la palabra rey puede estarse refiriendo tanto Herodes Antipas (Emmanuel 23:46-48) como también al emperador de Roma en esos momentos, Tiberio César.

[86]Aquí la acusación es conforme a Éxodo 34:2.

[87]Esto se encuentra en 1Samuel 21:1-6. 

[88]Esto se encuentra en Levítico 24:5-9.

[89]Esto se encuentra en Oseas 6:6,7.

[90]Los herodianos eran seguidores de Herodes Antipas, esto es, que le apoyaban en sus pretensiones políticas de convertirse en rey de los judíos como su padre Herodes el Grande.

[91]La expresión caña cascada se refiere a una caña que esta agrietada, maltratada, vieja o rota. Se refiere a que Jesús no será un juez abusador y sin misericordia. 

[92]Es lo que se pone a las velas y las lámparas para que arda el fuego. 

[93]Del hebreo mishpát מִשְׁפָּט, y del griego krísis κρίσις, que se refiere al proceso de juzgar del juez en el juicio para llegar a un veredicto final.

[94]Esto se encuentra en Isaías 42:1-4.

[95]Los zelotes eran una secta revolucionaria dentro de Israel que tenían como finalidad independizarse del dominio de Roma sobre Israel. Zelote es una palabra hebrea y cananista es una palabra aramea; ambas palabras significan “Celoso”.

[96]Judas hermano de Jacobo es quizás Lebeo a quien se le llamaba Tadeo. Este Judas hermano de Jacobo, el hijo de Alfeo, es también quizás hermano de Leví, que es Mateo, el cual también es hijo de Alfeo. El nombre Tomás traducido del arameo significa “Gemelo”. Dídimo también significa “Gemelo” en griego.

[97]El diezmo es la décima parte de una porción, o la décima parte de una cantidad; es decir, el diez por ciento (10%). Esto se encuentra en Deuteronomio 14:22-29.

[98]Jesús no impide el sacrificio de abstenerse de comer. En Isaías 58:5-11, Dios se disgustó con el pueblo por ayunar al mismo tiempo que practicaban la injusticia y obviaban la misericordia hacia el prójimo.

[99]De la palabra griega módios μόδιος que era una caja cuadrada o rectangular para medir cantidad de granos, ya sea de alimentos u otros materiales granulados.

[100]Es un recipiente donde se pone la vela encendida o el fuego que se enciende. 

[101]De la palabra griega módios μόδιος que era una caja cuadrada o rectangular para medir cantidad de granos, ya sea de alimentos u otros materiales granulados. 

[102]Del hebreo ratsát רָצַח lo que en este contexto significa “asesinar”. 

[103]Palabra de origen arameo, que quiere decir “vacío” o “sin valor” de forma insultante (es como decir ¡cabeza hueca!). El arameo era una lengua procedente del antiguo país de Aram cuyo territorio se en encontraba mayormente en la región de lo que hoy es el país de Siria.

[104]Leer la nota de pie de página número 172 en Emmanuel 27:19.

[105]Si lo dice a su hermano de forma insultante y destructiva con ira.

[106]La palabra gehena es una palabra griega que se refería a un lugar cerca de la ciudad de Jerusalem que se utilizaba para quemar basura en los tiempos de Jesús. Debido a esto, siempre había fuego en aquel lugar. Jesús lo toma simbólicamente para referirse al lago de fuego en el que serán arrojados los pecadores el día del Juicio como está escrito en Apocalipsis 20:11-15. En idioma hebreo a este lugar se le conoce como gái ben jinóm בֶן־הִנֹּ֔ם גֵ֣י, que quiere decir “Valle del hijo de Hinóm” Josué 15:8, Jeremías 19:2 y 2Crónicas 33:6.

[107]Era una moneda romana hecha de bronce o de cobre. Era la más pequeña en valor.

[108]Esto se encuentra en Deuteronomio 24:1.

[109] En los manuscritos en griego aparece la palabra pornía πορνεί, la cual algunas biblias traducen como “Fornicación” y otras como “Inmoralidad sexual”, debido al amplio uso de esta palabra griega. Sin embargo, el escritor Stiwart Cedano en su libro “El Fin” afirma con toda razón lo siguiente: “En el momento que Jesús estaba hablando con los fariseos acerca del repudio a una mujer, no estaba hablando en griego; muy probablemente, él estaba hablando en hebreo, porque en ese idioma hablaban los rabinos las Escrituras; por lo tanto, Jesús no utilizó la palabra griega porníaπορνείᾳ, sino la palabra hebrea zanún זָנוּן”, la cual se traduce como “prostitución”. De esta manera Jesús estaba haciendo alusión a lo que hizo Yahvéh en Jeremías 3:6-8, para no hacer lo que normalmente se debía hacer según Levítico 20:10: dar muerte a los adúlteros. Aquí Jesús está haciendo referencia a Jeremías 3:6-8.

[110]Esto se encuentra en Deuteronomio 5:11.

[111]Esto se encuentra en Deuteronomio 23:21.

[112]Aquí Jesús les da a entender a sus discípulos que no deben hacer promesas o votos con juramento, porque ellos no tienen poder incluso sobre sus mismas vidas, y no saben lo que será después del momento presente. En lugar de ello, le da a entender que pueden comprometerse con el sí, sí o no, no; pero sin la necesidad de jurar.

[113]Esto se encuentra en Deuteronomio 19:21.

[114] La letra Yod es una letra hebrea que tiene la forma de una tilde.

[115]De una letra hebrea. 

[116]El regazo de un vestido es la parte que se forma de una persona vistiendo un vestido desde la rodilla hasta la cintura cuando está sentada. 

[117]Como el trigo del campo que se recoge, se aprieta en gavillas, y se sacude en la era. Es como decir: “te darán lo que sembraste”.

[118]El alfolí es un granero, depósito o almacén en el que se almacena o acumulan cosas. 

[119] Esto se encuentra en Salmos 78:2-4.

[120]Del griego proskefálaion προσκεφάλαιον. Algunas biblias lo traducen como cabezal, y otras como “cojín” “almohada” o “colchón”. Sin embargo, dado que Jesús estaba durmiendo en la parte atrás del barco, el contexto da a entender que los discípulos luchaban desde la parte de enfrente. Tomando en cuenta estos datos, muchos estudiosos concluyen en decir que Jesús estaba dormido sobre algo que servía de contrapeso en el barco, lo cual estaba en la parte de atrás del barco; eso era el cabezal donde dormía Jesús; probablemente estaba dormido sobre un saco de arena de playa. 

[121]Algunos manuscritos en griego del evangelio de Marcos dicen que Jesús fue a los Gerasenos (por querer referirse a los de Gerasa). A pesar de las contradicciones entre estudiosos, algunos concluyen que Gerasa era una región dentro de Gadara, o un lugar inmediatamente limítrofe con Gadara, o quizás otro nombre con el que se le llamaba a la región de Gadara. Gadara era la capital de Decápolis al otro lado del río Jordán, según afirma el rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y Costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo”. 

[122]El abismo está en las profundidades del planeta, según Génesis 1:2, y está dividido en dos secciones; la primera sección es el Hades controlado por el gobernador Abadón que es la Muerte, según Apocalipsis 6:8 y Apocalipsis 9:11; y la segunda sección es el tártaro, que está mucho más abajo que el Hades, donde se encuentran los ángeles que pecaron en el principio del mundo, según 2Pedro 2:4.

[123] Esto se encuentra en Levítico 14.

[124] Esto se encuentra en Isaías 6:10-13.

[125]Del griego blasfiméo βλασφημέω, esto es, insultándolo de forma perversa e impía.

[126]Existen discusiones entre los estudiosos sobre el significado real de este nombre y su verdadera procedencia. Se cree que el nombre Beelzebub es una variación del nombre del dios filisteo Baal; por lo que, consideran que Beelzebub proviene de la palabra Baalzebub. Por el contexto en que lo presentan los evangelios, se sabe que ese ídolo pagano era un espíritu que se podía apoderar de la gente; porque ellos insinuaron que Jesús estaba poseído de ese espíritu. 

[127]Los saduceos eran descendientes del sacerdote Sadoc, que era sacerdote en los días de David 1Samuel 8:27, 1Samuel 15:25. En los días del cautiverio en Babilonia, Dios reveló al profeta Ezequiel que ellos serían los únicos que ministrarían en el templo a su regreso del cautiverio, según Ezequiel 44:15-31. Sin embargo, a su regreso desde el 524 a.C. comenzaron a corromperse de tal manera que en los tiempo de Jesús solo les importaba el dinero y usaban la ley para tener estatus social en Israel. No creían en nada que no se pudiera demostrar de forma clara y evidente según los primeros cinco libros de la biblia. Eran muy encerrados en el modo de interpretar las Escrituras, pero en cargos oficiales se regían según las costumbres teológicas de las doctrinas de los fariseos. 

[128]La mujer estaba temblando porque Jesús era un maestro y ella se atrevió a tocarlo siendo ella impura, según Levítico 15:19-33. La ley decía que tanto Jesús como cualquier persona tocado por ella en su estado de flujo de sangre eran impuros por cierto tiempo.

[129]Es decir, solamente la sandalias que tenían puestas. No debían llevar calzado de repuesto para el camino. 

[130]Según afirma el rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo”, en los tiempos de Jesús, desde la cosmovisión de los judíos, el polvo de las naciones de los gentiles era considerado inmundo, ya que hacía inmundo todo lo que tuviera contacto con él. En este sentido, Jesús está diciendo a los discípulos que consideren a los judíos que no reciben el mensaje del evangelio como gentiles que viven en su inmundicia. 

[131]Del hebreo mishpát מִשְׁפָּט, y del griego krísis κρίσις, que se refiere al proceso de juzgar del juez en el juicio para llegar a un veredicto final.

[132]Esto se encuentra en Malaquías 3:1.

[133]Una endecha es una canción triste que generalmente se canta en un funeral. 

[134]El historiador Flavio Josefo afirma que Salomé era la hija de Herodías que danzó para Herodes y pidió la cabeza de Juan el Bautista. 

[135]La puerta de las ovejas era una puerta por la cual eran llevadas las ovejas al templo de Jerusalem. Estas ovejas eran lavadas en aquel estanque Betesda, y luego eran llevadas para ser sacrificadas en el templo. 

[136]Del hebreo mishpát מִשְׁפָּט, y del griego krísis κρίσις, que se refiere al proceso de juzgar del juez en el juicio para llegar a un veredicto final.

[137]Un denario era una moneda romana de plata que equivalía al pago de un día de trabajo en los tiempos de Jesús. Era la moneda oficial del imperio romano.

[138]Un estadio es una distancia aproximada de 181 metros.

[139] Esto se encuentra en Éxodo 16:4-21 y Nehemías 9:15.

[140]Esto se encuentra en Isaías 54:13.

[141]Comer el cuerpo y beber la sangre de Jesús no es un acto de canibalismo, sino un acto simbólico de que se acepta y se participa en la crucifixión de Jesús por la fe, y de que se recibe redención a través de su muerte. Es un acto simbólico, al igual que se hace a través de bautismo de manera simbólica, como se expresa en Romanos 6:3,4.

[142]Aquí ocurrió muy probablemente lo que también está en Emmanuel 24:18: que había hierba verde en aquel lugar y las gentes se sentaron por grupos mientras los discípulos llevaban el pan que les daba Jesús. 

[143]El nombre Pedro viene del griego pétros Πέτρος, que quiere decir “Roca”. En el momento que Jesús habló con Pedro, no le habló en griego, sino en arameo. Por lo tanto, la palabra que le habló Jesús es que Simón sería llamado Cefas, lo cual traducido del arameo también significa “Roca. (Leer Juan 1:42).

[144]Aquí la palabra roca proviene de la palabra griega pétra πέτρα, que es la forma femenina de pétros Πέτρος. En esta porción Jesús está declarando a Pedro como uno de sus ministros dado el escenario de revelación divina en que se encuentra Pedro (Gálatas 2:8); primero recibe la revelación del Padre, y luego la de Jesús. Sin embargo, al igual que Pedro, los demás apóstoles de Jesús también tenían un llamado especial. Leer Efesios 2:20 y Apocalipsis 21:14. Debemos recordar que Pedro no fue el primero en reconocer que Jesús es el Hijo de Dios, sino Natanael (Juan 1:49).

[145]La palabra iglesia proviene de la palabra compuesta griega ekklesía ἐκκλησία, que se traduce como “Asamblea”. Dado el contexto en que se encuentra Jesús, se refiere a una asamblea o congregación de creyentes en su nombre, lo mismo que los judíos hoy día llaman Kehilá. 

[146]La deducción de que Salomé era el nombre de la madre de los hijos de Zebedeo proviene después de estudiar y hacer la comparación de Mateo 27:56 con Marcos 15:41. 

[147]La palabra gehena es una palabra griega que se refería a un lugar cerca de la ciudad de Jerusalem que se utilizaba para quemar basura en los tiempos de Jesús. Debido a esto, siempre había fuego en aquel lugar. Jesús lo toma simbólicamente para referirse al lago de fuego en el que serán arrojados los pecadores el día del Juicio como está escrito en Apocalipsis 20:11-15. En idioma hebreo a este lugar se le conoce como gái ben jinóm בֶן־הִנֹּ֔ם גֵ֣י, que quiere decir “Valle del hijo de Hinóm” Josué 15:8, Jeremías 19:2 y 2Crónicas 33:6. 

[148]Algunos estudiosos afirman que los gusanos y el fuego no son reales, sino solamente una expresión para representar o dar a entender que habrá tormento. Sin embargo, no hay razón alguna para no creer que estas palabras del Señor no sean literales. Cualquiera que afirme lo contrario a lo real de estas palabras no tiene fundamento en las Escrituras. La expresión “lloro y crujir de dientes” sí indica, y representa, tormento, y ni aun tampoco en este caso habría razón para no creer que no habrá lloro y crujir de dientes literalmente en un lugar donde el fuego no puede ser apagado. El problema con muchos estudiosos es que creen que en el mundo espiritual estas cosas no existen, porque dicen que los espíritus no son carne. Pero los espíritus también tienen cuerpos espirituales.

[149]Ni para proteger las plantas de la tierra, ni para quitar los malos olores del estiércol de los animales ni de la basura; es decir, los malos olores del muladar. 

[150]Unidad de peso griega. Mayor unidad de peso para los griegos.

[151]Moneda griega de plata. También existían los estateros de oro. 

[152]Es una fiesta que se celebra por siete días, donde los israelitas no duermen en casa, sino pequeñas cabañas o enramadas que preparan.

[153]La mies es la cosecha, esto es, el fruto de lo que se había sembrado. Mies también se refiere al tiempo en que se recoge la cosecha. 

[154]Además de los que ya tienen puestos; es decir, que no llevaran calzados de repuesto. 

[155]El rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo” afirma que en Israel existía la costumbre de hospedar a los viajeros. Aquí el Señor manda a sus siervos a ser prudentes, a no pasarse de una casa que los recibe a otra distinta luciendo como “malagradecidos” o “ingratos”. 

[156]La región al otro lado del Jordán aquí es Perea; la cual, al igual que Galilea, estaba que estaba bajo el dominio de Herodes Antipas, según afirma el rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo”.

[157] Aquí la palabra repudiar se traduce de la palabra griega apolío ἀπολύω, que significa «Desatar», «Libertar», etc.; lo que por el contexto nos lleva a entender que se refiere a «Divorciar». Entonces, cuando el texto habla y dice que si es lícito “repudiar a su mujer”, es lo mismo que decir, en otras palabras, que si es lícito “divorciar a su mujer” 

[158]En Deuteronomio 24:1, Moisés ordenó que a la mujer se debía dar carta de divorcio si el hombre hallaba cosa erváh עֶרְוָה, lo que algunas biblias traducen como “Cosa indecente”. En Hebreo, este término erváh עֶרְוָה se refiere a la desnudez de la parte íntima femenina. Sin embargo, un hombre siempre que se casa con su mujer ve su desnudez; por lo tanto, este término erváh עֶרְוָה realmente se debe interpretar de manera figurativa, es decir, como si el hombre halla “cosa vergonzosa” en ella, así como vergonzosa es la desnudez de una persona. En Deuteronomio 24:1, Moisés no está mandando a los israelitas a dejar a sus mujeres si hallan «desnudez» en ellas, sino más bien si hallan en ellas «algo vergonzoso». Por eso, los escribas le preguntan a Jesús sobre el repudiar a su mujer «por cualquier cosa»; pero, esas «cosas» se refieren a cualquier cosa que los hombres consideraran vergonzosa o desagradable de ellas delante de ellos.

[159]Esto se encuentra en Génesis 2:24.

[160]En los manuscritos en griego aparece la palabra pornía πορνείᾳ, la cual algunas biblias traducen como “Fornicación” y otras como “Inmoralidad sexual”, debido al amplio uso de esta palabra griega. Sin embargo, el escritor Stiwart Cedano en su libro “El Fin” afirma con toda razón lo siguiente: “En el momento que Jesús estaba hablando con los fariseos acerca del repudio a una mujer, no estaba hablando en griego; muy probablemente, él estaba hablando en hebreo, porque en ese idioma hablaban los rabinos las Escrituras; por lo tanto, Jesús no utilizó la palabra griega porníaπορνείᾳ, sino la palabra hebrea zanún זָנוּן”; la cual se traduce como “prostitución”. De esta manera Jesús estaba haciendo alusión a lo que hizo Yahvéh en Jeremías 3:6-8, para no hacer lo que normalmente se debía hacerse según Levítico 20:10: dar muerte a los adúlteros. Aquí Jesús está haciendo referencia a Jeremías 3:6-8. 

[161]Una aguja era una puerta de entrada por la cual entraban los animales. Para un camello era difícil entrar a través de la aguja debido a su gran altura. 

[162]Del hebreo mishpát מִשְׁפָּט, y del griego krísis κρίσις, que se refiere al proceso de juzgar del juez en el juicio para llegar a un veredicto final. 

[163]Eran los levitas encargados de guardar el templo, estos es, la guardia del templo, según Números 18:2-5. 

[164]Esto está en Deuteronomio 22:20-22. 

[165]Probablemente, esos judíos no había llevado a la mujer a un juicio formal ante el concilio (sanedrín), porque de lo contrario, ante un veredicto ya tomado, no hubieran buscado a Jesús para ejecutar la sentencia, ni tampoco hubieran dejado a la mujer después de haber sido condenada ante un juicio formal. Simplemente, los judíos en esta escena eran una turba de gente loca que buscaban acusar a Jesús si contradecía la ley de manera abierta como pretendían ellos que sucediera.

[166]De la palabra griega pornía πορνεί que traduce la palabra hebrea zanún זָנוּן, la cual significa “prostitución”.

[167]Esto es, desde que Noé salió del arca. 

[168]Probablemente, se refería a Teudas y a Judas el galileo, según Hechos 5:34-42.

[169]Esta fiesta se celebra desde el momento que los macabeos restauraron el culto del templo después de la profanación que hicieron los griegos en los días de Judas Macabeo en el 168 a.e.c. (antes de la era común). Esto está registrado en el libro de los Macabeos.

[170]Era una galería de columnas cercanas a las edificaciones del templo. Aunque no era la misma que construyó Salomón, sin embargo, era conocida de esa manera porque fue idea de Salomón ese tipo galería o columnata. 

[171]Esto se encuentra en Salmos 82:6.

[172]El concilio en este caso se refiere al sanedrín. El sanedrín era la corte judía que se encargaba de juzgar los asuntos civiles del pueblo según la ley de Moisés. Existían muchos sanedrines locales en los diferentes pueblos de Israel, compuestos por un mínimo de 23 jueces, los cuales eran escribas, fariseos y ancianos del pueblo; también estaba el máximo o Gran Sanedrín en la ciudad de Jerusalén, compuesto por escribas, fariseos, ancianos del pueblo, saduceos y sacerdotes. Cuando alguien no estaba satisfecho con el veredicto de un sanedrín local, podía apelar ante el sanedrín de Jerusalén. El rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo” afirma que el Gran sanedrín se encontraba en una pequeña sinagoga al lado sur oriental en el atrio de los sacerdotes del templo de Jerusalén. 

[173]Cuando leemos algunas biblias traducidas al español, vemos que en el evangelio de Juan se menciona el nombre de Simón dos veces de manera muy genérica, como si para el escritor, el apóstol Juan, se tratara de la misma persona. El apellido Iscariote de Simón, el padre de Judas, solamente se puede identificar en los manuscritos griegos del evangelio de Juan, porque la mayoría de las biblia no incluyen la traducción del apellido del padre de Judas. La primera vez es en Juan 6:71, donde el apóstol afirma que Judas era hijo de Simón Iscariote; y la segunda es en Juan 12:4, donde vuelve a mencionarlo: “Simón Iscariote”. Este es el único Simón Iscariote en el evangelio de Juan. En Juan 6:71 se identifica a este Simón Iscariote como el padre de Judas, el que traicionó a Jesús. En cambio, en Juan 12:4 se le presenta como el mismo Simón que estuvo presente el día que María ungió los pies de Jesús, como registra Lucas 7:36-50. Aunque el evangelio Lucas no menciona el nombre de Simón, el apóstol Juan en su evangelio sí lo hace, lo que lleva a la conclusión de que Judas era hijo de Simón el fariseo. De ahí, quizás, se desprendía la codicia de Judas; porque los fariseos eran codiciosos. Probablemente, tanto Mateo, en Mateo 26:6, como Marcos, en Marcos 14:3, se refieren a Simón como “Simón el leproso” porque quizás en el tiempo que ellos dos escribieron él era leproso, o quizás había sufrido de lepra y se había curado, y por eso tenía esa fama en los días de Jesús. 

[174]Muchos estudiosos de sectas afirman que esta narración de Jesús era una parábola, porque no la consideran como una historia real; porque no quieren creer que después de la muerte haya un lugar de tormento para los pecadores. Sin embargo, la tomen por una historia real o por una parábola, la enseñanza era la misma: que el que hace lo malo va a un lugar de tormento después de su muerte corporal; mientras que si hace lo bueno irá al descanso, al paraíso. Sobre lo que se dice en el versículo 37 aquí, acerca del lugar adonde fue el rico, el Hades, puedo brindar esta información: en la cultura hebrea la palabra Hades es una palabra que se refiere al “lugar de los muertos”. Como se refiere al “lugar de los muertos”, evidentemente se interpreta como la tumba donde se pone el cuerpo de alguien que fallece. Sin embargo, Jesús da a entender en este versículo 37 que el Hades también se refiere al lugar hacia dónde van los espíritus de los muertos que hicieron lo malo ante Dios. 

[175]Aquí “llama” viene del griego phlóx φλόξ (llama) que viene de la palabra griega phlégō φλέγω (quemar, arder).

[176]El alabastro era un recipiente que, como es evidente en el contexto, se utilizaba para almacenar perfumes, o cualquier líquido. 

[177]Es una planta que produce flores aromáticas, y de la cual se extrae aceite que ayuda a la relación y a mejorar estado de ánimo. 

[178]Los judíos acostumbran a ofrecer agua a los invitados para que se lavaran los pies después de los largos viajes donde tenían que andar por caminos llenos de polvo o lodo. Algunos judíos se dedicaban a este oficio, es decir, se dedicaban a lavar los pies de los clientes; otros eran sirvientes que se ocupaban de lavar los pies de los invitados de su señor. 

[179]Esto se encuentra en Isaías 29:13.

[180]Esto se encuentra en Éxodo 20:12.

[181]Esto se encuentra en Levítico 20:9.

[182]Aquí se refiere a la ofrenda que se le presenta a Dios en el altar del templo (Levítico 1: 1,2).

[183]A las filacterias también se les llama tefilín; y eran cajitas pequeñas de cuero dentro de las cuales había pedacitos de pergaminos con porciones de las Escrituras. Un pergamino era un material hecho de piel de animales y utilizados para escribir. Esto está en Deuteronomio 11:18. 

[184]Esto está en Números 15:38,39. 

[185]Con este dicho daban mas valor al oro del templo que al mismo templo de Dios.

[186]Esto está en Éxodo 29:37.

[187]El eneldo y el comino son especias aromáticas como lo es la canela, el clavo dulce, etc. 

[188]Esta expresión quiere decir que los escribas y fariseos eran tan hipócritas e inconscientes que se cuidaban rigurosamente de no contaminarse con cosas pequeñas, pero al mismo tiempo pecaban de forma tan descarada y desvergonzada con cosas que eran muy evidentes en la Ley, cosas que era evidente a un desde lejos en la mirada de otras personas. 

[189]Leer las páginas 31 y 32 de este libro para entender el por qué Jesús entró a Jerusalem un sábado, y no un domingo. 

[190]Esto se encuentra en Zacarías 9:9.

[191]Algunos judíos no creen en la entrada triunfal de Jesús a Jerusalem, porque, según los evangelios, esta entrada ocurrió en el primer mes hebreo, el mes de Nisán, y los evangelios dicen que se cortaron ramas y se gritaba Hosanna, lo cual, según afirman algunos de ellos, solo se suele hacer en el séptimo mes, el mes de Tishréi. Sin embargo, aunque Jesús entró a Jerusalem en el mes de Nisan para ofrecerse a sí mismo como el Cordero Pascual del primer mes de Nisán (leer nota de pie de página de Emmanuel 29:66), y los dos Corderos del continuo sacrificio (Éxodo 29-38-43), también lo hizo para ofrecerse a Dios como la cabra de expiación por los pecados del pueblo, como se hacía en el séptimo mes de Tishréi (Levítico 16). El justo se ofreció a sí mismo como un pecador maldito tomando nuestro lugar. Todo lo que ocurrió el día de la entra triunfal de Jesús a Jerusalem vino de parte de Dios. El mismo Jesús dijo que si la gente que estaba allí callaba de decir “Hosanna” las piedras clamarían.

[192]Esto se encuentra en Salmos 8:2.

[193] Esto se encuentra en Isaías 53:1.

[194] Esto se encuentra en Isaías 6:10.

[195]Según Éxodo 30:11-16, todo israelita debía presentar el pago de medio siclo conforme al valor del siclo en el santuario. Esto debía hacerse cada vez que ellos fueran al templo a ofrecer ofrendas de sacrificio por sus pecados. Los cambistas intercambian el dinero extranjero por dinero aceptado en el santuario, es decir, por el siclo del santuario. El problema es que en esos momentos no lo estaban haciendo como servicio a Dios, sino como negocios personales y entraban y salían con mercancías en medio de los atrios sin ningún cuidado santo. El dinero que pagaban los israelitas debía ser utilizado para los servicios del santuario. Los animales que allí estaban eran comprados por los mismos israelitas para ofrecer en sacrificio en el templo. 

[196]Esto está Isaías 56:7.

[197]Esto está en Salmos 69:9.

[198]Esto indica que Jesús hizo esto en el área del atrio de los gentiles y estaba impidiendo la entrada al gran atrio, que también era llamado “Atrio de las mujeres” porque las mujeres tenían acceso a él. 

[199]Terreno utilizado para sembrar vides, que son las plantas que dan el fruto de las uvas. 

[200]Persona encargada de sembrar y de cuidar los sembrados.

[201]La piedra de esquina o piedra angular era una piedra que utilizaban los edificadores, la cual colocaban en cada esquina de una edificación y les servía como referencia para mantener alineada y con la medida deseada el resto de la edificación. Generalmente era una piedra de mayor tamaño y dureza en comparación con las demás. 

[202]Esto está en Salmos 118:22,23. 

[203] Los herodianos eran seguidores de Herodes Antipas, esto es, que le apoyaba en su pretensiones políticas de ser considerado líder en el pueblo judío.

[204]A los judíos no les gustaba dar tributo a César por ser un rey extranjero y pagano.

[205]Los saduceos eran descendientes del sacerdote Sadoc, que era sacerdote en los días de David 1Samuel 8:27, 1Samuel 15:25. En los días del cautiverio en Babilonia, Dios reveló al profeta Ezequiel que ellos serían los únicos que ministrarían en el templo a su regreso del cautiverio, según Ezequiel 44:15-31. Sin embargo, a su regreso desde el 524 a.C. comenzaron a corromperse de tal manera que en los tiempo de Jesús solo les importaba el dinero y usaban la ley para tener estatus social en Israel. 

[206]Aquí los saduceos están utilizando el relato del libro apócrifo de Tobías, en Tobías 3:7-17.

[207]Esto se encuentra en Éxodo 3:1-6.

[208]Esto se encuentra en Deuteronomio 6:4.

[209]Del griego pandojeíon πανδοχεῖον que se refiere a habitaciones donde se recibía “a todo el mundo”. El rabino Alfred Edersheim en su libro “Usos y costumbres de los judíos en los tiempos de Cristo” afirma que a esos lugares se les llamaba “kan”. Los kanes tenían habitaciones de alojamiento gratis y estaban a cargo generalmente de extranjeros. 

[210] Esto se encuentra en Salmos 110:1

[211]Algunos estudiosos afirman que Jesús utilizó la palabra “zorra”, no para ofender a Herodes, sino para decirle “usurpador”. Cualquiera que sea el caso, la palabra zorra no es una palabra agradable en la cultura judía ni tampoco la palabra “usurpador”.

[212]Aquí, sobre este versículo 87, los evangelistas de Mateo, Marcos y Lucas hablan sobre el día calendario desde la cosmovisión romana. En ese mismo día calendario, desde la perspectiva romana, cuando llegara el tiempo de la noche para los judíos sería el primer día en que debía empezar a comerse panes sin levadura, y también el día en que se debía matar el cordero pascual. Esto es, que en la noche sería el 14 de Nisán (Éxodo 12 5,6 y Éxodo 12:18). 

[213]Aquí la palabra “pan” se traduce de la palabra griega árton ἄρτον. La palabra árton ἄρτον puede ser traducida tanto como “hogaza”, que era un pan grande, el cual podía ser con levadura o sin levadura; o como “pan leudado”, es decir, pan con levadura. La palabra griega árton ἄρτον es la que se utilizada en Éxodo 25:30 en la biblia Septuaginta para referirse al pan de la proposición. El historiador Flavio Josefo afirma en sus escritos que los panes de la proposición eran panes sin levadura. La palabra árton ἄρτον en este contexto sugiere que Jesús utilizó una hogaza sin levadura, ya que en la noche de la pascua, y aun en los siguientes siete días de la fiesta de los panes sin levadura, no se debía como nada leudado, esto es, nada que tuviera levadura. 

[214]Un lebrillo era una vasija con la forma de una ponchera, hecho de barro o de metal donde se ponía agua.

[215]Los judíos acostumbraban a lavarse los pies al llegar a casa, antes de comer, como sucedió en la escena donde Jesús le dijo a Simón que no le había dado agua para sus pies. Jesús lava los pies de los discípulos después de cenar, simplemente como un acto simbólico que hace alusión a cuando los sacerdotes se lavaban los pies y las manos antes y después de ministrar, según Éxodo 30:17-21. Se cree también que en el tiempo de Jesús los judíos acostumbraban a lavarse los pies antes de la hora de dormir.

[216] El calcañar es la parte trasera o de atrás del pie; es el talón del pie. Aquí se está hablando simbólicamente para referirse a que Judas le fue causa de tropiezo a Jesús. Esto se encuentra en Salmos 41:9.

[217] La palabra Consolador aquí se traduce del griego parákletos παράκλητος, que quiere decir “Consolador” o “Intercesor”, intercesor en el sentido de abogado defensor, porque intercede como ante un tribunal. Aquí Jesús se refiere al Espíritu Santo que han de recibir todo creyente en su nombre. En este caso, Jesús lo llama Consolador porque el Espíritu Santo consuela a los creyentes que aman tanto a Jesus, que se sienten desalentados al no tener la presencia física de Jesús con ellos así como se sentirían los apóstoles cuando Jesús se fuera de ellos. 

[218]Esto se encuentra en Isaías 53:12.

[219]Esto está en Zacarias 13:7.

[220]Algunos estudiosos afirman que no se refería a un animal alado, sino a un soldado romano que anunciaba el cambio de turno en la guardia nocturna. Otros afirman que el gallo era una persona cuyo oficio era la de levantar a los maestros judíos en las madrugadas para que estudiaran las Escrituras. Estas falsas especulaciones se hacen porque existen documentos en que se dice que estaba prohibido criar gallos en Jerusalem; no porque fueran inmundos, sino para mantener la ciudad limpia. Sin embargo, una cosa es eso y otras cosas son las excepciones, y las cosas que realmente hacía la gente en el diario vivir. Por ejemplo, en la región de Gadara se criaban cerdos, los cuales eran animales inmundos. Aquí la palabra gallo se traduce de la palabra griega aléktor ἀλέκτωρ, que se refiere a un “ave macho” lo que por el contexto es un gallo. 

[221]La palabra Getsemaní es de origen etimólogo hebreo, que significa “prensa de aceite ”, y del arameo, que significa “lagar de la oliva”

[222]Los estudiosos no se ponen de acuerdo, pero se podría suponer a un tiro ligero de piedra como cuando alguien lanza hacia adelante un piedrecita pequeña cuando no tiene nada que hacer, es decir, en un momento de ocio. Por lo tanto, se podría suponer que esta distancia pudo haber sido como de alrededor de siete u ocho metros de distancia. 

[223]Probablemente, se refiere a un jefe de mil soldados romanos; porque en el texto del evangelio de Juan se hace diferencia entre este comandante y los subordinados a los sacerdotes judíos. 

[224]Del griego blasfiméo βλασφημέω, esto es, insultándolo de forma perversa e impía. 

[225]En el mundo romano, el pretorio era la casa de un oficial romano llamado pretor. Ahora bien, esta palabra también tenía otras aplicaciones; básicamente era el lugar donde se quedaba un principal romano. Por ejemplo, en los campamentos romanos el pretorio se refería a la carpa donde se quedaba el general. En esta porción de la Escrituras, se le llama pretorio al lugar donde moraba Poncio Pilato, quien era un procurador romano que gobernaba la provincia romana de Judea. 

[226]Aquí la palabra Pésaj se refiere a la festividad de toda la semana de la fiesta de pascua del día 14 de Nisán, pero combinada con la fiesta de los siete días de panes sin levadura. En esta porción no se refiere a la comida del cordero de la fiesta de pascua, sino a la comida de los panes sin levadura de la festividad de los ázimos que eran por siete días, comenzando desde la noche en que se comía el cordero de la fiesta de pascua, el 14 de Nisán. Para los judíos los siete días en que se comía panes sin levadura era y es para ellos parte de la festividad de la pascua del 14 de Nisán, según Deuteronomio 16:2,3. Los sacerdotes no querían contaminarse para estar actos para comer de los panes sin levadura, en esa pascua (Pésaj).

[227]Quizás Pilato pensó que Jesús era hijo de algún rey extranjero donde tenían la creencia de que ellos mismos eran dioses.

[228]Esto es, decorado con losas o mosaicos.

[229]Cirene era una región en el continente africano, en las costas del actual país de Libia.

[230]De la palabra griega estavrós σταυρός, que quiere decir “Poste vertical”. Algunos estudiosos afirman que la cruz consistían en el cruce de dos maderas: una de forma vertical y otra de forma horizontal. La parte que sería vertical en la cruz siempre estaba establecida en el lugar de la ejecución; mientras que la parte que sería horizontal era cargada por el condenado a muerte hasta el lugar de la crucifixión. Esto explica por qué el término griego estavrós σταυρός se refiere a un poste vertical: porque el condenado cargaba un poste vertical, el cual era colocado de forma horizontal en el poste vertical que estaba en el lugar de la ejecución. Para llegar a esta conclusión los estudiosos no solo se basan en el significado etimológico la palabra estavrós σταυρός, sino también en los datos históricos sobre el imperio romano.

[231]Esto está escrito en Isaías 53:12. 

[232]Pilato escribió este letrero para que fuera leído, lo que demuestra que el hebreo era quizás más hablado que el mismo idioma arameo en los días de Jesús en Israel, lo que contradice muchas posturas teológicas que afirman lo contrario. 

[233]Esto está escrito en Salmos 22:18,19.

[234]Jesús murió a la hora novena (3:00 pm) porque también era el Cordero del continuo sacrificio (Éxodo 29:38-43).

[235]Así se cumplió el mandamiento de Deuteronomio 21:23.

[236]Esto está escrito en Salmos 34:20. También, esto demuestra que Jesús era el Cordero de la Pascua, porque no se quebró hueso suyo, al igual que con el Cordero de la Pascua (Éxodo 12:46).

[237]Esto se encuentra en Zacarías 12:10.

[238]Esto se puede verificar en Hechos 2:24, Hechos 2:27, Hechos 2:31, 1Pedro 3:19 y 1Pedro 4:6. Algunos estudiosos dicen que Jesús predicó a ángeles, pero eso es falso. Jesús estaba en el Hades. Los ángeles rebeldes están en el lugar que en griego se le conoce como “El tártaro”, según 2Pedro2:4. El tártaro es un lugar mucho más profundo que el Hades en las profundidades de la tierra.

[239]El único que menciona a Juana entre las mujeres que visitaron el sepulcro de Jesús, es Tito, en su evangelio “El evangelio de Lucas”. Muy probablemente, lo hace para referirse a la madre del apóstol Juan, la cual era Salomé. (Comparar Marcos 16:1 con Lucas 24:10).

[240]La palabra Hades es una palabra hebrea que se refiere al “lugar de los muertos”. Como se refiere al “lugar de los muertos”, evidentemente se interpreta como la tumba a donde se pone el cuerpo de alguien que fallece. Sin embargo Jesús, en Emmanuel 30: 36-42, da a entender que también se refiere al lugar hacia dónde van los espíritus de los muertos que hicieron lo malo ante Dios. De esta manera, el Hades es también el lugar de los espíritus de los hombres que están muertos para Dios, porque viven en el pecado a causa de su desobediencia a Dios. 

[241]Aquí Jesús no habla de padecer nuevamente de los ancianos ni de morir otra vez, sino de padecer “mucho” en su conjunto de la generación aquella en la cual se encontraba, porque la intensión de Jesus era que el evangelio se predicara a todo el mundo, pero él mismo solo estaba limitado a Israel. El padecer del Hijo del hombre de aquella generación incluía también a los seguidores de Jesús; pues una vez de que Jesús se fuera para regresar como un relámpago, tal y como les dice a los discípulos que haría, Jesús primeramente debía salir de aquella generación en la cual se encontraba. Eso sucedió en el momento que Jesús ascendió al cielo; ahora le toca regresar. 

[242]Esto está en Daniel 8:13.

[243]Esto es tiempo, tiempos y la mitad de un tiempo. Esto está en Daniel 7:25.

[244]En aquellos tiempos había muchas rutas comerciales cruzaban a través de Israel y mucha vegetación de la naturaleza la cual era disfrutada por cuervos ¿Cuánto más aquellos hijos de Dios? Jesús quería que sus discípulos dejaran el afán por las cosas del mundo, puesto que las condiciones de gran abundancia estaban dadas, gracias a Dios, y estaban alrededor de ellos todos. 

[245]Se refiere a una despensa (lugar donde se almacena comida).

[246]Era un granero donde se almacenaba grandes cantidades de cosechas de granos.

[247]Medida desde la punta de los dedos de una persona hasta su codo.

[248]La vid es la planta que da como fruto las uvas que se utilizan para hacer el vino. 

[249]Pámpano es la rama tierna de la vid. 

[250]Salmos 69:4.

[251]Del hebreo mishpát מִשְׁפָּט, y del griego krísis κρίσις, que se refiere al proceso de juzgar del juez en el juicio para llegar a un veredicto final. Aquí el contexto indica que el juicio ya concluyó.

[252]Aquí se refiere al pecado del mundo, a la justica de Jesús, es decir, a que él realmente era justo, y a la sentencia que Dios ha determinado contra Satanás y sus demonios. 

[253]Quizás estos varones eran los mismo dos ángeles que descendieron el día en que Jesús resucitó y que habían aparecido a María Magdalena, y las demás mujeres. 

[254]Jesús no escribió ningún libro como sí lo hizo Moisés. Así cumplió la profecía del profeta Jeremías, registrada en Jeremías 31:33, de que en el nuevo pacto la ley de Dios se escribiría en la mente y el corazón a través del Espíritu Santo como se registra que Jesús lo prometió en Emmanuel 28:126 y Emmanuel 30:161,162. Jesús dejó su evangelio en manos de personas que tenían una moral judía inclinada al amor y a la misericordia, y no al salvajismo inmisericorde de los intérpretes de la ley de la época, quienes eran codiciosos del dinero y justificaban su falta de misericordia en los mandamiento de la ley.

[255]Como Jesús entró en el cielo en un día de reposo, así también su cuerpo que es su iglesia también debe entrar en el reposo de Dios en un día de reposo. Este es el misterio del símbolo del día de reposo.

[256]Esto está en Zacarías 11:13. 

[257]Es una fiesta judía que consiste en presentar a Dios otras primicias de los frutos de la tierra en el día número 50; contando como el primer día el día en que los israelitas ofrecen las primicias de los frutos de la tierra a Dios, en el primer día de la semana, después del primer día de reposo en la misma semana en que se celebra la festividad de los panes sin levadura. Es decir, primero es el día de las primicias, y cincuenta día después, contando como primer día ese mismo día de las primicias, es el día de pentecostés, las otras primicias (Levíticos 23:15,16).